lunes, 18 de marzo de 2024

Las curiosas pasiones de Cecil B. DeMille

 

Entre los directores de cine que al parecer tenían un desmedido apetito por el sexo femenino ocupa un lugar de honor el todopoderoso Cecil B. DeMille, ese que más que 10 mandamientos, todos podrían pensar que debería observar 20, puesto que rodó dos veces el peplum del mismo nombre. 

El caso es que al parecer algunos de aquellos mandatos no lograba digerirlos bien, aunque también es cierto que se sirvió de los mismos cuando le fue necesario. En el estreno de "Los 10 mandamientos" y como estrategia publicitaria colocó una gran cantidad de tablas de piedra con esas leyes divinas en las puertas de tribunales y otros edificios públicos de todo Estados Unidos, muchas de las cuales aún se conservan en la actualidad. 

Pero a lo que íbamos, DeMille era un ser investido de un poder desmesurado en el mundo del cine, su despacho estaba decorado con vidrieras de colores, su escritorio elevado sobre el nivel de los simples mortales y el suelo adornado con pieles de oso polar, una pieles que si hablaran de quienes retozaron por ellas nos dejarían boquiabiertos con el exclusivo palmarés alcanzado. Tenía un criado que tocaba el violín y que buscaba encontrar las melodías adecuadas para acompañar sus idas y venidas, así como un filipino que seguía al director por todos sitios transportando su silla para que Cecil pudiera usarla cuando deseara sentarse. 

Su aguante al dolor parece ser también legendario y se cuenta que durante el rodaje de "Buffalo Bill" (1936), Jean Arthur no dominaba como él deseaba una escena en la que debía manejar el látigo, por lo que le proporcionó su propia espalda para que practicara con él repetidamente, hasta que lo manejara con soltura y decisión. Parece que su espalda quedó un poco maltrecha de estas lecciones, pero Jean Arthur terminó fustigando en su escena como una verdadera profesional. El alegó que se había prestado a ello para no perder más tiempo y dinero o un extra en enseñarla.

Su colección de literatura erótica era mítica en Hollywood y en sus fiestas, el colmo de la atención que podía procurarse a un asistente a las mismas era el ser invitado a pasar a sus habitaciones privadas, estilo cabaña, en el que agasajaba a sus invitados con la danza de los siete velos que unas sugerentes mujeres desnudas interpretaban al ritmo del bolero de Ravel. Hay incluso alguno de aquellos invitados que cuentan que aquellas ladies no ponían ningún reparo a la hora de satisfacer los "apetitos gastronómicos" de los hombres que por allí pasaban. 

Pero la gran pasión del maestro DeMille, ese que de 70 películas sólo dejo de conseguir beneficios en 7 de ellas, tal era su habilidad para crear grandes éxitos, era la atracción que sentía por los pies de las mujeres. Parece que todo comenzó cuando leyó que la actriz Julia Faye tenía "los pies y tobillos más hermosos de Estados Unidos", algo que parece que le despertó una curiosidad desbordada por esta parte de la anatomía de la mujer. Una atracción que llegó a tal punto que una de sus amantes, la actriz Bebe Daniels, reveló que a pesar de sus evidentes encantos, nunca había mantenido unas relaciones sexuales "normales" con el director, y que este se limitaba a lamerle los tobillos mientras que él se autosatisfacía manualmente. En esta línea parece que Paulette Goddard sabedora de estas tendencias y decidida a conseguir un papel en la película "Policía Montada del Canadá", tras varias "visitas" a la oficina del director, logró finalmente el papel tras colocar su pie desnudo sobre el escritorio de este catador de calcañares. No son pocos los que cuentan que fue DeMille quien le dio al empresario Sid Grauman la idea de que las huellas de las manos y ojito, también "los pies" de las estrellas quedarán inmortalizadas sobre el cemento. Me lo imagino mirando todas aquellas huellas con ojos libidinosos, pensando que pies pudo acariciar y cuales "todavía" no.

Hasta aquí los chismes y habladurías que a saber si son verdad. Evidentemente también hay mucho positivo que contar de Don Cecilio. Así, hay quien recuerda a DeMille de la siguiente forma:

"Yo sucumbí a sus encantos cuando el cine no tenía sonido, como decía mi personaje de "Sunset Boulevard", solo cuando los actores poseíamos imagen, movimiento, garra...... No necesitábamos diálogos, teníamos expresión…..  Era uno de los hombres más nobles, educados y rectos de cuantos he conocido en mi larga vida, y puedo asegurar que he conocido un buen número de ellos. Cuando me llegaba una propuesta para trabajar con DeMille, todo en mí se transformaba, era como si el cielo mismo entrase en mi residencia y todo se iluminara. No me importaba el dinero, o el personaje a interpretar, solo pensaba que Cecil me dirigiría, es todo. Cuando Wilder añadió en el guion de "El crepúsculo de los dioses", la secuencia en que Norma va a los Estudios Paramount, le di tantos besos en su rostro, que tuvo que lavarse la cara, para borrar parte de mi maquillaje. Wilder hizo una crítica tremenda sobre Hollywood, pero puedo asegurar que todo era cierto, casi idéntico al film, pero al entrar Cecil en escena, esa acidez fue tan dulce que aún hoy, al cabo de muchos años, siento ese encuentro como algo muy querido por mí. No me cabe la menor duda de que trabajar con él, fue lo más gratificante que me sucedió en mi carrera" (Gloria Swanson).

"Tenía el encanto del hombre maduro y del niño que todos los hombres llevan tras de sí. Fue un lujo estar a sus órdenes y rodar "El mayor espectáculo del mundo". No solo me divertí haciéndolo, sino que lo recuerdo como un juego más que un trabajo. Mi personaje tenía mucho de mí, mucho más de lo que nadie tal vez vio, pero él con su ternura y su elegancia hicieron que me sintiera orgullosa de tener 29 años y ser como soy". (Gloria Grahame).

"Tenía el atractivo de los mismos personajes que llevó a la pantalla. Debo confesar que por más que me insinué, por más situaciones que puse para comprometerle, nunca conseguí nada. Estaba demasiado enamorado de su esposa..! Fue una lástima!.. Como cineasta nadie como él para extraer todo el erotismo que había en mí y para hacer que Dalila fuera el mismo demonio. Estaba pendiente hasta de los más mínimos detalles sobre mi vestuario, si veía un pliegue que no le convencía de mi túnica, repetía la escena hasta estar convencido de que su caída era perfecta. Jamás conocí a alguien como Cecil, era único". (Hedy Lamarr).

"Atravesaba uno de los peores momentos de mi vida cuando trabajé con él. Se puede decir que me daba igual todo, fueron días terribles que prefiero olvidar, pero bastó con charlar con él durante una hora para inyectar a mi vida todo el ánimo y la fuerza para interpretar mi personaje en "Las Cruzadas", con la seguridad que DeMille exigía. Fue un hombre inolvidable". (Loretta Young).

"Fue mi amigo, mi confidente, mi maestro....nunca le olvidaré. Sus películas son autenticas joyas del cine, yo creo que hasta su nombre posee algo de cinematográfico. De todo lo que he hecho, "Los diez Mandamientos" y "El mayor espectáculo del mundo", las considero mis mejores aportaciones a mi carrera. Hablábamos largo, durante horas y horas, cuando no trabajábamos. Sabía que podía contar con él siempre. Era como un padre para todos, no conozco a nadie que pueda hablar mal de él, y si alguno lo ha hecho, no merece la pena decir quien ha sido. Me dejó total libertad para interpretar a Moisés, nunca me dijo si estaba bien o mal, simplemente sonreía. Decía que nadie podía ser el profeta más que yo. A esto denomino amistad.". (Charlton Heston).

"Le amé profundamente, y le recuerdo a cada instante como un regalo que la vida me dio. Consiguió que pareciera una Reina de Egipto tremendamente atractiva, cuando no lo soy en absoluto" (Claudette Colbert)

"He llegado a envidiar dentro de mi profesión a muchos compañeros, quizá sea normal, pero con DeMille era lo contrario, él me hacía siempre ver que lo que estaba haciendo era perfecto, que nadie como yo podía representarlo. Le debo mucho y eso no puedo olvidarlo...Cuando fue a verme a Broadway, mientras representada "El rey y yo" coincidía en que precisamente no era uno de mis mejores días, pero las palabras que me dijo elevaron mi espíritu, fue lo mejor que me dijeron nunca, siempre las recordaré...!era un ser excepcional!." (Yul Brynner). 

