martes, 29 de septiembre de 2020

Toro Sentado y la humillación de los vencidos


"No era el criminal que algunos informes describían. No era un hombre cruel. Era afable. No era deshonesto. Era honrado. Amaba a su gente y extendía su mano a cualquiera que correspondiese su amistad" 

Con esas palabras describía el oficial canadiense James Walsh al famoso "Sitting Bull" (Toro sentado), que todo hay que decirlo, se llamaba en realidad Tatanka Iyotanka (Bisonte sentado). Pertenecía a la tribu de los Lakotas, una de las ramas de la Gran Nación Sioux, grupo del llegó a ser Jefe Supremo. Su victoria sobre el tuercebotas del General Custer en la batalla de Little Big Horn le convirtió en un ser legendario, pero también fue el detonante de una cruenta y vergonzosa masacre de su pueblo y del éxodo de Toro Sentado junto a sus últimos guerreros al Canadá, de donde la hambruna le abocó a retornar y a entregarse a las autoridades. Tras su posterior liberación todos intentaran hacer negocios con un personaje ya vencido, pero que a los ojos del mundo no dejaba de ser toda una leyenda viva y la representación de un mundo que ya estaba herido de muerte. Por aquel entonces Buffalo Bill, aquel que presumía de haber matado casi cinco mil bisontes en una sola temporada, se estaba haciendo de oro con su espectáculo sobre la conquista del Oeste y Toro Sentado podría ser un reclamo inmejorable para su circo, para el que ya había contratado al famoso Wild Bill Hickok.

En el primer contacto con el otrora Jefe Sioux, Buffalo Bill le ofreció mantas, collares y otras zarandajas por el estilo para que actuara a su lado, parodiándose a si mismo, a lo que Toro Sentado se negó rotundamente. Cuando le preguntaron que pedía por acompañarle, Sitting Bull exigió 50 dólares a la semana, todos los gastos pagados incluyendo su alojamiento en los mejores hoteles de las ciudades a visitar, el 60% de todos los beneficios que generase su imagen, tales como ingresos por venta de fotografías y autógrafos y redondeó el contrato con un seguro de accidentes. Buffalo Bill sabía que estaba haciendo el negocio del siglo y aceptó sin rechistar las condiciones de Toro Sentado, junto al cual podemos verlo en la foto de la derecha.

No tenía que hacer mucho Toro Sentado durante el espectáculo, daba una ceremoniosa vuelta a la pista, montado a caballo con su vestimenta tradicional, aguantaba impertérrito tanto los aplausos como los insultos y tras subir a una tarima presidía una recreación de la batalla de Little Big Horn. A la salida y como constatación de su inmensa popularidad todo el mundo quería una fotografía con el gran jefe indio, fotos que se cobraban a dos dólares cada una y un dólar más si incluía su autógrafo. Pero no crean que Toro Sentado se dejó arrastrar por este modo de vida y el dinero fácil, en realidad no aguantó mucho en el espectáculo, no soportaba la sociedad que se autodenominaba "civilizada" y ver la cantidad de pordioseros que malvivían en las calles era superior a sus fuerzas, puede que por eso, tal y como contaba Russell Freedman (sobrino de Buffalo Bill), Toro Sentado era un ser de generosidad extrema, que nada quería para si y que el dinero que ganaba lo repartía por completo entre los mendigos que se acercaban al circo. Sus últimos años los pasó en la reserva de Standing Rock.

Imágenes: Tomadas de Wikimedia Commons. Dominio Publico (CC0). Se enlazan las fuentes originales: Imagen 1 - Imagen 2

1 comentario:

  1. Gracias...fue muy noble en vida a veces ellos no saben la grandeza de sus acciones y mueren desconocidos

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