martes, 30 de noviembre de 2021

Oscar Wilde: "Todos los hombres matan lo que aman"


 

"Aunque todos los hombres matan lo que aman, que lo oiga todo el mundo; algunos lo hacen con una mirada amarga, otros con una palabra zalamera; el cobarde lo hace con un beso, ¡el valiente con una espada! Algunos matan su amor cuando son jóvenes, y otros cuando son viejos; unos lo ahogan con la manos de la lujuria, otros con las manos del oro; el más piadoso usa un cuchillo, pues así el muerto se enfría antes. Unos aman muy poco, otros demasiado, algunos venden, y otros compran; unos dan muerte con muchas lágrimas y otros sin un suspiro: pero aunque todos los hombres matan lo que aman, no todos deben morir por ello."

El fragmento pertenece a "La balada de la cárcel de Reading" (1898) -originalmente en verso- una obra escrita por Oscar Wilde durante su estancia en la mentada prisión, lugar en el cumplió su condena a dos años de trabajos forzados, tras el proceso judicial en el que se vio envuelto por sus amores con Alfred Douglas, el hijo del marqués de Queensbury. Su temeraria oposición durante el proceso a los convencionalismos victorianos y a la aún poderosa, aunque decadente aristocracia inglesa, hizo que no se tuvieran reparos en su condena a pesar de su admirado talento. Durante el tiempo de prisión, escribió en la cárcel dos de sus más alabadas obras: "La balada de la cárcel de Reading" ya citada, y "De Profundis", una dolorosa carta a su amado Alfred Douglas. El juicio y la posterior condena por "sodomía y grave indecencia" que buscaba ser ejemplarizante y que recrudeció la intolerancia sexual ya imperante, le supuso a Oscar Wilde perder a su mujer y a sus hijos, que tuvieron que cambiar de apellido para siempre, perdió el derecho sobre sus obras y también sus propiedades, incluida su maravillosa biblioteca que fue dispersada en pública subasta y por si fuera poco, la cárcel, dónde fue duramente tratado, minó su salud. El escritor murió con tan solo 46 años, arruinado y olvidado en la triste habitación de un hotel de Paris. Ni siquiera le quedaba el orgullo de su nombre, antes de morir se hacía llamar Sebastián Melmoth. En "De profundis" decía:

"Todos los juicios son juicios para la vida, al igual que todas las sentencias son sentencias de muerte... La sociedad, tal como la hemos constituido, no tendrá un lugar para mí, no tiene ningún lugar para ofrecerme; solamente la Naturaleza, cuyas dulces lluvias caen sobre los justos y los injustos por igual, tendrá grietas en las rocas en las cuales podré esconderme..."

El poema inicial, uno de los que forman parte de "La balada de la cárcel de Reading", continúa así: 

"No todo hombre muere de muerte infamante en un día de negra vergüenza, ni le echan un dogal al cuello, ni una mortaja sobre el rostro, ni cae con los pies por delante, a través del suelo, en el vacío. No todo hombre convive con hombres callados que lo vigilan noche y día, que lo vigilan cuando intenta llorar y cuando intenta rezar, que lo vigilan por miedo a que él mismo robe su presa a la prisión.

No todo hombre despierta al alba y ve aterradoras figuras en su celda, al trémulo capellán con ornamentos blancos, al alguacil sombríamente rígido, y al director, de negro brillante, con el rostro amarillo de la sentencia.

No todo hombre se levanta con lastimera prisa para vestir sus ropas de condenado mientras algún doctor de zafia lengua disfruta y anota cada nueva crispación nerviosa, manoseando un reloj cuyo débil tictac suena lo mismo que horribles martillazos.

No todo hombre siente esa asquerosa sed que le reseca a uno la garganta antes de que el verdugo, con sus guantes de faena, franquee la puerta acolchada y le ate con tres correas de cuero para que la garganta no vuelva a sentir sed.

No todo hombre inclina la cabeza para escuchar el oficio de difuntos ni, mientras la angustia de su alma le dice que no está muerto, pasa junto a su propio ataúd camino del atroz tinglado.

No todo hombre mira hacia lo alto a través de un tejadillo de cristal, ni reza con labios de barro para que cese su agonía, ni siente en su mejilla estremecida el beso de Caifás."

Imagen: De Wikimedia Commons - (CC0) - Dominio Público - Fuente Original

lunes, 29 de noviembre de 2021

El "Ande yo caliente" de Góngora y el "Invierno" de Houdon


 

Ande yo caliente
y ríase la gente.
Traten otros del gobierno,
del mundo y sus monarquías,
mientras gobiernan mis días
mantequillas y pan tierno,
y en las mañanas de invierno
naranjada y aguardiente
y ríase la gente...

Parece que estos versos iniciales del poema "Ande yo caliente" de Luis de Góngora (1561-1627) fueron escritos ayer mismo, para recibir estos fríos a los que de manera tan anómala se resistieron a dejar su sitio las bonancibles temperaturas de un verano que preocupantemente empieza a copar casi todo el año. Pero no solo de fríos habla el poema, puede que eso sea lo de menos. "El que dirán" siempre estuvo ahí condicionando nuestros comportamientos, y aunque no son tiempos para pensar solo en uno mismo y olvidarnos de los problemas que nos rodean, también es cierto que tanto desatino generalizado termina por enervar a cualquiera y llega un momento, en el que un poco de paz y recogimiento es imperativo y un placer obligado el poder disfrutar bien calentito de ese buen desayuno con mantequillas y pan tierno, en estas frías mañanas de invierno, con una naranjada y si se tercia un aguardiente. 

La escultura que Jean-Antoine Houdon (1741-1828) dedicó al "Invierno" (1787) y que se expone en el neoyorkino Metropolitan Museum of Art, muestra una bella y aterida mujer apenas cubierta de su desnudez por un fino paño. Seguro que esta "Lady Winter" agradecería comenzar el día abandonando su frio pedestal y acompañarnos en ese reparador desayuno al estilo de Góngora, cubierta aunque fuera de ropas viejas y humildes, y sentir al fin su cuerpo caliente, por mucho que se riera la gente. 

Para los curiosos queda aquí el resto del poema de Góngora:

Coma en dorada vajilla
el príncipe mil cuidados
como píldoras dorados,
que yo en mi pobre mesilla
quiero más una morcilla
que en el asador reviente,
y ríase la gente.


Cuando cubra las montañas
de plata y nieve el enero,
tenga yo lleno el brasero
de bellotas y castañas,
y quien las dulces patrañas
del rey que rabió me cuente,
y ríase la gente.

Busque muy en hora buena
el mercader nuevos soles;
yo conchas y caracoles
entre la menuda arena,
escuchando a Filomena
sobre el chopo de la fuente,
y ríase la gente.

Pase a media noche el mar
y arda en amorosa llama
Leandro por ver su dama;
que yo más quiero pasar
de Yepes a Madrigar
la regalada corriente,
y ríase la gente.

Pues Amor es tan cruel,
que de Píramo y su amada
hace tálamo una espada,
do se junten ella y él,
sea mi Tisbe un pastel,
y la espada sea mi diente,
y ríase la gente.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

domingo, 28 de noviembre de 2021

Hemingway y el hombre que inspiró "El viejo y el mar"

 

“Decía siempre “la mar”. Así es como le dicen en español cuando la quieren. A veces los que la quieren hablan mal de “ella”, pero lo hacen siempre como si fuera una mujer. Algunos de los pescadores más jóvenes, los que usaban boyas y flotadores para sus sedales y tenían botes de motor comprados cuando los hígados de tiburón se cotizaban alto, empleaban el artículo masculino, lo llamaban “el mar”. Hablaban del mar como de un contendiente o un lugar, o incluso un enemigo. Pero el viejo lo concebía siempre como perteneciente al género femenino y como algo que concedía o negaba grandes favores, y si hacía cosas perversas y terribles era porque no podía evitarlo. La luna, pensaba, le afectaba lo mismo que a una mujer”.

