La niñez marca la vida adulta de las personas y cuando naces
en la ribera de un río como el Misisipi, este te marca también la niñez. Puede
que por ello, aquella interminable corriente de agua repleta de misterios,
peligros y leyendas se convirtiera para Mark Twain en la protagonista de todas
sus fantasías juveniles y en la inspiración de su obra futura como escritor.
El Misisipi no era sino una autopista de agua que cruzaba de
arriba abajo el país surcada por los bellos "riverboats", los
fantásticos barcos de vapor que traían gentes, mercancías e historias de acá
para allá. Obsesionado con ser piloto de uno de aquellos gigantes del Misisipi,
el escritor estudió durante dos años cada recodo de aquel río hasta conseguir
la prestigiosa licencia de piloto fluvial a la edad de 24 años.
Aquellos barcos dependían mucho de los sondadores —leadsman—,
generalmente afroamericanos, que iban anunciando continuamente la profundidad
del río para evitar bancos de arena y que la nave pudiera embarrancar. Así, la
mejor noticia que podía recibir el piloto, como señal de una navegación segura
y de que podía seguir adelante sin miedo ni preocupación, era que el sondador
cantara a voz en cuello que el calado era de al menos dos brazas, unos 3,6
metros, y lo anunciara con el grito "Mark Twain!" —marca dos—.
Cuando el piloto comenzó a escribir como periodista, recordó
aquellas palabras de tan buen agüero mil veces escuchadas en el Misisipi y las
adoptó como apodo literario. Desde entonces sería Mark Twain, enseña de que
seguía firme hacia adelante por aguas seguras, dejando atrás su nombre de
nacimiento, Samuel Langhorne Clemens.
No tardaría en dejar de pilotar aquellos barcos de palas,
principalmente a causa de la Guerra de Secesión con la cual se cierra el
tráfico civil por el Misisipi, pero gracias a todas las experiencias vividas en
el río nunca dejó de navegar por él en sus escritos. El Misisipi sería el
decorado de las aventuras de Huckleberry Finn y de Tom Sawyer, además de muchas
otras historias que lo convirtieron en uno de los mejores escritores
estadounidenses. No en vano sabía sortear las trampas de las palabras tan bien
como los bancos de arena.
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público CC0

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