jueves, 30 de abril de 2020

"El beso" de "El desayuno": Un nuevo día


Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(Tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido. 
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas, 
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
“Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno”.

Este maravilloso poema, titulado "El desayuno", es obra del poeta español Luis Alberto Cuenca (1950) y se encuentra incluido en su obra "El hacha y la rosa" (1993). Para ilustrarlo hemos elegido la obra "El beso" de Gustav Klimt.


Imagen: La fotografía, ligeramente recortada, ha sido tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:

miércoles, 29 de abril de 2020

Leónidas y el laconismo espartano


Laconia era una región de Grecia que era conocida también como Lacedemonia y cuya ciudad más importante era Esparta. A los espartanos los enseñaban desde pequeños a no hablar de más, a no perderse en discursos largos y superfluos, en definitiva, a ir al grano con la palabra de la misma forma que con la espada. 

Se cuenta que en cierta ocasión el padre de Alejandro Magno, Filipo II de Madedonia envió un mensajero a Esparta con la intención de lograr el apoyo de sus valiosos guerreros contra Atenas. El emisario desplegó todo su talento de oratoria delante de los silenciosos guerreros, rebusco argumentos e ideas para atraerlos al acuerdo y después de todo aquel derroche de palabras, la única respuesta que recibió fue un simple y rotundo "No" y así quedó zanjada la cuestión. No hacía falta más. Desde entonces se utiliza el adjetivo "lacónico" para describir a los que son breves pero rotundamente claros en sus manifestaciones.

Hay por contra quien refiere otro origen. Se dice que encontrándose los espartanos sitiados, las fuerzas que los rodeaban mandaron un emisario a parlamentar y a demandarles la rendición, concluyendo su parlamento con un amenazante: "Si gano esta guerra, seréis esclavos para siempre". La respuesta del líder espartano fue breve, un simple "Si ganas".

Un ejemplo muy famoso en los últimos tiempos, gracias a la película "300", de ese laconismo espartano es la respuesta que dio Dinekes, uno de los soldados de Leónidas que le acompañaron en la batalla de las Termópilas, cuando un tracio dijo que los persas tenían tantos arqueros que con sus flechas ocultarían el sol, él espartano se limitó a decir: "Bien, lucharemos a la sombra", o cuando el propio Leónidas, a la demanda de deponer las armas por el caudillo persa, tan solo le dijo "Ven y tómalas"

Como decía Baltasar Gracián en "El criticón": "Lo bueno si breve dos veces bueno", algo que los espartanos ya sabían muchos siglos antes.

En la imagen se puede ver a Leonidas I (hijo de león) en un detalle del cuadro "Leónidas en las Termópilas", obra de Jacques-Louis David que se expone en el Museo del Louvre de París.

Imagen: La fotografía, modificada, ha sido tomada de los fondos de Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original: 
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Le%C3%B3nidas_en_las_Term%C3%B3pilas,_por_Jacques-Louis_David.jpg

martes, 28 de abril de 2020

Los terrores nocturnos de Peter Lorre


En 1935, el inquietante actor Peter Lorre dio una fiesta en su casa a la que asistieron entre otros Drácula y Frankenstein, o lo que es lo mismo, los sensacionales Boris Karloff y Bela Lugosi. Al finalizar la tenebrosa fiesta y ya avanzada la noche, se quedaron solos Lorre y Lugosi. A ambos les unía una estrecha amistad, puede que por sus comunes orígenes húngaros. El caso es que Lorre, empezó a hablarle de sus terrores nocturnos, de un acusado insomnio que le mantenía toda la noche con los ojos como platos, algo por otra parte nada extraño para él. Lorre estaba convencido de que su incapacidad para dormir se debía al martilleante y eterno tic-tac del reloj de un vecino; el ruido que provocaba su mecanismo se le metía en la cabeza y se amplificaba con su desesperación hasta parecerle que no existía otra cosa en el mundo que aquel maldito tic-tac.

Ya en la alta madrugada, tanto Lorre como Lugosi se encontraban un poco cargaditos de alcohol, así que tomaron la temeraria decisión de deshacerse de aquel maldito reloj. Se hicieron con una escalera y se encaminaron a la fachada de la casa del vecino de Lorre. Como en toda película de suspense y esta lo parecía, tuvo que aparecer un guardia, y lo hizo en el preciso instante en el que Bela Lugosi, ya encaramado a lo alto de la escalera que sostenía Lorre, se disponía a entrar en la casa para robar el reloj. El guardia se alertó ante lo que estaba viendo, pero pronto reconoció subido en la escalera al protagonista de "Drácula" y sosteniéndola al asesino de "M, el vampiro de Düsseldorf", ambos ya muy conocidos para todos, así que no se extrañó lo más mínimo cuando estos le contaron que estaban ensayando una escena muy importante para una nueva película en la que participarían juntos. El guardia sintió que todo estaba en orden y se marchó tan tranquilo del lugar dejándolos con su particular "ensayo".
Ni que decir tiene que tan pronto como marchó el guardia, Bela Lugosi se introdujo en la casa y se hizo con el reloj de marras, entregándoselo a su amigo que durante años lo guardó en un escrupuloso y relajante silencio.

La historia se cuenta en la biografía "Lugosi, The man behind the cape" de Robert Cremer.

Imagen: La fotografía de Peter Lorre está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:PeterLorre.jpg

lunes, 27 de abril de 2020

Una soledad demasiado ruidosa: El lector


"Hace treinta y cinco años que trabajo con papel viejo y ésta es mi love story. Hace treinta y cinco años que prenso libros y papel viejo, treinta y cinco años que me embadurno con letras, hasta el punto de parecer una enciclopedia, una más entre las muchas de las cuales, durante todo este tiempo, habré comprimido alrededor de treinta toneladas, soy una jarra llena de agua viva y agua muerta, basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos, soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuáles he adquirido leyendo, y es que durante estos treinta y cinco años me he amalgamado con el mundo que me rodea porque yo, cuando leo, de hecho no leo, sino que tomo una frase bella en el pico y la chupo como un caramelo, la sorbo como una copita de licor, la saboreo hasta que, como el alcohol, se disuelve en mí, la saboreo durante tanto tiempo que acaba no sólo penetrando mi cerebro y mi corazón, sino que circula por mis venas hasta las raíces mismas de los vasos sanguíneos."

