"Ciudadano Kane" (1941) es una obra revolucionaria dentro de la historia del cine, un antes y un después en muchos aspectos, un hito que curiosamente su director, Orson Welles, terminó achacando a su ignorancia sobre el arte de dirigir: "Mi gran aportación a Ciudadano Kane fue la ignorancia; no sabía que hubiera cosas que no se podían hacer" y abundando en esa idea de la falta de conocimientos profesionales, señalaba: "No existe confianza que la pueda igualar. Solamente cuando conoces la profesión es cuando eres tímido o prudente"
Orson Welles, tras algunas producciones teatrales y aquella mítica retransmisión radiofónica de "La guerra de los Mundos" llegó a Hollywood con una aureola de genio absoluto que le valió un contrato sin precedentes con la RKO que era la envidia del resto de directores de cine por el control, de inicio a fin, que se le otorgaba sobre la obra, y eso que no había dirigido nada hasta entonces. Curiosamente nunca más tuvo tanta libertad como creador cinematográfico.
Con 24 añitos se dispuso a rodar su primera película casi de forma temeraria, según el mismo contaba solo llevaba como aprendizaje el haber visto de forma repetitiva "La diligencia" de John Ford: "Como se vio después, el primer día que caminé por un set fue mi primer día como director. Había aprendido todo lo que sabía en la sala de proyección, de Ford. Después de cenar, cada noche durante aproximadamente un mes estuve proyectando "La diligencia", a menudo con algún técnico distinto o jefe de departamento del estudio, y haciendo preguntas. «¿Cómo se hizo?» «¿Por qué se hizo?». Era como ir a la escuela."
Tuvo la inteligencia de rodearse de actores no profesionales del mundo del cine, sino provenientes del teatro, más conocido por él y que por tanto no captarían su bisoñez tras la cámara. Joseph Cotten solo contaba con dos cortos anteriores. Además, tuvo el acierto de contar con la colaboración de un elenco de grandiosos profesionales que sumarían al de Welles su genio y sus ganas de cambiarlo todo: Herman J. Mankiewicz con un guion sensacional, Bernard Herrmann con la música, Robert Wise en el montaje y especialmente Greg Toland, artífice de la maravillosa fotografía que luce el film. En palabras de Welles:
“Tuve la fortuna de contar con Gregg Toland, uno de los mejores directores de fotografía del mundo, y la fortuna de un reparto de actores que jamás habían trabajado en el cine. Nunca habría podido hacer Ciudadano Kane con estrellas de cine, porque me habrían objetado en seguida. Sólo fue posible porque yo tenía mi propia familia, por así decirlo”.
Pero esa supuesta y providencial ignorancia solo era conocida por el propio Orson Welles. Para los demás lo que les llegaba era su vitola de genio precoz y de trato difícil, algo que no era nada bueno para lograr la complicidad de todos los participantes en la película. Cuenta Gregorio Doval en su "Pequeño libro de grandes anécdotas" una historia que si bien puede que no sea cierta (como casi todas las anécdotas) viene al pelo para remarcar lo nuevos que eran los caminos de la dirección de películas para Welles, así, el novato director intentando sacudirse astutamente esas ideas preconcebidas sobre su carácter y relajar el ambiente, una vez estuvo todo dispuesto para el rodaje chocó de forma intencionada con un artefacto que, según él, estorbaba en el estudio. Al preguntar qué era aquello y qué hacía allí, le contestaron que era con lo que se grababa, la cámara. Welles se sentó y dijo "Bueno es saberlo". Supongo que tras algunas risillas el personal se relajó y se empezó a trabajar de firme en la que es considerada una de las mejores películas de la historia.
Imágenes: Cortesía de la página Doctor Macro
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