Las anécdotas arriba reseñadas están basadas en el perfil reflejado en el capítulo que sobre Cecil B. DeMille aparece en el libro "Vidas secretas de Grandes Directores de cine" - 2011 (Océano)

Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro

domingo, 17 de marzo de 2024

Frédéric Chopin y la melancolía


“Según la opinión general, mi interpretación se ha caracterizado por una sonoridad demasiado débil o, mejor dicho, demasiado delicada para el gusto de los oyentes vieneses, acostumbrados a escuchar a los artistas destrozando su instrumento […] No importa; es imposible que no haya algún pero, y prefiero esto a oír decir que toco demasiado fuerte” (F. Chopin)

La música de piano de Frédéric Chopin, arriba en un daguerrotipo de 1847, es una de las grandes delicias que podemos encontrar dentro del repertorio pianístico clásico. Sus mazurkas, valses, nocturnos o polonesas son una mezcla rarísima de delicadeza, melancolía, belleza y puntual frenesí. Cierto es que hay piezas del compositor que son verdaderamente frenéticas y de compleja interpretación, como su Estudio Revolucionario op. 10 nº 12, pero también es verdad que en no pocas de sus piezas va desgranando las notas una a una, con una parsimonia infinita, para de vez en cuando, sorprendernos con un racimo de ellas que inunda de luz y frescura todo el conjunto. Era Chopin, como parte de su música, un hombre débil y a menudo preso de la nostalgia y la melancolía. Así lo expresaba en esta carta enviada a su madre:

"Hoy el Prater estaba hermoso. Había multitud de gente a la que no conocía. He admirado las plantas, el olor a primavera y esa inocencia de la naturaleza que me devuelve los sentimientos que tenía cuando era niño. Amenazaba tormenta, así que busqué refugio. Pero llegó la tormenta y entonces me sentí melancólico. ¿Por qué? Hoy no me importa ni tan solo la música. Es tarde, pero no tengo sueño, no sé qué me pasa…. Los periódicos y carteles anuncian mi concierto, que es dentro de dos días, pero siento como si no hubiera tal concierto, parece como si no me importara. No escucho los halagos de los otros, me parecen cada vez más y más estúpidos. Desearía estar muerto, pero también me gustaría ver a mis padres. Tengo su imagen (aquí hace alusión a Konstancja, de quien se encontraba enamorado) ante mí, pero me parece que ya no estoy enamorado de ella aunque no pueda quitármela de la cabeza. Todo lo que he visto hasta ahora en el extranjero me parece viejo y odioso y me hace suspirar por mi hogar, por los dichosos momentos que no supe valorar. Lo que ayer me resultaba magnífico hoy me parece vulgar, y lo que creía vulgar se torna ahora incomparable, demasiado grande, demasiado elevado…. Estoy confuso, melancólico, no sé qué hacer conmigo mismo. No quisiera estar tan solo"

De Chopin decía Schumann: "Era un cuadro inolvidable verle sentado al piano como un clarividente, perdido en sus sueños; ver cómo su visión se comunicaba a través de su ejecución, y cómo al final de cada pieza, él tenía la costumbre de pasar un dedo a lo largo del teclado en reposo, como forzándose en arrancarse a sí mismo de un sueño".

Y así hablaba de su música Ignaz Moscheles (un gran compositor): "Ahora por vez primera entiendo su música y también puedo explicarme el gran entusiasmo de las damas. Las modulaciones súbitas que yo no podía agarrar cuando ejecutaba sus obras no me preocupan ya más. Su piano es tan etéreo que no es necesario un forte para crear un contraste. Escuchándole, uno se entrega con toda el alma, como un cantante que, olvidándose del acompañamiento, se deja llevar lejos por su emoción. Para abreviar, él es el único entre los pianistas".

Valentina Lisitsa interpreta el Nocturno nº 20 de Chopin


Imagen: De Wikimedia Commons - CC0 Dominio Público en Fuente Original

sábado, 16 de marzo de 2024

Charles Chaplin nos habla del nacimiento de Charlot



Charles Chaplin es con seguridad uno de los talentos más grandes de la historia del cine. Si me permiten una opinión muy personal, Charlie Chaplin es el cineasta total, olvídense de Ford, Bergman, Fellini, Wilder, Huston, Wiler, Hitchcock o el que ustedes prefieran, por muy sesudas que sean sus creaciones y admiración que podamos tenerles (y yo comparto), nadie como Chaplin dominó con tanta excelencia todas y cada una de las facetas implicadas en la creación de una película, desde el guion, pasando por la música, producción, montaje, dirección, y por supuesto la interpretación. ¡Un genio! Y por si fuera poco, nada menos que  tres de películas figuran entre las diez mejores de toda la historia del cine según el portal Filmaffinity: "Luces de la Ciudad", "Tiempos modernos" y "El gran dictador". ¡Tres películas entre diez, y dos de ellas mudas y por supuesto en blanco y negro...! 

Pero más allá de todos esos méritos, Chaplin es sobre todo el creador de uno de los personajes más icónicos de la historia del cine, el maravilloso Charlot. El caso es que en 1914 Charles Chaplin, junto con otros grandes cómicos, trabajaba para Mack Sennett quien le pidió a Chaplin que creara un nuevo disfraz para la película "Kid auto races at Venice" (Carreras de autos para niños - 1914), que de facto sería la primera en la que aparecería el inmortal Charlot. Parece que lo primero que Chaplin tenía en mente era buscar una forma de alejarse de la influencia del cómico Ford Sterling:

"Iba de plató en plató mirando a los diversos equipos de trabajo. Todos tenían el aspecto de imitar a Ford Sterling. Eso me preocupaba, porque yo no encajaba en su estilo. El interpretaba un personaje de holandés fatigado, añadiendo replicas con acento holandés, lo cual era muy divertido, pero no le aportaba nada al cine mudo. Yo me preguntaba que esperaba Sennett de mí. Me había visto sobre el escenario y debía saber que no estaba allí para interpretar el mismo cómico que Ford, mi estilo era exactamente el contrario. Sin embargo, cada historia, cada situación concebida en el estudio, eran, conscientemente o no, para Sterling. Incluso Roscoe Arbuckle imitaba a Sterling"

El propio Chaplin, en su autobiografía, nos cuenta el mágico momento en que encontró la solución y con ello se produjo el nacimiento Charlot:

"Estaba él (Mack Sennet) junto a Mabel Norman examinando un decorado que representaba al vestíbulo de un hotel, mordisqueando la punta de un puro. -Aquí necesitamos algunos gags -dijo Sennett; después se volvió hacia mi - Maquíllate y ponte un disfraz cómico. Cualquier cosa.

No tenía idea respecto al tipo que iba a hacer. no me gustaba mi atuendo de reportero. Sin embargo, al dirigirme hacia  el vestuario pensé que podía ponerme unos pantalones muy holgados, unos zapatones, y añadir al conjunto un bastón y un sombrero hongo. Quería que todo estuviera en contradicción: los pantalones, holgados; la chaqueta, estrecha; el sombrero pequeño, y los zapatos, grandes. Estaba indeciso si debía parecer viejo o joven; pero recordando que Sennett creyó que yo era mucho mayor, me puse un bigotito, que, en mi opinión, me añadiría edad sin ocultar mi expresión. No tenía la menor idea del personaje que iba a representar; pero en cuanto estuve vestido, la ropa y el maquillaje me hicieron sentir qué clase de personaje era. Empecé a descubrirlo, y cuando llegué al escenario había nacido por completo. Al enfrentarme a Sennett me había ya encarnado en el nuevo ser, y me paseé por allí haciendo molinetes con el bastón y contoneándome ante él. pasaron por mi mente en rápida sucesión gags y situaciones cómicas.

