miércoles, 30 de septiembre de 2020

Louis Kahn y las aspiraciones de un ladrillo


“¿Qué es esto?” Pregunta el profesor de arquitectura mientras sostiene en su mano un ladrillo y a su espalda se ven imágenes de grandes construcciones. “Louis Kahn dijo: incluso un ladrillo quiere ser algo más. Un ladrillo quiere ser mucho más. Tiene ambiciones. Incluso un simple y ordinario ladrillo quiere ser algo mejor que esto. Así debemos ser todos”.

La frase la dice el actor Woody Harrelson en "Una proposición indecente" (Adrian Lyne - 1993), película en la que da vida a un profesor de arquitectura que durante una de sus clases recuerda una cita del gran arquitecto Louis Isadore Kahn, que también dedicó parte de su vida a la enseñanza. Kahn sabía perfectamente que el arte y la belleza pueden surgir de los elementos más humildes, que todo dependía finalmente del talento creador: "El ladrillo me estaba hablando siempre, me decía estás perdiendo una oportunidad..." y sentenciaba:

"…la monumentalidad es enigmática. No puede crearse intencionalmente. No son necesarios ni el material más exquisito ni la tecnología más avanzada..."

En la fotografía se pueden ver los ladrillos maravillosamente dispuestos en el bosque de columnas de la Sala Hipóstila de la Gran Mezquita de Córdoba.

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - CC BY-SA 3.0. Se enlaza Fuente original

martes, 29 de septiembre de 2020

Toro Sentado y la humillación de los vencidos


"No era el criminal que algunos informes describían. No era un hombre cruel. Era afable. No era deshonesto. Era honrado. Amaba a su gente y extendía su mano a cualquiera que correspondiese su amistad" 

Con esas palabras describía el oficial canadiense James Walsh al famoso "Sitting Bull" (Toro sentado), que todo hay que decirlo, se llamaba en realidad Tatanka Iyotanka (Bisonte sentado). Pertenecía a la tribu de los Lakotas, una de las ramas de la Gran Nación Sioux, grupo del llegó a ser Jefe Supremo. Su victoria sobre el tuercebotas del General Custer en la batalla de Little Big Horn le convirtió en un ser legendario, pero también fue el detonante de una cruenta y vergonzosa masacre de su pueblo y del éxodo de Toro Sentado junto a sus últimos guerreros al Canadá, de donde la hambruna le abocó a retornar y a entregarse a las autoridades. Tras su posterior liberación todos intentaran hacer negocios con un personaje ya vencido, pero que a los ojos del mundo no dejaba de ser toda una leyenda viva y la representación de un mundo que ya estaba herido de muerte. Por aquel entonces Buffalo Bill, aquel que presumía de haber matado casi cinco mil bisontes en una sola temporada, se estaba haciendo de oro con su espectáculo sobre la conquista del Oeste y Toro Sentado podría ser un reclamo inmejorable para su circo, para el que ya había contratado al famoso Wild Bill Hickok.

En el primer contacto con el otrora Jefe Sioux, Buffalo Bill le ofreció mantas, collares y otras zarandajas por el estilo para que actuara a su lado, parodiándose a si mismo, a lo que Toro Sentado se negó rotundamente. Cuando le preguntaron que pedía por acompañarle, Sitting Bull exigió 50 dólares a la semana, todos los gastos pagados incluyendo su alojamiento en los mejores hoteles de las ciudades a visitar, el 60% de todos los beneficios que generase su imagen, tales como ingresos por venta de fotografías y autógrafos y redondeó el contrato con un seguro de accidentes. Buffalo Bill sabía que estaba haciendo el negocio del siglo y aceptó sin rechistar las condiciones de Toro Sentado, junto al cual podemos verlo en la foto de la derecha.

No tenía que hacer mucho Toro Sentado durante el espectáculo, daba una ceremoniosa vuelta a la pista, montado a caballo con su vestimenta tradicional, aguantaba impertérrito tanto los aplausos como los insultos y tras subir a una tarima presidía una recreación de la batalla de Little Big Horn. A la salida y como constatación de su inmensa popularidad todo el mundo quería una fotografía con el gran jefe indio, fotos que se cobraban a dos dólares cada una y un dólar más si incluía su autógrafo. Pero no crean que Toro Sentado se dejó arrastrar por este modo de vida y el dinero fácil, en realidad no aguantó mucho en el espectáculo, no soportaba la sociedad que se autodenominaba "civilizada" y ver la cantidad de pordioseros que malvivían en las calles era superior a sus fuerzas, puede que por eso, tal y como contaba Russell Freedman (sobrino de Buffalo Bill), Toro Sentado era un ser de generosidad extrema, que nada quería para si y que el dinero que ganaba lo repartía por completo entre los mendigos que se acercaban al circo. Sus últimos años los pasó en la reserva de Standing Rock.

Imágenes: Tomadas de Wikimedia Commons. Dominio Publico (CC0). Se enlazan las fuentes originales: Imagen 1 - Imagen 2

lunes, 28 de septiembre de 2020

Vermeer: Una obra maestra para pagar al panadero


En la actualidad Johannes Vermeer es considerado uno de los mejores pintores flamencos y de los más admirados por sus cuadros costumbristas en los que la protagonista es normalmente una mujer en la intimidad del hogar. Sus obras reconocidas apenas pasan la treintena y su fama solo llegó con el tiempo, mucho después incluso de haber llegado a ser un pintor olvidado, de hecho en su época tuvo un éxito más bien discreto que le llevó a vivir con ciertas estrecheces. No debía serle fácil a Vermeer sacar adelante a su mujer y sus once hijos -los inviernos son fríos en Delft- a los que a su muerte no dejó sino deudas. Buena prueba es el cuadro que traemos hoy "Una dama que escribe una carta y su sirvienta", datado en 1671, cuatro años antes de la muerte del pintor. La obra es una de esas maravillas de luz y delicadeza de las que solo Vermeer parecía tener el secreto. El pintor que como hemos dicho solía estar a la cuarta pregunta no logró vender este cuadro en vida y cuando murió, su esposa se vio en la necesidad de entregarlo al panadero de Delft, la ciudad donde vivían, para saldar la deuda que con él habían contraído por las compras que su familia le había hecho a crédito. No hace mucho, en 2004, Sotheby's subastó la obra de Vermeer titulada "Muchacha sentada al virginal" por el "módico" precio de treinta millones de dólares. 

Pero volviendo al cuadro que nos ocupa, me llaman la atención las perlas que lleva como pendientes la dama que escribe mientras que la sirvienta espera paciente que acabe la carta para llevarla, quien sabe si secretamente, a un enamorado. Elucubrando mucho ¿será la protagonista la misma de "La joven de la perla"

El cuadro se expone en la Galería Nacional de Irlanda en Dublín.

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons. Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original 

domingo, 27 de septiembre de 2020

Van Gogh nos habla de su "Terraza de café por la noche"



Además de la correspondencia que Van Gogh mantenía regularmente con su hermano Theo, también escribió cartas a sus hermanas. En un fragmento de una de ellas, parece contar como estaba pintando una de sus obras más conocidas "Terreza de café por la noche" y el reto que para el suponía intentar pintar la noche sin utilizar el negro. Las cartas de Van Gogh siempre son sencillas y apasionadas cuando explica su arte, logrando el maravilloso efecto de que aquel cuadro al que se refieren termine gustándonos aún más. Dejemos hablar a Van Gogh en esta carta a su hermana de 1888:

“Ahora ya hace unos días que empecé esta carta, la había interrumpido por mi trabajo en una nueva pintura que representa el exterior de un café por la noche. En la terraza hay pequeñas figuras de gente bebiendo. Una linterna de color amarillo inmenso ilumina la terraza, la fachada, la acera e incluso arroja luz sobre los adoquines de la calle que tienen un tono violeta rosado. Las fachadas de las casas, como un camino desapareciendo debajo de un cielo azul tachonado de estrellas, son de color azul oscuro o violeta con un árbol verde.

