“Ofelia” (1851-52), el óleo de John Everett Millais en el
que podemos ver a la amada de Hamlet flotando mientras canta justo antes de
hundirse en un arroyo, es una de las obras más famosas de la Hermandad
Prerrafaelita y curiosamente, un cuadro que casi acaba con su modelo.
Millais había pintado el detallado paisaje del cuadro en el
río Hogsmill (Ewell, Surrey) directamente del natural, resultando una delicia
para todo aficionado a la botánica y a los símbolos ocultos en el arte. Allí se
muestra el sauce inclinado y una gran variedad de flores: violetas, margaritas,
pensamientos, nomeolvides, ortigas, lirios... que nos hablan todas ellas de la vida
de Ofelia, de su pureza, castidad e inocencia, mientras que las amapolas aluden
a la muerte, el sueño y el olvido.
Solo después incluyó Millais la imagen de Ofelia y la
representa en el momento en el que, en su desvarío, se deja llevar sumisamente
por las aguas, tras caer a un arroyo — sin nombre — al romperse la rama de un
sauce. Mantiene los ojos y la boca entreabiertos, suspendida en un limbo de
agua; las manos han abandonado el ramo que recogía y sus flores flotan ahora a
su alrededor llenas de color, mientras su rostro exhibe una perturbadora palidez.
Nunca la muerte había resultado tan bella y romántica.
La modelo fue Elizabeth Siddal, una hermosa pelirroja que
fue la musa de muchas obras del movimiento prerrafaelita y que con el tiempo
llegó a ser esposa del también pintor Dante Gabriel Rossetti.
Su cuñado, William Michael Rossetti la describió así: "una
de las criaturas más bellas, con un aire entre dignidad y dulzura con algo que
excedía la modestia y la autoestima y poseía una desdeñosa reserva; alta,
finamente formada con un cuello suave y regular, con algunas características
poco comunes, ojos verde-azulados y poco brillantes, grandes y perfectos
párpados, una tez brillante y un espléndido, grueso y abundante cabello
oro-cobrizo."
Elizabeth solo tenía 22 años cuando posó para Millais. El
pintor preparó meticulosamente la escena y en una carta decía: “Hoy he
comprado un vestido antiguo realmente espléndido de dama, todo cubierto de
bordados de plata, y voy a pintarlo para la “Ofelia’”.
Poco imaginaba el pintor que su bella modelo estaría a punto
de tener un final tan trágico como el de Ofelia mientras posaba para él.
Según se contaría en biografías posteriores (J.G. Millais,
1899), para el posado se utilizó durante días una bañera llena de agua que era
calentada mediante lámparas de aceite. Millais, totalmente concentrado en su
trabajo, no reparó en que uno de esos días las lámparas se apagaron y
Elizabeth, totalmente involucrada en su papel, no quiso interrumpir el proceso
creador del pintor y sin decir nada, siguió posando inmóvil durante largo
tiempo en agua prácticamente helada. La lividez de la modelo, tan bien plasmada
en el lienzo y sin duda muy oportuna para el asunto, debería haber bastado para
alertar al pintor de lo que sucedía.
El resultado fue una grave infección pulmonar que casi la
conduce a una neumonía letal. No logró reponerse del todo y se suele señalar
como el comienzo de sus problemas crónicos de salud. Años después, en 1862, Elizabeth
fallecería a los 32 años, al parecer por una sobredosis accidental de láudano.
El padre de Elizabeth, convencido de la imprudencia del pintor, le hizo pagar
los gastos médicos en compensación.
Para la posteridad queda el rostro de Elizabeth como Ofelia, el de una modelo aterida de frío, pero obediente e inmóvil. La musa mártir de los prerrafaelitas. Shakespeare habría aplaudido emocionado la representación de esta famosa escena de Hamlet que él, deliberadamente, había cargado de ambigüedad y que Millais supo leer para regalarla a la vista de todos.
Hoy, este óleo sobre lienzo (76,2 × 111,8 cm) se expone en la Tate Britain (Londres).
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Publico CC0


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