El fragmento pertenece al libro "Una soledad demasiado ruidosa" del novelista checo Bohumil Hrabal (1914-1997) y para ilustrarlo hemos escogido la pintura del suizo Ferdinand Hodler (1853-1918) que lleva por título "El lector" (1885), una obra que se puede disfrutar en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid

Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ferdinand_Hodler_-_Der_Lesende_(ca.1885).jpg

domingo, 26 de abril de 2020

Napoleón era alto. La gran mentira inglesa


La historia siempre nos ha dicho que Napoleón medía tan solo 1'57 metros, un pequeño gran hombre que les dio muchos problemas a los ingleses y a media Europa, pero pequeño en definitiva. Incluso se acuño el término "Complejo de Napoleón" con el que se describía a personas de poca estatura que intentan compensar el hecho de mirar desde abajo con una gran agresividad, un trastorno que finalmente no ha sido reconocido oficialmente.

El caso es que el "Pequeño Corso" que es como conocían a Napoleón puede que no fuera tan bajo. Ya sabemos que la historia la escriben los vencedores  y en el caso de Napoleón fueron los ingleses los que se encargaron de poner la letra a algunas cuestiones. Napoleón terminó preso de los ingleses en Santa Elena una diminuta isla en medio del Océano Atlántico sur, tal era el miedo que le tenían al supuesto pequeñajo. El caso es que cuando murió, el médico personal de Napoleón, el también corso Carlo Antommarchi estableció la medida del Emperador en un escrupuloso examen anatómico que decía: 

«Su altura total de lo alto de la cabeza hasta los talones era de cinco pies, dos pulgadas y cuatro líneas. La extensión comprendida entre sus dos brazos tomada desde las puntas de los dedos de en medio era de cinco pies y dos pulgadas. De la sínfisis del pubis hasta lo más alto de la cabeza había dos pies, siete pulgadas y cuatro líneas. Del pubis al calcaño, dos pies siete pulgadas. De lo más alto de la cabeza hasta la barba, siete pulgadas y seis líneas. Los cabellos escasos y de color castaño claro. El abdomen muy inflamado y voluminoso»

Osea que Napoleón medía "Cinco pies, dos pulgadas y cuatro líneas", eso es lo que decía el informe forense y los ingleses olvidándose de que los franceses tenían sus propias medidas ajustaron las de Napoleón a sus propios pies y pulgadas, lo que arrojaba una estatura de 1'57 metros.

Pero como ya decía los franceses tenían sus propias medidas, y el que había hecho la medición era el médico personal de Napoleón, por lo que se entiende que aquellos pies, pulgadas y líneas tenían que ser entendidas según la equivalencia gala del sistema de medidas impuesto por el propio Napoleón y vigente desde 1812 a 1837 (recordamos aquí que el Emperador murió en 1821). Con estos considerandos todas las referencias actuales dan como medida a Napoleón una estatura de 1'69 metros, lo que es una estatura ciertamente considerable  y que lo hacía ciertamente alto para su época, de hecho la media francesa era de 1'55 m. Por ejemplo uno de sus grandes competidores, Horatio Nelson, solo medía 1'62m. Wellington era un larguirucho para su época y medía 1'75 metros, aunque hay muchas referencias a que medía en realidad 1'64 y sería por tanto más bajito que su oponente en Waterloo.

Pero la cosa es que podría ser aun más alto. Buscando información para esta entrada comprobé que el dato ofrecido para la estatura de Napoleón es prácticamente unánime en el entorno del 1'68 - 1'69 metros, pero ya sabemos lo cautos que hay que ser con los datos que se van copiando de una página a otra en internet y como al final un error inicial se generaliza. Leyendo reparé en un comentario que mantenía que con las medidas del Primer Imperio, las que impuso Napoleón, este debería medir 1'73 centímetros e investigando un poco, parece que podría ser así (dicho esto con todas las cautelas de quién no tiene acceso a todos los considerandos de la cuestión), pero como la duda es razonable la expongo:

Según el Decreto Imperial de 1812 por el que se crea "la nouvelle toise" esta tendría una equivalencia de 2 metros exactos. De esta medida se hacen subdivisiones de modo que un "pied metrique" equivale a 1/6 de la toise y por lo tanto 33'33 centímetros. Una pulgada equivaldría a 2'77 centímetros y una línea a 0'23 centímetros. (hay 72 pulgadas en la toise y ésta está dividida en 12 líneas).

Si recordamos que la medida dada por Antommarchi era de "Cinco Pies, dos pulgadas y cuatro lineas" y sacamos la calculadora obtenemos un resultado de 1'73 metros. Actualmente la estatura media en Francia es de 1'75 y en España de 1'76... osea que de bajito nada de nada, aunque solo fueran los ya aceptados 1'69.

El cuadro es "Napoleón cruzando los Álpes" (versión Belvedere) obra de Jacques-Louis David. 

Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Napoleon_at_the_Great_St._Bernard_-_Jacques-Louis_David_-_Google_Cultural_Institute.jpg

sábado, 25 de abril de 2020

Pessoa y la locura


"La locura, lejos de ser una anomalía, es la condición normal humana. No tener conciencia de ella y que ella no sea grande, es ser hombre normal. No tener conciencia de ella y que ella sea grande, es ser loco. Tener conciencia de ella y que ella sea pequeña, es ser desilusionado. Tener conciencia de ella y que ella sea grande, es ser genio."

La cita es del gran escritor portugués Fernando Pessoa y viene recogida en "Aforismos y afines", un libro que resulta una colección de pequeños escritos del autor, que no sé si en su soledad se volvería algo loco, pero que de seguro era un genio.

Imagen: La fotografía, posiblemente de 1914, esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura como Dominio Público (CC0). Se enlaza la fuente original:

Nietzsche y la verdad


Nietzsche estaba siempre enfrascado en sus sesudos pensamientos y solía repetir:

- Yo solo busco la verdad.

Y si al decir esto alguien le preguntaba si ya la había encontrado, contestaba:

- Si, pero el hombre tiene necesidad no de una verdad, sino de muchas verdades. Las usa continuamente, las deteriora y necesita otras verdades nuevas.

Era contrario a la inmovilidad aparente de la verdad, a esa que se asume por inercia y comodidad, sin cuestionarla y que es seguida borreguilmente por la mayoría. En uno de sus escritos decía:

"¿Qué es la verdad? Un ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en una palabra, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas, adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas, obligatorias."

La fotografía del pensativo Nietzsche es obra de Gustav-Adolf Schultze y está datada en 1882. 

