domingo, 31 de diciembre de 2023

Judy Garland, Dorothy y los tornados


Posiblemente el papel más recordado de Judy Garland sea el de Dorothy en "El mago de Oz" (1939), allí está su esencia cinematográfica y musical, sus zapatos rojos y sus coletas; de hecho se dice que es la película más vista de la historia del cine y la canción "Over the rainbow" una de las más icónicas del siglo XX, lo que nos da una idea del impacto del film en la cultura popular. Toda aquella historia de aventuras por el camino de baldosas amarillas, junto al león, el espantapájaros y el hombre de hojalata tienen su comienzo en un tornado en Kansas que se lleva volando a Dorothy y a su perro Toto hasta la mágica Tierra de Oz. Algunas veces, aunque sea forzando la imaginación, somos dados a cerrar círculos y quizás por eso llama la atención la anécdota que recoge IMDB en la que se cuenta que el día del fallecimiento de Judy Garland, ocurrido en Londres el 22 de junio de 1969, hubo un tornado en Kansas puede que buscando la esencia de aquella actriz, demasiado maltratada en este mundo, para trasladarla, ya para siempre, al reino de fantasía que le dio fama.

Imagen: Cortesía de Doctor Macro

sábado, 30 de diciembre de 2023

La Risa: Dostoievsky Vs Murillo


"Hay una gente a la que su risa traiciona: uno se da cuenta en seguida de lo que llevan en las entrañas. Incluso una risa indiscutiblemente inteligente es a veces repulsiva. La risa exige ante todo franqueza, pero ¿dónde encontrar franqueza entre los hombres? La risa exige bondad, y la gente ríe la mayoría de las veces malignamente. La risa franca y sin maldad, es la alegría: ¿dónde encontrar la alegría en nuestra época y dónde encontrar a la gente que sepa estar alegre? (…) La alegría de un hombre es su rasgo más revelador, juntamente con los pies y las manos. Hay caracteres que uno no llega a penetrar, pero un día ese hombre estalla en una risa bien franca, y he aquí de golpe todo su carácter desplegado delante de uno. Tan sólo las personas que gozan del desarrollo más elevado y más feliz pueden tener una alegría comunicativa, es decir, irresistible y buena. No quiero hablar del desarrollo intelectual, sino del carácter, del conjunto del hombre. Por eso si quieren ustedes estudiar a un hombre y conocer su alma, no presten atención a la forma que tenga de callarse, de hablar, de llorar, o a la forma en que se conmueva por las más nobles ideas. Miradlo más bien cuando ríe.

(...) No comprendo más que una cosa: que la risa es la prueba más segura de un alma. Mirad a un niño; ciertos niños saben reír a la perfección, y por eso son irresistibles. Un niño que llora me resulta odioso, pero el que ríe y se alegra es un rayo del paraíso, una revelación del porvenir en el que el hombre llegará a ser, por fin, tan puro e ingenuo como un niño. "

El fragmento pertenece a "El adolescente", obra de Fiódor Dostoievski publicada en 1875. Y es que hay tantas sonrisas: de auténtica felicidad, contagiosas, deslumbrantes, joviales, risueñas, tímidas, tensas, indescifrables, sutiles, torcidas, coquetas, pícaras, cómplices, provocadoras, seductoras, burlonas, descaradas, maliciosas, altaneras, arrogantes, sospechosas, ladinas, fanfarronas, despreciativas, sibilinas, socarronas... y como no las sonrisas fingidas e hipócritas. Se dice tanto cuando reímos.

Para ilustrarlo hemos escogido el maravilloso cuadro "Mujeres en la ventana" (1665-1675) de Bartolomé Esteban Murillo, en el que una joven sonríe abiertamente mientras su compañera, algo más mayor, oculta su sonrisa. Para muchos estudiosos del arte sería la imagen de las chicas de un burdel, y sin saber con claridad si el color de los ojos de la más joven pudieran ser verdes, bien se podría jugar con aquella famosa copla que decía "apoyá en el "alfeizar" de la mancebía miraba encenderse la noche de Mayo. Pasaban los hombres y yo sonreía, hasta que en mi puerta paraste el caballo...." El cuadro se expone en la Galería Nacional de Arte de Washington DC (EEUU).

Imagen tomada de Wikimedia Commons en la que aparece como (CC0) - Fuente original

viernes, 29 de diciembre de 2023

La divina "ignorancia" de Orson Welles en "Ciudadano Kane"


"Ciudadano Kane" (1941) es una obra revolucionaria dentro de la historia del cine, un antes y un después en muchos aspectos, un hito que curiosamente su director, Orson Welles, terminó achacando a su ignorancia sobre el arte de dirigir: "Mi gran aportación a Ciudadano Kane fue la ignorancia; no sabía que hubiera cosas que no se podían hacer" y abundando en esa idea de la falta de conocimientos profesionales, señalaba: "No existe confianza que la pueda igualar. Solamente cuando conoces la profesión es cuando eres tímido o prudente"

Orson Welles, tras algunas producciones teatrales y aquella mítica retransmisión radiofónica de "La guerra de los Mundos" llegó a Hollywood con una aureola de genio absoluto que le valió un contrato sin precedentes con la RKO que era la envidia del resto de directores de cine por el control, de inicio a fin, que se le otorgaba sobre la obra, y eso que no había dirigido nada hasta entonces. Curiosamente nunca más tuvo tanta libertad como creador cinematográfico.

