domingo, 7 de noviembre de 2021

"La verdad desnuda saliendo del pozo" - Jean-León Gerôme



Cuenta una leyenda, de la que no logro encontrar su origen y que paso a reproducir de una forma muy libre, que en cierta ocasión, a la orilla de un lago, se cruzaron los caminos de la verdad y la mentira. "¡Buenos días!" dijo la mentira y la verdad contestó a su saludo: "Buenos días". "Hermoso día" continuó diciendo la mentira, mientras la verdad, siempre cautelosa, miró hacia el cielo y lo vio de un azul resplandeciente y sin nubes, escuchó los trinos de los pájaros y comprobando que ciertamente era un día hermoso asintió. Siguió la mentira diciendo que era un día caluroso, algo que la verdad tuvo por cierto, y la invitó a tomar un baño en las cristalinas aguas del lago. La mentira se desnudó alegremente y dejando sus toscas y grises ropas en la orilla, se zambulló en el agua y dijo a la verdad que el agua estaba deliciosa. La verdad, precavida, tocó las aguas con las puntas de los dedos de uno de sus pies y confirmó que ciertamente el agua invitaba a tomar un baño, por lo que, confiando en la mentira, se desnudó igualmente y dejó sus blanquísimas y delicadas ropas junto a las de la mentira y se lanzó también, despreocupada, al agua. Después de nadar un rato tranquilas y de que la verdad terminara por olvidar sus recelos de la mentira, esta, aprovechando un momento en que la verdad no miraba, salió del agua y se vistió con las exquisitas ropas de la verdad y marchó apresuradamente, mientras que esta cuando salió del agua se negó por completo a vestir las oscuras ropas de la mentira y comenzó a andar desnuda provocando el horror de todos los que la veían. Es así que, ayer como hoy, la gente prefiere aceptar la mentira disfrazada de verdad y no la verdad al desnudo.

Eso decía la leyenda sobre la desnudez de la verdad y ya de muy antiguo, el filósofo griego Demócrito apuntaba: "De verdad sabemos nada, pues la verdad es un bien encendido... en un pozo abismal". Puede que fuera allí, en un oscuro pozo, el lugar en donde la verdad hubo de esconder su intimidante y resplandeciente desnudez, y saliendo de ese pozo, en cueros vivos, fue como la pintó Jean-León Gérôme en 1986, en un soberbio cuadro que lleva por título: "La verdad que sale del pozo con su látigo para castigar a la humanidad". Se cuenta que el pintor tenía este cuadro sobre el cabecero de su cama y que cuando murió lo encontraron con uno de sus brazos extendido, señalando a su obra, en un postrero gesto de despedida. Ahora el cuadro se expone en el Museo de Anne-de-Beaujeu, de la escondida ciudad francesa de Moulins.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

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