martes, 11 de junio de 2019

El día que Marilyn dio la cara por Ella Fitzgerald


En 1955 Ella Fitzgerald era ya una estrella del jazz, acababa de firmar con Norman Granz para el sello Verve y en breve empezaría a grabar sus famosos álbumes de "standars" de los mejores compositores del país. Pero la realidad en los años cincuenta en EEUU seguía siendo la de un país en el que las leyes segregacionistas de Jim Crow, aquellas del "separados pero iguales" seguían provocando un efecto muy humillante sobre la comunidad negra, especialmente en los estados sureños. Ella Fitzgerald podría ser todo lo buena cantante que quisiera, pero como el resto se tenía que conformar con actuar en locales pequeños y por supuesto entrar por la puerta de atrás en aquellos clubs donde posteriormente sería aplaudida, un tipo de locales estos que no eran frecuentados normalmente por esa clase poderosa y adinerada que con su influencia podía dar un impulso definitivo a la carrera de un artista. La lucha por los derechos civiles estaba lejos aún. Ese mismo año de 1955, Ella Fitzgerald, tras ser arrestada en Dallas, junto a Dizzy Gillespie e Illinois Jacquet por los problemas raciales de siempre, recibió el apoyo firme y crucial para su carrera de una persona totalmente insospechada.

Uno de los lugares más populares entre los frecuentados por las estrellas de cine de Hollywood era el lujoso night-club "Mocambo" ubicado en el muy cimatográfico "Sunset Boulevard", era un lugar exclusivo donde encontraban asueto los elegidos y por tanto era lo habitual encontrar allí a gente como Chaplin, Clark Gable, Bogart, Errol Flynn, Ava Gardner, Lana Turner, Marlene Dietrich y todas las estrellas de los 50 que se les vengan a la memoria. Y si los clientes eran los que eran, allí no se iba a permitir que actuara ninguna persona de color, al fin y al cabo, los actores negros en Hollywood eran todavía una simple anécdota para el cine. Fue entonces cuando Marilyn Monroe, aparte de actriz, una cantante muy decentita y admiradora incondicional de Ella Fitzgerald, se decidió a cambiar las cosas y forzar la máquina todo lo posible para que su cantante preferida lograra el respeto que merecía. Lo cuenta la propia Ella Fitzgerald:

"Tengo con Marilyn Monroe una deuda real ... ella personalmente llamó al dueño del Mocambo y le dijo que quería que me contratara inmediatamente, y si lo hacía, ella ocuparía una mesa en primera fila cada noche. Marilyn le dijo (y era cierto), que debido a su condición de superestrella la prensa acudiría en tropel. El propietario dijo que sí, y Marilyn estuvo allí, en la mesa frontal, todas las noches. La prensa se volvió loca. Después de eso, nunca tuve que actuar de nuevo en pequeños clubs de jazz. Era una mujer poco común - un poco adelantada a su tiempo. Y ella no lo sabía"

Y esa fue la no pequeña contribución de la a veces poco valorada intelectualmente Marilyn Monroe para que Ella Fitzgerald tomara el impulso definitivo para convertirse, con total justicia, en una estrella mundial y la mejor cantante de jazz que ha dado la historia. Igual que reza aquel latinajo de "No hay hombres sin hombres", aquí no hubo "Mujeres sin mujeres" que se apoyaran entre ellas.

Y que menos que escuchar una de aquellas delicias que cantaba Lady Ella: "Love for sale":



Imagen: La foto está tomada sin modificaciones de Flickr.com (Valeriobrl) donde figura con licencia Creative Commons, quedando habilitado su uso no comercial. Para más datos sobre la licencia se enlaza la página fuente. Link: https://www.flickr.com/photos/valeriobr/7540047394

12 comentarios:

  1. Bellísima, inolvidable, virtuosismo de Ella

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  2. Que pena q Marylin falleciera tan joven y el talento de Ella ni q hablar y la hipocresía de la sociedad ni hablar

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  3. Respuestas
    1. !Muchas Gracias! Por el nombre ya se nota que te gusta el cine

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  4. No sabia q Marylin fue tan adelantada ! muy lindo homenage a las dos artistas !

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  5. CUANDO MIRO MIS ALBUNES DE FOTOS FAMILIARES,INTENTO REVIVIR AQUELLOS MOMENTOS,CON OTRAS LAS IMAGINO,..TODA FOTO TIENE UNA HISTORIA,¿VERDAD?

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    1. No cabe duda de que las fotografías parecen tener una vida propia, puede que por eso guarden esa fascinación intemporal

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