domingo, 21 de noviembre de 2021

Gregorio Marañón y la magia de los libros


"Todo lo que rodea al libro está impregnado, aun cuando no sea perfecto, de un aliento de distinción y de superioridad. Yo suscribo, ante todo, la sentencia de Plinio, popularizada entre nosotros por Cervantes, de que no hay libro malo que no tenga algo bueno. Pero voy más allá: yo diría que enteramente malo no hay libro ninguno. Por lo menos yo no los he encontrado, a pesar de mi voracidad de lector... Más, admitamos que hay libros malos. De todos modos, nos quedará el infinito mundo de los buenos.

El libro bueno es el amigo que todo lo da y nada pide. El maestro generoso que no regatea su saber ni se cansa de repetir lo que sabe. El fiel transmisor de la prudencia y de la sabiduría antigua. El consuelo de las horas tristes. El que hace olvidar al preso su cárcel y al desterrado su nostalgia. El sedante de los grandes afanes, que va dondequiera que vayamos con nuestro dolor. El mentor de las grandes decisiones. El que ablanda el corazón en los momentos de dureza, o nos vigoriza cuando empezamos a flaquear. Y después de ser todo esto, tiene la soberana grandeza de no hipotecar nuestra gratitud. Una vez leído lo volvemos sencillamente al estante, o lo dejamos olvidado en el asiento de un tren. Es igual. No nos pedirá cuenta de lo que nos ha dado, ni nos guardará rencor si no se lo hemos agradecido...

En los estantes donde, inmóviles y como momificados, se aprietan los libros, hay un mundo vivo e infinito, que no se cansa de esperar y que se nos da generosamente, sin más que alargar la mano y abrir sus páginas. El pasado, el presente, el porvenir, todo lo que fue y todo lo que supo su autor, y su vida y la de su tiempo, todo está allí... Y así en los libros revive, lleno de fervor, el ímpetu de los héroes y el ingenio de los descubridores, y la duda y la cautela, la gracia y el amor, y hasta el trémulo e imperceptible vuelo de las almas a Dios, ahí está... 

¿Qué habría sido de la humanidad sin libros?... Sin libros, el amor y la bondad, el consuelo de las horas lúgubres, la fe en el porvenir y en el más allá, hubieran quedado reducidos a un pequeño número de privilegiados, a los santos y a los héroes. La palabra es el instrumento celeste... El libro la hace universal e inmortal."

Son palabras de D. Gregorio Marañón y Posadillo (1887-1960), insigne médico y gran escritor español, considerado como uno de los más grandes intelectuales de nuestro siglo XX y del que tengo la sensación, que en este país nuestro tan dado al olvido, su figura ha quedado, de forma totalmente injusta, un tanto oculta en las sombras del tiempo. Para mí siempre ha sido una figura presente por la continua alabanza y admiración hacia su persona y obra que me transmitía mi padre y porque sus libros, junto a muchos más, eran parte del paisaje diario que veían mis ojos desde la mesa del comedor. Ese elogio al libro de Marañón, del que recogíamos algunos fragmentos, pertenece a una pequeña obra suya titulada “El libro y el librero” de 1953. En la imagen inicial se puede ver a Marañón retratado por Joaquín Sorolla en 1920. La segunda imagen es de 1931, rodeado de sus amigos en su biblioteca.

Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Publico (CC0): Fuente: → Imagen 1 - 2

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