Imagen: La fotografía esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público CC0. Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Nietzsche1882.jpg

viernes, 24 de abril de 2020

George Bernard Shaw y el maquillaje femenino



El premio Nobel de Literatura de 1925, el irlandés George Bernard Shaw, personaje controvertido donde los haya, era ciertamente agudo en el arte de la réplica y a veces, todo hay que decirlo, un poquito caustico en las mismas. En cierta ocasión, supongo que en una reunión de la alta sociedad, de esas en la que los asistentes acuden con sus mejores galas y cuidando especialmente cada detalle de su apariencia, una dama que palpablemente había abusado de las bondades del colorete, el lápiz labial y el rímel le dijo al escritor:

- "Lo que amo por encima de todas las cosas es la sinceridad"
- "Eso debería decirlo sin maquillaje" - fue la fulminante respuesta de nuestro protagonista.

Para ilustrar nuestra anécdota he elegido una fotografía de la siempre fotogénica Joan Crawford, una actriz que resultó una pionera en ciertas formas de maquillaje, especialmente por la forma en que se pintaba los labios.

Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Doctor Macro, de los que se ha obtenido permiso expreso para el uso de sus fondos en este blog. Enlazamos la fuente original:
https://www.doctormacro.com/Images/Crawford,%20Joan/Annex/Annex%20-%20Crawford,%20Joan_19.jpg

jueves, 23 de abril de 2020

La tormenta de Murakami y el Coronavirus


"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta.

Me imagino una tormenta como ésa. Un blanco remolino que apunta al cielo, irguiéndose vertical como una gruesa maroma. Mantengo los ojos y las orejas fuertemente tapados con ambas manos. Para que la fina arena no se meta en el cuerpo. La tormenta se acerca deprisa. Desde lejos puedo sentir la fuerza del viento en la piel. Va a engullirme de un momento a otro. El chico llamado Cuervo posa con suavidad una mano sobre mi hombro. La tormenta se desvanece. Pero yo continúo con los ojos cerrados (...)

Y tú en verdad la atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillas se tratase. Muchas personas han derramado allí su sangre y tú, asimismo, derramarás allí la tuya. Sangre caliente y roja. Y esa sangre se verterá en tus manos. Tu sangre y, también, la sangre de los demás.

Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena."

El fragmento pertenece a la obra "Kafka en la orilla" (2002) de Haruki Murakami y releyéndolo me pareció encontrarle algún eco con este presente nuestro en el que el coronavirus nos mantiene encerrados en casa como una tormenta, amenaza nuestra forma de vida y a nosotros mismos, y seguramente cuando termine seremos algo distintos. De la imagen no tengo referencias de autor o título.

Imagen: La fotografía, recortada en tamaño, esta tomada de los fondos de Piqsels, donde figura como Dominio Publico. Se enlaza la fuente original. https://www.piqsels.com/es/public-domain-photo-jferj

miércoles, 22 de abril de 2020

Esopo y los poderosos



Las promesas de los poderosos y la forma tan gratuita en la que las olvidan me ha traído a la memoria una curiosa anécdota protagonizada por Esopo, el famoso fabulista griego. Tal y como se ve en el cuadro que encabeza la entrada, Esopo (aprox. 600 a.C.) no era precisamente lo que se dice un galán, es más, Plutarco decía que era feo, tartamudo y jorobado, aunque también ingenioso, inteligente y bromista, características estas que lo hicieron famoso.

Comenzó su vida siendo esclavo de Janto, quien agradecido por sus servicios terminaría por darle la libertad. Se cuenta que en cierta ocasión, su amo, el citado Janto, se emborrachó hasta tal punto, que ufanándose de si mismo declaró que sería capaz de beberse toda el agua del mar y para darle más solemnidad a su promesa se apostó con sus invitados su casa y dejó su valioso anillo como prenda.

Al llegar el nuevo día, Janto, como suele ocurrir tras los excesos con la bebida, no se acordaba de nada de lo que había dicho o hecho, pero se percató de que le faltaba su anillo y preguntó a Esopo si sabía que había ocurrido la noche anterior. Cuando Esopo le contó la apuesta que había lanzado a sus invitados se mostró desesperado y le pidió ayuda. Esopo se mostró sonriente y tranquilo y acompañó a su amo hasta la orilla del mar donde le esperaban sus invitados y un enjambre de curiosos. Le habían preparado un mesa sobre la cual habían dispuesto un gran número de recipientes llenos de agua de mar y a la vista de estos, uno de sus invitados le dijo sin muchos miramientos:

- !Aquí tienes el mar, Janto, comienza a beber!

Janto que no sabía cómo salir de aquel atolladero se volvió cariacontecido hacia su esclavo y fue entonces cuando intervino Esopo

- Un momento ¿En qué consiste exactamente la apuesta de mi amo?
- En que bebería toda el agua del mar -contestaron los invitados
- Luego, si solo debe beber el agua del mar, no ha de beberse el agua de los ríos ¿verdad?
- No, solamente la del mar
- Bien en ese caso, mi amo se beberá todo el agua del mar, tal y como ha prometido, en el mismo instante en el que vosotros logréis evitar que se mezclen las aguas de los ríos, que no ha de beber, con las del mar.

Los jueces de la apuesta se quedaron sorprendidos y evidentemente no pudieron dar por perdedor a Janto. El modo en el que se resuelve el problema me recuerda mucho a la obra de Shakespeare "El mercader de Venecia", en la que finalmente se invita a Shylock, el judío ultrajado que ansiaba venganza, a cortar justamente su libra de carne del atribulado Antonio, pero eso si, ni un gramo más, y sin derramar sangre, algo que por supuesto era totalmente imposible. No dudo de que los poderosos de hoy en día, para salirse siempre con la suya  y caer siempre de pie, cuentan con sus "Esopos" particulares, legiones de asesores y abogados muy caros de pagar, pero nuestro fabulista era muy distinto de esos leguleyos. En su tiempo, las gentes maravilladas por su astucia y sabiduría le preguntaban cómo podía ser a un tiempo justo y leal, y el fabulista, mostrándonos el camino a todos, contestaba: "Muy sencillo: haciendo lo contrario de lo que veo hacer."

El cuadro de cabecera es la visión que muchos años después tuvo Velázquez de Esopo y que actualmente se exhibe en el Museo del Prado.

Imagen: La fotografía esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público. Se enlaza la fuente original: 

martes, 21 de abril de 2020

Marlene Dietrich y la edad


En cierta ocasión se encontraba Marlene Dietrich en la proyección de las primeras tomas de la  película que se encontraba rodando en aquellos momentos, y se dio la casualidad de que el operador de cámara que trabajaba en ella, era el mismo que años atrás había participado junto a la actriz en "El jardín de Alá" (1936). Como viejos conocidos que eran empezaron a hablar de aquel antiguo trabajo juntos y finalmente Marlene le pidió al operador que pusiese aquella película, a lo que el cámara accedió.