El secreto de Mack Sennett estaba en su entusiasmo. Era un espectador magnífico y se reía estrepitosamente con lo que le hacía gracia. Al principio se sonrió levemente, pero luego su cuerpo se retorcía de la risa. Ello me animó, y empecé a explicarle el personaje:

- Fíjese, este personaje es polifacético: es al mismo tiempo un vagabundo, un caballero, un poeta, un soñador, un tipo solitario que espera siempre el idilio o la aventura. Quisiera hacerse pasar por un sabio, un músico, un duque, un jugador de polo. Sin embargo, lo más que hace es coger colillas o quitarle su caramelo a un bebé. Y, naturalmente, si la ocasión lo requiere, le dará una patada a una dama en el nalgatorio, ¡pero solo en caso de incontenible furia! Continué de este modo durante diez minutos o más, manteniendo a Sennett en continua carcajada.

- Está bien -dijo-, sube al plató y veremos lo que puedes hacer allí."

Lo demás son risas, carcajadas e historia del cine. No son una cuestión baladí las ropas elegidas por Chaplin, de hecho, uno de los mayores aciertos del personaje de Charlot es su vestuario; esos zapatones y pantalones grandes, que aderezados con su sombrero bombín y el bastón le confieren al personaje una pretendida dignidad a la vez que un toque de comicidad y tristeza por aquello del "quiero y no puedo". Era lo que se dice un vagabundo con clase. Curiosamente la forma en la que Charles Chaplin conforma este vestuario para dar carta de nacimiento a Charlot, termina por convertirse en un inesperado homenaje a varios de los grandes cómicos de la primera época del cine. 

Chaplin solo tenía claro de su nuevo personaje que este llevaría bastón y en realidad es esta la única aportación personal que hace al futuro Charlot, lo demás lo tomara de forma improvisada de los camerinos de los cómicos Fatty Arbuckle y Chester Conklin.

De esta manera aquellos pantalones siempre grandes y holgones que vestía Charlot pertenecían en realidad al orondo Arbukle. El sombrero pertenecía al padre de Minta Durfee que era la esposa de Arbuckle. La chaqueta era de Chester Conklin, aunque también hay quien apunta a Charlie Avery. El bigote salió de un trozo de pelo del cómico Mack Swain. Los zapatos ocupan un papel principal en la construcción del personaje de Charlot, condicionando su forma de andar y su silueta. Como los pantalones, eran de una talla muy superior a la que gastaba Chaplin. Estos zapatos habían pertenecido al ya citado Ford Sterling, un cómico al que Chaplin había sustituido como protagonista de las obras de la Keystone. Los zapatones eran tan grandes que Chaplin tenía que cambiarlos de pie para lograr mantenerlos puestos sin que se le salieran y le permitieran caminar, condicionando eso si sus movimientos, haciéndolos curiosamente más chaplinescos.

Nos cuenta también Chaplin, que tras crear aquel personaje que se convertiría en uno de los iconos de todo un siglo, uno de los actores secundarios de la Keystone le comentó: "Muchacho has encontrado realmente algo, nadie le ha hecho reír tanto en el plató (a Sennet), ni siquiera Ford Sterling"

Un personaje, Charlot, que llenó de risas toda una época y que aún hoy, ciento diez años después, es el mejor antídoto contra el mal humor.


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viernes, 15 de marzo de 2024

Niccolò Paganini: El violinista del diablo

 

Para sus contemporáneos solo podía haber una explicación para las virtuosas interpretaciones de Niccoló Paganini (1782-1840), arriba retratado por el gran pintor Ingres, aquel ser enjuto, de largos cabellos y manos con dedos larguísimos y flexibles que parecían arañas (posible síndrome de Marfan), y que además gustaba vestir siempre de negro con trajes a veces un poco raídos y deshilachados, debía de tener un pacto con el diablo, solo así se entendería que fuera capaz de seguir tocando de maravilla cuando a su violín se le rompían todas las cuerdas menos una o abordaba aquellas frenéticas cascadas de notas sin aparente esfuerzo y todo ello siendo zurdo, algo siniestro en otras épocas. Su música era nueva y definitivamente debía estar inspirada por el mismo Satanás

No ayudaba a dulcificar su imagen que fuera un mujeriego apasionado: "No soy guapo, pero cuando las mujeres me escuchan tocar, vienen arrastrándose a mis pies", ni que resultara un derrochador en el juego, afición en la que era capaz de perder hasta su propio violín. Para colmo era un entusiasta bebedor. El retrato perfecto para granjearse la aureola maldita que le acompañaba. Todo aquello del demonio formaba parte, evidentemente, de una leyenda que en su día le dio mucho juego, una fructífera puesta en escena en la que se controlaba hasta el más mínimo detalle, incluso preparar las cuerdas para que se rompieran en el momento justo obligándole a seguir tocando como si nada con las restantes, un artificio este que le hizo ganar muchísimo dinero. 

Y a pesar de ello y de como podía malgastar en apuestas sumas importantes de dinero, hay quien cuenta de Paganini que era un tanto tacaño, vamos que tenía cocodrilos en los bolsillos y que eso de pagar de más un solo florín ni pensarlo. Para muestra un simpático botón:

Una noche, después de haber finalizado uno de sus conciertos, se encontró, como era casi la costumbre, abrumado por un grupo de admiradores que no estaban modulando bien su efusiva admiración y resultaban un verdadero incordio para el músico. De esta manera, rodeado por las circunstancias, se decidió a realizar un sacrificio y tomar un coche de caballos que lo llevara a su hotel. El cochero, cuando llegaron al punto de destino, le dijo al violinista con la mayor naturalidad, que el trayecto costaba 5 florines. "¿Cinco florines?" -contesto un tanto sorprendido el tacaño músico- . "!Pero si este trayecto suele costar sólo uno!". El cochero que tenía más kilómetros que el baúl de la Piquer, había reconocido a su pasajero y con el mayor de los aplomos le respondió: "Señor, usted gana cuarenta mil florines por noche por tocar unas cuantas notas sobre una sola cuerda. Bien puede pagarme lo que le pido". Paganini que era maestro en cuestiones de agilidad, respondió al momento: - "Cierto, y por lo tanto, cuando usted me conduzca al hotel en su coche sobre una sola rueda, le pagaré lo que me pide. Mientras tanto tendrá que conformarse con un solo florín" Y esto fue lo que le entregó y se marchó a su hotel.

En realidad, este sambenito de avaro no debe de ser real, pues hay muestras de que fue generoso con otros compositores, como en el caso de Berlioz con el encargo de "Harold en Italia" del que ya hablaremos en otro momento. 

Ayer tuve la oportunidad de ver nuevamente la película alemana sobre Paganini titulada "El violinista del diablo" (2013 - Bernard Rose), ciertamente entretenida y a la que pertenece el soberbio vídeo que dejamos a continuación donde se puede ver al violinista David Garrett haciendo de Paganini e interpretando su famoso y diabólico capricho nº 24, dándonos una idea de como debían ser las interpretaciones originales del famoso músico, siempre llenas de magia, artificio y misterio. 



Sobre los ridículos avatares vividos por el cadáver de Paganini motivados por aquel supuesto contrato con Satanás y otros detalles sobre su vida y su arte ya contamos la historia en este mismo blog: El maltratado cadáver de Niccolò Paganini

Imagen: De Wikimedia Commons - CC0 Dominio Público en su Fuente Original

sábado, 9 de marzo de 2024

Margaret Dumont, la musa de Groucho Marx


George Cukor, del que decían que tenía una habilidad especial para entender al género femenino,  tuvo la oportunidad de dirigir a la actriz cómica Margaret Dumont en "Mujeres" y con una sola frase pudo definir con exactitud su presencia ante las cámaras: "Su elegancia era perfectamente falsa".  La Dumont conservó siempre un cierto toque añejo en su actuación, como de teatro antiguo, con cuidada dicción y voz potente para alcanzar la última fila del teatro, por mucho que eso ya no fuera preciso en el cine, todo lo cual daba a sus papeles un curioso pedigrí. Como actriz nunca recibió ningún Oscar ni premio importante, no atesora grandes actuaciones, pero a base de soportar señorialmente las locuras de Groucho en varias de sus películas, se llevó el regalo de permanecer en el recuerdo de todos los amantes del cine asociando siempre su imagen a una sonrisa.