Con 24 añitos se dispuso a rodar su primera película casi de forma temeraria, según el mismo contaba solo llevaba como aprendizaje el haber visto de forma repetitiva "La diligencia" de John Ford: "Como se vio después, el primer día que caminé por un set fue mi primer día como director. Había aprendido todo lo que sabía en la sala de proyección, de Ford. Después de cenar, cada noche durante aproximadamente un mes estuve proyectando "La diligencia", a menudo con algún técnico distinto o jefe de departamento del estudio, y haciendo preguntas. «¿Cómo se hizo?» «¿Por qué se hizo?». Era como ir a la escuela."

Tuvo la inteligencia de rodearse de actores no profesionales del mundo del cine, sino provenientes del teatro, más conocido por él y que por tanto no captarían su bisoñez tras la cámara. Joseph Cotten solo contaba con dos cortos anteriores. Además, tuvo el acierto de contar con la colaboración de un elenco de grandiosos profesionales que sumarían al de Welles su genio y sus ganas de cambiarlo todo: Herman J. Mankiewicz con un guion sensacional, Bernard Herrmann con la música, Robert Wise en el montaje y especialmente Greg Toland, artífice de la maravillosa fotografía que luce el film. En palabras de Welles:

“Tuve la fortuna de contar con Gregg Toland, uno de los mejores directores de fotografía del mundo, y la fortuna de un reparto de actores que jamás habían trabajado en el cine. Nunca habría podido hacer Ciudadano Kane con estrellas de cine, porque me habrían objetado en seguida. Sólo fue posible porque yo tenía mi propia familia, por así decirlo”.

Pero esa supuesta y providencial ignorancia solo era conocida por el propio Orson Welles. Para los demás lo que les llegaba era su vitola de genio precoz y de trato difícil, algo que no era nada bueno para lograr la complicidad de todos los participantes en la película. Cuenta Gregorio Doval en su "Pequeño libro de grandes anécdotas" una historia que si bien puede que no sea cierta (como casi todas las anécdotas) viene al pelo para remarcar lo nuevos que eran los caminos de la dirección de películas para Welles, así, el novato director intentando sacudirse astutamente esas ideas preconcebidas sobre su carácter y relajar el ambiente, una vez estuvo todo dispuesto para el rodaje chocó de forma intencionada con un artefacto que, según él, estorbaba en el estudio. Al preguntar qué era aquello y qué hacía allí, le contestaron que era con lo que se grababa, la cámara. Welles se sentó y dijo "Bueno es saberlo". Supongo que tras algunas risillas el personal se relajó y se empezó a trabajar de firme en la que es considerada una de las mejores películas de la historia.


Imágenes: Cortesía de la página Doctor Macro

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Ridley Scott, un Napoleón del cine

"No sé si ser un director se parece mucho a ser un general, pero algo hay. Sin querer ir de sobrado, alguien tiene que conducir el autobús. Si te pasas la mañana hablando con el ayudante de dirección, el director de fotografía, con el actor... y tienes que decidir con ellos dónde pones la cámara... Estás jodido. No se puede perder el tiempo con tonterías. Cada mañana, no más tarde de las nueve, mi equipo sabe lo que quiero. Al final, es todo cuestión de geometría. Rodando con 11 cámaras, una batalla que podría tomar un mes de trabajo, la termino en seis días. Eso viene de mis inicios en publicidad. Llegué al cine después de una larga y muy exitosa carrera como realizador de spots. La publicidad fue mí escuela de cine. Aprendí a rodar deprisa y a condensar, en 30, 40 segundos o dos minutos, historias completas. Además, tienes que ajustarte a un presupuesto. Tienes tanto para rodar un día, dos, tres a lo sumo. Y el reloj no se para y ese tictac son dólares que se esfuman. Aprendí a llevar la cámara para hacerlo todo más rápido y me convertí en un buenísimo operador de cámara. ¿Sabes quién la llevaba en "Los duelistas" (1977), en “Alien, el octavo pasajero” (1979) o en “Thelma y Louise“ ( 1991)? Pues yo. Yo manejaba la única cámara del set. Así aprendí a ser eficaz"

Son palabras del director de cine Ridley Scott, recogidas en una entrevista publicada en el nº 2161 de la revista Fotogramas. Con ellas entra en el juego del entrevistador, Roger Salvans, y se compara a una especie de Napoleón en la dirección de sus propias películas. Nadie duda de que tras la cámara acumula tantas batallas exitosas como el pequeño corso. Esa capacidad suya de condensar historias es loable, pero solo deseo que  su “Napoleón” mejore tanto como “El reino de los Cielos” con su metraje extra. Me ha gustado, es de justicia decirlo, pero noto que tiene mucho más por dar con todos los minutos de película con los que podremos disfrutarla en un futuro, espero que cercano.

Imagen: De Wikimedia Commons - (CC0) - Dominio Público  en su Fuente Original