 Cuando terminaron de proyectarse las imágenes, Marlene le dijo al operador:

- ¿Ve usted? Ahí estoy admirablemente. ¿Por qué no habíamos de lograr ahora los mismos efectos que entonces?
-¡Pshss! -repuso el cámara- Se intentará. Aunque parece que no tiene importancia, y sin embargo, yo tenía entonces ocho años menos que ahora.

Siempre se ha comentado que las actrices intentan tener lo "mas contentos posibles" a los cámaras e iluminadores que trabajan en sus películas, púes son muy conscientes que de ellos y del "amor" con que hagan su trabajo depende en gran medida lo hermosas que luego luzcan en la pantalla. Sobre este operador de cámara, baste decir que era un as en las lides de la diplomacia con las féminas.

La foto de la Dietrich que adjuntamos pertenece a "Marruecos" de 1930, en la que era dirigida por su pigmalión Josef von Sternberg que tuvo mucho que ver el la transformación estética de Marlene.

Imagen: La fotografía esta tomada de la estupenda página Doctor Macro, de la que hemos obtenido permiso expreso para el uso de sus fondos en este blog. Enlace a la fuente original:
https://www.doctormacro.com/Movie%20Summaries/M/Morocco.htm

lunes, 20 de abril de 2020

Enrico Caruso y el queso de la suerte


El tenor Enrico Caruso pertenecía a una familia napolitana muy pobre. Eran siete hermanos y antes de cumplir los diez años, Enrico ya tuvo que empezar a trabajar junto a su padre como mecánico y luego en una fábrica de telas para ayudar en casa. Noel Clarasó, en su libro "Antología de anécdotas", cuenta que en la casa de Caruso los niños siempre tenían el estomago a media asta, puede que por eso cuando regalaron a la familia un queso entero a los niños se les pusieran los ojos como platos. Sus padres le debían dinero al médico y pensaron que el queso, en vez de comerlo ellos, seria un buen presente para el galeno, en agradecimiento por la ayuda que con siete niños tantas veces habían necesitado de él.

El pequeño Enrico Caruso fue el encargado de llevarle el queso, primorosamente envuelto. Al llegar al domicilio lo hicieron esperar a la entrada y desde allí empezó a escuchar la voz de una mujer, la hermana del médico, que aprendía canto. Caruso que era aun muy pequeño, pero ya tenía una voz privilegiada e incluso cantaba en el coro de la iglesia, no pudo reprimirse y empezó a cantar también la misma canción. No tardó la hermana en bajar a buscar a la persona que tan excelentemente cantaba a dúo con ella. Sorprendida y emocionada, habló primero con el niño y luego con su hermano, quien se comprometió a pagarle al joven cantor sus estudios de música y como premió se llevó a su casa el queso que el médico no consintió en aceptar.

Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como Dominio Público. Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Enrico_Caruso_tenor.jpg

domingo, 19 de abril de 2020

Rita Hayworth y Santa Rita


Hasta hace muy poco, encontrar un lugar donde poder comprar una mascarilla era una tarea imposible en estos tiempos del coronavirus. Casi diría que en eso seguimos igual y como remedio, han sido muchas las personas que en sus hogares han decidido fabricar las suyas propias recordando olvidadas labores de costura. Incluso entre trabajadores de hospitales o de policía escaseaban. Hace un par de días me contaban de unas monjas de mi ciudad, que en su infinita voluntad de ayudar, cosían primorosamente unas sencillas mascarillas de tela para ofrecerlas a esos profesionales que luchaban en primera línea de batalla desprotegidos. Lo inaudito es que cuando a estas monjas se les acabó la tela utilizaron las sábanas de sus camas y terminaron durmiendo sobre sus colchones desnudos. Y no solo eso, en atención a aquellas familias necesitadas y duramente golpeadas por esta crisis sanitaria, que se acercaban al convento para pedir comida y ayuda, las monjas terminaban dándole la suya propia y llegaron a estar unas jornadas casi sin alimento hasta que otras almas bondadosas acudieron en su auxilio.

Esta anécdota me recordó otra muy sencilla, pero muy ilustrativa, protagonizada por Rita Hayworth, una mujer maltratada en muchos aspectos y que durante un tiempo fue injustamente considerada como la viva imagen del pecado. Gilda casi le robó su propia identidad. El caso es que Rita Hayworth visitó en cierta ocasión una leprosería y tras observar el sufrimiento y los padecimientos de los enfermos; el peligro de contagio que aquella enfermedad suponía y la entrega absoluta de las monjas que los cuidaban les dijo:

- Es algo admirable la labor que hacen ustedes aquí. Yo no sería capaz de hacer esto ni por un millón de dólares.
Y la monjita, con ese tono dulce, del que solo ellas son capaces, le contestó:
- Nosotras tampoco.

Y es que, aunque soy un poco descreído y no me motivan mucho los humos de los altares, no dejo de reconocer, por esta y por otras historias conocidas de personas que entregaron su vida a Dios, que hay seres especiales, singularmente dotados para la entrega y el amor al prójimo. No cabe duda de que una estampa como la que encabeza esta entrada no serviría para representar a Santa Rita, la abogada de las causas desesperadas y los imposibles, pero hay otros ángeles que con sus hábitos es a esa Santa a la que rezan mientras cosen mascarillas.

La fotografía de Rita Hayworth es de "Bailando nace el amor" (1942 - Ted Tetzlaff)

Imagen: La fotografía ha sido tomada de los fondos de la estupenda página Doctor Macro, de la que hemos recibido permiso expreso para el uso de sus fondos en este blog:
https://www.doctormacro.com/Movie%20Summaries/Y/You%20Were%20Never%20Lovelier.htm

sábado, 18 de abril de 2020

Victor McLaglen: "El hombre intranquilo"