El guionista de varias películas de los Marx, Morrie Ryskind, dijo que, en realidad, la Dumont era el mismo personaje que con tanto éxito interpretó en el teatro y el cine. Le cito textualmente: "Había sido una dama de la alta sociedad que, a la muerte de su marido, no había tenido más remedio que buscar trabajo. Cuando Groucho le decía algo divertido, ella le miraba sin entender, y luego volvía la vista al público como buscando una respuesta.". Y no le faltaba algo de razón. Margaret Dumont se llamaba en realidad Daisy Juliette Baker (1882-1965) y se casó en 1910 con el adinerado empresario, John Moller Jr., al que acompañó hasta el fallecimiento de éste en 1918. Eso motivó su vuelta al teatro de vodevil donde empezó, a pesar de que su biografía oficial hablaba de un pasado de grandes teatros y palacios, rumores que ella misma alentó, al igual que su falsa edad, 7 años menos de los que en realidad tenía y que mantuvo hasta su muerte.

Hablar de Margaret Dumont es hablar también de algunos de los mejores gags de Groucho Marx, junto a quien solía representar el papel de viuda rica a la que Groucho alternativamente insultaba y cortejaba por su dinero; así ocurría con Mrs. Rittenhouse en "El conflicto de los Marx", Mrs. Claypool en "Una noche en la ópera", Mrs. Susan Dewkesbury en "Una tarde en el circo" y Emily Upjohn en "Un día en las carreras". Y con tanto flirteo en las películas, no faltó quien pensase que Groucho y Dumont estaban casados también en la vida real.

Groucho decía de ella: "Me gustaba mucho interpretar mis escenas románticas con Margaret Dumont. Era una mujer maravillosa. En la vida real se comportaba exactamente como en escena, siempre como una matrona y algo puntillosa. Se lo tomaba todo en serio y solía preguntarme: Julius, ¿de qué se están riendo?". Su pretendido despiste hacia las bromas de los Marx hizo que muchos la tildaran de mujer extremadamente seria, pero sus biógrafos, dijeron que no solo sabía apreciar sus bromas, sino que fingió a la perfección no ser comediante durante tres cuartos de siglo.

Cuando  aparecían juntos en pantalla se creaba una química de lo más especial. Los personajes a los que daba vida la Dumont siempre respiraban una inocente atracción hacía los de Groucho, siempre alocados y hasta cierto punto impresentables. No importaba lo que Groucho le dijera, ella siempre mantenía señorialmente la compostura y rendida a los histriónicos encantos de su partenaire, no podía evitar perdonar una y otra vez los incalificables atropellos y desdenes que este desplegaba ante ella con sus falsas e interesadas lisonjas. En su candidez llegaba a tomar por halagos o rarezas los surrealistas insultos de Groucho, que a menudo no comprendía, con lo que despertaba en el público a la vez la risa y la compasión. Y para muestra el maravilloso botón de este dialogo de la hilarante "Sopa de Ganso": 

- Margaret Dumont: Como presidenta del comité de recepción le doy la bienvenida con los brazos abiertos
- Groucho Marx: ¡Si! ¿Y hasta que hora los tiene abiertos?
- MD: He apoyado su nombramiento porque considero que es usted el consejero más capacitado de Freedonia.
- G: Es un concepto bastante amplio y usted es también bastante amplia. 
Será mejor que se largue, he oído que van a construir unas oficinas donde está usted. Se puede ir en taxi, si no consigue uno se puede ir indignada y si es pronto váyase dentro de un minuto. 
Sabe que no ha dejado de hablar desde que he llegado. La habrán vacunado con la aguja de un tocadiscos.
MD: El futuro de Freedonia depende de usted. Prométame que seguirá fielmente los pasos de mi marido.
- G: !Que les parece no llevo ni cinco minutos en el cargo y ya se me está insinuando! No es que me importe, pero, ¿Dónde está tu marido?
- MD: ¡Ha muerto!
- G: Seguro que solo es una excusa.
- MD: Estuve con él hasta el final.
- G: No me extraña que falleciera.
- MD: Lo estreché entre mis brazos y lo besé.
- G: Entonces, fue un asesinato. ¿Te casarías conmigo? ¿Te dejó mucho dinero? (Responde primero a lo segundo).
- MD: ¡Me dejó toda su fortuna!
- G: ¿No comprendes lo que intento decirte? Te amo.

A lo largo de su vida, actuó en más de cincuenta películas, sin contar pequeñas intervenciones en cine mudo. Su primera aparición en una película de los Hermanos Marx fue en "Los cuatro cocos", en 1929, interpretando el papel de Mrs. Potter, el mismo papel que tenía en la obra de teatro en la que se basó la película. A esta  le siguieron: "El conflicto de los Marx", "Sopa de Ganso", "Una noche en la ópera", "Un día en las carreras", "Una tarde en el circo" y "Tienda de Locos". Evidentemente no intervino solo en las alocadas películas de los Marx, compartiendo cártel en otras ocasiones junto a los también humoristas W. C. Fields, Laurel y Hardy, Danny Kaye o Abbott y Costello, o en otros papeles más serios en films como "Mujeres", "Escuela de sirenas,", "Ella y sus maridos".... 

Curiosamente su ultima aparición, con 82 años (76 según ella) fue pocos días antes de su muerte, en un programa de televisión al que también asistió Groucho Marx, tras lo cual falleció de un ataque al corazón, no sabemos si por otro requiebro del señor del puro, al estilo de aquel que le dedico en "Una noche en la ópera":

- Quería guardar el secreto pero me lo ha arrancado del fondo del corazón. ¡La amo a usted!
- Y para demostrarme su amor viene usted aquí a cenar con otra mujer.
- ¿Esa mujer? ¿Sabe usted porqué estaba con ella?
-¡No!
- Justamente porque me recuerda a usted.
- ¿Es cierto?
- Claro, por eso estoy cenando ahora con usted. Porque usted me recuerda a usted. Sus ojos, su garganta, sus labios, todo cuanto hay en usted me recuerda a usted, excepto usted ¡Creo que está bien claro!


"..........Nunca voy a olvidar cuando Margaret estaba junto a la puerta del escenario con un ramo de flores, probablemente enviado por ella misma, cuando un tipo que iba en un coche de mala muerte llegó y se la llevó. Ella siempre fue una dama. Una persona maravillosa. Murió sin dinero" Recordaba Groucho.

Y es que como ella misma sentenciaba: "Siempre he sido la respetable viuda de Newport, tanto si estaba reclinada en una chaise longue como si me encontraba cabeza abajo en paños menores."



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jueves, 7 de marzo de 2024

La pobreza a los diez años - Matilde Alba Swann




Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato.
de un zapatito roto, opaco, desclavado.
El patio de la escuela… Apenas tercer grado…
Qué largo fue el recreo, el más largo el año.
Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza.
Hubiera preferido tener rotas las piernas
y entero mi calzado. Y allí contra una puerta
recostada, mirando, me invadía el cansancio
de ver cómo corrían los otros por el patio.

Zapatos con cordones, zapatos con tirillas,
todos zapatos sanos. Me sentía en pecado
vencida y diminuta, mi corazón sangrando…
Si supieran los hombres cuánto a los diez años
puede sufrir un niño por no tener zapatos…
Qué anticipo de angustia. Todavía perdura
doliéndome el pasado. El patio de la escuela
y aquel recreo largo.

Mi piececito trémulo, miedoso, acurrucado.
Mi infancia entristecida, mi mundo derrumbado.
Un pájaro sin alas, tendido al pie de un árbol.
La pobreza no tiene perdón a los diez años.

