Se nos ha marchado Héctor Alterio, uno de los grandes de nuestro cine. «LA HISTORIA OFICIAL» cuenta que hubo de alejarse de su Argentina natal, de «LA PATAGONIA REBELDE» para venirse a España. Las amenazas que recibía de aquella especie de «MAFÍA» que fue la Triple A le hicieron sentir como si hubiera cometido «EL CRIMEN DE CUENCA» siendo inocente.
Aunque se sintiera «ARGENTINO HASTA LA MUERTE», siempre pensando en «VOLVER» aquí encontró «EL ARREGLO» para su situación, «EL NIDO», desde el que lanzar «EL CANTO DE LA CIGARRA» que como actor quería regalar al mundo, un mundo que para él no era sino «LA CASA SIN FRONTERAS» de todos. Encontró, en actores como Juan Diego, a «LOS SANTOS INOCENTES» que le ayudaron en los difíciles inicios en nuestro país. Su talento ante las cámaras, sus ojos y su verbo le hicieron «CRECER DE GOLPE», hasta sentir que tenía toda «LA VIDA POR DELANTE» para dedicarla a su arte. La fortuna le regaló dos hijos que apuntan tan buenas maneras en la pantalla como él.
Las cámaras nunca le dieron «LA TREGUA» ni el descanso que tanto teme cualquier actor. Su romance con el cine se había sellado en unas «BODAS DE SANGRE» en las que era mucho más que «EL HIJO DE LA NOVIA», era el protagonista.
La vida le fue amable, sin ninguna «ASIGNATURA PENDIENTE», no la sintió como un «TIEMPO DE REVANCHA», pero la vida, al fin y al cabo, es finita para todos y con la edad llegan «LOS GOLPES BAJOS» de la salud. En «LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA VÍCTIMA» que ahora es tras cerrar los ojos, tomó a los 96 años «EL ÚLTIMO TREN». Mientras se aleja podremos cantarle aquello de «NO HABRÁ MÁS PENAS NI OLVIDO». Sin duda olvido no habrá. Ahora quedará el eco de su imagen y voz, tal como en «CRÍA CUERVOS».
D.E.P.

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