Aquí tienes un cuadro nocturno sin negro, sin nada más que hermoso azul y violeta y verde, y en este entorno la zona iluminada con colores amarillos pálidos azufres y verde limón. Me divierte enormemente pintar la noche justo en el lugar.

Normalmente, uno dibuja y pinta la pintura durante el día después a partir de un boceto. Pero me gusta pintar lo inmediato. Es cierto que en la oscuridad puedo tener un color azul por un verde, un lila azul para un color lila rosado, ya que es difícil distinguir la calidad del tono. Pero es la única manera de escapar de nuestra noche convencional con mala luz blanquecina pálido, mientras que incluso una simple vela ya nos proporciona el más rico de los amarillos y naranjas”.

Con el tiempo Van Gogh nos regaló sensacionales cuadros con cielos estrellados, pero el primero en el que utilizó este motivo, fue en esta obra, pintada en septiembre de 1888. El cuadro en cuestión, un óleo de medianas proporciones (81 cm × 65.5 cm), se expone en el Museo Kröller-Müller, (Otterlo) Holanda. La obra se conoce también como: "Terraza del café de la Place du Forum en Arlés por la noche". Hoy el Café se llama "Café Van Gogh" y es una verdadera atracción turística.

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons. Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

sábado, 26 de septiembre de 2020

El salto imposible de Nijinsky


Hay personajes que terminan por convertirse en leyenda y en no pocas ocasiones, para que esto suceda, es preciso que el genio incontestable y fulgurante de una figura se vea apagado abruptamente por la muerte o la locura cuando todavía el resto del mundo se encuentra rendidamente deslumbrado por su talento. Eso fue lo que le pasó al sensacional Vaslav Nijinsky, posiblemente el mejor bailarín de la historia. Tras revolucionar el mundo de la danza con su forma de bailar y sus coreografías se sumió en la locura a la temprana edad de treinta años, pero antes de ese descenso a las sombras en las que se quedó atrapado y perdido durante treinta años más, dejó en la memoria de todos el enigma de sus movimientos y el asombro por sus saltos nunca superados. 

Recuerdo leer en uno de aquellos libritos de la querida Enciclopedia Pulga, dedicado a Nijinsky, como este tenía la capacidad de saltar en el aire de manera casi etérea y lograr antes de volver a caer al suelo cruzar sus pies hasta diez veces. Es lo que se conoce como "Entrechat dix", algo a mi entender prácticamente imposible pero que Nijinsky hacía con toda naturalidad y sencillez. Saltaba en vertical con una potencia inaudita y luego dulcificando aquella súbita explosión parecía quedarse suspendido en el aire durante un instante infinito en el que las leyes naturales parecían dejar de existir, para luego caer de la manera más delicada. Aquellos saltos traían de cabeza a los demás bailarines que entonces y aún ahora son incapaces de lograr tales proezas, tanto que durante unos ensayos en los que Nijinsky practicaba sus saltos, otro bailarín se le acercó totalmente asombrado y le preguntó:

- "¿Cómo logra usted eso?"

- "Muy sencillo -le contestó Nijinsky-. Basta con dar un salto y quedarse parado un momento en el aire"

Fuente: Diccionario Ilustrado de Anécdotas -pag. 134- (Vicente Vega)
Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

viernes, 25 de septiembre de 2020

Los espárragos de Madame de Pompadour


"Querida condesa Baschi:

     Lo que le voy a contar no es precisamente poético. El marqués de R., que como usted sabe, no es precisamente muy delicado en sus gustos, paso ayer la noche con una comedianta y al final de la cena, estando los dos... encantadores, el marqués no encontró nada mejor que desvestir a su Venus y, preparando una salsa para espárragos la coloco en un lugar que no voy a nombrar pero que usted comprenderá y se dedico a comer los espárragos mojándolos en su salsa. Parece que le gustó, ¿qué piensa usted de ello? Espero su respuesta pero, por el momento, no puedo dejar de reirme de un placer tan original.
     
La marquesa de Pompadour."
   
La firmante de tan curiosa carta era Madame de Pompadour, un mujer que según dicen era preciosa, vivaracha, de boca pequeña, ojos azules  y sobre todo inteligentísima. Quien sabe que ardides guardaría para volver del revés a todo un Rey de Francia... a parte de los espárragos que seguro incluyó en su dieta. No es de extrañar que una de las frases que dejó para el recuerdo fuera aquella de: 

“Las mujeres llaman arrepentimiento al recuerdo de sus faltas; pero, sobre todo, al sentimiento de no poder cometerlas de nuevo” 

Y es que muchas han sido las favoritas que han pasado a la historia, la Du Barry, la Montespan, o la Maintenon, pero a buen seguro ninguna de ellas alcanzó el grado de poder, sofisticación e influencia que Jeanne-Antoinette Poisson, conocida por todos por Madame de Pompadour. Fue la favorita del Rey Luis XV e incluso llegó a hacer buenas migas con la reina a quien inteligentemente siempre respetó. Fue una gran protectora de las artes, amiga de Voltaire e impulsora de la Enciclopedia. En la sombra, fue prácticamente una reina durante la friolera de 20 años, tiempo durante el que llegó a preparar todos los informes que había de atender el Rey e incluso sus Ministros despachaban con ella en sus apartamentos, unos Ministros que por cierto dependían mucho para mantenerse en sus cargos de la opinión que de ellos tuviera la Pompadour, de hecho consiguió deshacerse de los ministros Orry, Monrepas, Argenson y Machault, y protegió a Bernis, Choiseul y Soubise. Por supuesto cuando su encanto físico declinó un poco, siguió resultando imprescindible por su inteligencia y por esa capacidad suya de saber cuando era el momento de dar un prudente paso hacia el lado que no hacia atrás, llegando incluso, sabedora mejor que nadie de los gustos y debilidades del Rey, a elegirle a sus nuevas amantes, chicas bonitas pero insulsas y sin capacidad para hacerle sombra, a pesar de eso, se dice que más que por una tuberculosis, podría haber muerto envenenada por la ambiciosa Du Barry

En fin, como ella misma dijo una vez al Rey, para animarlo tras una derrota:

"Por lo demás..., después de nosotros, que caiga el Diluvio...»

Imagen: El retrato de la Pompadour es obra de Jean-Marc Nattier - Museo del Hotel Sandelin.
Fotografía tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0).- Se enlaza la Fuente Original

jueves, 24 de septiembre de 2020

El día que Picasso salvó la vida gracias al humo del tabaco


Si bien es totalmente cierto que el humo del tabaco es seriamente perjudicial para la salud, en el caso de Picasso se puede decir que le salvó la vida. Con la de guerra que daría más adelante, lo cierto es que los primeros pasos del futuro genio fueron muy poco alentadores. Al venir al mundo, el recién nacido Picasso no respiraba ni se movía, vamos, que en ese famoso Test de Apgar que todos los padres conocemos el niño habría sacado un clamoroso suspenso, tanto que después de intentar la partera que reaccionara y no conseguirlo abandonó su cuerpo sin vida aparente en una mesa y se dedicó a ofrecer toda su atención y cuidados a la madre. Picasso había sido dado por muerto. Pero la fortuna quiso que en la sala se encontrara entre los familiares, Don Salvador Ruiz, hermano del padre del pintor y médico de reconocido prestigio, quien ni corto ni perezoso, se acercó al abandonado cuerpo del recién nacido mientras fumaba su puro habano y de manera poco ortodoxa quiso comprobar el estado del bebe que había sido desahuciado soplándole una bocanada del humo del puro que fumaba en su rostro, un aire poco saludable, que cuando llegó a los pulmones resultó para Picasso el aliento vital que le hizo reaccionar y que empezara llorar. Norman Mailer se hizo eco de la historia en su biografía "Picasso, retrato del artista joven".