El poema titulado "La pobreza a los diez años" es obra de la poetisa argentina Matilde Alba Swann (1912 - 2000) y le acompaña una imagen del cuadro "Niña escribiendo" obra de la pintora y grabadora francesa  Henriette Browne (1829 - 1901). Este poema paso por nuestra página de facebook hace tiempo de la mano de la amiga Carmen Solano

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público CC0 - Fuente Original

domingo, 3 de marzo de 2024

Marie McDonald: El primer "Cuerpo" de Hollywood


"El cuerpo" es un apodo parece que hereditario. En los últimos años era utilizado para referirse a la modelo Elle McPherson y un poco antes (con bastante justicia) para hablar de Raquel Welch, lo que ya es menos conocido es que en la segunda mitad de los años 40, había una actriz y estupenda cantante llamada Marie McDonald,  olvidada hoy en día para la mayoría, que era conocida como "The body beautiful" y más tarde simplemente como "The body" por sus armoniosas medidas y el look que lucia en la película "Pardon my Sarong" junto a los hilarantes Abott y Costello. Con semejante apodo como carta de presentación ya pueden imaginar que fue una de las pin-ups más famosas entre las tropas norteamericanas durante la Segunda Guerra Mundial, reinando en traje de baño en todas las taquillas de aquellos calenturientos soldados. El caso es que en cierta ocasión un periodista le preguntó a Marie McDonald si no le molestaba ser conocida como "El cuerpo".


"No del todo -contestó ella- Hace tiempo que me di cuenta de que en Hollywood una chica no puede hacer nada si es conocida como "el cerebro"

Pero como imaginan, tener un apodo así en Hollywood pasa factura, y cuando además de tener muchas curvas en la silueta se tienen en la vida privada la cosa no puede terminar bien. En el periodo de 1940 a 1965 se casó siete veces y tuvo una más que nutrida lista de amantes que la tenían continuamente bajo el implacable foco de la prensa amarilla, entre ellos al gánster Bugsy Siegel. Con esta evidente inestabilidad su carrera cinematográfica empezó a resentirse, a lo que además ayudó sus varios accidentes de tráfico, su secuestró por dos hombres, su fuga de un centro psiquiátrico australiano, para finalmente, en 1965, morir prematuramente de una sobredosis de drogas. 

En definitiva, otro juguete roto de Hollywood. 

En la foto de cabecera se la puede ver en una imagen publicitaria de la película "Living in a big way" (1947) y en el siguiente vídeo la oímos en su faceta de cantante con el tema "Don't blame me". Por supuesto el disco se anuncia con un sugerente "El cuerpo canta" 


Imágenes: Fuente original 1 -

viernes, 1 de marzo de 2024

El discurso de Cantinflas en "Si yo fuera diputado" - 1952

 

"Pueblo que me escucha, aquí me tienen delante de ustedes y ustedes delante de mí y es una verdad que nadie podrá desmentir. Y ahora me pregunto ¿y porque estoy aquí? Y enseguida tengo mi "respuestación", porque soy muy rápido en todo. Estoy aquí porque no estoy en ninguna otra parte y porque ustedes me llamaron y si el pueblo me llama, el pueblo sabrá por qué lo hizo. Yo, contrariamente a lo que dijo cierto sujeto, que no quiero pronunciar su nombre pero que lo estoy viendo, no represento a ningún partido y no represento a ningún partido porque me represento yo solito, porque como dice el dicho "más vale solo que mal acompañado" 

Agradezco estos aplausos tan desnutridos a la par que merecidos, que me incitan a seguir discurseando. Y ustedes se preguntarán: Este joven de tan tierna edad, de aspecto tan distinguido, de facciones regulares y agradables, ¿será capaz de conducir la nave a buen puerto? ¿será capaz de sortear todos los peligros, hasta encontrar el faro de la felicidad donde les deje positivamente seguros? Y este joven, este mismo, que entre paréntesis es el que les habla les contestará: A pesar de ser tan pollo, tengo más plumas que un gallo y sobre todo, tengo ganas de hacer justicia y darle al pueblo lo que el pueblo necesita.

Yo al revés que otros les voy a dar pan, pero que mucho pan, no bolillo como siempre les han dado"

Esto si que es un político y no lo que tenemos ahora... Y mientras esperamos que nos llegue un "peladito" que mejore el discurso político actual (sea cual sea la tendencia), dispóngase a recibir bolillo....

miércoles, 28 de febrero de 2024

"Cuerpo de mujer" - Pablo Neruda


Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

Esta poesía pertenece a "20 poemas de amor y una canción desesperada", obra de Pablo Neruda. La escultura de humo y su fotografía son obra de Mehmet Ozgur.

Imagen: Fuente Original

martes, 27 de febrero de 2024

Caruso y el éxito de la controvertida ária "La donna é Mobile": El peor retrato de la mujer

Pocas canciones en la historia de la ópera han logrado cautivar a tantas personas durante tanto tiempo y han sido tan cantadas, cuando menos en la ducha. "La donna è mobile" pertenece a la Opera "Rigoletto" de Verdi y es cantada por el mujeriego Duque de Mantua, rol bajo el cual vemos vestido arriba al tenor Enrico Caruso. A cargo del Duque trabaja el bufón Rigoletto, cuyo nombre supongo que deriva del verbo "rigoler" que en francés significa reír; no en vano la opera se basa en una obra de Victor Hugo llamada "El rey se divierte". 

El aria en cuestión se escribió entre prisas, con un estreno ya inminente y acuciado Verdi por las exigencias del tenor de turno de disponer de un aria donde pudiera lucirse en el último acto de la ópera y así dejar un momento luminoso y recordable para los espectadores. Y funcionó, tanto que a la salida del veneciano teatro de La Fenice (El Fénix) todos los espectadores ya canturreaban por las calles aquella pegadiza canción, un éxito intemporal, un aria de la que diría Stravinsky que había en ella más invención artística que en toda la tetralogía wagneriana. 

Cincuenta y tres años después del estreno de Rigoletto en 1851, llegada la época de las grabaciones sonoras, Enrico Caruso se encontraba en la cúspide de su carrera y uno de los primeros discos que grabó en 1904 tenía por una cara el aria "Questa o quella" (también de Rigoletto) y por la otra "La donna é mobile", convirtiéndose el tema en el que es considerado como primer "hit" de la música grabada. 

Curiosamente esta pieza tiene una traducción que no es precisamente un halago a las cualidades femeninas; después de ponerlas de vuelta y media afirma que a pesar de todo será un completo desgraciado el que "de su pecho no beba el amor". No eran aquellos buenos tiempo para la mujer y la consideración que se tenía de ellas. Pero bueno, si se perdonan a los recientes éxitos de reguetón las barbaridades que incluyen sus letras y se bailan con su consabido "perreo", no creo que debamos dejar de cantarla en la ducha. Os dejo la traducción de la cancioncita:

La mujer es voluble, cual pluma en el viento,
cambia de palabra y de pensamiento.
Siempre su amable y hermoso rostro,
en el llanto o en la risa, es engañoso.
La mujer es voluble, cual pluma en el viento,
cambia de palabra y de pensamiento.
y de pensamiento, y de pensamiento.

¡Siempre es desgraciado quien en ella confía,
quien le entrega, incauto el corazón.
Pero aún así, no se sentirá plenamente feliz
quien de su pecho no beba el amor.
La mujer es voluble, como una pluma al viento,
cambia de palabra y de pensamiento
y de pensamiento, y de pensamiento!

Original:

La donna è mobile, qual piuma al vento,
muta d'accento, e di pensiero.
Sempre un amabile, leggiadro viso,
in pianto o in riso, è menzognero.
La donna è mobile, qual piuma al vento,
muta d'accento, e di pensier
e di pensier, e di pensier.

È sempre misero, chi a lei s'affida,
chi le confida, mal cauto il core!
Pur mai non sentesi felice appieno
chi su quel seno non liba amore!
La donna è mobile, qual piùma al vento,
muta d'accento e di pensier,
e di pensier, e di pensier!

Y sin embargo, suena tan deliciosamente, que todo lo demás no importa... ¿o sí? A ver si Carreras, Domingo y Pavarotti nos convencen:

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Publico CC0 en Fuente Original

domingo, 25 de febrero de 2024

Franz Schubert: Mucho más que "El príncipe de la canción"


"Nadie comprende el dolor de otro, nadie comprende la felicidad de otro... Mi música es el producto de mi talento y de mi sufrimiento. Y lo que he escrito en el mayor estado de angustia es lo que al mundo parece gustarle más."