El fragmento inicial y el que dejamos más abajo pertenecen a "El viejo y el mar", obra de 1951 que le valió a Ernest Hemingway el PulitzerNobel de Literatura de 1953, una sensacional novela sobre la que el escritor opinaba así:  

"Siempre intento escribir de acuerdo con el principio del iceberg. Hay nueve décimos del bloque de hielo bajo el agua por cada parte que se ve de él. Uno puede eliminar cualquier cosa que sepa y eso sólo fortalecerá el iceberg. Si un escritor omite algo, porque no lo sabe, habrá un agujero en su relato. El Viejo y el Mar podría haber tenido más de mil páginas, y dar cuenta de cada personaje, cómo vivían, cómo habían nacido… No cuento ninguna de las historias que conozco sobre la aldea de pescadores. Pero este conocimiento es lo que constituye la parte sumergida del iceberg."

Para muchos estudiosos de la obra, el viejo que protagoniza la obra está inspirado en un pescador canario, Gregorio Fuentes, hombre de llamativos ojos azules y nacido en Lanzarote que emigró a Cuba muy joven. Este pescador fue el encargado del barco de pesca de Hemingway, el "Pilar", y con el acompañó durante décadas al aventurero escritor en sus salidas de pesca en busca de su ansiado  Marlín azul, salidas que tenían como escenario la corriente del Golfo. Al no saber leer ni escribir, Gregorio Fuentes nunca leyó su historia, la de "Santiago", en "El viejo y el mar". Murió con 104 años.

"El viejo era flaco y desgarbado, con arrugas profundas en la parte posterior del cuello. Las pardas manchas del benigno cáncer de la piel que el sol produce con sus reflejos en el mar tropical, estaban en sus mejillas. Estas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo, y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces. Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto. Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y éstos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos."


Imágenes: Imagen 1: De Flickr (CC BY-NC-ND 2.0) - Imagen 2 de Wikimedia Commons (CC0)

sábado, 27 de noviembre de 2021

Pasolini y el nuevo "Consumo luego existo"

 

"Hay una ideología real e inconsciente que unifica a todos, y que es la ideología del consumo. Uno toma una posición ideológica fascista, otro adopta una posición ideológica antifascista, pero ambos, antes de sus ideologías, tienen un terreno común que es la ideología del consumismo. El consumismo es lo que considero el verdadero y el nuevo fascismo. Ahora que puedo hacer una comparación, me he dado cuenta de una cosa que escandalizará a los demás, y que me hubiera escandalizado a mí mismo hace sólo diez años. Que la pobreza no es el peor de los males y ni siquiera la explotación. Es decir, el gran mal del hombre no estriba ni en la pobreza ni en la explotación, sino en la pérdida de singularidad humana bajo el imperio del consumismo. Bajo el fascismo se podría ir a la cárcel. Pero hoy día, hasta esto es estéril. El fascismo basaba su poder en la iglesia y el ejército, que no son nada comparados con la televisión"

Y no digamos nada con la actual internet... Son palabras del escritor y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini, muy a tener en cuenta en el desenfreno de compras que se nos viene encima con la Navidad y en plena vorágine del vigente "black friday", aunque en realidad, más allá de esas fechas, cada día, sea el que sea, estamos atrapados por el afán de acaparar cosas, la mayor parte de las veces inútiles,  por la sencilla razón de que en el acto de comprarlas nos sentimos felices, creemos llenar algún tipo de vacío existencial, nos encontramos integrados con los demás, nos comunicamos y nos identificamos con nuestro entorno a través de las compras que hacemos, dando carta de nacimiento al Homo Consúmicus que en un giro malévolo de la filosofía cartesiana proclama "Consumo luego existo". Como decía Fromm somos lo que tenemos y uno de los actos sociales generalizados de nuestro presente es la sacrosanta peregrinación periódica a los santuarios del consumo, las grandes superficies, somos adoctrinados frente al televisor o a través de internet y el día de nuestro patrón es el reverenciado Black Friday o San Amazon. Y como decían en aquella antigua religión anterior al consumismo: "El que esté libre de pecado que tire la primera piedra".

Imagen: De Flickr - (CC BY 2.0) - Fuente Original

viernes, 26 de noviembre de 2021

Gregory Peck y Atticus Finch unidos por "Matar a un ruiseñor"

 

Jem: - ¿Cuántos años tenías cuando te regalaron tu primera escopeta, Atticus?

Atticus: - Trece o catorce. Recuerdo muy bien cuando mi padre me la dio. Me advirtió que no debía nunca apuntar contra nada de la casa y solo me dejaba disparar en el huerto contra latas vacías. Pero considerando que tarde o temprano me vencería un día la tentación de tirar a los pájaros, dijo que ya podía matar todos los grajos que quisiera.... si les daba, pero que no olvidase que matar un ruiseñor era un grave pecado.

Jem: - ¿Por qué?

Atticus: - Pues supongo que porque los ruiseñores no hacen otra cosa que cantar para regalarnos el oído. No picotean los sembrados, no entran en los graneros a comerse el trigo. No hacen más que cantar con todas sus fuerzas para alegrarnos.

En esa escena de la película "Matar a un ruiseñor" se encierra la motivación del título de la novela que Harper Lee dedicó a su infancia y a la memoria de su padre, Amasa "AC", quien como Atticus Finch (Gregory Peck), fue abogado y legislador del complejo estado de Alabama, donde valientemente, en el año 1923, asumió la defensa de un cliente negro. El parlamento de esta escena es distinto en el libro y la explicación de la razón por la que no se debe matar un ruiseñor no la da Atticus, sino Miss Maudi, y en vez de grajos se pone a los arrendajos azules -precioso nombre- como el objetivo de las correrías de los niños. Es curioso que hoy en día, con la concienciación existente hacia los animales, hasta una escena de "Matar un ruiseñor"; por bonita que sea, suene inapropiada, aunque es del todo admisible en el contexto de tiempo y lugar en el que se pronuncia. Hoy en día se tiende a tachar todo y corremos el riesgo de terminar con una historia llena de borrones. 

Gregory Peck tuvo con Atticus. su mejor personaje, una relación muy especial, de hecho "Matar a un ruiseñor" (Kill a Mockingbird - 1962), dirigida por Robert Mulligan, es según el actor su película preferida. Peck llegó a conocer al padre de Harper Lee antes de abordar el personaje e interiorizó muchos matices para darle credibilidad. Se cuenta que durante la primera escena que filmó Peck, en la que se muestra a Atticus regresando a casa desde el despacho de abogados y sus hijos corren a saludarlo, la escritora de la novela, Harper Lee, estaba presente. Peck tan pronto terminó la escena fue a saludarla y la encontró llorando, el motivo no era otro que el gran parecido de Peck con el joven padre de la escritora, le dijo que incluso tenía una ligera tripilla como la de aquel. Peck le contestó cariñosamente: "Eso no es una barriga, Harper. Es una gran actuación". La conexión fue tal, que tras finalizar la película, Harper Lee regaló a Gregory Peck la cadena y el reloj de su padre, quien falleció poco antes de finalizar el rodaje. Cuando el actor recogió el premio Oscar por su papel como Atticus, llevaba ese mismo reloj con él. 

En algunos aspectos Gregory Peck quedó marcado por la figura de Atticus, no en vano, según el American Film Institute, este personaje fue votado como el héroe de pantalla número uno de los últimos 100 años en su especial "100 años, 100 películas, 100 héroes y villanos". Como ejemplo baste decir que el actor logró una gran cercanía durante el rodaje con Mary Bedham, la inolvidable "Scout", con la que mantuvo contacto de por vida. Por supuesto ella, no importa los años que hubieran pasado desde que se finalizó la película, se dirigía  a Gregory Peck como "Atticus" y él a ella como "Scout"

Atticus: - Anda escúchame un momento. Si consigues aprender una sola cosa te llevarás mucho mejor con todos tus semejantes. Nunca llegarás a comprender a una persona hasta que no veas las cosas desde su punto de vista.

Scout: - ¿Cómo?

Atticus: - Hasta que no logres meterte en su piel y sentirte… cómodamente.

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jueves, 25 de noviembre de 2021

Beethoven y la romántica leyenda sobre el origen de la sonata "Claro de luna"

 

Una de las maravillas que surgieron de la prodigiosa imaginación musical de ese genio que es Ludwig van Beethoven, es la arrebatadora sonata "Claro de Luna". Acerca de su composición existe una vieja leyenda, que si bien ha sido totalmente desmentida por la mayoría de estudiosos de la figura y obra del compositor de Bonn, tiene tal encanto que ya forma parte de la propia mitología de la pieza e invita a escucharla de una forma totalmente distinta.

Cuenta la leyenda, que una noche, Beethoven, siempre amante de los paseos, caminaba junto a un amigo por las calles de Bonn, su ciudad natal. Cuando cruzaban una de las zonas más humildes de la villa, una deliciosa melodía llegó hasta el compositor; eran unas notas familiares y tan bien interpretadas que abrieron la curiosidad del maestro. Impetuoso como siempre y arrebatado por lo que oía, se encaminó a la casa de donde provenía la música y sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, empujó la puerta y sin llamar ni ser invitado entró en la sencilla estancia en la que, iluminados por la débil luz de una vela, un hombre joven se encontraba trabajando sobre un banco de zapatero y a su lado, una jovencísima mujer se encontraba tocando un sencillo piano, hilvanando delicadamente aquellas notas que tanto excitaron a Beethoven.

Ni que decir tiene que la entrada del compositor de aquella manera en la vivienda provocó el lógico sobresalto en sus moradores. Beethoven, un tanto atribulado por su comportamiento, se disculpó de inmediato por su arrebato y lo achacó al irresistible impulso de saber quién tocaba de manera tan delicada a aquellas horas de la noche y, todo hay que decirlo, en un lugar tan inesperado como aquella precaria zona de la ciudad. Sin duda el compositor ya sería muy conocido en la ciudad y pronto, el hermano de la joven, presente en la estancia, se tranquilizó y perdonó su atrevimiento. Fue entonces cuando la sorpresa le fue devuelta al compositor, al saber que aquella joven mujer que estaba sentada al piano y que tan diestramente lo tocaba, era totalmente ciega. Queriendo saber más le preguntó cómo había aprendido a tocar y la joven mujer, casi una adolescente, le explicó que tiempo atrás vivió junto a la casa de una estudiante de piano, que pasaba las horas practicando las obras del propio Beethoven y que había aprendido a tocar muchas de ellas con tan solo escuchar a su vecina.

Beethoven, cuya identidad todavía era una incógnita para la mujer invidente, dio unos pasos adelante y se sentó al piano. “¡Escucha!” dijo y empezó a tocar las primeras notas de una de sus sonatas. No tardaron las lágrimas en bañar los ojos de la joven, que reconociendo la pieza y la maestría con la que era interpretada, con voz entrecortada y llena de emoción preguntó si sería posible que fuera el maestro en persona el que se encontraba en su casa y tocaba su piano. Beethoven asintió y le dijo que esa noche tocaría solo para ella.

No tardó mucho en producirse un momento mágico; la débil vela que iluminaba el cuarto se apagó dejando la estancia a oscuras, lo que hizo a Beethoven detener poco a poco su interpretación. Se levantó y abrió la ventana, iluminando la pieza con la maravillosa luz de la luna. Tras reflexionar unos instantes, se dejó llevar por un momento de refulgente inspiración y le dijo a la joven: "Improvisaré una sonata a la luz de la luna", momento en el que, según la leyenda, tuvo carta de nacimiento la "Sonata Claro de Luna".  

Sin embargo, y para introducir un frío y desilusionante aspecto a este relato tan poético, debemos recordar que debido el método de escritura de Beethoven y a su hábito de retocar, revisar y pulir una y otra vez sus manuscritos hasta lograr la perfección, es probable que la improvisación de aquella noche, si la historia hubiera ocurrido así, fuese mucho menos elaborada y exquisita que el trabajo final. 

El primer movimiento de la sonata “Claro de Luna”, un adagio sostenuto, es lento, majestuoso y sombrío, casi "un lamento" como diría Berlioz, que añadía: "El adagio es uno de esos poemas que el lenguaje humano no acierta a calificar". Czerny, alumno de Beethoven, lo definió así: "una escena nocturna, en la que una lastimera voz fantasmal suena en la distancia". El tema tuvo tanto éxito que incluso provocó cierto descontento en el compositor, que ante los elogios contestaba: "seguramente he escrito cosas mejores". El segundo movimiento, un minueto, resulta más alegre y sirve de discreto puente para llegar al soberbio y complicadísimo tercer y último movimiento, (presto agitato) una maravillosa joya pianística que rebosa esa explosiva energía beethoviana tan propia de sus obras más notables. Cuando hablamos de la infinita delicadeza de esta sonata, puede que pensando solo en el famosísimo adagio inicial, olvidamos por completo que en esa misma obra brilla con la misma, o puede que con más fuerza aún, este vertiginoso y embriagador movimiento, la delicia de todo pianista que quiera sentirse dueño y señor del instrumento. 

Y aunque resulta claro que el origen que aquí se nos cuenta de esta maravillosa sonata, la número 14 de las del genial músico de Bonn, es más propio de las leyendas que de la realidad. como ya avanzábamos inicialmente, también lo es que la historia está bien trenzada y que uno se puede dejar llevar por ella, para imaginar, mientras la escucha, a Beethoven en aquella humilde vivienda, a la luz de la luna, regalando esta joya a una pobre mujer ciega. Sin duda sonará distinta a nuestros oídos. Lo que no es óbice para recordar que esta Sonata en do sostenido menor, opus 27.2, tiene en realidad el nombre de "Quasi una fantasía" y fue compuesta en 1801, cuando Beethoven tenía 30 años, y estaba dedicada a su alumna, la joven condesa Giulietta Guicciardi (retrato de la derecha), de 17 años, de quien se dice que Beethoven estaba enamorado. En una carta se refería a ella así: "Ahora vivo más feliz. No podrás nunca figurarte la vida tan sola y triste que he pasado en estos últimos tiempos... Este cambio es obra de una cariñosa, de una mágica niña que me quiere y a quien yo amo". Con lo que no cabe duda de que una joven dama, "damigella" como la llama Beethoven en la dedicatoria, ciega o no, rica o pobre, estaba detrás de la inspiración de este gran compositor para esta obra.

El nombre popular de esta pieza -"Claro de luna"- no se debe al compositor y es un apodo que se haría popular tras la muerte de este, surgiendo a raíz de una comparación que el poeta y crítico musical alemán Ludwig Rellstab realizó entre el primer movimiento de la pieza y el claro de luna que era visible en el Lago de Lucerna.

La escultura de Beethoven es obra de Caspar von Zumbusch y se encuentra en el Konzerthaus (salón de conciertos) de Viena.

La historia inicial de la leyenda toma como fuente, sobre la que se construye el propio relato, la siguiente página: Piano red

Imágenes: De Flickr - Imagen 1 - (CC BY-SA 2.0) - Imagen 2 - Wikimedia Commons (CC0)

martes, 23 de noviembre de 2021

Hermann Hesse: Sobre el amor y la obstinación

 

"Pero a medida que fui siendo mayor, y cuanto más insípidas me sabían las pequeñas satisfacciones que hallaba en la vida, con tanta mayor claridad comprendía en dónde había de buscar la fuente de las alegrías y de la felicidad. Supe que ser amado no es nada, que amar, sin embargo, lo es todo. Y creí ver cada vez más claro que lo que hace valiosa y placentera la existencia es nuestro sentimiento y nuestra sensibilidad. Donde quiera que viese en la tierra algo que pudiera llamarse «felicidad», ésta se componía de sentimientos. El dinero no era nada, el poder tampoco. Veía a muchos que poseían ambas cosas y eran desdichados. La belleza no era nada; veía a hombres y mujeres bellos, que a pesar de toda su belleza eran desdichados. Tampoco la salud contaba demasiado. Cada cual era tan sano como se sentía; había enfermos que rebosaban vitalidad hasta poco antes de su fin, y personas sanas que se marchitaban, angustiadas por el temor de sufrir. La dicha, sin embargo, siempre estaba allí donde un hombre tenía sentimientos fuertes y vivía para ellos, sin reprimirlos ni violarlos, sino cuidándolos y disfrutándolos. La belleza no hacía feliz al que la tenía, sino al que sabía amarla y venerarla.

Aparentemente existían muy diversos sentimientos, pero en el fondo eran uno. A cualquiera de ellos puede llamársele voluntad o cualquier otra cosa. Yo lo llamo amor. La dicha es amor y nada más. El que es capaz de amar es feliz. Todo movimiento de nuestra alma, en el que ésta se sienta a sí misma y sienta la vida, es amor. Por tanto es dichoso aquél que ama mucho. Sin embargo amar y desear no es exactamente lo mismo. El amor es deseo hecho sabiduría; el amor no quiere poseer, solo quiere amar. Por eso también era feliz el filósofo que mecía en una red de pensamientos su amor al mundo y que lo envolvía una y otra vez en su red amorosa. Pero yo no era filósofo.

En los caminos de la moral y la virtud tampoco existía posibilidad de dicha para mí. Como no ignoraba que sólo puede hacerme feliz la virtud que siento en mí, que yo invento y cuido en mí mismo, ¿cómo iba a pretender apropiarme una virtud ajena? Lo que sí veía es que el mandamiento del amor, ya fuese enseñado por Jesús o por Goethe, era erróneamente interpretado por todo el mundo. No se trataba de un mandamiento. Los mandamientos no existen. Los mandamientos son verdades como las transmite el que sabe al que no sabe, como las capta y siente el que no sabe. Los mandamientos son verdades mal captadas. El fondo de toda sabiduría es: la felicidad sólo viene a través del amor. Si digo: «¡Ama al prójimo!», estoy ya falseando la doctrina. Tal vez sería más justo decir: «¡Amate a ti mismo como a tu prójimo!». Quizá el fallo original fue empeñarse siempre en empezar por el prójimo…"

El fragmento se recoge en "Obstinación", obra en la que se recogen una serie de "Escritos autobiográficos" de Hermann Hesse y que comienza con la siguiente cita del propio escritor acerca del valor de la "Obstinación" en ser uno mismo:

"Una virtud hay que quiero mucho, una sola. Se llama obstinación. Todas las demás, sobre las que leeremos en los libros y oímos hablar a los maestros, no me interesan. En el fondo se podría englobar todo ese sinfín de virtudes que ha inventado el hombre en un solo nombre. Virtud es: obediencia. La cuestión es a quién se obedece. La obstinación también es obediencia. Todas las demás virtudes, tan apreciadas y ensalzadas, son obediencia a las leyes dictadas por los hombres. Tan sólo la obstinación no pregunta por esas leyes. El que es obstinado obedece a otra ley, a una sola, absolutamente sagrada, a la ley que lleva en sí mismo, al «propio sentido»."

Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 3.0 nl) en la Fuente Original

lunes, 22 de noviembre de 2021

Jodie Foster: La "Iris" de "Taxi driver"



“Pasé cuatro horas con un psiquiatra tratando de demostrar que era lo suficientemente normal como para hacer de prostituta. ¿Tiene eso sentido?” Recuerda Foster. “Al principio no quería hacer el papel pero solo porque temía que mis amigos se burlaran de mí después. Pensé: ‘vaya, tienen que estar de broma’. Era un gran papel para Melanie Griffith pero no podía creer que me lo ofrecieran a mí. Yo era una chica Disney, interpretaba algo completamente diferente. Pero sabía el personaje que tenía que interpretar, crecí a tres manzanas de Hollywood Boulevard y veía prostitutas como Iris todos los días”.

Son palabras de Jodie Foster, que con solo 12 años logró hacerse con el papel de "Iris" en "Taxi Driver" (1976 - Martin Scorsese), un rol para el que tuvo que competir con otras jóvenes actrices como las talentosas: Carrie Fisher, Bo Derek, Rosanna Arquette, Kim Cattrall o Michelle Pfeiffer. Con solo 2 años, Foster, se había convertido en un rostro popular gracias a un anuncio televisivo de la crema solar Coppertone y pronto empezó a aparecer en varias series televisivas y alguna que otra película menor. Scorsesse intuyó el potencial que tenía aquella pequeña actriz y le dio un papel crucial en la trama de su película, la de la prostituta Iris, a la que el taxista Travis Bickle (Robert de Niro) intenta alejar del proxeneta Matthew "Sport" Higgins (Harvey Keitel), siendo uno de los ingredientes de su desvarío final. Evidentemente, por su edad y por el tipo de papel que realizaba la menuda actriz, fue necesario emplear una doble para aquellas escenas que tuvieran cierta carga sexual, aun cuando solo fuera en los diálogos, la elegida fue la hermana de Jodie, Connie Foster que por entonces ya contaba con 19 años.

Travis Bickle: - ¿De veras tienes trece años? 
Iris: - Oye guapo piensa que un cuarto de hora no da mucho de si. Cuando se haya quemado ese cigarrillo se habrá acabado la sesión.
- ¿Qué edad tienes? ¿No quieres decírmelo? ¿Cómo te llamas?
- Fácil.
- Eso no es ningún nombre.
- Bueno... pero es fácil de recordar.
- Sí, pero, ¿Cuál es tu verdadero nombre?
- No me gusta el verdadero.
- A pesar de eso ¿Cúál es?
- Iris.
- ¿Y Qué tiene de malo? Es un nombre bonito.
- Eso es lo que tu opinas.

Jodie Foster, en su imparable carrera hacia la fama, logró por este papel una nominación al Oscar, que si bien no ganó en esta ocasión (después se hizo con dos estatuillas a la mejor actriz por "Acusados" y "El silencio de los corderos"), si que le dio la proyección definitiva para afianzarse en el mundo del cine. Pero el papel de Jodie Foster como Iris no solo tendría trascendencia cinematográfica, también la tuvo en la historia de los Estados Unidos, al quedar directamente involucrada su figura en el intento de asesinato del Presidente Ronald Reagan en 1981. El autor, John Hinckley Jr. con una ideas similares a las que tenía Travis Bickle (Robert de Niro) en la película, pensó que lograría llamar la atención de la joven actriz, con la que estaba obsesionado tras verla como Iris, si lograba asesinar al Presidente de los EEUU. A punto estuvo de conseguirlo.


“Travis Bickle: - Una niña debería de vivir en su casa.
Iris:- ¿Nunca oíste hablar de la libido femenina?
- ¿Cómo que la 'libido femenina'? Eres una niña. Deberías estar en casa. Deberías ir bien vestida, salir con chicos, ir a la escuela. Ya sabes, ese tipo de cosas.
- ¡Dios, qué convencional eres!”



Imágenes: De Flickr(CC BY-NC-ND 2.0) en fuente original - Imagen 1 - 2

domingo, 21 de noviembre de 2021

Gregorio Marañón y la magia de los libros


"Todo lo que rodea al libro está impregnado, aun cuando no sea perfecto, de un aliento de distinción y de superioridad. Yo suscribo, ante todo, la sentencia de Plinio, popularizada entre nosotros por Cervantes, de que no hay libro malo que no tenga algo bueno. Pero voy más allá: yo diría que enteramente malo no hay libro ninguno. Por lo menos yo no los he encontrado, a pesar de mi voracidad de lector... Más, admitamos que hay libros malos. De todos modos, nos quedará el infinito mundo de los buenos.

El libro bueno es el amigo que todo lo da y nada pide. El maestro generoso que no regatea su saber ni se cansa de repetir lo que sabe. El fiel transmisor de la prudencia y de la sabiduría antigua. El consuelo de las horas tristes. El que hace olvidar al preso su cárcel y al desterrado su nostalgia. El sedante de los grandes afanes, que va dondequiera que vayamos con nuestro dolor. El mentor de las grandes decisiones. El que ablanda el corazón en los momentos de dureza, o nos vigoriza cuando empezamos a flaquear. Y después de ser todo esto, tiene la soberana grandeza de no hipotecar nuestra gratitud. Una vez leído lo volvemos sencillamente al estante, o lo dejamos olvidado en el asiento de un tren. Es igual. No nos pedirá cuenta de lo que nos ha dado, ni nos guardará rencor si no se lo hemos agradecido...

En los estantes donde, inmóviles y como momificados, se aprietan los libros, hay un mundo vivo e infinito, que no se cansa de esperar y que se nos da generosamente, sin más que alargar la mano y abrir sus páginas. El pasado, el presente, el porvenir, todo lo que fue y todo lo que supo su autor, y su vida y la de su tiempo, todo está allí... Y así en los libros revive, lleno de fervor, el ímpetu de los héroes y el ingenio de los descubridores, y la duda y la cautela, la gracia y el amor, y hasta el trémulo e imperceptible vuelo de las almas a Dios, ahí está... 

¿Qué habría sido de la humanidad sin libros?... Sin libros, el amor y la bondad, el consuelo de las horas lúgubres, la fe en el porvenir y en el más allá, hubieran quedado reducidos a un pequeño número de privilegiados, a los santos y a los héroes. La palabra es el instrumento celeste... El libro la hace universal e inmortal."

Son palabras de D. Gregorio Marañón y Posadillo (1887-1960), insigne médico y gran escritor español, considerado como uno de los más grandes intelectuales de nuestro siglo XX y del que tengo la sensación, que en este país nuestro tan dado al olvido, su figura ha quedado, de forma totalmente injusta, un tanto oculta en las sombras del tiempo. Para mí siempre ha sido una figura presente por la continua alabanza y admiración hacia su persona y obra que me transmitía mi padre y porque sus libros, junto a muchos más, eran parte del paisaje diario que veían mis ojos desde la mesa del comedor. Ese elogio al libro de Marañón, del que recogíamos algunos fragmentos, pertenece a una pequeña obra suya titulada “El libro y el librero” de 1953. En la imagen inicial se puede ver a Marañón retratado por Joaquín Sorolla en 1920. La segunda imagen es de 1931, rodeado de sus amigos en su biblioteca.

Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Publico (CC0): Fuente: → Imagen 1 - 2

sábado, 20 de noviembre de 2021

Franz Schubert y el verdadero origen del "Ave María"

 

El cierta ocasión, el genial George Gershwin, dijo: "Daría todo lo que tengo por un poco del genio que Schubert necesitó para componer su Ave María". Lo curioso es que esta pieza no fue originalmente concebida por Schubert como una melodía que acompañase a la oración católica del mismo nombre.

La canción en realidad se llama Ellens dritter Gesang (Ellens Gesang III, D. 839, Op. 52 n.º 6), o lo que es lo mismo "Tercera canción de Ellen", un lied compuesto por Franz Schubert en 1825. La pieza, rebosante de espiritualidad y devoción religiosa, se ha convertido en una de sus composiciones más populares y ciertamente es conocida por todos como "Ave María", aunque su origen primero sea muy distinto al esperado.  

La pieza original, la que daría lugar al actual Ave María, fue un lieder compuesto originalmente como arreglo de un poema épico de Walter Scott titulado "La dama del lago" y forma parte del ciclo de canciones del mismo nombre (Liederzyklus vom Fräulein vom See). En el poema original de Scott, el personaje de Ellen Douglas, la Dama del Lago (el lago es el Loch Katrine de las Tierras altas de Escocia) se ha ido con su padre para esconderse en la cercana «Cueva del duende» para evitar la venganza del rey a su anfitrión, Roderick Dhu, el jefe del Clan Alpin, quien los había cobijado desde que el rey los exilió. Ella canta una oración dirigida a la Virgen María invocando su ayuda, pero con una letra totalmente diferente a la oración cristiana. 

Las palabras de apertura de esa oración de Ellen, a saber, «Ave María», pudo conducir a la idea de adaptarle a la preciosa melodía de Schubert el texto completo de la oración tradicional católica, de tal manera que la versión latina del Ave María tiene ahora un uso tan frecuente con la melodía de Schubert, y es tan perfecta para describir la inmaculada idea de la virginidad y la luz de la madre de Jesús, que ha dado lugar a la suposición errónea de que este compositor escribió la pieza con dicha oración en mente, algo que si leemos la letra original del lieder comprobaremos que se aleja totalmente de esa idea: 

La letra original traducida es la siguiente:

¡Ave María! ¡mansa doncella!
¡Escucha la oración de una doncella!
Tú puedes oír aunque sea de lo salvaje,
Tú puedes salvar en medio de la desesperación.
Seguros podemos dormir bajo tu cuidado,
aunque exiliados, marginados e injuriados.
¡Doncella! Oye la oración de una doncella;
¡Madre, oye a una hija suplicante!
¡Ave María!

¡Ave María! ¡Intacta!
El lecho de piedra que ahora tenemos que compartir
Parecerá este edredón de plumas apiladas.
Si tu protección se cierne allí.
El aire pesado de la tenebrosa caverna
Se respirará como bálsamo si tu has sonreído;
Entonces, ¡doncella! Oye la oración de una doncella;
¡Madre, ten en cuenta a una hija suplicante!
¡Ave María!


¡Ave María! ¡Formada sin mancha!
Demonios apestosos de la tierra y el aire,
De esta su acostumbrada guarida exiliados,
Huirán ante tu hermosa presencia.
Nos inclinamos a nuestra suerte de cuidado,
Bajo tu guía reconciliados;
Oye por una doncella la oración de una doncella,
¡Y por un padre oye a una hija!
¡Ave María!

Janet Baker, nos canta la versión original:


y Luciano Pavarotti nos regala con su perlina voz, la versión por todos conocida




El cuadro que acompaña el texto es el "Tondo Doni" (Galeria degli Uffizi - Florencia) de Miguel Ángel, en el que se puede ver a la Sagrada Familia vestida de un color sensacional y con una amorosa Virgen en primer plano que recoge a Jesús de las manos de San José.

Imagen: De Wikimedia Commons - (CC0) Dominio Público - Fuente Original

viernes, 19 de noviembre de 2021

Orson Welles por él mismo (Citas)

 

"Muchas personas son lo bastante educadas como para no hablar con la boca llena, pero no les preocupa hacerlo con la cabeza vacía".

"Comencé muy alto y me he labrado mi decadencia".

"Mi médico me ha dicho que no vuelva a organizar cenas privadas para cuatro personas. A menos que tenga tres invitados que me acompañen."

"Sólo hay una persona que puede decidir lo que voy a hacer, y soy yo mismo".

"El escritor necesita una pluma, el pintor un pincel, el cineasta todo un ejército".

"Ya he dicho que no trabajo bastante. Estoy frustrado, ¿me entiende? Y creo que mi obra muestra que no filmo lo suficiente. Mi cine es quizá demasiado explosivo, porque espero mucho tiempo antes de hablar. Es terrible. He comprado cámaras pequeñas para hacer un filme si puedo encontrar el dinero. Lo rodaré en 16 milímetros. El cine es un oficio... Nada se puede comparar con el cine. El cine pertenece a nuestra época. Es la "cosa" que hay que hacer."

"Me he pasado la mayor parte de mi vida adulta tratando de demostrar que no soy irresponsable".

"Para mí, Kubrick es mejor director que Huston. (…) Hitchcock es un director extraordinario. William Wyler es un productor brillante."

"Lo primero que oí cuando aún estaba en la cuna fue la palabra “genio” murmurada en mi oído. ¡Por eso no se me ocurrió pensar que lo era hasta que fui un hombre adulto!

"Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Sólo a través de nuestro amor y amistad podemos crear la ilusión por un momento que no estamos solos»

"Crea tu propio estilo visual. Hazlo único para ti mismo e identificable para los demás».

"Hay dos tipos de escritores: el escritor que lee todo lo interesante que se publica y mantiene correspondencia con otros escritores, y otros que no leen en absoluto a sus contemporáneos. Yo me encuentro entre estos últimos. Raramente voy al cine, y no es porque no me guste, sino porque no me ofrece ninguna satisfacción. Creo que no soy muy inteligente para los filmes. Sé que hay obras que son buenas, pero no las puedo aguantar."

"No es que yo fuera superior. Es que los demás eran inferiores."

"En asuntos de vital importancia, el estilo, y no la sinceridad, es lo verdaderamente vital"

"Creo que todo buen artista se siente aislado. Y debo pensar que soy un buen artista, porque de lo contrario no podría trabajar y pedirles perdón por tomarme la libertad de creer esto; si alguien quiere dirigir un filme, debe creer que es bueno. Un buen artista debe estar aislado. Si no está aislado, algo va mal."

"Si no fuera por las mujeres, nosotros aún estaríamos en cuclillas, en una caverna, comiendo carne cruda, debido a que hemos hecho la civilización a fin de impresionar a nuestras novias."

"!No creo en el cine a menos que haya movimiento en la pantalla. Por eso, no estoy de acuerdo con ciertos directores a quienes, sin embargo, admiro, y que se contentan con un cine estático. Para mí todo eso son imágenes muertas. Oigo detrás de mí el ruido del proyector, y cuando veo esos paseos larguísimos por las calles, estoy siempre esperando oír la voz del director que dice: "¡Corten!". El único director que no mueve mucho ni la cámara ni los actores, y en el que creo, es John Ford. Logra hacerme creer en sus filmes, aun cuando en ellos hay poco movimiento. Pero con los otros tengo siempre la impresión de que están intentando, desesperadamente, hacer arte. Sin embargo, deberían estar haciendo drama; y el drama debería estar lleno de vida."

"He sufrido demasiadas desilusiones, he puesto demasiado empeño y coraje para lo que me ha sido dado a cambio, no en dinero, sino en satisfacción personal. Así pues, ahora escribo y pinto. Rompo todo lo que hago."

"He gastado demasiada energía en cosas que no tienen nada que ver con una película. Ha sido un 2 % hacer películas y un 98 % trapichear (para conseguir dinero). No es manera de pasar la vida".

"He sido víctima de la más asombrosa serie de desgracias y de la más increíble de las buenas suertes. Con los actores y el equipo con los que he trabajado he sido muy afortunado, por el contrario he tenido muy mala suerte con los productores y el dinero".

"No te creas que la experiencia lo hace todo más fácil. Cuanta más experiencia tienes más te das cuenta de todas las opciones que hay"

"¿Mis tres directores favoritos?: “John Ford, John Ford y John Ford"

"Me parece maravilloso que el público pueda escoger con sus ojos lo que quiera ver de un plano. Yo no le fuerzo, y el uso de los primeros planos equivale a forzarle, no se puede ver otra cosa. En "El Ciudadano", por ejemplo, se habrán fijado en que hay muy pocos primeros planos, apenas algunos."

"Hoy en día, el interés de la gente en las películas se reduce a querer saber si el pelo de Verónica Lake es todo suyo. No veo como puede serlo."

"Tuve mucha suerte al trabajar con Mankiewicz: todo lo referente a Rosebud le pertenece. En cuanto a mí, sinceramente no me gusta mucho; funciona, es verdad, pero nunca he confiado plenamente en él. Sirve de guion entre todos los elementos. En cambio, tuve la buena suerte de tener a Gregg Toland, que es el mejor director de fotografía que ha existido, y también tuve la suerte de dar con actores que no habían trabajado nunca en películas; ninguno de ellos se había visto delante de una cámara hasta entonces. Todos procedían de mi teatro. Nunca habría podido hacer Ciudadano Kane con actores experimentados en el cine, porque en seguida me habrían dicho: "¿Qué se cree que estamos haciendo?" El que yo fuera un recién llegado los habría puesto en guardia, y por ese motivo habría echado a perder el filme."

"No me gusta presentar el sexo en la pantalla crudamente. No por moralidad ni por puritanismo; mi objeción es de orden puramente estético. En mi opinión, hay dos cosas que no se pueden llevar de ningún modo a la pantalla: la presentación realista del acto sexual y el hecho de orar a Dios."

"No rezo porque no quiero aburrir a Dios".

"Odio cuando la gente reza en pantalla. No es porque odie rezar, pero cada vez que veo un actor doblar las manos y mirar hacia arriba, estoy perdido. Sólo hay una cosa más en las películas que odie más y eso es el sexo. Simplemente no puedes estar en la cama o rezar y convencerme en pantalla".

"La comedia me llena de entusiasmo pero nunca he conseguido que un productor me dejara hacer una."

“En Italia, durante 30 años gobernaron los Borgia, hubo guerras, terror, asesinatos, sangre. Ellos produjeron a Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, tuvieron amor fraternal, 500 años de democracia y paz. ¿Y qué produjeron? Relojes cucú”. Parlamento de Orson Welles en “El tercer hombre” película de Carol Reed sobre el libro de Graham Greene.

"Siempre comienzo por el diálogo. Y no entiendo cómo algunos se atreven a escribir la acción antes que el diálogo. Es una concepción muy rara. Sé que, en teoría, la palabra es algo secundario en el cine, pero el secreto de mi obra es que todo se basa en la palabra. No hago filmes mudos. Debo comenzar por lo que dicen los personajes. Debo saber lo que dicen antes de verlos hacer lo que hacen."

"Todo es posible a condición de ser lo suficientemente insensato."

"París es la delicia de los dramaturgos. Nueva York es el hogar de los directores. Londres, sin embargo, es la ciudad de los actores. En Londres, los actores son libres de hacer lo que quieran."

"Estoy en completo desacuerdo con esas obras de arte, novelas y filmes que, en nuestra época, hablan de la desesperación. Creo que un artista no puede adoptar como tema la desesperación total: estamos demasiado cerca de ella en la vida cotidiana. Se puede utilizar un tema de ese género sólo cuando la vida es menos peligrosa y más claramente afirmativa."

"Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude".

"Hoy creo que el hombre no puede escapar a su destino de crear, cualquiera sea lo que haga, jazz, cucharas de madera o un grafitti en la pared. Todas ellas son expresiones de la creatividad del hombre, prueba de que aún no ha sido destruido por la tecnología. Pero, ¿hacemos esas cosas para la gente de nuestra época o repetimos lo que ya ha sido hecho? Debemos preguntarnos eso. Lo más importante es siempre dudar de la importancia de esa pregunta."

"No siento devoción alguna por lo que hago: no tiene ningún valor para mí; no me interesan la fama, la posteridad ni las obras de arte, sólo el placer de la experimentación. Soy cínico respecto a mi trabajo pero no soy cínico a la hora de trabajar sobre algún material. La moral burguesa sentimental me asquea: prefiero el coraje a todas las demás virtudes, cualquiera que sea el juicio que emitan sobre mi moral deberán tratar de descubrir en ella una faceta anarquista y aristocrática."

"Hollywood espera que experimentes, en un film que hace dinero. Y si no haces dinero, la culpa es tuya. Tu trabajo es hacer dinero."

"Parece que no tengo ningún sentido del vestir. Acabo de ser elegido entre los 10 hombres peores vestidos de Nueva York. Alguien me describió alguna vez como: “parece una cama deshecha”. ¡Tenía razón!."

"Hay tres cosas insoportables en la vida: café frío, champagne tibio y una mujer sobreexcitada."

"Lo maravilloso del cine, lo que le hace superior al teatro, es que tiene muchos elementos que pueden coartar, pero que también pueden enriquecernos, ofrecernos una vida imposible en ninguna otra parte. El cine debería ser siempre el descubrimiento de algo."

"Lo más personal que he puesto en “Sed de mal” es mi odio al abuso policial. Es mejor ver a un asesino irse libre que a los policías abusar de su poder."

"Amo la informalidad. Odio vestirme. Odio ser convencional y odio toda clase de snob."

"Es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta."

"Por celos y envidias, el ser humano es capaz de todo, desde el crimen hasta la santidad. Es terrorífico".

"No espero ser recordado por algo. No pienso respecto a mi trabajo en esos términos. Es tan vulgar trabajar en busca de la posteridad como trabajar por dinero".

"Si quiero dedicarme a la pintura, la música, la escritura o la escultura, requiero solo de mi tiempo y de unos pocos dólares para materiales. Ahora, si quiero producir una película, tengo que irme y obtener un millón de dólares."

"He pasado la mayor parte de estos años tratando de conseguir dinero para los films; como pintor o escritor no lo necesito. El Quijote lo filmé con mi dinero, aunque no lo pude terminar. No, ya he pasado demasiados años buscando trabajo y sólo tengo una vida, no puedo gastarla en los festivales o en los restaurantes mendigando dinero para hacer películas que luego nadie recordará."

"Sería mejor que los críticos vinieran, no en las primeras noches, sino en las últimas, así podrían ejercitar sus indudables talentos para las oraciones fúnebres."

"Odio a las mujeres, las odio en general, no en particular, sino en un modo abstracto. Las odio porque nunca se puede aprender algo de ellas. Son inescrutables."

"El truquito de Rosebud es lo que menos me gusta de la película. Parece sacado de un librito de tercera sobre Freud para principiantes."

"Vivir en la falda de la lujuria no es malo, excepto que nunca sepas cuando la lujuria se pone de pie."

"El problema con las películas es que son viejas antes de estrenarse. No en vano vienen en lata."

"Todo en mí es una contradicción, al igual que en cualquier otra persona. Estamos hechos de oposiciones, vivimos entre dos polos. Hay un filisteo y un esteta en cada uno de nosotros, un asesino y un santo. Los polos no se reconcilian. Simplemente se reconocen".

"Todo actor cree, en su corazón, cada cosa mala que se imprime de ellos."

"Mi definición de éxito, es que no te arrojen cosas."

"No soy rico. Nunca lo he sido. Cuando me ves en una mala película como actor (espero que no como director), es porque no me han ofrecido alguna buena película. A menudo hago malas películas para vivir".

"Hollywood es un dorado barrio adecuado para golfistas, jardineros, agentes de bolsa y complacidas estrellas de cine. Yo no soy ninguna de esas cosas."

"Las películas hacen esa clase de comentarios que sólo una novela puede hacer, la alusión al mundo en el que vive la gente, sus motivaciones psicológicas y económicas, las influencias del período en el que han vivido."

"Odio a la policía: es mejor ver a un asesino libre que a la policía autorizada a abusar de su poder; si se plantea la elección entre el abuso del poder de la policía y dejar un crimen impune, elijo esto último. Detesto a la gente que se arroga el derecho de juzgar por propia iniciativa, no se puede volver a la ley de la jungla como algunos quieren en mi país."

"Descubrí a los 6 años que todo era una farsa, trabajando con espejos. Desde entonces, siempre he querido ser mago."

"Hay miles de formas de representar un buen clásico. Si fuera efectivo, podría representar “Hamlet” en un trapecio."

"Cada artista debe ser, a su propio modo, un mago, un charlatán."

"La crítica es la esencia de la creación."

"Los optimistas son incapaces de comprender lo que significa adorar lo imposible»

"La de director de cine es la única profesión del mundo en la que puedes ser un completo incompetente y tener éxito durante 30 años sin que nadie lo descubra".

"No me veo a mí mismo como un profesional. Soy básicamente un aventurero. La gente más seria y profesional probablemente son quienes hacen mayores aportaciones al arte. No me gustaría ser uno de ellos".

"El setenta por ciento de lo que he dicho en las entrevistas es falso."


Imágenes: Todas son cortesía de la estupenda página Doctor Macro.- Fuente original

jueves, 18 de noviembre de 2021

El Dios de "Pactar con el diablo" (Grandes escenas del cine)


 

Milton (Al Pacino): -¿Por qué tienes que cargar con ese maldito saco de piedras? ¿Por Dios? ¿Porque sí? Por Dios... Está bien, te daré información de primera mano acerca de Dios: A Dios le gusta observar, es un bromista. Piénsalo: dota al hombre de instintos. Os da esta extraordinaria virtud ¿y qué hace luego? Los utiliza para pasárselo en grande, para reírse de vosotros al ver cómo quebrantáis las reglas. Él dispone las reglas y el tablero. Y es un auténtico tramposo: Mira pero no toques, toca pero no pruebes. Prueba... pero no saborees. ¿Y mientras os lleva como marionetas de un lado a otro qué hace él? ¡Se descojona! ¡Se parte el culo de risa! ¡Es un payaso! ¡Es un sádico! ¡Es el peor casero del mundo! ¿Y adoráis eso? ¡Nunca!

Kevin Lomax (Keanu Reeves): -Mejor reinar en el infierno que servir en el cielo ¿verdad?

Milton: -¿Por qué no? Yo tengo los pies sobre el mundo desde que comenzó este puto juego. He alimentado todas las sensaciones que el hombre ha querido experimentar. Siempre me he ocupado de lo que quería y nunca le he juzgado. ¿Por qué? Porque nunca le he rechazado a pesar de todas sus imperfecciones. ¡Soy un devoto del hombre! Soy un humanista, puede que el último humanista. ¿Quién en su sano juicio, Kevin, podría atreverse a negar que el siglo XX ha sido mío por completo? ¡Todo mío, Kevin! Todo mío, mío. Estoy pletórico. Ha llegado mi oportunidad.

Un monólogo este de "El abogado del diablo" (Devil's Advocate), película dirigida en 1997 por Taylor Hackford, que le venía a Al Pacino como anillo al dedo. Los excesos siempre le han ido bien y eso de tener que ponerle voz al diablo le servía magníficamente de excusa para que sus gestos en demasiadas ocasiones desbordados quedaran justificados por la naturaleza del personaje, tanto, que puede decirse que se convierte en la encarnación perfecta de un diablo terrenal. El monólogo de Pacino es realmente jugoso, lleno de provocación y en sus vehementes labios resulta ciertamente inquietante; parece una pequeña pieza de teatro dentro de la maquinaría vertiginosa que resulta siempre una película, tal es la magia que logra destilar Pacino en la misma. El resto de la película, llena de simbología respecto a la lucha entre el bien y el mal y la responsabilidad del hombre a la hora de elegir su camino, tiene sus altos y sus bajos, resultando sin duda un film perfectamente disfrutable, pero este monólogo es soberbio y solo por él merece la pena recordar el título. Seguro que no será la última vez que veamos a Pacino por aquí regalándonos uno de esos sensacionales discursos suyos, pero ahora vamos a verlo en acción en esta escena que comentábamos:


FICHA DE LA PELÍCULA

Título original: The Devil's Advocate 
Año: 1997
Duración: 144 min.
País: Estados Unidos 
Director: Taylor Hackford

Reparto: Keanu Reeves, Al Pacino, Charlize Theron, Jeffrey Jones, Judith Ivey, Debra Monk, Craig T. Nelson, Connie Nielsen, Delroy Lindo, Ruben Santiago-Hudson, Tamara Tunie, Vyto Ruginis, Laura Harrington, Chris Bauer, Al D'Amato, Pamela Gray, Don King, Heather Matarazzo, Monica Keena

Guión: Jonathan Lemkin, Tony Gilroy (Novela: Andrew Neiderman)
Música: James Newton Howard
Fotografía: Andrzej Bartkowiak

Imagen: De Flickr - (CC BY-NC-ND 2.0) - Fuente Original

miércoles, 17 de noviembre de 2021

"Eva" y "La mujer justa" de Sándor Márai

 

"Descubrí querida mía, que la persona justa no existe. Un día desperté, me incorporé a la cama y sonreí. Ya no sentía dolor. Y de golpe comprendí que la persona justa no existe. Ni en el cielo, ni en la tierra, ni en ningún otro lugar. Simplemente hay personas, y en cada una hay una pizca de la persona justa, pero ninguna tiene todo lo que esperamos y deseamos. Ninguna reúne todos los requisitos, no existe esa figura única, particular, maravillosa e insustituible que nos hará felices. Sólo hay personas. Y en cada una hay siempre un poco de todo, es a la vez escoria y un rayo de luz..."

El fragmento pertenece a "La mujer justa" (1941) del escritor húngaro Sándor Márai (1900 - 1989) y para ilustrarla hemos elegido la preciosa  escultura "Eve" del artista inglés Sir Thomas Brock (1847 - 1922),  una obra que se expone en la Tate Britain.

Imagen: De Tate.org.uk - CC-BY-NC-ND (3.0 Unported) - Fuente original

martes, 16 de noviembre de 2021

La Amistad y el Viento: Leyenda árabe de los dos amigos


Cuenta una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron, dándole uno de ellos una bofeteada al otro. El ofendido, sin decir nada, escribió en la arena:

"Hoy mi mejor amigo me pegó una bofetada en el rostro"

Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse. El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado inmediatamente por el mismo amigo que antes lo había abofeteado. Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:

"Hoy mi mejor amigo me salvo la vida"

Intrigado su amigo, le preguntó:

¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?

Esbozando una sonrisa, le respondió:

“Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo, por otro lado, cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde ningún viento en todo el mundo podrá borrarlo “

Y es que como decía aquella frase de autor anónimo: "Se necesita sólo de un minuto para que te fijes en alguien, una hora para que te guste, un día para quererlo, pero se necesita de toda una vida para que lo puedas olvidar"

Acompañamos esta leyenda árabe con la imagen del cuadro "Peregrinos yendo a la Meca" pintado en 1861 por el pintor francés Léon Belly (1827-1877), obra que se expone en el parisino Musèe D'Orsay. Quien sabe si entre esos peregrinos podrían estar los dos amigos protagonistas de esta historia....

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

lunes, 15 de noviembre de 2021

"La novia" de Chagall y la cabra de la felicidad de "Notting Hill"

 

En la deliciosa película Notting Hill (1999 - Roger Michell), hay una escena en la que la preciosa y aparentemente inalcanzable Anna Scott (Julia Roberts), al ver la inesperada reproducción de un cuadro de Chagall que el enamorado William Thacker (Hugh Grant) tiene como decoración en una de las paredes de su casa le dice a este:

- ¡No puedo creer que tengas esa imagen!

- ¿Te gusta Chagall?

- Sí. Así debería ser el amor: flotando en un cielo azul oscuro

- Con una cabra tocando el violín

- Pues sí... la felicidad no es completa sin una cabra tocando el violín.

El cuadro, obra del pintor Marc Chagall, tiene por título "La Mariée" (La novia), y en ella parece como si,  flotando en el aire, ese sujeto vestido de azul le descubriera el rostro a la novia, retirándole delicadamente el velo, para así presentarla y entregarla a su futuro esposo, en este caso el espectador que se enfrenta a la obra.

Permítanme que para mi, hoy, "La novia" sea mi querida sobrina Nuria, a la que hace un par de días tuve el honor de acompañar hasta el altar como padrino y presentarla ante su flamante esposo Jonathan, recién casados a los que les deseo la mayor de las felicidades y que nunca les falte una armoniosa cabra que les toque el violín por siempre, esa pizca de locura y alegría que ilumine todos sus días juntos.


Imagen: De Flickr (CC BY-NC 2.0) - Fuente Original