jueves, 10 de septiembre de 2020

La muerte de Humphrey Bogart

"Era uno de los mejores tipos que he conocido en mi vida. Iba directo al grano. Nada de quizá. Sí o no. Le gustaba beber. Bebía. Le gustaba navegar. Navegaba. Era un actor. Era feliz y estaba orgulloso de ser actor"

Así recordaba Katharine Hepburn a Bogart, su compañero en "La reina de Africa". El último trabajo cinematográfico del actor fue "Más dura será la caida" (The harder they fall - 1956), una sensacional película sobre el sórdido mundo del boxeo y la corrupción que le rodea, dirigida por Mark Robson. Bogie ya estaba gravemente enfermo durante su filmación, aunque al comenzar todavía no lo sabía. Se cuenta que solía llegar tarde al rodaje, cosa que nunca antes le había ocurrido y que se mostraba extrañamente impaciente y enojado, discutía con el director por nimiedades y se marchaba a su camerino refunfuñando. Su tos era muy persistente y podía llegar a tener accesos de hasta medía hora. Mostraba serias dificultades para comer y su carácter se había vuelto un tanto irascible. Ante este anómalo estado de salud le convencieron para que fuera al médico, enterándose semanas más tarde que sufría un cáncer de esófago. La cosa era realmente sería y en febrero de 1956 era operado en un Hospital de Washington, lo que terminó de desatar miles de rumores en la prensa sobre su supuesta muerte. La cosa llegó a tal extremo que el propio Bogart, ayudándose de su amigo, el periodista Joe Hyams, hizo llegar una carta a los medios, cargada de ironía y humor negro, como no podía ser de otra manera en un tipo como él:

"He leído que me habían extirpado los dos pulmones; que no iba a vivir media hora más; que estaba luchando a vida o muerte en un hospital de Hollywood que no existe; que mi corazón se ha parado y lo han sustituido por la vieja bomba de una difunta gasolinera de Standard Oil. Que voy camino de casi todos los cementerios imaginables de aquí al río Mississippi, incluidos varios en los que estoy seguro de que sólo admiten perros. Todo lo cual disgusta a mis amigos, por no decir nada de las compañías de seguros... Tuve un pequeño tumor maligno en el esófago. Para evitar que algunos de ustedes tengan que acudir al departamento de documentación, les diré que se trata del tubo que une la garganta con el estómago. La operación para extirpar el tumor fue un éxito, aunque durante algún tiempo no se supo si quien iba a sobrevivir era el tumor o yo... Como dicen en Washington, ahora soy mejor persona que nunca, y todo lo que necesito son unos 15 kilos de peso que, no me cabe la menor duda, algunos de ustedes podrían prestarme. Tal vez se pueda poner en marcha algo así como un Banco de Peso para Bogart..., y les aseguro que no pienso poner reparos en cuanto a las partes de sus anatomías de donde proceda..."

Pero la operación no fue tan exitosa como Bogart aseguraba y su deterioro se fue acelerando en los meses siguientes. Lauren Bacall organizaba visitas en las que solo un escogido grupo de amigos podían ir a verlo. Hay quien, como el periodista Alistar Cooke lo describía como "un esqueleto jovial". En sus últimos momentos lo bajaban en silla de ruedas a la sala en la que recibía a sus amigos, con un whisky muy aguado y un cigarrillo entre los dedos. A pesar de la gravedad de la situación todavía realizaba grandes esfuerzos por intentar mostrarse tranquilo y divertido, aunque no tuviera mucho éxito en esta su última actuación; incluso ironizaba con su enfermedad y aseguraba que "Nunca debería haber cambiado el Whisky escoces por los Martinis".

Murió el 14 de enero de 1957, con 57 años, y tras su funeral, John Huston, uno de los grandes directores de cine de Hollywood y amigo suyo tras varias películas juntos, vestido de riguroso luto, decía de él:

“Con los años aquilataba mejor la dignidad de su profesión, la de actor, no la de astro de la pantalla. Nunca se tomó demasiado en serio él mismo; pero a su trabajo si y con enorme seriedad. Contemplaba la figura un tanto chabacana de Bogart, la estrella, con divertido cinismo, pero por Bogart, el actor, sentía un profundo respeto. Poseía el don más grande que puede tener un hombre: talento. El mundo entero llegó a reconocerlo… consiguió de la vida todo lo que pidió y aún más. No tenemos motivos para compadecerlo; sí a nosotros por haberlo perdido. Nadie podrá reemplazarlo.”

Se cuenta que Lauren Bacall dejó en su ataúd un silbato de oro y se despidió de él diciéndole de nuevo, como cuando empezó todo en "Tener y no tener": "Si me necesitas solo tienes que silbar"

Curiosamente esta superestrella de Hollywood, estaba muy alejado del arquetipo de galán de cine. En realidad el mito era bajito, tanto como para verse obligado a llevar plataformas en Casablanca para dar la talla ante la largirucha Ingrid Bergman, más bien feote, casi calvo (llevaba peluquín), su voz era áspera y resacosa y en no pocas ocasiones presentaba aspecto de no cuidarse mucho. Y a pesar de todo ello logró ser una de las personalidades de Hollywood más recordadas y admiradas de todos los tiempos...y gracias al cine, en vez de París, como él decía a la Bergman, siempre nos quedaran sus películas, para verlas una y otra vez.

Imágenes: Cortesía de la estupenda página "Doctor Macro":
https://www.doctormacro.com/Movie%20Star%20Pages/Bogart,%20Humphrey.htm

2 comentarios:

  1. Para su epoca y su estilo era el mejor, nunca superado por otro actor. Lsdtima que se dejo ganar por el cigarrillo, que es peor que el licor. Paz a su alma

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  2. Para mi,El mas grande actor norteamericano de todos los tiempos,me baso en El hecho de no haber visto otro que actuara con tanta naturalidad y carisma,era impossible detectar que ese personable era en realidad un actor en sus filmes

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