"Cuando quería cantar al amor, éste se convertía en pena. Y cuando quería cantar a la pena, ésta se me transformaba en amor."

Son palabras de Franz Schubert, un portento musical del que manaba la inspiración de manera desbordante; baste decir al respecto que habiendo fallecido a la muy temprana edad de 31 años dejó escritas más de 1500 piezas musicales, entre ellas más de 600 lieder, una cifra abrumadora conseguida a pesar de la merma física e intelectual sufrida en los últimos años de su vida por la sífilis. Hoy es uno de los pilares de la música, pero en su día no logró apenas reconocimiento y sus grandes obras no fueron conocidas hasta después de su muerte. Baste decir que su hermosísima Sinfonia nº 8, la Inacabada, se estrenó cuarenta años después del fallecimiento del compositor. Incluso muchos de sus amigos desconocían el verdadero alcance de la obra de Schubert y para ellos no dejaba de ser solo un fecundo escritor de lieders, “el príncipe de la canción”, titulo ganado por la calidad de ciclos como "Viaje de Invierno" o "La bella molinera". 

Siempre vivió con grandes estrecheces económicas. Está ampliamente difundida la idea de que Schubert componía con una guitarra al no poder permitirse ni tan siquiera tener un piano, cosa que parece desmentirse claramente en determinadas fuentes que nombran los pianos con los que solía trabajar. También se cuenta que no podía permitirse comprar papel pautado al ritmo que su inspiración lo requería y se veía obligado a usar papel común sobre el que el propio compositor dibujaba los pentagramas a mano y que otras veces lo recibía de manos de sus amigos que lo ayudaban. Sea como fuere, nunca le sobró el dinero, situación que le llevó a malvender los derechos sobre las partituras de sus canciones algo, que le ayudó a supervivir, pero que hizo muy rico a editores con buen instinto como Diabelli.

Leopold Sonnleithner hablaba así de Schubert en una biografía que escribió del compositor:

“Schubert era extraordinariamente fecundo y trabajador componiendo. Todo lo que no fuera trabajar le interesaba muy poco. Rara vez iba al teatro o a reuniones de sociedad. Le gustaba pasar las noches en los cafés en alegre compañía y se le echaba encima la media noche sin darse cuenta. Si se estaba divirtiendo no tenía horario. Al trasnochar tanto, se acostumbró a no levantarse hasta las diez o las once de la mañana. A esa hora sentía la urgencia de ponerse a componer y en ello se le pasaban las horas, y también las mejores horas para ganar un dinero dando clases”.

Sus obras las disfrutaba especialmente entre sus amigos, que eran, junto a la música, los pilares fundamentales de su vida. Un grupo de personas escogidas entre las que había pintores, escritores, cantantes, músicos… personas talentosas que pudieran hacer de la reunión algo que trascendiera los comentarios y usos vulgares. Fueron muchas las obras de Schubert que se escucharon por primera vez en estas veladas (cuatro o cinco por semana) de las que el compositor resultaba ser el alma de las mismas, tanto que estas pasaron a ser conocidas como Schubertiadas, pero también como las “Veladas de Kánevas”. Esto se debe a que uno de los motes que tenía Schubert entre sus amigos era precisamente “Kánevas”, en alusión clara a la pregunta que el compositor solía hacer cuando algún extraño pretendía acceder al circulo de elegidos: ¿Kann er was? (¿Qué es lo que sabe?). Debían ser personas capaces de aportar algo interesante al grupo. En esa línea le escribía a su amigo Schober: “¿De qué nos sirve una recua de simples estudiantes y funcionarios? (…) Durante horas solo se oye hablar de montar a caballo y de esgrima, de caballos y perros”.

Aunque tenía otro mote el bueno de Schubert, quien, al ser bajito, (alrededor de 1’52 metros) y algo rellenito, recibía el apodo de “Schwammerl”, palabra con la que en determinadas zonas de Austria y Baviera se denomina a una seta grande. Un amigo del compositor, Anselm Hüttenbrenner lo describía así:

“El aspecto de Schubert no era el de un hombre apuesto o impresionante. Era bajo, con la cara redonda y bastante gordo. La abovedada curva de su frente era hermosa. Como era corto de vista llevaba siempre anteojos y no se los quitaba ni para dormir. La ropa era algo hacia lo que no sentía el menor interés y no le agradaba frecuentar la sociedad elegante porque entonces hubiera tenido que ocuparse de su aspecto. De todas maneras, en más de una recepción esperaron deseosos su presencia y hubieran estado encantados de pasar por alto cualquier negligencia en su atavío. Otras veces, sencillamente, no podía afrontar los gastos que implicaba cambiar su ropa de diario por el frac. Le molestaba saludar y hacer reverencias, y le parecía repugnante tener que escuchar los elogios a él dirigidos”.

A su muerte, en 1828, solicitó ser enterrado cerca de su admirado Beethoven y así ocurrió. En 1988 sus restos fueron trasladados, junto a los de Beethoven al cementerio central de Viena, al conocido como “Panteón de los músicos”, del que ocupan ambos cada uno de los extremos de la zona principal mientras en el centro hay un monumento a Mozart, este evidentemente sin sus restos. Cerca quedan, pero fuera de la zona central, las tumbas de Brahms, de los Strauss y otros de menor calado. No cabe duda de que es la compañía que merece. De hecho un actor vienés, Oskar Werner, decía: "Mozart y Beethoven llegan al cielo, Schubert viene de allí"

En el monumento de Schubert, del que tantas maravillas podían esperarse de haber tenido una vida más larga, se puede leer: “El arte de la música no sólo ha enterrado aquí un preciado tesoro, sino esperanzas aún más espléndidas”.

Imágenes: De Wikimedia Commons - CC0 Dominio Público en Fuente Original: Img 1 - Img 2

sábado, 24 de febrero de 2024

Anita Ekberg, Mastroianni y el gélido baño de "La dolce vita" en la Fontana di Trevi

 

"Fellini era un genio absoluto, nunca entendí cuál fue el motivo real que le impulsó a escogerme como protagonista de 'La dolce vita'. Leía en el corazón de los intérpretes y los dirigía como si fueran mariposas"

Son palabras de la actriz sueca Anita Ekberg, quien al respecto del rodaje de la famosa escena de "La dolce vita" (1960 - Federico Fellini) en la Fontana di Trevi, comentaba en una entrevista concedida a David Martos:

- Siempre que veo la escena de la fuente en "La dolce vita" pienso en que usted estaría muerta de frío. ¿Fue así?

¡Hacía muchísimo frío! Rodamos esa escena en enero. El agua de la fuente proviene de las montañas, es nieve derretida... y cuando llega a Roma sigue estando tan fría como el hielo. ¡Estaba congelada! A Marcello [Mastroianni] le daba miedo meterse en el agua. Aunque llevaba botas de goma debajo de los pantalones, como las que llevan los pescadores. Y se bebió una botella entera de vodka para coger valor. Pero cuando puso un pie dentro de la fuente le costó muchísimo meter el otro. Fellini le gritaba: “¡Marcello, mueve el culo!”. Y al final, claro, tuvo que meterse... pero como había bebido tanto vodka, perdió el equilibrio y se cayó de bruces. ¡Así que el agua empapó toda su ropa! Tuvieron que pescarlo, lo llevaron a su caravana, lo secaron... y empezamos otra vez.

- ¿Y así cuántas veces?

¡Tres veces! Y allí estaba yo, debajo de la cascada todo ese tiempo. Cuando conseguimos que saliera bien la escena de la fuente, ya no podía sentir las piernas. Me cogieron en brazos, me sentaron en una silla y me envolvieron con toallas calientes. También me dieron whisky, cognac y cosas de esas, porque pensaron que me calentaría y evitaría que cogiera un resfriado. Tuvieron que taparme la nariz para que abriese la boca, me hicieron tragar el alcohol, pero lo odio tanto que lo escupí en la cara del chico que me lo estaba dando. No intentaron hacerlo por segunda vez.