No cabe duda que todos los Santos intercedieron por el pintor malagueño en el último momento, puede que por eso sus padres lo bautizaran con uno de los nombres más largos que encontrarse puedan: Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso. Curiosamente, del verdadero “Salvador” del pequeño, su tío, no quedó eco en el kilométrico nombre del futuro artista.

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons. Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

miércoles, 23 de septiembre de 2020

El día que Emilio Salgari se hizo el Harakiri


“Vencido por las penas de todo tipo, reducido a la miseria a pesar de la enorme masa de trabajo, con la esposa loca en el hospital, a la que no puedo pagar la pensión, me mato. Cuento con millones de admiradores en cada parte de Europa y también en América. Les ruego, señores directores, abrir una suscripción para sacar de la miseria a mis cuatro hijos y poder pasar la pensión a mi esposa hasta que esté en el hospital. Con mi nombre debía esperarme otra fortuna y otra suerte”. 

Esas eran las tristes palabras con las que Emilio Salgari, en el momento de quitarse la vida de forma horrible en abril de 1911, pedía ayuda para su familia a los periódicos de Torino a través de una nota póstuma. Un final incomprensible para un escritor de tan solo 48 años, que era aplaudido por millares de lectores y que había dado a luz 84 novelas e incontables relatos cortos. Y es que antes de que Jack Sparrow se adueñara de las aventuras de piratas en el Caribe, hubo un tiempo en el que los niños jugaban a ser "El Corsario Negro", un personaje creado por este prolífico escritor, o a ser Sandokan, su personaje más famoso y también conocido como "El Tigre de Mompracem". Uno y otro son solo dos de los personajes icónicos de un escritor que gozó en vida de un gran éxito de ventas y que lograba que algunas de sus obras tuvieran tiradas de hasta cien mil ejemplares, resultando el primer escritor europeo en alcanzar tales cotas. A pesar de ello y de escribir incansablemente una obra tras otra parece que los contratos con sus editores no eran todo lo generosos que debieran para con su persona de modo que sus finanzas nunca fueron desahogadas. 

De carácter más bien depresivo, la bajada a los infiernos de Salgari  llegó con la enfermedad mental de su esposa para la que no tuvo los suficientes recursos para procurarle una clínica privada y tuvo que conformarse con internarla en un manicomio público. Con su débil carácter y al verse sin dinero, acosado por las deudas, con cuatro hijos, harto de escribir éxitos para enriquecer a otros y con su mujer loca, decidió acabar con su vida, tal como lo había hecho su padre y después lo harían dos de sus hijos, corroborando aquella idea de que el suicidio de uno mismo es la peor herencia que se le puede dejar a nuestros seres queridos. Emilio Salgari, que tantas historias escribió ambientadas en oriente, decidió llevar a cabo su suicidio de una manera singular y puede que simbólica, ya que murió desangrado, de la misma forma que se había sentido en vida en su labor de escritor por el parasitismo de los editores con los que trabajó. Así decidió poner fin a su vida de forma ritual y con un yatagan, -un sable como el que utilizaba Sandokan- se abrió el vientre de forma análoga a como lo hacen en Japón, acción que se conoce allí como "Seppuku"  y más en occidente como "Harakiri", solo que Salgari lo complicaría un poco más, y no teniendo quien le diera el golpe de gracia, el mismo se cortaría además el cuello. Cuando encontraron su cadáver llevaba tres cartas de suicidio, la primera es la que hemos dejado al inicio de la entrada dirigida a los diarios de Torino, y a continuación dejamos la que escribió a sus hijos y la que remitió a sus editores.

A sus hijos:

“Mis queridos hijos: soy un vencido. La locura de su madre me ha destrozado el corazón y todas las energías. Espero que los millones de admiradores míos, que por tantos años divertí e instruí, se ocupen de ustedes. No les dejo más que 150 liras, más un crédito de 600 liras… Entiérrenme por caridad como alguien completamente arruinado. Los besa a todos con el corazón sangrante su desgraciado padre Emilio Salgari”

Y la última que va para sus editores: 

“A ustedes que se han enriquecido con mi piel, manteniendo a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, les pido solamente que por compensación de las ganancias que les di os ocupéis en los gastos de mis funerales. Los saludo rompiendo la pluma. Emilio Salgari”

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons. Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

martes, 22 de septiembre de 2020

Los consejos de Francis Scott Fitzgerald a su hija "Scottie"

 
Querido Bombón:

Estoy muy interesado en tus tareas. ¿Podrías darme un poco más de información acerca de tus lecturas en francés? Me alegra que estés contenta, pero no creo demasiado en la felicidad. Tampoco creo nunca en la desgracia. Esas son cosas que ves en un escenario o en una pantalla o en una hoja impresa, nunca te seceden a ti en la vida.

Todo lo que creo en la vida es en la recompensa por la virtud (de acuerdo a los talentos de uno) y en los castigos por no cumplir con tus tareas, que son doblemente despiadados. Si hay un libro así en la biblioteca del colegio, ¿podrías rogarle a la señora Tyson que te permita buscar un soneto de Shakespeare en el que aparece el verso: "Los lirios que se pudren huelen mucho peor que la mala hierba"?

Hoy no he tenido pensamientos, la vida parece consistir en pensar un cuento para Saturday Evening Post. Pienso en ti, y siempre con placer, pero si me llamas Pappy otra vez agarraré al Gato Blanco y lo aporrearé duro en el trasero, seis veces cada vez que seas impertinente. ¿Harás algo al respecto? Arreglaré la cuestión de tu cuota.

Ya termino, boba. Cosas de las cuales preocuparse:
Preocúpate por el coraje.
Preocúpate por la limpieza.
Preocúpate por la eficiencia.
Preocúpate por la equitación...
Cosas de las cuales no preocuparte:
No te preocupes por la opinión general.
No te preocupes por las muñecas.
No te preocupes por el pasado.
No te preocupes por el futuro.
No te preocupes por el crecimiento.
No te preocupes si alguien te saca ventaja.
No te preocupes por la victoria.
No te preocupes por la derrota excepto que se deba a tu culpa.
No te preocupes por los mosquitos.
No te preocupes por las moscas.
No te preocupes por los insectos en general.
No te preocupes por tus padres.
No te preocupes por los varones.
No te preocupes por las decepciones.
No te preocupes por los placeres.
No te preocupes por las satisfacciones.

Cosas en las cuales pensar:
¿Qué es lo que realmente estoy buscando?
Cuán bueno soy realmente en relación con mis contemporáneos en cuanto a:
El estudio.
¿De verdad entiendo a la gente y soy capaz de llevarme bien con ella?
¿Estoy intentando realmente hacer de mi cuerpo un instrumento útil o lo estoy ignorando?

Con todo amor.