El grandioso Victor McLaglen, antes de convertirse en un exitoso actor, fue boxeador y llegó a disputar algunos combates notables. Siempre con el bolsillo temblando, cuando no había combates a la vista, este grandullón de 1'91 de estatura no tenía reparos en ganarse unas monedas viajando con algún circo en el cual se daba como premio 25 dólares a quien fuera capaz de aguantarle tres asaltos. Con estos antecedentes boxísticos no es de extrañar el “homérico” combate a puñetazo limpio (en este caso a un asalto con pausa para una buena cerveza) que tiene con John Wayne en la deliciosa película “El hombre tranquilo” (1952 – John Ford), en la que McLaglen encarnaba al iracundo y cerril Will Danaher. Fueron doce las películas en las que trabajó a las órdenes John Ford, un director muy fiel a sus “actores-amigos” y que solía reservarle un personaje tan noble como “brutote” en algunos de sus mejores filmes. "Es natural. Habría que verme a mi haciendo de diplomático... con esta cara", decía el actor.  McLaglen, era talentoso y ganó el Oscar al mejor actor por su papel en “El delator”, otra de las maravillas de Ford y película a la que pertenece la fotografía de cabecera y en la que vemos a nuestro protagonista con Margot Grahame en sus rodillas. Mclaglen apareció también en otras grandes películas como:  “Rio grande”, “La legión invencible”, “La patrulla perdida”, “Beau Geste”, “Gunga Ding” y tantas otras. No era lo que se dice un galán, a pesar del papel que hace de seductor en “Fatalidad” (1931- Stenberg) en la que resulta ser “el irresistible atractivo” de su personaje, el Coronel Kranav, el motivo de la perdición de la arrebatadora espía a la que da vida Marlene Dietrich; inolvidable por cierto el modo en que se pintaba los labios y se ajustaba las medias ante el pelotón de fusilamiento.
          Los papeles de McLaglen eran normalmente de tipos fortachones, rudos y de buen corazón. De hecho casi le podía robar a John Wayne aquello de las tres “efes”  de “Feo, Fuerte y Formal” y espero que no se peleen de nuevo por adueñarse de los calificativos y que si lo hacen, Michaleen Flynn, o algún otro de aquellos deliciosos personajes fordianos, avisen a todos para apostar. Era un actor inteligente, que sabía adaptarse, y no le importaba que le dijeran feo. De hecho, a este respecto solía decir: “Al fin y al cabo, estoy prestando un servicio”, y cuando le preguntaban ¿a quien? apostillaba: “A los feos. Soy la demostración de que cualquiera puede hacer cine”

Imagen: La imagen esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura como Dominio Público. Se enlaza la fuente original: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Victor_McLaglen-Margot_Grahame_in_The_Informer.jpg

viernes, 17 de abril de 2020

El mundo visto por Galdós: "Misericordia"


"Andando, andando, hijo, se llega de una parte del mundo a otra, y si por un lado sacamos el provecho de tomar el aire y de ver cosas nuevas, por otro sacamos la certeza de que todo es lo mismo, y que las partes del mundo son, un suponer, como el mundo en junto; quiere decirse, que en donde quiera que vivan los hombres, o verbigracia, mujeres, habrá ingratitud, egoísmo, y unos que manden a los otros y les cojan la voluntad. Por lo que debemos hacer lo que nos manda la conciencia, y dejar que se peleen aquellos por un hueso, como los perros; los otros por un juguete, como los niños, o estos por mangonear, como los mayores, y no reñir con nadie, y tomar lo que Dios nos ponga delante, como los pájaros... "

El fragmento pertenece a la obra "Misericordia" (1897) de Benito Pérez Galdós.

Imagen: La fotografía, obra de Pau Audouard  Deglaire y datada aprox. en 1903, está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público. Se enlaza la fuente original: 
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Photo_of_Benito_P%C3%A9rez_Gald%C3%B3s.jpg

jueves, 16 de abril de 2020

Demóstenes y la voz


Demóstenes fue el mejor de los oradores de la antigüedad y lo hizo luchando contra una tartamudez que hacía ininteligibles los argumentos y palabras que salían de su boca. Su primer discurso fue un fracaso y alguien, ante sus atropelladas palabras le gritó: "¡Ponga el aire en sus pulmones y no en su cerebro!"

En realidad, el ateniense Demóstenes (384 a. C - 322 a. C), lo que menos tenía en el cerebro era aire, de hecho era una persona altamente instruida, capaz de los mejores argumentos. Solo le faltaba hacerse oír con claridad. 

Después de muchos ejercicios realizados en soledad para mejorar su forma de hablar y que entran casi en el terreno de la leyenda, logró superar su tartamudez y modular su voz para hacerla clara y potente, convirtiéndose desde entonces en el mejor de los oradores. No es de extrañar entonces aquella anécdota que cuenta como un amigo se acercó a Demóstenes y le preguntó cuál era a su entender la cualidad imprescindible para ser un buen orador. No dudó un instante en decirle:
- La forma de emitir la voz
- ¿Y cuál sería entonces la segunda?
- La forma de emitir la voz
- ¿Y la tercera?
- La forma de emitir la voz
- ¿Y es que acaso lo que dices con tu voz no es importante?
- Es que si no lo dices con una voz clara y bien emitida, nadie se enterará de lo que dices.

Plutarco decía de él: "Demóstenes, cuanto talento tuvo, recibido de la naturaleza y acrecentado con el ejercicio, todo lo empleó en la oratoria, llegando a exceder en energía y vehemencia a todos los que compitieron con él en la tribuna y en el foro"

En la fotografía podemos ver un busto en mármol de Demóstenes que es una obra de arte romana, inspirada en una estatua de bronce de Polyeuctos (ca. 280 a. C.). Pertenece a la colección del Museo del Louvre (París)

Imagen: La fotografía ha sido tomada, sin modificaciones, de los fondos de Wikimedia Commons donde figura con la etiqueta CC BY-SA 2.5 
Se enlaza la fuente original: 

miércoles, 15 de abril de 2020

El sentido de la vida - Hermann Hesse


“La vida no tiene sentido, es cruel, necia y a pesar de todo maravillosa – no se burla de los hombres (que para eso hace falta tener espíritu), pero tampoco se ocupa de ellos más que de los gusanos. Que precisamente el hombre sea un capricho y un juego cruel de la naturaleza, es un error que imagina el hombre porque se considera muy importante. Tenemos que ver que a nosotros, los hombres, la vida no nos resulta más difícil que a cualquier pájaro u hormiga, sino más fácil y más hermosa. Tenemos que aceptar la crueldad de la vida y la necesidad de la muerte, no con lamentos, sino saboreando esta desesperación. Sólo después de digerir toda la atrocidad o falta de sentido de la naturaleza podremos empezar a enfrentarnos a esta cruda falta de sentido y arrancarle un significado. Es lo máximo y lo único de que es capaz el hombre. Todo lo demás lo hacen mejor los animales. 
Para la mayoría de los hombres la falta de sentido de la vida es una desgracia tan nula como para los gusanos. Pero precisamente los pocos a los que les hace sufrir y empiezan a buscar el sentido son los que constituyen el sentido de la humanidad.”