Imagen: De Wikimedia Commons - CC0 Dominio Público en Fuente Original

jueves, 22 de febrero de 2024

Clark Gable: El Rey... del gallinero


Clark Gable, nuestro querido "caracable" de la infanciaresultó ser un gran estratega a la hora de elegir sus primeros matrimonios, así su primera esposa, Josephine Dillón, su profesora de actuación y 17 años mayor que él, era una mujer poco agraciada pero que logró transformarlo radicalmente, tanto en lo físico como en sus cualidades actorales; de hecho le pagó operaciones para corregir sus graves problemas dentales (prácticamente perdió su dentadura a causa de una severa piorrea y llevaba dentadura postiza), le cambió el peinado, moduló su voz y logró darle una apariencia más fornida a aquel alfeñique que era de joven; incluso lo convenció de usar artísticamente su segundo nombre en vez del primero (Gable se llamaba William Clark). 

Después de que Josephine Dillón lograra esculpir un más que aceptable resultado en un no muy buen mármol y hacer de mecenas de Gable, logrando para él sus primeros papeles en Hollywood, este, siguiendo su propio camino, se separó de su pigmalión para unirse a la acaudalada y aristocrática María Langham, también mucho mayor que Gable, y que evidentemente ayudó a que "El rey" escalara posiciones en el mundo del cine. Hay incluso quien cuenta que en su camino hacia la cumbre hubo de someterse a relaciones con hombres que podían allanarle el camino. De hecho se especula que Gable vetó a George Cukor como director de "Lo que el viento se llevó" por entender que este director sabía los detalles picantes de esta escabrosa etapa del actor. 

Pero llega un momento en el que, una vez alcanzada la cumbre con "Sucedió una noche" (1934) y disfrutando de las mieles del éxito y del Oscar que esa película le reportó, Gable se enamora perdidamente de un verdadero bellezón, la incomparable Carole Lombard (arriba en la foto se les ve juntos). Tras tres años de relación solo existía un "pequeño" impedimento para casarse con ella, los 289.000 dólares que le exigía su esposa, María Langham, para concederle el divorcio, una suma de dinero de la que el actor no disponía. 

En esos tiempos Clark Gable es solicitado por su estudio para que asumiera el papel de Rhett Butler en "Lo que el viento se llevó", rol que no era del agrado del actor que intentaba por cualquier medio evitar intervenir en aquel trabajo. Pero cuando la necesidad aprieta...

Louis B. Mayer, el jefazo de la Metro, no era precisamente tonto y sabiendo donde le apretaba el zapato a Gable, le hace saber las consecuencias jurídicas que supondrían rechazar el papel, a la vez que lo tentaba astutamente y además de sus sustanciosos honorarios por la película le añadió una prima de 50.000 dólares destinada a arreglar los flecos que quedaran para hacer efectivo el divorcio de su esposa y poder casarse con la Lombard. Si a eso añadimos la pasión de su futura esposa por la novela de Margaret Mitchell y el fin de semana que le prometieron libre para poder casarse nos podemos imaginar el resultado de la negociación.  

Para todo el mundo resultaba una incógnita saber que era aquello "que el viento se llevó", era algo indeterminado, excepto para la ya citada María Langham, que tenía muy claro que aquel viento lo que se llevó de su lado fue a Clark Gable a cambio de una abundante lluvia de dólares. No sé si pondría muchas objeciones, pero me puedo imaginar a Gable, caso de haberlas puesto, ensayando con ella aquello de "Francamente querida, me importa un bledo".  Con el divorcio arreglado se abría paso al matrimonio de Clark Gable y Carole Lombard, una de las parejas más glamourosas de la historia del cine.

No tendría mucha suerte Gable y tras aproximadamente tres años de matrimonio y después de que Carole Lombard protagonizara la maravillosa película de Lubitsch "Ser o no ser"  (1942), la actriz moría en un trágico accidente de aviación. Gable totalmente roto se alistó en el ejército para intentar olvidar lejos del mundo de la farándula. En la guerra participó en al menos cinco misiones de bombardeo sobre Alemania a bordo de un B-17 y llegó a alcanzar el grado de capitán además de un par de medallas al valor. Hasta se cuenta que Hitler ofreció una recompensa a quien capturara vivo al actor, que por lo visto era uno de sus estrellas favoritas.

Tras la guerra retomó su carrera como actor y con los años volvería a casarse, siguiendo su línea, con dos mujeres ciertamente acaudaladas, primero con Sylvia Ashley y después con Kay Williams. No cabe duda que después de estos cinco matrimonios, y de la cantidad de amoríos que se le atribuyen. entre ellos Grace Kelly, Joan Crawford, o Loretta Young -con la que al parecer tuvo un hijo en singulares circunstancias-, Glark Gable podía ser considerado, no solo el rey de Hollywood, si no también, y con justicia, como el verdadero Rey del gallinero. 

Imagen: Cortesía de Doctor Macro - Fuente Original

miércoles, 21 de febrero de 2024

Sophía Loren cambia de rumbo en "Dos mujeres" (La ciociara - 1960)


Hubo un tiempo en que Sophía Loren era valorada sobre todo por sus turgentes formas de maggiorata italiana en películas como "La ladrona, su padre y el taxista", "El oro de Nápoles" o "Pan, Amor y...." -viendo la foto se entiende el porqué- pero llegó un claro punto de inflexión que no es otro que la sobrecogedora actuación que llevó a cabo en “Dos mujeres” (La Ciociara - 1960 - Vittorio de Sica). El caso es que no siempre estuvo claro que el papel que definitivamente asumió en la película fuera a recaer en ella. Carlo Ponti, el marido de Sophía, nos cuenta el azaroso devenir de la selección de actrices y director para el film:

“Mi plan original era hacer “Dos mujeres” con la Paramount, dirigida por George Cukor. La idea de Cukor era que Anna Magnani interpretara a la madre y Sophía a la hija, pero antes de llegar al elenco, queríamos tener un guion. Enviamos el libro de Alberto Moravia a algunos de los más celebrados guionistas de Hollywood, pero todos ellos lo rechazaron uno tras otro. Les gustaba el libro, pero no veían como se podría hacer una película con él. No hay argumento, dijeron, y nada ocurre; están los personajes en cierta situación, pero esta no se desarrolla”

A pesar de que Cukor seguía mostrando algún interés por el proyecto y llegó a viajar a Roma para entrevistarse con la Magnani, este se encontró con un obstáculo insalvable, y era que esta actriz se negaba en redondo a hacer el film si la Loren, bastante más alta que ella, era la actriz que debía dar vida a su hija. Nos lo sigue contando Carlo Ponti:

“Es demasiado alta”, le dijo a Cukor. “¿Cómo puedo actuar con una hija a la que debo mirar hacia arriba? Haré la madre, pero no con Sophía como hija”. Y allí se acabó. Sin la Magnani, Cukor ya no tuvo interés en hacer la película y se apartó. Allí es cuando compré los derechos a la Paramount y traje a De Sica como director y a Zavattini para escribir el guion. No creo que Magnani haya superado nunca las consecuencias de su error por haber rechazado “Dos mujeres”. “Sophía hace todas mis películas”, se quejó una vez con amargura.

La idea de que la Magnani se cayera del cartel no era algo deseado por ninguno de los implicados así que el propio Vittorio De Sica intentó convencerla para que siguiera en el proyecto, pero sin mucha fortuna, llegando a ser ella misma la que da con la inesperada solución:

“¿Quieres que yo haga la madre? Bien, estupendo; entonces tengo una idea para la hija: Anna María Pierangeli. Actuaremos juntas muy bien” (…) “Oye, Vittorio, si estás tan enamorado de la idea de poner a Sophía en la película, ¿por qué no le das el papel de madre?”

El caso es que tras aquella iluminadora conversación, De Sica le envió un telegrama a Sophía Loren proponiéndole el cambio de rol en la película. Sobre este telegrama que cambió su trayectoria como actriz, ella misma comentaba:

“¿Qué me parecía hacer de madre, junto a una hija de trece años? Accedí de inmediato. El papel de madre era magnífico y yo tenía una confianza implícita en que De Sica sabría conducirme en él. Así que fue Anna Magnani quien me dio el papel de mi vida y modificó toda mi carrera”

El resultado es el que todos sabemos, debajo de las sinuosas formas de la Loren había una actriz inmensa, y este papel le supuso ganar el Oscar a la mejor actriz, que fue el primero que se había concedido a un actor /actriz por una interpretación en lengua no inglesa.

