Uno de los directores más prolíficos en cuanto a anécdotas se refiere es Alfred Hitchcock. La famosa escena de la ducha de "Psicosis" (1960) en la que Janet Leigh lanza uno de los gritos más famosos de la historia del cine —en dura competencia con el posterior grito Wilhelm y con el alarido de Tarzán—, dejó una profunda huella dentro y fuera de la pantalla.
La actriz contó que durante un tiempo prefirió la bañera a la ducha y si veía obligada a usar esta última no podía hacerlo sin asegurarse antes de que las puertas y las ventanas estuvieran bien cerradas.
No fue la única. Se cuenta en algunos anecdotarios de cine que una jovencita británica recibió tal impresión con la escena que no había manera de acercarla a una ducha, tal era el terror que estas le causaban desde que vio la película.
Al persistir la situación, su preocupado padre se dirigió al mismísimo Don Alfredo para pedirle una solución a este singular problema de higiene del cual, por supuesto, lo hacía responsable, insinuando de paso que probablemente podría desaparecer con una adecuada cantidad de libras como compensación.
Hitchcock, al que en la foto inferior vemos en un momento del rodaje, dando instrucciones a Janet Leigh, no se lo pensó dos veces y ante la imposibilidad de que aquella chica siguiera tomando sus duchas diarias, le contestó de forma tan británica como cruel:
"La solución es muy fácil, amigo mío. Lleve a su hija a la tintorería"
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