miércoles, 23 de septiembre de 2020

El día que Emilio Salgari se hizo el Harakiri


“Vencido por las penas de todo tipo, reducido a la miseria a pesar de la enorme masa de trabajo, con la esposa loca en el hospital, a la que no puedo pagar la pensión, me mato. Cuento con millones de admiradores en cada parte de Europa y también en América. Les ruego, señores directores, abrir una suscripción para sacar de la miseria a mis cuatro hijos y poder pasar la pensión a mi esposa hasta que esté en el hospital. Con mi nombre debía esperarme otra fortuna y otra suerte”. 

Esas eran las tristes palabras con las que Emilio Salgari, en el momento de quitarse la vida de forma horrible en abril de 1911, pedía ayuda para su familia a los periódicos de Torino a través de una nota póstuma. Un final incomprensible para un escritor de tan solo 48 años, que era aplaudido por millares de lectores y que había dado a luz 84 novelas e incontables relatos cortos. Y es que antes de que Jack Sparrow se adueñara de las aventuras de piratas en el Caribe, hubo un tiempo en el que los niños jugaban a ser "El Corsario Negro", un personaje creado por este prolífico escritor, o a ser Sandokan, su personaje más famoso y también conocido como "El Tigre de Mompracem". Uno y otro son solo dos de los personajes icónicos de un escritor que gozó en vida de un gran éxito de ventas y que lograba que algunas de sus obras tuvieran tiradas de hasta cien mil ejemplares, resultando el primer escritor europeo en alcanzar tales cotas. A pesar de ello y de escribir incansablemente una obra tras otra parece que los contratos con sus editores no eran todo lo generosos que debieran para con su persona de modo que sus finanzas nunca fueron desahogadas. 

De carácter más bien depresivo, la bajada a los infiernos de Salgari  llegó con la enfermedad mental de su esposa para la que no tuvo los suficientes recursos para procurarle una clínica privada y tuvo que conformarse con internarla en un manicomio público. Con su débil carácter y al verse sin dinero, acosado por las deudas, con cuatro hijos, harto de escribir éxitos para enriquecer a otros y con su mujer loca, decidió acabar con su vida, tal como lo había hecho su padre y después lo harían dos de sus hijos, corroborando aquella idea de que el suicidio de uno mismo es la peor herencia que se le puede dejar a nuestros seres queridos. Emilio Salgari, que tantas historias escribió ambientadas en oriente, decidió llevar a cabo su suicidio de una manera singular y puede que simbólica, ya que murió desangrado, de la misma forma que se había sentido en vida en su labor de escritor por el parasitismo de los editores con los que trabajó. Así decidió poner fin a su vida de forma ritual y con un yatagan, -un sable como el que utilizaba Sandokan- se abrió el vientre de forma análoga a como lo hacen en Japón, acción que se conoce allí como "Seppuku"  y más en occidente como "Harakiri", solo que Salgari lo complicaría un poco más, y no teniendo quien le diera el golpe de gracia, el mismo se cortaría además el cuello. Cuando encontraron su cadáver llevaba tres cartas de suicidio, la primera es la que hemos dejado al inicio de la entrada dirigida a los diarios de Torino, y a continuación dejamos la que escribió a sus hijos y la que remitió a sus editores.

A sus hijos:

“Mis queridos hijos: soy un vencido. La locura de su madre me ha destrozado el corazón y todas las energías. Espero que los millones de admiradores míos, que por tantos años divertí e instruí, se ocupen de ustedes. No les dejo más que 150 liras, más un crédito de 600 liras… Entiérrenme por caridad como alguien completamente arruinado. Los besa a todos con el corazón sangrante su desgraciado padre Emilio Salgari”

Y la última que va para sus editores: 

“A ustedes que se han enriquecido con mi piel, manteniendo a mí y a mi familia en una continua semimiseria o aún peor, les pido solamente que por compensación de las ganancias que les di os ocupéis en los gastos de mis funerales. Los saludo rompiendo la pluma. Emilio Salgari”

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons. Dominio Público (CC0). Se enlaza la Fuente Original

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