Anécdota basada en una entrada de “¿Sabías que…? en la tristemente desaparecida revista “Imágenes” nº 313 (mayo 2011)

Imagen 1 cortesía de Doctor Macro - Imagen 2 CC0 en fuente original - Wikimedia Commons

martes, 20 de febrero de 2024

Igor Stravinsky y los ballets de elefantes "jóvenes"

 

La génesis de algunas obras musicales es a veces realmente sorprendente y hasta difícil de creer; es lo que ocurre con la obra Circus polka (para un elefante joven) de Stravinsky, un ballet para cincuenta elefantes y cincuenta bailarinas que más bien parece la broma de una película de los Hermanos Marx.

A finales de 1941 los responsables del circo Ringling Brothers & Barnum & Bailey propusieron al famoso coreógrafo clásico George Balanchine, realizar una coreografía de ballet en la que participara el grupo de elefantes del circo. Balanchine aceptó el reto y convenció a los dueños del circo de implicar en el proyecto a Igor Stravinsky. En enero de 1942 Balanchine se pone en contacto, vía teléfono, con el compositor ruso. La conversación, que bien pudiera ser uno de aquellos famosos diálogo para besugos del TBO, nos llega a través de Balanchine

- Balanchine: Me pregunto si le gustaría hacer un pequeño ballet conmigo
- Stravinsky: ¿Para quién?
- Balanchine: Para elefantes
- Stravinsky: ¿Elefantes viejos?
- Balanchine: No, no, elefantes muy jóvenes
- Stravinski: En ese caso, si son elefantes muy jóvenes, no habrá problema, lo haré.

Y de esta manera fue como en pocos días Stravinsky compuso la "Circus polka" con el necesario añadido en su título -Para un elefante joven-. Todavía llegaría más lejos el esperpento, pues los cincuenta elefantes que participaban en el ballet debían llevar un tutú rosa de bailarina, resultando realmente arduo enseñar los pasos a Modoc, el elefante que realizaría el papel de partenaire de la primera bailarina humana, la gran Vera Zorina, esposa de Balanchine. Los reporteros temían que todo aquello pudiera terminar en un ataque de pánico de los elefantes, extrañados ante tanta novedad y la música siempre extraña de Stravinsky, pero el caso es que cuando se estrenó el invento en el Madison Square Garden de Nueva York, el 9 de abril de 1942, resultó un verdadero éxito, y llegó a representarse hasta en 42 ocasiones más. Así suena:



Imagen: Tomada de Wikimedia Commons CC0 - Dominio Público en Fuente Original

domingo, 18 de febrero de 2024

Alexander Borodin: Un bondadoso compositor dominguero

 

"Vuela en las alas del viento a la tierra natal, entrañable canción nuestra, allí, donde nosotras te cantábamos libremente, donde fuimos tan libres contigo."

Eso es lo que canta el coro de muchachas polovtsianas en la pieza "Uletáy na krýliaj vetra...", de las maravillosas "Danzas Polovtsianas" incluidas en la opera "El Principe Igor", la obra más celebrada del compositor ruso Alexander Borodin, arriba en un retrato de Ilya Repin. Sus inicios musicales fueron de aprendizaje autodidacta y solo cuando ya tenía 30 años comenzó a recibir clases de Baláki­rev, junto con el cual y con Rimsky-Korsakov, Mussorgsky y Cesar Cui formarían el conocido como "Grupo de los Cinco"

Pero la música no era, ni de lejos, la pasión central en la vida de Borodin, que en cierta ocasión se definió ante Liszt como un compositor de ratos perdidos: “Yo soy un compositor de domingos, señor Liszt”, refiriéndose con ello a que su creación musical nacía de los escasos momentos libres que le dejaba su dedicación absoluta a la química y a la medicina, campos en los que llegó a ser muy respetado por sus aportaciones científicas y que eran la fuente de sus ingresos y de su fama en vida. 

A pesar de su corto repertorio, la calidad musical lograda por Borodin, le permite poder presumir de tener al menos tres obras entre las más famosas y representadas de la música clásica, la ya citada "Danzas Polovtsianas", a la que se une el poema sinfónico "Por las estepas del Asia Central" y el bellísimo "Nocturno" de su segundo cuarteto de cuerda. Tanto es así que se ha dicho que Borodin tiene el menor producto musical con el más alto promedio de excelencia para cualquier compositor en la historia. De este aspecto secundario de la música en su vida decía: 

"La música... es una relajación de las ocupaciones más serias". "Como compositor que trata de permanecer en el anonimato, soy tímido de confesar mi actividad musical. Para otros es su principal ocupación, la ocupación y el objetivo de la vida. Para mí es un descanso, un pasatiempo que me distrae de mi principal actividad, mi cátedra. Me encanta mi profesión y mi ciencia. Me encantan la Academia y mis alumnos, hombres y mujeres, porque para dirigir el trabajo de los jóvenes, hay que estar cerca de ellos"

En cierta ocasión que hubo de permanecer en su casa, alejado de sus obligaciones a causa de una gripe, escribía

"En el invierno yo no puedo componer, a menos de que esté enfermo y me vea obligado a abandonar mis clases. Así que, mis amigos, contrario a la costumbre, nunca me dicen ‘‘trata de estar bien’’ sino más bien ‘‘trata de enfermarte’’. Cuando la cabeza me explota, cuando mis ojos están llenos de lágrimas y tengo que sacar el pañuelo a cada minuto, es entonces cuando compongo."

Además de la química, la medicina y la música, Borodin tenía su interés volcado en la ayuda a cualquiera que precisase de su ayuda, a los estudiantes -que le adoraban-, a las mujeres, para las que, además de ser un firme defensor de sus derechos, llegó a crear una Escuela de Medicina en un tiempo en el que todavía era difícil ejercer esta profesión por el sexo femenino. Tanto es así, que a la muerte del compositor, durante una fiesta de disfraces, sus estudiantes mujeres le dedicaron el párrafo siguiente en el monumento que se le erigió en su tumba: “Al fundador, defensor y guardián de las clases de medicina para mujeres y al amigo de sus alumnos”. Al respecto de esta bonhomia y altruismo de Borodín resulta muy clarificador un texto que le dedica Rimsky Korsakov en su autobiografía:

“Cualquiera podía entrar en su casa a cualquier hora y era invitado a comer. Mi querido Borodín se levantaba en mitad de la comida y, entre quejas, te ponía un plato de comida. Su esposa Ekaterina sufría de asma y a menudo pasaba noches sin poder dormir. Alexander se levantaba y la acompañaba durante toda la noche, por lo que a menudo no dormía lo suficiente. Luego se podía dormir de cualquier forma y en cualquier lugar (…) La casa de Borodin era una casa de locos. No estoy exagerando, esto no es un símil poético (…) No, la casa de Borodin era un manicomio sin necesidad de símiles o metáforas. Siempre tenía un puñado de parientes necesitados viviendo con él, o simplemente gente pobre, o visitantes que estaban enfermos e incluso -hubo casos- locos de remate. Borodin se ocupaba de todos ellos, los trataba, los llevaba a los hospitales y luego los visitaba (…) Borodin escribía solo a ratos. Naturalmente, si había alguien durmiendo en otra habitación, o en un colchón, o sobre el suelo, el pobre Borodin no tocaba el piano para no despertarles.”

Lo dio todo para los demás y aun así consiguió una pizca de su tiempo para regalarnos a todos en general piezas como esta versión para dúo del coro inicial de las Danzas Polovtsianas del Principe Igor, en las voces de la soprano Daria Davidova y del tenor Yury Rostotsky.


"Vuela en las alas del viento a la tierra natal, entrañable canción nuestra, allí, donde nosotras te cantábamos libremente, donde fuimos tan libres contigo."

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público CC0 en Fuente Original