El texto pertenece a "Lecturas para minutos", una colección de pensamientos de Hermann Hesse, Premio Nobel de literatura en 1946.

Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura con etiquetada como CC BY-SA 3.0 nlArchivos Nacionales Holandeses, La Haya, Fotocollectie Algemeen Nederlands Persbureau (ANEFO), 1945-1989 - Se enlaza fuente:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Hermann_Hesse_2.jpg

martes, 14 de abril de 2020

Carta de amor de Juan Rulfo a Clara Aparicio


Chiquilla:

¿Sabes una cosa?
He llegado a saber, después de muchas vueltas, que tienes los ojos azucarados. Ayer nada menos soñé que te besaba los ojos, arribita de las pestañas, y resultó que la boca me supo a azúcar; ni más ni menos, a esa azúcar que comemos robándonosla de la cocina, a escondidas de la mamá, cuando somos niños.
También he concluido por saber que los cachetitos, el derecho y el izquierdo, los dos, tienen sabor a durazno, quizá porque del corazón sube algo de ese sabor.
Bueno, la cosa es que, del modo que sea, ya no encuentro la hora de volverte a ver.
No me conformo, no; me desespero.
Ayer pensé en tí, además, pensé lo bueno que sería yo si encontrara el camino hacia el durazno de tu corazón; lo pronto que se acabaría la maldad a mi alma.
Por lo pronto, me puse a medir el tamaño de mi cariño y dio 685 kilómetros por la carretera. Es decir, de aquí a donde tú estás. Ahí se acabó. Y es que tú eres el principio y fin de todas las cosas.

Juan

Juan Rulfo conoció a su futura esposa Clara Aparicio, cuando esta era aún muy joven. Tuvo que esperar algunos años hasta formalizar el noviazgo y entre tanto le mandaba maravillosas cartas de amor. Rulfo le escribió durante toda su vida a Clara y esta siendo ya viuda y sabedora de la calidad de aquellas cartas y como completaban el perfil del autor de "Pedro Páramo" las publicó en un libro titulado "Aire de las colinas".

Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura como Dominio Público. Se enlaza la fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Rulfo#/media/Archivo:Rulfo_por_Lyon.jpg

lunes, 13 de abril de 2020

Madame de Stäel y el ingenio


"El ingenio consiste en apreciar el parecido de cosas que difieren entre sí, y la diferencia de cosas que parecen iguales"

La frase es de Madame de Stäel, una aguda pensadora de la época revolucionaria. Por su ingenio, siempre era valorada su presencia como tertuliana en los famosos salones de la época, lugares en los que dio más de un toque de atención al mismísimo Napoleón. En una de aquellas distinguidas reuniones y llegado el momento de la cena, un joven que se encontraba sentado entre la preciosa Madame Récamier y la misma Madame de Stäel, no se le ocurrió otra cosa que decir:

- "Soy afortunado. Estoy sentado entre la inteligencia y la belleza"
- "En efecto y sin poseer ninguna de las dos cualidades". 

Con ese latigazo verbal mostraba su disgusto Madame de Stäel por la desconsideración hacia su belleza que tuvo el imprudente joven. 

El retrato de Anne-Louise Germaine Necker, que era el verdadero nombre de Madame de Stäel, con el que encabezamos esta entrada es obra de la pintora Marie-Éléonore Godefroid  (1778-1849) y se conserva en el Palacio de Versalles

Imagen: La fotografía esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada como Dominio Público. Se enlaza la fuente original: 

domingo, 12 de abril de 2020

Los actores mejor "dotados" de Hollywood


En el curioso libro "El cuerpo y sus miembros" de Isidoro Loi, este cita la lista que el escritor Gary M. Griffin hizo de actores de cine hollywodiense que al parecer estaban dotados de un miembro sexual sensiblemente por encima de la media. En ella aparecen Humphrey Bogart, Charles Chaplin, Cary Grant, William Holden, Rock Hudson, Steve MacQueen, Groucho Marx, Frank Sinatra, Errol Flynn, o Gary Cooper. De la lista el que más y el que menos tiene sus historias particulares y anécdotas peneanas superlativas. Pero de quien nos queríamos hacer eco es del actor que al parecer tenía el récord, el humorista Milton Berle, poco conocido en España pero si mucho en Estados Unidos por sus shows televisivos y participación en películas como "El multimillonario". En el libro de Isidoro Loi se dice que en cierta ocasión, el sonriente Milton Berle de la foto, entró en ese tipo de competiciones a la que son tan dados algunos hombres de "a ver quien la tiene más larga". El caso es que uno de los que presenciaba aquel curioso reto y sabedor de como se las gastaba Berle, le decía a este: 

"Saca solo lo suficiente para ganar..."

¡Un prodigio! Dicen que sus amigos, cuando falleció ya con 93 años repartieron unas esquelas en las que se leía: “Hoy le enterraremos, y entre mañana y pasado enterraremos su pene”.

Y como ya estamos en el puro terreno del cotilleo, os dejo otros actores que según la revista Cinemania , en un artículo que le dedico al tema en 2012, también pertenecen al grupo: Michael Fassbender, Roddy McDowall, Ewan McGregor, Colin Farrell, Warren Beatty, Jared Leto, James Wood, Eddie Murphy, Don Johnson, Owen Wilson, Mark Wahlberg, Daniel Craig, Bruce Willis, Liam Neeson...

Pareciera que antes que un buen curriculum ante la cámara, en el teatro o poseer unos sólidos estudios dramáticos, el ser un actor de éxito en última instancia, visto lo nutrido de la lista, depende... de lo que pende.

Imagen: La fotografía de Milton Berle que aparece en cabecera esta tomada de la estupenda página Doctor Macro, que expresamente nos ha dado permiso para hacer uso de sus fondos gráficos en este blog:
https://www.doctormacro.com/Movie%20Star%20Pages/Berle,%20Milton-NRFPT.htm

sábado, 11 de abril de 2020

Sócrates y los burros de dos patas


En cierta ocasión un adinerado ciudadano de Atenas quiso darle a su hijo la mejor educación y para ello se dirigió a Sócrates y le preguntó si podría darle  clases y hacer de él un hombre de provecho. Cuando el padre supo que el pensador le cobraría quinientos dracmas se llevó las manos a la cabeza y exclamo: 

- "¡Caro me parece! Por ese dinero podría comprarme un burro"
- "¡Hágalo! Así tendrá dos. Sin duda, no cabe mejor respuesta.