8 de agosto de 1933

La carta esta escrita por Francis Scott Fitzgerald, el autor de obras como "El gran Gatsby", "Suave es la noche" o "Hermosos y malditos" y va dirigida a su hija Frances Scott (Scottie) Fitzgerald.  Hace poco, esta última ha publicado un libro donde se recogen las cartas recibidas de su padre, con quien mantenía una difícil relación, pero que según explica ella son escritos rebosantes de sabiduría y buenos consejos.

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons. Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

lunes, 21 de septiembre de 2020

Gregory Peck nos presenta al mejor actor del mundo


"Llegue a Hollywood y me llevaron ante Louis B. Mayer, la persona más poderosa de la Metro. Apenas entré en su despacho me miró fijamente y me dijo: "Tú... he aquí un contrato por siete años. Firmalo". Le dije: "Señor Mayer, estoy dispuesto a firmar contrato por una película". El respondió: "Muchacho, mírame a los ojos, cerca". Lo hice y parecían buenos e inocentes como los de un niño. "Estos ojos, muchacho, son los ojos de un padre. ¿Y sabes de quién soy padre? De Robert Taylor, de Clark Gable, de Greta Garbo... soy el padre de todos ellos. Gregory, ¿quieres tu también ser mi hijo? Firma este contrato". le volví a responder que no. El insistió. "Se me parte el corazón, se me parte el corazón viendo como destruyes tu carrera, ignoras una fortuna, como echas al agua tu futuro". Luego, de pronto, me echó los brazos al cuello y se puso a llorar de veras: "Si, uno de mis hijos, el predilecto, el mejor actor del mundo. Firma este contrato". Le repetí que no y cuando me iba, al volverme, vi que estaba sentado a su mesa secándose las lágrimas. Me marché convencido de que nunca sería el mejor actor del mundo, entre otras cosas porque el actor más grande del mundo ya existía y era él, Louis B. Mayer... Lo de la Metro no cuajó, pero debuté con la RKO."

Menudo pájaro tenía que ser Louis B. Mayer, el todopoderoso presidente de la Metro Goldwyn Mayer. Las palabras de Gregory Peck narran su llegada a Hollywood desde Broadway, siempre mirando ambiciosamente hacía arriba y cómo se lo rifaban los estudios que intuyendo para él horizontes de grandeza intentaban echarle el lazo de la misma forma que a otras prometedoras estrellas. Muestra del interés que despertaba el actor en el mundo del cine es que en su segunda película, en el mismo año de su debut, ya estuvo nominado para el Oscar por "Las llaves del reino" (1944 - John Sthal) y no tardaría mucho en rodar películas como "Recuerda" (1945 - Hitchcock) o "Duelo al sol" (1946 - King Vidor) y en acumular 4 nominaciones a los Oscar en esa década de los 40. Y es que aquella pertinaz defensa de su independencia ante los estudios le permitió actuar para los mejores directores y en proyectos de su total elección. Los estudios se lo disputaban y en una película bien podía trabajar para la RKO y en la siguiente para Universal Pictures, la MGMUnited Artist o la Fox, para continuar con un trabajo para Selznick o un estudio pequeño con un proyecto interesante. Y por supuesto, no tardó mucho en trabajar para la MGM, y hacer que Louis B. Mayer pasara por el aro. Ya en 1945 hizo para este estudio la película "El valle del destino", pero eso si, en base a contratos de una sola película. El chico, consciente de su valía, sabía que tenía el mundo en sus manos y lo que debía hacer para evitar las ataduras que sometieron a muchos otros grandes actores a las tiránicas condiciones de los estudios. El Oscar llegó en 1962 por "Matar a un ruiseñor" (Robert Mulligan) con la Universal. No cabe duda de que este Atticus se las sabía todas.

Fuentes: El párrafo inicial pertenece a una entrevista al actor realizada por Broderick Moore para Fotogramas en 1976 y recuperada por Lluis Bonet Mojica en su libro "Casa de citas. Hollywood habla" (T&B - 2002).

Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro. Se enlaza la Fuente Original

domingo, 20 de septiembre de 2020

Don Miguel de Cervantes no se apellidaba "Saavedra"


Todos creemos tener una imagen clara del rostro de Cervantes y sin embargo no existe ningún retrato fidedigno de su persona. El que le dedicó Juan de Jaúregui (arriba) parece acomodarse más a lo que esperábamos del escritor que a la realidad; baste decir al respecto que Cervantes llevaba gafas al estilo de Quevedo y conservaba en su edad adulta tan solo seis dientes. El escritor era sin duda todo un aventurero que se vio involucrado en duelos y disputas, participó como soldado en importantes batallas como la de Lepanto y por avatares de la vida llegó a ser esclavizado, encarcelado, fugitivo y hasta excomulgado. Una vida intensa sin duda. 

El conocido como "Manco de Lepanto", no lo era en realidad, no llegó a perder la mano izquierda aunque esta la tenía totalmente inutilizada y atrofiada tras recibir un disparo en la misma (y dos más en el pecho) en la citada batalla. En la época decir manco acogía también el significado de tullido y ahí quedó. Pero el caso es que Cervantes parecía estar llamado a escribir "El Quijote" con una sola mano, de hecho ya estuvo a punto muchos años antes, cuando fue condenado a perder "con berguença pública" la mano derecha tras ser condenado por haber herido a un tal Antonio Sigura; algo que solo evitó poniendo pies en polvorosa y marchándose a Italia donde no alcanzaban los largos brazos de la ley. 

Ya fuera por la mano derecha o por la izquierda como al final fue, parecía Cervantes estar predestinado a ganarse el sobrenombre de Saavedra. Y es que en realidad el apellido Saavedra no era suyo ni aparece en su familia, es más, nunca firmó como tal en escritos anteriores a 1585. Todo parece indicar que durante sus más de cinco años de cautiverio en Argel, donde le creían persona principal, era apodado en el dialecto argelino como "Shaibedraa", o lo que es lo mismo "brazo defectuoso", por lo que no es extraño que tras ser liberado en 1580 y tras pasar años identificándose con esa palabra, castellanizara el apodo y lo sumara a su nombre convirtiéndose desde entonces en Miguel de Cervantes Saavedra, o lo que es lo mismo Miguel de Cervantes "El manco", tal era el orgullo que tenía de sus heridas en la batalla de Lepanto. 

El mejor retrato que nos ha llegado de Cervantes es la descripción que de él mismo hizo el escritor en 1613 en las "Novelas ejemplares" donde decía de su persona:

«Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y esos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; este digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. 
Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria».

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

sábado, 19 de septiembre de 2020

Franz Kafka, el cartero de muñecas.


Años después de la muerte de Franz Kafka, su compañera sentimental Dora Diamant contó la maravillosa historia que le ocurrió al escritor en un parque berlinés poco antes de morir. Allí, con el único propósito de consolar a una niña que lloraba desconsolada por la pérdida de su muñeca, se convirtió en el imaginario cartero de la muñeca que a través suya le hacía llegar cartas a la niña para convencerla de que no se había perdido y contarle sus viajes y aventuras. Las cartas por supuesto estaban escritas por Kafka, en lo que constituye un hermoso acto de bondad y humanismo. Basándose en el relato de Dora Diamant, que apuntaba que Kafka se entregaba a la escritura de aquellas cartas, una diaria durante tres semanas, con la misma intensidad y nerviosismo con que se sumergía en cualquiera de sus obras, se han escrito libros sobre ese momento mágico y la historia fue muy bien reseñada por Paul Auster en su libro "Broklyn Follies", de donde entresacamos el pasaje en cuestión:

[…] “Estamos en el último año de la vida de Kafka, que se ha enamorado de Dora Diamant, una chica polaca de diecinueve o veinte años de familia hasídica que se ha fugado de casa y ahora vive en Berlín. Tiene la mitad de años que él, pero es quien le infunde valor para salir de Praga, algo que Kafka desea hacer desde hace mucho, y se convierte en la primera y única mujer con quien Kafka vivirá jamás. Llega a Berlín en el otoño de 1923 y muere la primavera siguiente, pero esos últimos meses son probablemente los más felices de su vida. A pesar de su deteriorada salud. A pesar de las condiciones sociales de Berlín: escasez de alimentos, disturbios políticos, la peor inflación de la historia de Alemania. Pese a ser plenamente consciente de que tiene los días contados.

Todas las tardes Kafka sale a dar un paseo por el parque. La mayoría de las veces, Dora lo acompaña. Un día, se encuentra con una niña pequeña que está llorando a lágrima viva. Kafka le pregunta qué le ocurre, y ella contesta que ha perdido su muñeca. Él se pone inmediatamente a inventar un cuento para explicarle lo que ha pasado. “Tu muñeca ha salido de viaje”, le dice. “¿Y tú cómo lo sabes?”, le pregunta la niña. “Porque me ha escrito una carta”, responde Kafka. La niña parece recelosa. “¿Tienes ahí la carta?”, pregunta ella. “No, lo siento”, dice él, “me la he dejado en casa sin darme cuenta, pero mañana te la traigo.” Es tan persuasivo, que la niña ya no sabe qué pensar. ¿Es posible que ese hombre misterioso esté diciendo la verdad? Kafka vuelve inmediatamente a casa para escribir la carta. Se sienta frente al escritorio y Dora, que ve como se concentra en la tarea, observa la misma gravedad y tensión que cuando compone su propia obra. No es cuestión de defraudar a la niña. La situación requiere un verdadero trabajo literario, y está resuelto a hacerlo como es debido. Si se le ocurre una mentira bonita y convincente, podrá sustituir la muñeca perdida por una realidad diferente; falsa, quizá, pero verdadera en cierto modo y verosímil según las leyes de la ficción.

Al día siguiente, Kafka vuelve apresuradamente al parque con la carta. La niña lo está esperando, y como todavía no sabe leer, él se la lee en voz alta. La muñeca lo lamenta mucho, pero está harta de vivir con la misma gente todo el tiempo. Necesita salir y ver mundo, hacer nuevos amigos. No es que no quiera a la niña, pero le hace falta un cambio de aires y por tanto deben separarse durante una temporada. La muñeca promete entonces a la niña que le escribirá todos los días y la mantendrá al corriente de todas sus actividades.

Ahí es donde la historia empieza a llegarme al alma. Ya es increíble que Kafka se tomara la molestia de escribir aquella primera carta, pero ahora se compromete a escribir otra cada día, única y exclusivamente para consolar a la niña, que resulta ser una completa desconocida para él, una criatura que se encuentra casualmente una tarde en el parque. ¿Qué clase de persona hace una cosa así? Y cumple su compromiso durante tres semanas, Nathan. Tres semanas. Uno de los escritores más geniales que han existido jamás sacrificando su tiempo (su precioso tiempo que va menguando cada vez más) para redactar cartas imaginarias de una muñeca perdida. Dora dice que escribía cada frase prestando una tremenda atención al detalle, que la prosa era amena, precisa y absorbente. En otras palabras, era su estilo característico, y a lo largo de tres semanas Kafka fue diariamente al parque a leer otra carta a la niña. La muñeca crece, va al colegio, conoce otra gente. Sigue dando a la niña garantías de su afecto, pero apunta a determinadas complicaciones que han surgido en su vida y hacen imposible su vuelta a casa. Poco a poco, Kafka va preparando a la niña para el momento en que la muñeca desaparezca de su vida por siempre jamás. Procura encontrar un final satisfactorio, pues teme que, si no lo consigue, el hechizo se rompa. Tras explorar diversas posibilidades, finalmente se decide a casar a la muñeca. Describe al joven del que se enamora, la fiesta de pedida, la boda en el campo, incluso la casa donde la muñeca vive ahora con su marido. Y entonces, en la última línea, la muñeca se despide de su antigua y querida amiga.

Para entonces, claro está, la niña ya no echa de menos a la muñeca. Kafka le ha dado otra cosa a cambio, y cuando concluyen estas tres semanas, las cartas la han aliviado de su desgracia. La niña tiene la historia para habitar un mundo imaginario, las penas de este mundo desaparecen. Mientras la historia sigue su curso, la realidad deja de existir. […]”

Por supuesto, los estudiosos de la obra de Kafka intentaron localizar a la niña y las cartas, un tesoro que completaría todavía más el conocimiento del escritor y su obra, pero todos los esfuerzos fueron en vano. Y puede que sea mejor así, hay que ser respetuosos con la intimidad de las muñecas.

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

viernes, 18 de septiembre de 2020

La nueva película de Jack Lemmon


Dicen que cuando el emperador Augusto agonizaba pidió un espejo y se arregló un poco el cabello para disimular los estragos de la enfermedad. Después pidió que entraran sus amigos más escogidos para despedirse y les dijo: ¿Os parece que he representado bien esta farsa de la vida? y añadió instantes antes de morir aquella fórmula con la que terminaban las comedias griegas: "Si os ha gustado, batid palmas y aplaudid al autor".

Con Jack Lemmon, uno de los actores preferidos de Billy Wilder, el aplauso habría sido infinito, tal era la calidad de sus comedias: desde "Con faldas y a lo loco", a "El apartamento" o "Irma la dulce". Aunque después, como ocurre con muchos magos de la risa, se destapó como un inmenso actor dramático con obras como: "El síndrome de China", "Desaparecido" o "Éxito a cualquier precio", algo que en realidad ya se sabía desde la muy temprana "Días de vino y rosas". El caso es que cuando Jack Lemmon falleció con 76 años en 2001, a causa de un cáncer de vejiga, parece que estaba dispuesto a recibir todos los aplausos que se quisieran dar por lo que el consideraba "una película terminada", pero que ni mucho menos sería la última. Lemmon, al estilo de su Profesor Fate, contaba con un elaborado plan en la cabeza y no le cabía duda de que, de salirle bien, su carrera duraría mucho más de un siglo. De este modo se hizo enterrar en el cementerio Westwood Village Memorial Park de Los Ángeles y como epitafio en su tumba colocó parte de los créditos de una futura película: "JACK LEMMON in". De sobra sabía que en el mismo cementerio coincidiría con buenos colegas, de hecho a escasos metros suya está enterrado Walter Matthau, su compañero en tantas comedias que murió un año antes y Billy Wilder, su director más querido no tardaría en llegar, tan solo un año después. Casi parece que acudieran a una cita... en el mismo lugar y casi a la misma hora. Con estos indicios no sería raro que esa extraña pareja de gruñones que son Lemmon y Matthau estuvieran rodando una nueva entrega de sus andanzas con la que auparse de nuevo a la primera plana de la actualidad. A lo mejor Marilyn, que está en el mismo cementerio, también tiene un papelito... aunque claro, eso solo si Billy Wilder se siente con fuerzas. ¿A alguien le apetecería verlos de nuevo en acción?

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jueves, 17 de septiembre de 2020

Albert Einstein: ¿Rezan los científicos?


El 24 de enero de 1936, Albert Einstein contestaba por carta a una niña llamada Phyllis que le había preguntado: "¿Rezan los científicos?" Comedido siempre, el físico le dedicó estas palabras:

“Estimada Phyllis: (…) Los científicos creen que todo cuanto sucede, incluidos los asuntos de los seres humanos, se debe a las leyes de la naturaleza. Por consiguiente, un científico no tenderá a creer que el curso de los acontecimientos pueda verse influido por la oración, es decir, por la manifestación sobrenatural de un deseo. No obstante, hemos de admitir que nuestro conocimiento real de esas fuerzas es imperfecto, de manera que, al final, creer en la existencia de un espíritu último y definitivo depende de una especie de fe. Es todavía una creencia generalizada incluso ante los logros actuales de la ciencia. Al mismo tiempo, todo aquel que se dedica seriamente a la ciencia termina convencido de que algún espíritu se manifiesta en las leyes del universo, un espíritu muy superior al del hombre. Así, la dedicación a la ciencia conduce a un sentimiento religioso un tanto especial, sin duda muy diferente de la religiosidad de alguien más cándido. Saludos cordiales, A.Einstein”.

Einstein tuvo que dedicar muchas palabras en su vida a explicar su idea de Dios y de la religiosidad, una aspecto este último sobre el que tenía ideas muy claras y que le llevaban a declararse como un ser religiosamente maravillado por el orden del universo. Algunas citas muy interesantes al respecto:

"La cosa más bella que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de toda verdad y ciencia. Aquel para quien esa emoción es ajena, aquel que ya no puede maravillarse y extasiarse ante el miedo, vale tanto como un muerto: sus ojos están cerrados... Saber que lo impenetrable para nosotros existe realmente, manifestándose como la prudencia máxima y la belleza más radiante que nuestras torpes capacidades pueden comprender tan sólo en sus formas más primitivas... Este conocimiento, este sentimiento, se encuentran en el centro de la verdad religiosa. En ese sentido, y sólo en ese sentido, pertenezco a las filas de los hombres religiosos devotos". (Lo que creo - 1930)

"Sentir que detrás de cualquier cosa que pueda ser experimentada existe un algo que nuestra mente no puede captar y cuya belleza y sublimidad nos alcanza indirectamente y como un débil reflejo, eso es religiosidad. En ese sentido yo soy religioso".

"No soy ateo, y no creo que pueda llamarme panteísta. Estamos en la posición de un niño que entra en una biblioteca llena con libros en muchos lenguajes diferentes. El niño sabe que en esos libros debe haber algo escrito, pero no sabe qué. Sospecha levemente que hay un orden misterioso en el ordenamiento de esos libros, pero no sabe cuál es. Me parece que esa debería ser la actitud de incluso los seres humanos más inteligentes hacia Dios. Vemos el universo maravillosamente ordenado y obedecemos ciertas leyes, pero sólo entendemos levemente estas leyes. Nuestras mentes limitadas captan la misteriosa fuerza que mueve las constelaciones. Estoy fascinado por el panteísmo de Spinoza, pero admiro más la contribución de él al pensamiento moderno, porque fue el primer filósofo que pensó en el alma y el cuerpo como una sola cosa y no como dos cosas separadas".

"Difícilmente encontraréis entre los talentos científicos más profundos, uno solo que carezca de un sentimiento religioso propio. [...] Pero el científico está imbuído del sentimiento de la causalidad universal. Para él, el futuro es algo tan inevitable y determinado como el pasado. En la moral no hay nada divino: es un asunto puramente humano. Su sentimiento religioso adquiere la forma de un asombro extasiado ante la armonía de la ley natural, que revela una inteligencia de tal superioridad que, comparados con ella, todo el pensamiento y todas las acciones de los seres humanos no son más que un reflejo insignificante". (Carta a Verlag de 1936)

Y si clara era su idea de la religiosidad como extasiado asombro ante el orden y perfección del universo, no lo era menos su posición ante Dios:

"La palabra Dios no es para mí nada más que la expresión y el producto de debilidades humanas; la Biblia, una colección de leyendas admirables, pero también largamente primitivas que de todas formas resultan infantiles. Ninguna interpretación, sin importar cuán sutil sea, puede (para mí) cambiar esto…" (Carta del 3 de enero de 1954, al filósofo Erich Gutkind)

"Era, por supuesto, una mentira lo que usted leyó acerca de mis convicciones religiosas, una mentira que está siendo repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y nunca he negado esto, sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pueda llamarse religioso no es sino la ilimitada admiración por la estructura del mundo tanto como la ciencia puede revelarla". (Carta 24 de marzo de 1954)

"Con respecto a Dios, no puedo aceptar ningún concepto basado en la autoridad de la Iglesia. Desde que tengo uso de razón me ha molestado el adoctrinamiento de las masas. No creo en el miedo a la vida, en el miedo a la muerte, en la fe ciega. No puedo demostrar que no haya un dios personal, pero si hablara de él, mentiría. No creo en el dios de la teología, en el dios que premia el bien y castiga el mal. Mi dios creó las leyes que se encargan de eso. Su universo no está gobernado por quimeras, sino por leyes inmutables."

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - (Licencia CC BY-SA 4.0) - Se enlaza Fuente Original

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Leonardo da Vinci busca empleo


El trabajo es el trabajo y cuando no se tiene hay que buscarlo desesperadamente. Hasta Leonardo da Vinci, ya con treinta años, hubo de relatarle al mecenas y Duque de Milán Ludovico Sforza por medio de una carta, una reseña de sus habilidades casi al estilo de un curriculum actual. Curiosamente más que como artista se presentó a si mismo como hábil ingeniero militar y detalló las creaciones que podrían hacer invencible al Duque y su eficacia para destruir al enemigo. Leonardo se presentaba así, en una carta que ahora se encuentra en el "Codici Atlántico":

Mi ilustrísimo señor

Habiendo visto y reflexionado ampliamente sobre las pruebas de todos aquellos que se consideran maestros e inventores de instrumentos de guerra, y habiendo descubierto que su invención y su uso de dichos instrumentos no difiere en nada de la práctica común, me siento animado, sin que ello perjudique a ninguna otra persona, a ponerme en comunicación con su Excelencia para informarlo acerca de mis secretos, y ofrecerme, a su placer, para demostrarle efectivamente en cualquier momento que sea conveniente, todos aquellos asuntos que se registran brevemente a continuación.

1. Tengo planos para toda clase de puentes ligeros, fuertes y fáciles de transportar, con los que perseguir al enemigo, o en ocasiones huir de él, robustos e indestructibles tanto por medio del fuego como en la batalla, cómodos y fáciles de colocar, así como de retirar. También dispongo de los medios para quemar y destruir los del enemigo.

2.Cuando un lugar está bajo asedio, sé cómo cortar el agua desde las trincheras y cómo construir una cantidad infinita de escaleras y otros instrumentos…

3. Si, a causa de la altura del terraplén y de la impenetrabilidad del lugar o de su ubicación, fuese imposible bombardearlo para reducirlo, conozco métodos para destruir cualquier ciudadela o fortaleza, incluso si ha sido construida sobre una roca.

4. Tengo planos para hacer cañones, muy convenientes y fáciles de transportar, con los cuales so podrían lanzar piedritas muy pequeñas, casi a la manera de granizo.

5. Y si sucediera que el encuentro es en el mar, tengo planos para construir muchas máquinas muy apropiadas para el ataque o la defensa, y naves que pueden resistir el fuego de los más pesados cañones, y la pólvora y el humo.

6. También tengo formas de llegar a un cierto punto a través de cavernas y pasajes secretos, construidos sin ruido aunque sea menester pasar debajo de un río.

7. También puedo construir carros cubiertos, seguros e inexpugnables, que pueden romper las apretadas filas del enemigo con artillería, y no hay compañía de hombres armados tan poderosa que no pueda ser destruida de esta manera. Y detrás de la artillería, la infantería puede entrar sin daño y sin oposición.

8. También, si fuere necesario, puedo fabricar cañones, morteros y artillería ligera, con formas muy hermosas y útiles, muy diferentes de las de uso común.

9. Allí donde no sea posible emplear cañones, puedo suministrar catapultas, mandrones, trampas y otras máquinas de maravillosa eficiencia que no son de uso general. En resumidas cuentas, puedo suministrar, en la medida en que las diversas circunstancias así lo requieran, una cantidad infinita de máquinas de ataque y defensa.

10. En tiempos de paz, creo que puedo satisfacerlo tan completamente como cualquier otro en la arquitectura, en la construcción de edificios tanto públicos como privados, y en la conducción del agua de un lugar a otro.

11. También puedo ejecutar esculturas en mármol, bronce o arcilla, y pinturas, en lo cual mi trabajo aguanta la comparación con el de cualquier otro, quienquiera que sea.

12. Es más: me comprometo a llevar a cabo el trabajo del caballo de bronce que habrá de darle a la auspiciosa memoria de su padre el Príncipe, y de la ilustre casa de los Sforza, gloria inmortal y honor eterno.

Y si cualquiera de las cosas anteriormente mencionadas pareciera imposible o impracticable a alguien, me ofrezco para hacer demostración de ellas en su parque o en cualquier lugar que a su Excelencia le plazca, y a usted me encomiendo con toda la humildad posible.

La carta se estima que fue escrita hacia 1483 y convenció al Duque de Sforza que contrató a Leonardo a su servicio. Para el diseñaría fiestas y espectáculos con decoraciones suntuosas, se dedicó a crear obras de arte que le valdrían el título del "Apeles florentino", un reconocimiento solo reservado para los grandes pintores, se atrevió con proyectos arquitectónicos, esculturas (no logró finalizar el famoso caballo que precisaba de 60 toneladas de bronce que desafortunadamente fueron destinadas a cañones) y dio rienda suelta a una imaginación desbordante que lo convertiría en la mente más versátil y prodigiosa de la historia.

Imagen: Retrato de Leonardo da Vinci tomado de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

martes, 15 de septiembre de 2020

"Educar": Fermín Gainza - Comienza el colegio


“Educar”

Educar es lo mismo
que poner motor a una barca…
hay que medir, pesar, equilibrar…
… y poner todo en marcha.
Para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia
concentrada.
Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.
Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera
enarbolada.

Este maravilloso poema, erróneamente atribuido a Gabriel Celaya, es obra en realidad del poeta argentino Hermano Fermin Gaínza, miembro de la Orden Lasaliana. El poema viene recogido en el libro "Casi puro rezo" (Edit. Stella - Buenos Aires - 1982). 

Desconozco el autor o título de la preciosa fotografía con el que la añorada amiga Alma libre acompañó este hermoso poema cuando hace ya años nos lo descubrió en nuestra página de facebook. 

lunes, 14 de septiembre de 2020

Bertrand Russell Vs "Blade Runner"

Todo buen cinéfilo guarda en su memoria más de una escena de Blade Runner (Ridley Scott - 1982), y no dudo que son legión los que son capaces de repetir palabra por palabra el parlamento que bajo la lluvia dice el replicante Roy Batty (Rutger Hauer) a su perseguidor Rick Deckard (Harrison Ford) momentos antes de morir. Un magnífico momento que merece la pena recordar:

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir."

El monólogo había sido escrito para la película por David Webb y fue redondeado y mejorado por el propio Rutger Hauer la noche antes de la filmación añadiendo la que posiblemente sea su parte más poética, aquella que decía: "todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvía".

El caso es que ayer, leyendo cosillas de aquí y de allá, me encontré con un fragmento del libro "La perspectiva científica", escrito por el filósofo Bertrand Russell en 1931 que me resultó muy curioso. En sus palabras se vuelven grandiosos pequeños momentos que casi todos hemos vivido y que a veces no valoramos lo suficiente. Por su estructura me recordó de inmediato al de Roy Batty en la película y pronto tuve claro que no me haría falta ver los rayos-c  en la Puerta de Tannhäuser para haber sido testigo de otros milagros de la naturaleza, accesibles para todo aquel que "simplemente" sepa mirar. Russell dice así:

"Cuando llegue la hora de mi muerte, no sentiré haber vivido en vano. Habré visto los crepúsculos rojos de la tarde, el rocío de la mañana y la nieve brillando bajo los rayos del sol universal; habré olido la lluvia después de la sequía y habré oído el Atlántico tormentoso batir contra las costas graníticas de Cornualles"

Imagen: 
Bertrand Russell. Tomada de Wikimedia Commons. Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Bertrand_Russell_cropped.jpg

domingo, 13 de septiembre de 2020

"En paz" - Amado Nervo


Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

El poema "En paz" es obra del poeta mexicano Amado Nervo

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Amado_Nervo#/media/File:Amado_nervo_el_grafico.jpg

"In the Ghetto": A medio camino entre Elvis y "El principe Gitano"

Dice la canción:

"Mientras la nieve cae, una fría y gris mañana en Chicago un pobre bebe está naciendo en el ghetto. Y su madre llora, porque si hay una cosa que ella no necesita es otra boca hambrienta que alimentar en el ghetto. 

Gente, ¿no lo entendéis? El niño necesita que le echen una mano o crecerá para ser un hombre furioso algún día. Échanos un vistazo a ti y a mí, ¿estamos demasiado ciegos para ver o simplemente giramos la cabeza y miramos hacia otro lado? 

Mientras el mundo gira, un pequeño niño hambriento y moqueando juega en la calle mientras el frío viento sopla en el ghetto.  Y su hambre le quema, así que empieza a vagar por las calles en la noche y aprende a robar y aprende a luchar en el ghetto. 

Entonces, en una noche de desesperación el joven chico rompe con todo. Compra una pistola, roba un coche, trata de escapar pero no llega lejos. Y su madre llora. 

Mientras la multitud se reúne alrededor, un joven hombre furioso se desvanece en la calle con una pistola en la mano, en el ghetto. Y mientras su joven hijo muere, en una fría y gris mañana de Chicago otro pobre bebe nace en el ghetto. 

Y su madre llora....

La canción fue escrita por Mac Davis y es uno de los títulos más recordados de la etapa de madurez de Elvis Presley. Fue en 1969 cuando la incluyó en su álbum "From Elvis in Memphis" resultando un éxito inmediato. La canción, que por ese mensaje de la historia repetida interminablemente para los desfavorecidos se llamó en principio "Circulo vicioso", se hizo tremendamente popular en España, más allá de por el propio Elvis, por el cantante conocido como "El Principe Gitano" (Enrique Castellón Vargas), un magnífico cantante (recientemente fallecido por el dichosos coronavirus) que ha sido injustamente tratado por su singular decisión de cantar este tema, con el mismo "inglés inventao" con el que muchos de nosotros tarereamos otras canciones continuamente. Ahora, leyendo la traducción de la letra pienso en las posibles motivaciones del cantante. Para él, nacido en el seno de una familia gitana dedicada a la venta ambulante y tratos de ganado, seguramente la letra de la canción tenía mucho más significado que para todos los demás; no hacía falta que las palabras fueran diáfanas para trasladar el dolor de una comunidad, la gitana, que siempre lo ha tenido difícil. Si ya no entendíamos sus demandas cuando nos las decían en castellano, que más da que nos las cantaran de esa forma tan singular, de que nos hicieran ver que no hace falta ir hasta Chicago, que también cerca de nosotros, en aquel entonces y todavía hoy, sigue habiendo ghettos donde las madres continúan llorando por hijos que se ven empujados a una vida que nadie desea. La pobreza es lo que tiene...


La fotografía es de una familia irlandesa en 1901, obra de la Sra. Charles O'Connor.

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons. Dominio Público (CC0). Enlazamos la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Dublin_Slum_dwellers_1901_cropped.jpg

sábado, 12 de septiembre de 2020

Las ardientes clases de "francés" de Carole Lombard

 “Vivo según un código de hombres diseñado para encajar en un mundo de hombres. Sin embargo, nunca olvido que el primer deber de una mujer es elegir el color de labios apropiado”

Y es que Carole Lombard sabía muy bien como darle un toque de color, no solo a sus labios, sino también a la vida, que aunque fue corta, -murió en un trágico accidente de aviación con solo 33 años- supo vivirla intensamente. La Lombard era una maravillosa actriz de apariencia sofisticada, elegante y glamurosa, pero también es cierto que al más puro estilo de Ava Gardner era extrovertida, descarada y ciertamente deslenguada, hasta el punto de dejar callado a un camionero cuando quisiera. Sobre esto hay una anécdota muy curiosa que cuenta Anita Loos en su libro "Adiós a Hollywood con un beso":

"Recuerdo una ocasión cuando Carole paseaba por una calle y el conductor de un camión que pasaba se ofreció a llevarla. Carole aceptó, y como el conductor era un hombre de compañía agradable, fue con él todo el camino hasta Bakersfield. Muy pronto el joven se dio cuenta de que llevaba un ángel a su lado. "Sabes una cosa, nena?" - dijo vacilante. "Me recuerdas a Carole Lombard". "Si me comparas con esa furcia barata, me bajaré de tu camión" exclamó Carole enfurecida. Y el conductor le pidió disculpas"

Era una mujer fantástica pero parecía carecer de sentido del pudor, al menos eso cuenta Kenneth Anger en su libro "Hollywood Babilonia", quien se hacía eco de las palabras del ex-actor y decorador William Haines, que tras ser contratado por la Lombard para decorar su casa en 1934 contaba: “Atónito la vi desnudarse por completo, sin dejar de mirarme un segundo, ni de hablar. Nunca llevaba sostén; y a veces ni calzones.”

Una de las parejas más glamurosas de la historia del cine fue la que formó con Clark Gable. Ya se conocían de años atrás, pero el fuego se encendió en una fiesta de disfraces ofrecida en 1936 por el millonario John Hay Whitney. Los asistentes a la fiesta debían ir vestidos necesariamente de blanco, y Lady Lombard siempre dispuesta a jugar con cada situación se presentó en la fiesta en una ambulancia blanca, vestida con un camisón blanco, e hizo que unos enfermeros la llevaran en camilla hasta el centro de la pista de baile. Una entrada sin duda espectacular y humorística. Esa noche no dejo de bailar con Clark Gable, con el que terminaría casándose en 1939.

Se decía de Lombard que tenía pocos filtros a la hora de pensar lo que decía, lo que casaba mal con esa tendencia suya de buscar un puntito de humor en todo; puede que por eso mismo, cuando volvía de su luna de miel con Clark Gable le dijo a un periodista que le preguntaba por el viaje con su nuevo esposo:  “Es un gran amante en el cine, pero un desastre en la cama.”

La que al parecer sí que tenía recursos suficientes en la cama, según contaba la cotilla de Anita Loos en el libro ya citado era la Lombard: 

"Ahora se puede decir que Clark (Gable) requería asistencia para estar a la altura de su apariencia viril y que Carole (Lombard) era la esposa para dársela. Un día, en una fiesta solo para mujeres, Carole nos explicó un incidente: se había hecho amiga de las demás que merodeaban por el cuartel de los músicos, y una de ellas le había contado uno de sus secretos profesionales, conocido por el misterioso nombre de "francés de peppermint". Se necesitaban diez centavos de esencia de peppermint que se utilizaban sin diluir, como enjuague bucal antes de una cita. Carole siguió las instrucciones y, al entrar una noche a su dormitorio, encontró a Clark profundamente dormido. Ello le dio una idea. ¿Por qué no añadir un elemento de sorpresa a la innovación que suponía la esencia de menta? Sin despertar a Clark, siguió adelante con toda suavidad, lo que hizo que su héroe, sorprendido por el repentino ardor provocado por el peppermint, saltara de la cama y se dislocara un tobillo"

Si alguien busca nuevas experiencias y se decide a probar el truco, que siempre hay personas exploradoras y temerarias, y termina con un tobillo dislocado o ardientemente afectado por sofocantes efectos secundarios, no nos hacemos responsables .


Fuentes: A partir de:
1.- Las anécdotas del Libro de Anita Loos se recogen en el libro "Regreso a la casa de citas" de Lluis Bonet Mojica.
3.- Hollywood Babilonia - Kenneth Anger

Imágenes: Todas cortesía de la estupenda página Doctor Macro. Enlace a fuentes originales:
1.- https://www.doctormacro.com/Images/Lombard,%20Carole/Annex/Annex%20-%20Lombard,%20Carole_06.jpg
2.- https://www.doctormacro.com/Images/Lombard,%20Carole/Annex/Annex%20-%20Lombard,%20Carole%20(To%20Be%20or%20Not%20to%20Be)_02.jpg
3.- https://www.doctormacro.com/Images/Lombard,%20Carole/Annex/Annex%20-%20Lombard,%20Carole%20(No%20Man%20of%20Her%20Own)_04.jpg

viernes, 11 de septiembre de 2020

Las otras pasiones de Goya


 "En dos cosas era mi amo incorregible: en su afición a los toros y en su afición a las hijas de Eva"

Así se expresaba, Antonio Trueba, criado de nuestro  admirado Francisco de Goya y Lucientes. El pintor, que dedicó decenas de grabados al mundo del toro, tenía, a parte de otros motivos, una tendencia muy personal a recoger parte de sus recuerdos taurinos en todas aquellas obras, un afán que mantenía incluso a edad ya avanzada, no en vano, Goya en su juventud había sido maletilla y novillero, habiendo recorrido gran parte de Andalucía enrolado en una cuadrilla; de hecho no dudó en autorretratarse, vestido de torero y con el capote en la mano en la obra titulada "La novillada" (Museo del Prado). Más inesperada es su relación con las faldas, pues más allá de su más que probable romance con la Duquesa de Alba y ese espectacular desnudo de "La maja" (Pepita Tudó) en el que por primera vez en la historia de la pintura aparece el vello púbico de la mujer, Goya debía ser un hombre ciertamente apasionado. Se cuenta que encontrándose Goya en su estancia en Roma, donde viajó por sus propios medios para estudiar los clásicos, se enamoró perdidamente de una jovencita. Con sus veintipocos años el hecho de que su severo padre la encerrara en un convento para ponerla a salvo de sus anhelos, no supusieron un obstáculo definitivo para el joven pintor, quien sin encomendarse a Dios ni al diablo se introdujo de noche en el convento con la intención de raptar a su amada. No tuvo suerte y descubierto en el intento fue retenido por las monjas. En las primeras biografías del pintor se dice que este incidente motivó que "solamente" fuera expulsado de Roma tras la intercesión del embajador de España en la Santa Sede. 

En la fotografía podemos ver una ilustración de la revista "Blanco y Negro" (nº 847) titulada "Una modelo de Goya", obra de Enrique Esteván (con v).

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:1907-07-27,_Blanco_y_Negro,_Una_modelo_de_Goya,_Enrique_Estevan.jpg