La imagen con la que abrimos esta entrada pertenece a un óleo que tiene por título "Sócrates enseña a un joven" obra del pintor español José Aparicio (1773-1838). Se expone en el Museo Goya (Castres - Francia)

Imagen: La fotografía esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura como Dominio Público. Se enlaza la fuente original: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Aparicio_Socrate.jpg

viernes, 10 de abril de 2020

Fragmento de "Drácula" - Bram Stoker



“La hermosa joven se arrodilló y se inclinó sobre mí, con maligna satisfacción. Había en ella una voluptuosidad deliberada que era a la vez excitante y repulsiva, y al arquear el cuello llegó a lamerse los labios como un animal, hasta que pude ver a la luz de la luna la humedad que brillaba en los labios escarlatas y en la roja lengua con la que se lamía los dientes rojos y aguzados. Su cabeza descendía cada vez más... cerré los ojos en éxtasis y esperé.”

El fragmento pertenece a "Drácula", la famosa obra de Bram Stoker, mientras que el fotograma es de la película del mismo nombre que en 1931 rodó Todd Browning. En la imagen se pueden ver a tres de las vampiresas del  siniestro harén de sangre del vampiro que se encaminan a la busqueda de un cuello amigo en el que calmar su sed. Las actrices son Dorothy Tree, Geraldine Dvorak y Cornelia Thaw.

Imagen: La fotografía está tomada de la sensacional página de imágenes de cine: Doctor Macro, de la que hemos recibido permiso expreso para la utilización de sus fondos en este blog.
Linkhttps://www.doctormacro.com/Movie%20Summaries/D/Dracula.htm

jueves, 9 de abril de 2020

¿Quiénes son los personajes de los naipes?


“La vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene.” 
(Josh Billings)

Aunque los naipes son de origen chino, cuando estos llegaron a Europa se cargaron de un simbolismo propio. Cada uno de los palos de la baraja española representa a un estamento de la sociedad. Así tradicionalmente las Espadas se asocian con la nobleza y el ejercito, las Copas con la religión y el clero, los Oros con el comercio y la riqueza y los Bastos con la agricultura y el pueblo llano. Las barajas francesas juegan con sus símbolos de forma diferente y los corazones simbolizarían el amor, los diamantes la riqueza, los tréboles la suerte y las picas tienen evocaciones de una pala y por tanto de la muerte o si quieren por extensión de la salud. También hay quien dice que los corazones serían la Iglesia, los diamantes el comercio y la riqueza, los tréboles al ejercito y las picas los obreros, con lo que se asemejarían en simbolismo a la baraja española.

Mas curioso aún son los personajes que aparecen en la baraja, sobre todo en la baraja francesa. El rey de Diamantes sería Julio Cesar, el de Corazones representaría a Carlomagno, el de Picas al Rey David y el de Tréboles a Alejandro Magno

Las reinas seguiría la misma senda y así la Dama de Tréboles seria la Reina María de Anjou esposa del Rey Carlos VII de Francia, la de Picas sería Palas Atenea, la diosa griega de la sabiduría, razón y prudencia; la de Corazones sería Judith, la heroína que salvó al pueblo judío y la dama de Diamantes no es otra que Raquel la segunda mujer de Jacob en el Génesis

La carta denominada Valet, equivalente a la sota de la baraja española, también tiene sus personajes: El de Tréboles sería el caballero Lancelot, el de Picas, Ogier de Dinamarca, uno de los doce pares de Carlomagno, el de Corazones representa a Étienne de Vignolles, el compañero de armas de Juana de Arco también conocido como La Hire, y por último, el Valet de diamantes sería Héctor, el héroe de la guerra de Troya muerto por Aquiles.

Como entenderán llegada la Revolución francesa, tanto rey y tanta dama eran inaceptables, y al igual que cambiaron los nombres a los meses del año, cambiaron toda la iconografía de las cartas y así durante un tiempo los reyes pasaron a ser personajes clásicos como Solón, Platón, Catón y Bruto. Las damas pasaron a ser la Justicia, la Prudencia, la Unión y la Fuerza. Y por último los valets serían Aníbal, Decio, Horacio y Escévola...

Sobre la baraja española, la única referencia que he encontrado es que el rey siempre representa al mismo monarca, a Fernando VII.... así nos ha ido siempre.

Imagen: La fotografía, de una baraja del S. XVI, esta tomada de Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como CC BY-SA 3.0. Se enlaza la fuente original:
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gruuthuse,_carte_da_gioco_dal_xvi_al_xix_secolo,_04.JPG

miércoles, 8 de abril de 2020

Pasteur y el duelo de las salchichas


Aunque los hubo interminables e imposibles, como aquel de la sensacional película "Los duelistas", hubo un tiempo en el que cualquier ofensa se reparaba a través de un duelo de honor. Existían por supuesto los especialistas en estas lides y a veces eran contratados para quitar de la circulación a quien pudiera resultar molesto (algo hay de eso en la muerte de Pushkin). Uno de esos personajes, aficionados a citarse a primera hora de la mañana, en un paraje desierto a las afueras de cualquier ciudad, era el afamado y sin duda temido Paul de Cassagnac, quien no tuvo otra persona con la que topar que con el reputado químico y biólogo francés Louis Pasteur. No se sabe en que pudo ofender Pasteur a Cassagnac pero el caso es que este no tardó en mandarle sus padrinos exigiéndole una satisfacción. 

Pasteur no se arredró y haciendo uso del derecho que tenía el encartado a duelo de elegir las armas para el lance, se decidió por un par de salchichas, idénticas en su apariencia externa, pero con la salvedad de que una de ellas, no se sabía cual de las dos, estaba infectada de triquina y su ingesta provocaría un grave daño para la salud. El duelo era fácil, tan solo debían de comerse una salchicha cada uno y esperar el resultado.

Evidentemente Cassagnac no tenía ventaja alguna en tal situación, en la que sin habilidades que poner en juego se jugaba realmente la salud, así que tras una leve sonrisa de sus padrinos, estos se retiraron para hablar con su señor y contarle las condiciones del duelo. Cassagnac, inteligentemente, recapacitó y encontró que su honor no había sido lesionado lo suficiente como para llegar tan lejos. Incluso llego a hacer amistad con Pasteur, que sin duda le venció, al menos moralmente, con una simple salchicha. 

Imagen: La fotografía, modificada en tamaño, ha sido tomada de la página Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como Dominio Público. Se enlaza la fuente original: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Louis_Pasteur.jpg

martes, 7 de abril de 2020

Sargent, Lady Agnew y los besos


El estadounidense John Singer Sargent fue uno de los retratistas más exitosos de su generación, tanto que Rodín decía de él que era "El Van Dyck de nuestro tiempo". Muy posiblemente de las obras que conozco de este pintor, la que más me gusta es el retrato de Lady Agnew of Lochnaw, con el que encabezamos esta entrada, por su modernidad, por la desenfadada pose de su protagonista, por su mirada decidida, por el color y su rebosante frescura. Sin duda no será la arrebatadora Lady Agnew la protagonista de la anécdota que vamos a contar, pero puestos a imaginar, sería perfecta para ella.

Se cuenta que en cierta ocasión, con motivo de una cena, John Singer Sargent se encontró sentado junto a una rendida admiradora de su trabajo, quien evidentemente aprovechó la ocasión para manifestarle cuanto disfrutaba con sus pinturas:

- ¡Ah, señor Sargent! Cuando vi su último cuadro, lo bese, porque se parece tanto a usted....
- ¿Y le devolvió el beso? -le preguntó el pintor-
- ¿Cómo? ¡No!
-Pues en tal caso no se parecía tanto a mi -apostilló Sargent esbozando una media sonrisa-.

La anécdota es muy ligera, pero como el fin justifica los medios, esta ha servido a la perfección a nuestro propósito de traer de invitada a nuestro blog a Lady Agnew of Lochnaw y su retrato. La obra  fue pintada al óleo en 1892 y actualmente se expone en la Scottish National Gallery.

Imagen: La fotografía ha sido tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde aparece etiquetada para su reutilización como Dominio Público. Se enlaza la fuente original: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Edinburgh_NGS_Singer_Sargent_Lady_Agnew.JPG

lunes, 6 de abril de 2020

Edward Hopper y el Coronavirus


Win Wenders, el director de cine alemán decía: "Los cuadros de Edward Hopper son siempre el comienzo de una historia", pero pocos podíamos imaginar que muchos de los cuadros de este inmenso pintor de la soledad pudieran finalmente ser la crónica de un mundo detenido, de un mundo confinado y aburrido, que teme lo que esta fuera. Hopper intentaba pintar el mundo interior de las personas, la atmósfera de un momento, el desasosiego de un instante y puede que por eso, parezca con sus cuadros de paisajes desnudos de personas, de casas solitarias, de gasolineras sin coches y de personas asomadas a ventanas en actitudes aburridas o ensimismadas, el pintor que supo plasmar la realidad urbana de este coronavirus tan canalla mucho antes de que llegara. Hopper ya hace décadas que nos pintó a todos en este momento. 

De los muchos cuadros de Hopper que podríamos haber escogido hemos optado por "Habitación en Nueva York" datado en 1932 y expuesto en la Sheldon Memorial Art Gallery de la ciudad de Lincoln (Nebraska). Hopper decía de esta obra que la inspiración le llegó de los "atisbos de interiores iluminados vistos mientras caminaba por las calles de la ciudad por la noche". Me lo imagino paseando un perro, hoy en día no hay otra manera de pasear.

Imagen: La fotografía esta tomada de la página Wikimedia Commons donde figura como reutilizable con la etiqueta de Dominio Público. Se enlaza la fuente original: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Room-in-new-york-edward-hopper-1932.jpg

domingo, 5 de abril de 2020

Rousseau y el abuso de la riqueza


"La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, ni ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse."

"El primero al que, tras haber cercado un terreno. se le ocurrió decir "esto es mío" y encontró personas lo bastantes simples para creerle fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡Cuántos crímenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores habría ahorrado al género humano quien, arrancando las estacas o rellenando la zanja, hubiera gritado a sus semejantes: ¡Guardaos de escuchar a este farsante! Estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es de nadie." 

La primera cita de Jean-Jacques Rousseau pertenece a su obra "El contrato social" y la segunda al "Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres". Para ilustrarlas hemos elegido el busto que el escultor James Pradier le dedicó al pensador y que se ubica en el Jardín Botánico de Ginebra.

Imagen: La fotografía, con ligeras variaciones de tamaño, esta tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada para su libre reutilización como Dominio Público. Se enlaza fuente de origen: 

sábado, 4 de abril de 2020

El olmo viejo de Machado y nuestros mayores



Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera

Este poema de Antonio Machado titulado "A un olmo seco" fue escrito en la primavera de 1912 como un asidero de esperanza por la enfermedad de Leonor, su mujer, con la que paseaba feliz por los campos de Soria,  Paseando por sus lineas no pude evitar acordarme de nuestros mayores. Solo deseo que las hojas verdes, en esta primavera tan singular y mustia, llegue a todos nuestros mayores que están luchando contra la enfermedad en difíciles circunstancias, que florezcan sus hojas frondosas y exuberantes después de haber vencido a este dichoso coronavirus. YO ME QUEDO EN CASA 

Imagen: La fotografía está tomada de los fondos de Wikimedia Commons donde figura etiquetada para su reutilización como CC BY-SA 3.0. Se enlaza la página de procedencia: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:East_Coker_elm,_2.jpg

viernes, 3 de abril de 2020

Matisse y los críticos


"Siempre hay flores para el que desea verlas" (Henry Matisse)

Henry Matisse es junto a Picasso uno de los grandes renovadores del arte pictórico durante el pasado siglo. No le fue fácil a Matisse conseguir su estatus de pintor consagrado y en sus inicios las críticas que le dedicaron fueron ciertamente "feroces", tanto que una de ellas, la dedicada a su famoso cuadro "Mujer con sombrero" dio título a todo un movimiento artístico, el fauvismo. El caso es que en una de sus primeras exposiciones el pintor vio como un conocido crítico de arte, un tanto obeso y absolutamente convencido de su superior criterio en cuestiones de pintura, se paraba delante de cada uno de los cuadros expuestos y tras tocarlo y mirarlo unos segundos decía con una mueca de desaprobación: "¡Nada!". Después de que esto se repitiera en varias ocasiones y Matisse no soportara más los despreciativos "!Nada!" del "experto en arte", se dirigió hacia este y puso su mano sobre la cabeza del sorprendido crítico, lo miró un par de segundos a la cara y le  dijo: ¡Nada!, después le tocó el abultado vientre y dijo ¡Mucho! No esperó Matisse a que nadie les presentará y se alejó del gran entendido en pintura que no sabía ver las flores.

Imagen: La fotografía, datada en 1933, está tomada de los fondos de Wikimedia Commons, donde figura etiquetada como Dominio Público. Se enlaza la fuente original: