martes, 30 de marzo de 2021

Marcel Proust y las magdalenas mágicas


"Hacía ya muchos años que no existía para mí de Combray más que el escenario y el drama del momento de acostarme, cuando un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té. Primero dije que no; pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llaman magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios unas cucharadas de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las miga del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo?

Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. Ya es hora de pararse, parece que la virtud del brebaje va aminorándose. Ya se ve claro que la verdad que yo busco no está en él, sino en mí. El brebaje la despertó, pero no sabe cuál es y lo único que puede hacer es repetir indefinidamente, pero cada vez con menos intensidad, ese testimonio que no sé interpretar y que quiero volver a pedirle dentro de un instante y encontrar intacto a mi disposición para llegar a una aclaración decisiva. Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con la verdad. ¿Pero cómo? Grave incertidumbre ésta, cuando el alma se siente superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es juntamente el país oscuro por donde ha de buscar, sin que le sirva para nada su bagaje. (...) Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tilo, los domingos por la mañana en Combray (porque los domingos yo no salía hasta la hora de misa), cuando iba a darle los buenos días a su cuarto. Ver la magdalena no me había recordado nada, antes de que la probara; quizá porque, como había visto muchas, sin comerlas, en las pastelerías, su imagen se había separado de aquellos días de Combray para enlazarse a otros más recientes (...) 

En cuanto reconocí el sabor del pedazo de magdalena mojado en tilo que mi tía me daba (aunque todavía no había descubierto y tardaría mucho en averiguar por qué ese recuerdo me daba tanta dicha), la vieja casa gris con fachada a la calle, donde estaba su cuarto, vino como una decoración de teatro a ajustarse al pabelloncito del jardín que detrás de la fábrica principal se había construido para mis padres, y en donde estaba ese truncado lienzo de casa que yo únicamente recordaba hasta entonces; y con la casa vino el pueblo, desde la hora matinal hasta la vespertina, y en todo tiempo, la plaza, adonde me mandaban antes de almorzar, y las calles por donde iba a hacer recados, y los caminos que seguíamos cuando había buen tiempo. Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan empiezan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse, convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té."

El fragmento pertenece a "Por el camino de Swann" obra de Marcel Proust publicada en 1913 y perteneciente al ciclo "En busca del tiempo perdido". Allí nos presentó las magdalenas como recurso de evocación de un momento de felicidad plena; igual podría haber sido un perfume o una música... pero quedó en el sabor de una magdalena que ha hecho historia, no una cualquiera, sino una variedad típica de Francia llamada "madeleine de Commercy". Curiosamente en los borradores previos de "Por el camino de Swann", esa deliciosa magdalena había sido antes "pan tostado mezclado con un té" e incluso un "biscote"... igual le traían igualmente buenos recuerdos al goloso Proust. 

Hace tanto que no pruebo las "poleás" que me hacía mi madre que no sé que podrían evocarme...

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lunes, 29 de marzo de 2021

La última carta de Al Capone


“Mi querido Sonny, cuando leas esta carta ya no estaré cerca de ti para rodearte con mi afecto. No te pido más que una cosa: olvida lo que fue Al Capone y recuérdame sólo como a un padre que te ha adorado y nunca ha querido otra cosa que tu bien. Sé que te dejo una pesada herencia: mi nombre. Pero tú considerarás tu deber de hijo imponer el respeto más absoluto a mi memoria. Sé trabajador y protege a tu madre: ahora, ella no tiene a nadie más que a ti. Sé aquel hijo que yo no he sabido ser y, sobre todo, el hombre que yo habría debido ser.”

Al Capone murió el 21 de enero de 1947 por lo que esta carta, fechada en ese mismo año y  dirigida a su hijo Albert Francis Capone, al que apodaba "Sonny", es con seguridad una de las últimas que escribió.

Alphonse Gabriel Capone, por todos conocido como Al Capone o por su apodo "Scarface", fue todopoderoso en sus tiempos gloriosos al frente de la mafia, pero tras ser encarcelado por evasión de impuestos en 1931 (con solo 32 años) todo cambió. Ya en 1933 se revocó la "Ley Seca" que es la que propiciaba las ganancias del clan de Al Capone, quien por si fuera poco, empezaba ya a dar signos evidentes de demencia, generalmente achacados a una sífilis no tratada. Scarface era uno de los presos más famosos de Alcatraz, pero el deterioro físico al que se veía sometido por la enfermedad le hizo pasar los últimos años de reclusión ingresado en el hospital de la cárcel. Al Capone no murió en la cárcel como comúnmente se piensa, al contrario fue excarcelado en 1939, cuando ya su fortaleza física había desaparecido, estaba arruinado y con la mente realmente muy deteriorada. Se marchó a Miami Beach donde intentó olvidarse del mundo y que el mundo se olvidara de él, pero a inicios de 1947 sufre un derrame cerebral y muere unos días después. Tenía solo 48 años. Probablemente de esos últimos días es la carta que reseñamos arriba.

Su hijo intentó llevar una vida recta a pesar del peso de su apellido. En cierta ocasión, en un supermercado fue arrestado por robar mercancía por valor de 3'5 dólares, -había tenido la mala idea de guardarse entre sus ropas dos frascos de aspirina, su único delito-. Ante el juez alegó "Todos alguna vez han cometido un pequeño hurto, creo yo" pero el peso de su apellido hizo que por un hurto menor fuera condenado a 2 años de prisión.

Poco después, cuando ya tenía 48 años, decidió renunciar a esa "pesada herencia" a la que se refería su padre en la carta, y cambió su apellido alegando la reputación negativa que le hacía sufrir incluso en las pequeñas faltas. Desde entonces se las arregló para permanecer en el anonimato.

Algunas frases de Al Capone:

«Usted puede conseguir más con una palabra amable y una pistola que lo que se puede con solo una palabra amable»

«Cuando vendo licor, se llama piratería, y cuando mis clientes se sirven en Lake Shore Drive, se llama hospitalidad»

«Vete temprano y frecuentemente»

«Este sistema americano, llámalo americanismo, llámalo capitalismo, llámalo como quieras, da a todos y a cada uno de nosotros una gran oportunidad; sólo apodérate de él con ambas manos y consigue lo mejor de él»

«La prohibición no ha hecho más que dar problemas»

«Ahora sé por qué los tigres se comen a sus crías»

«He sido acusado de todas las muertes, excepto de la lista de víctimas de la II Guerra Mundial»

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sábado, 27 de marzo de 2021

Oscar Wilde y los ingleses


 

Hubo un tiempo en el que todo el mundo quería saber la opinión que, sobre cualquier cosa, tendría el siempre agudo Oscar Wilde, es por ello que un periodista le preguntó al ya famoso escritor cuáles eran, a su entender, las tres mayores glorias de Inglaterra. Oscar Wilde no era amigo de respuestas anodinas y buscando un poco el retruécano contestó con la dosis justa de ironía:

"Los ingleses tienen tres cosas de las que mostrarse orgullosos: el té, el whisky y un escritor como yo. Pero resulta que el té es chino; el whisky, escocés y yo soy irlandés"

Y es que como el mismo escritor decía:

"Es absurdo dividir a la gente en buena o mala; las personas son tan sólo encantadoras o aburridas"

Evidentemente el amigo Oscar no era nada aburrido.

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viernes, 26 de marzo de 2021

Fragmento de "El lector" - Bernhard Schlink


 

"Años más tarde comprendí que lo que había cautivado mi mirada no había sido su figura, sino sus posturas y sus movimientos. Durante un tiempo, cada vez que tenía novia le pedía que se pusiera medias, pero no me apetecía explicar el motivo de mi ruego, revelar el enigma de aquel encuentro entre la cocina y el pasillo. Así, todas entendieron mi ruego como un capricho, una afición a la ropa interior picante, una extravagancia erótica, y cuando complacían mi deseo, se deshacían en poses coquetas. Y no era eso lo que había cautivado mi mirada. Ella no posaba, no coqueteaba. Tampoco recuerdo que lo hiciera ninguna otra vez. Recuerdo que su cuerpo, sus posturas y sus movimientos me parecían a veces torpes. No es que fuera torpe. Más bien parecía que se recogiera en el interior de su cuerpo, que lo abandonara a sí mismo y a su propio ritmo pausado, indiferente a los mandatos de la cabeza, y olvidara el mundo exterior. Fue ese mismo olvido del mundo lo que vi en sus posturas y movimientos al ponerse las medias. Pero entonces no era torpe, sino fluida, graciosa, seductora; una seducción que no emanaba de los pechos, las piernas y las nalgas, sino que era una invitación a olvidar el mundo dentro del cuerpo."

El texto pertenece al libro "El lector" (1995) del escritor y juez alemán Bernhard Schlink, obra que fue llevada al cine con tremendo acierto en 2008 por Stephen Daldry y que tras cinco nominaciones a los premios Oscar le procuró el de mejor actriz a Kate Winslet en su papel de Hanna Schmitz. En la fotografía aparece una de las chicas de las Ziegfeld Follies.

Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Fuente Original

jueves, 25 de marzo de 2021

Borges, Shakespeare y los pretenciosos


 

En cierta ocasión una alumna de la Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires se acercó al escritor Jorge Luis Borges y le dijo que la obra de Shakespeare le aburría, algo que entra dentro de lo posible y haciendo un esfuerzo, hasta de lo admisible, pero la chica no se quedó en ese punto y añadió "Al menos lo que ha escrito hasta ahora". Borges impertérrito, sin alterarse lo más mínimo, le respondió: “Tal vez Shakespeare todavía no escribió nada para vos. A lo mejor dentro de cinco años lo hace”.

Acompaña esta pequeña anécdota uno de los caprichos de Goya, en concreto el 39 titulado "Hasta su abuelo", al que yo he querido darle el eco de "un burro ilustrado" acorde a la anécdota anterior, pero que al parecer representaba a un zopenco al que le ha ido bien en la vida y se ha envuelto en buenos ropajes, intentando disimular y hasta olvidar sus orígenes, pero que al revisar su genealogía no puede evitar constatar lo que eran sus antepasados y él mismo, unos burros integrales, en la misma línea de lo que le pasaba a la mona con las sedas.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

miércoles, 24 de marzo de 2021

Libros cerrados - Fragmento de "La historia interminable" - Michael Ende

 

«Me gustaría saber», se dijo, «qué pasa realmente en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, dentro hay sólo letras impresas sobre el papel, pero sin embargo… Algo debe de pasar, porque cuando lo abro aparece de pronto una historia entera. Dentro hay personas que no conozco todavía, y todas las aventuras, hazañas y peleas posibles… y a veces se producen tormentas en el mar o se llega a países o ciudades exóticos. Todo eso está en el libró de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo, eso está claro. Pero está dentro ya antes. Me gustaría saber de qué modo.»  Y de pronto sintió que el momento era casi solemne. Se sentó derecho, cogió el libro, lo abrió por la primera página y comenzó a leer

El fragmento pertenece a "La historia interminable" - obra de Michael Ende publicada en 1979. La ilustración de cabecera titulada "El lector" es obra del grabador Tobias, Abraham Joel, 1913.

Imagen: De Biblioteca Pública de Nueva York - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

martes, 23 de marzo de 2021

Art Tatum, el toledano que era el rey del piano jazz

 

Art Tatum era casi paisano del actor Clark Gable, el primero nació en Toledo y el segundo en Cádiz, eso sí, en las ciudades de ese nombre del Estado de Ohio (EEUU), lugar en el que no se sabe por qué misteriosa razón (Ohio está lejos de la zona de influencia hispana) tienen fijación con poner nombres de inspiración española a sus poblaciones. 

Art Tatum es muy posiblemente el mejor pianista de la historia del jazz. Es más, el pianista Vladimir Horowitz, el mejor para muchos de los pianistas clásicos, dijo en una ocasión que le vio tocar, que si Tatum se dedicara a tocar piezas de Mozart o Beethoven, él lo dejaría al día siguiente. El toledano, como aquellos, era un verdadero niño prodigio, capaz de tocar directamente al piano cualquier melodía que escuchara, poseedor sin duda de un oído fuera de la común con el que era capaz de percibir la más mínima variación en la afinación de un piano.

Hay que recordar que Art Tatum era prácticamente ciego. Sufría de cataratas desde su juventud y fue operado de la vista en trece ocasiones. Estas operaciones le devolvieron temporalmente la vista en uno de sus ojos pero tuvo la mala suerte de recibir un fuerte golpe en la cabeza que tiro por tierra todo lo conseguido con las intervenciones y quedó ciego casi totalmente.

No era extraño que sus amigos, cuando iban a tocar de forma informal a alguna taberna lo sentaran en algún piano al que le faltaban teclas. Tatum sabedor ya de que esto podía ocurrir con sus bromistas compañeros, repasaba con el tacto el teclado del piano, sin tocar nada y memorizaba las teclas que faltaban o las que iban mal, después de lo cual empezaba a tocar de forma maravillosa, evitando sorprendentemente todas las teclas inexistentes o que con su sonido desafinado afearían su ejecución. Cuando empezaba a tocar en serio, ni Fats Waller, otro genio del piano-jazz hubiera deducido que aquel piano era una basura.

Su agilidad frente al piano era legendaria. Heredero de la tradición "stride" y a la vez de las innovaciones introducidas por Earl Hines, conseguía dar la misma importancia a sus dos manos, lo que le permitía hacer verdaderas diabluras con el ritmo, el tempo y marcarse unos "prestissimos" impresionantes. No fueron pocos los grandes músicos que decían que al oírle parecía que tocaban cuatro manos en vez de dos. Por ejemplo el sensacional violinista Stephane Grapelli (acompaño mucho a Django Reinhardt) comento en cierta ocasión: "En los años treinta, yo estaba trabajando en Le Touquet. Un día, pensé que estaba escuchando a dos pianistas tocando Tiger Rag. Corrí a la cabina para averiguar quiénes estaban tocando. El encargado miró la etiqueta en el disco y dijo: "Tiene usted razón, hay dos pianistas: Art y Tintín". De regreso a París, fui a una tienda de discos y me enteré de que Tiger Rag había sido grabada por un pianista único. Su nombre era Art Tatum". Algo se cuenta también de una pieza que oyó Tatum de Grieg y que le encantó. Intentó reproducirla de memoria y el mismo decía que le había costado una barbaridad lograrlo. Tiempo después supo que era una pieza para cuatro manos.

Por otro lado el sensacional pianista de jazz Bill Evans escribió: "Un viejo amigo de Tatum una vez me dijo que la razón por la que Tatum desarrolló su increíble técnica y sus sólidos fundamentos con la mano izquierda es que él había dado forma a su estilo imitando a una pianola. Sólo que no se dio cuenta de que algunos de los rodillos perforados en realidad eran para dos pianistas, uno de ellos en el papel de la mano izquierda."

Para Cocteau, Art Tatum era "Un Chopin loco". Logró la admiración de todos, tanto de músicos clásicos como jazzistas. Todos estaban rendidos a su arte, personajes como Rubinstein, Gershwin o el grandioso Rachmaninov, quien mantenía que Tatum era el más grande intérprete de piano de cualquier estilo.

No faltó al coro de admiradores el sensacional compositor Igor Stravinsky. En cierta ocasión acudió a uno de sus conciertos para conocer a ese pianista ciego del que todos hablaban maravillas; después de verlo no solo se quedó sobrecogido por su calidad técnica y recursos, sino que incluso se atrevió a pedirle ayuda para terminar una pieza que le estaba dando más quebraderos de cabeza de los que desearía. Stravinsky pretendía enlazar dos fragmentos de su endiablada música para piano, compuestos por separado y con unos acordes ciertamente inusuales; problema musical ante el que se encontraba penosamente atascado y sin que las musas le susurraran al oído la más mínima idea para darle una solución elegante. Le pidió permiso a Tatum y se sentó al piano en el que le tocó las dos piezas rebeldes. Tatum escuchaba con atención y cuando Stravinsky terminó quedó un tiempo en silencio, meditando, rumiando, machihembrando notas en su portentosa cabeza. Solo había escuchado las piezas una vez, piezas no olvidemos del complejo Stravinsky, y volviendo al mando de su piano, las reprodujo fielmente, nota por nota, las dos piezas, eso sí, añadiendo entre ambas una progresión armónica que elegantemente las hermanaba para siempre. Stravinsky no tuvo más remedio que reconocer la maestría absoluta de este pianista de jazz y hablaba de él siempre con fervor y admiración absolutas.

Otros pianistas como Fats Waller, sabían muy bien cuál era su verdadera valía cuando habían de compararse con el gran Tatum. Un día entró en un club donde Fats Waller estaba tocando. Waller se apartó del piano para hacer sitio a Tatum, anunciando "Señoras y señores, soy un buen pianista, pero esta noche Dios está aquí". Para Oscar Peterson, otro de los grandes del piano jazz, Tatum es el mejor instrumentista de jazz de todos los tiempos. 

En cierta ocasión, según narran conocidos de Tatum, durante una actuación, una sofisticada dama le pidió a Tatum si podía tocar "algo de Bach". Si la anécdota es cierta, parece ser que Art Tatum habría estado improvisando sobre temas de J.S. Bach durante hora y media, tras lo cual la dama habría comentado algo así como "Debería aprender a mantener la boca cerrada".

No quiero perderme con referencias a su devenir profesional, pero para los curiosos que ahora quieran explorar sobre Tatum, os recomendaré sus celebres series "The Tatum solo Masterpieces" (Pablo, 1953-1955) y su no menos extraordinaria colección titulada: "The Tatum Group Masteripieces" (Pablo, 1954-1956), colección a la que pertenece el que posiblemente sea mi disco favorito de jazz, ese en el que Tatum hermanó su maestría al piano con la profunda sonoridad de el saxofonista Ben Webster. Un placer absoluto. 

Una muestra de ese disco, es "Night & day": 


Y un frenético "Tiger Rag"



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lunes, 22 de marzo de 2021

El secreto de "la mirada" de Lauren Bacall


 
"Mi mano estaba temblando, mi cabeza estaba temblando, el cigarillo estaba temblando, estaba mortificada. Cuanto más me esforzaba por parar, más temblaba. Me di cuenta que la única manera de mantener quieta mi cabeza temblorosa era bajarla, con la barbilla prácticamente en el pecho, y elevando los ojos hacia a Bogart. Funcionó y resultó ser el comienzo de "La Mirada"


Así describía Lauren Bacall los nervios que pasó durante su debut en la película "Tener y no tener" (1944 - Howard Hawks) junto a Humphrey Bogart. Tantos fueron los nervios, que llegado un momento de la película le propuso a Bogart comunicarse con silbidos, y el bueno de Bogey, hechizado por esta delgaducha principiante, se aplicó en la tarea de aprender, tal y como le había propuesto ella, a juntar los labios y silbar. La pasión entre ambos se encendió de inmediato. 

Bacall y Bogart se casaron un año después del rodaje de la película formalizando una de las relaciones más glamourosas de la historia del cine. El le regaló un colgante con un silbato de oro, que Bacall al morir Bogart, dejó junto a sus cenizas por si necesitaba silbarle desde allí arriba.

Por cierto el apodo de "Slim" (delgaducha) que tiene la Bacall en la película y que se quedaría ya para toda la vida, era en realidad el apodo de Nancy "Slim" Hawks, la mujer de Howard Hawks, director de la película,  que se inició como modelo, igual que Betty Bacall. De hecho fue la mujer de Hawks la que la descubrió en una portada de Harpers Bazaar (facilmente localizable en la red) y la recomendó a su marido, quien reconociendo la magia que irradiaba aquella modelo se decidió a hacerle una prueba de cámara. El resto ya es historia. Dianne Vreeland, editora de Harper's Bazaar diría sobre aquella portada: 

“Es una portada impresionante. La limpieza de esa cara, la forma en que contempla la cámara… no hay nada de timidez en ella. Bacall no se comportaba como las modelos de aquella época. Ella actuaba como las modelos de hoy en día. Podías ver su personalidad, algo de lo que adolecían las demás chicas en aquellos tiempos”.

Por su parte la jovencísima y siempre nerviosa Bacall manifestó:  “Estaba mortalmente asustada. Todo aquello, y particularmente Mrs. Vreeland, me intimidaba muchísimo”.

La ya mítica escena de "Tener y no tener"





Y termino con esa sensacional canción titulada"Am I blue" que la deliciosa Bacall se marca con el genial pianista de jazz Hoagy Carmichael


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domingo, 21 de marzo de 2021

El poder de la mujer según Tolstoi - Fragmento de "La sonata a Kreutzer"



"—¿Se ha hecho usted cargo de que sólo de esto dimana ese poder de las mujeres, bajo el cual padece el mundo?

—¿Cómo, el poder de las mujeres? —dije yo—. ¡Si los derechos están principalmente del lado de los hombres!

—¡Si, sí, eso precisamente! —me interrumpió—. Eso es lo que yo quiero decir, y lo que explica el fenómeno extraordinario de que por un lado la mujer se vea reducida al último grado de humillación, y que por otro que impere. Así como los judíos con el poder del dinero se vengan de su servidumbre, así hacen las mujeres. «¡Ah! ¿Queréis que no seamos más que mercaderes? Como mercaderes, nos haremos dueños de vosotros», dicen los judíos. «¡Ah! ¿Queréis que no seamos más que objetos de sensualidad? Muy bien. Mediante la sensualidad, os doblegaremos bajo nuestro yugo», dicen las mujeres. La falta de derechos de la mujer no consiste en no poder votar o ser juez. Cosas que tampoco constituyen un derecho, sino en que no es igual al hombre en sus relaciones sexuales, en que no tiene el derecho de usar del hombre y abstenerse de él, el derecho de elegirlo, en vez de ser elegida. Dice usted que eso sería abominable. ¡Bueno! Entonces que tampoco el hombre tenga esos derechos. Pero el caso es que ahora la mujer está privada de este derecho que tiene el hombre. Y entonces, para compensar esta falta de derecho, actúa sobre la sensualidad del hombre, lo subyuga por la sensualidad, de modo que él sólo elige formalmente, pero en realidad quien elige es la mujer. Una vez en posesión de sus recursos, abusa de ellos y adquiere un poder terrible.

—Pero ¿en dónde ve usted ese poder excepcional?

—¿En dónde? Pues en lo que quiera, en todo. Visite usted las tiendas de una gran ciudad. Allí hay millones y millones; allí es imposible estimar la enorme suma de trabajo que se consume. ¿Hay algo para uso de los hombres en las nueve décimas partes de esas tiendas? Todo el lujo de la vida es exigido y sostenido por la mujer. Examine usted las fábricas. La mayoría producen adornos inútiles: coches, muebles, juguetes para la mujer. Millones de hombres, generaciones de esclavos, mueren destrozados por aquellos trabajos forzados, tan sólo por los caprichos de las mujeres. Las mujeres, a modo de soberanas, guardan como esclavos sujetos a un duro trabajo a las nueve décimas partes del género humano. Y todo porque se las ha humillado, privándolas de derechos iguales a los nuestros. Y entonces se vengan explotando nuestra sensualidad y atrapándonos en sus redes. Sí, a eso se reduce todo. Las mujeres se han transformado a sí mismas en un arma tal para dominar los sentidos, que un hombre ya no puede permanecer sereno en su presencia. En el momento en que un hombre se acerca a la mujer, inmediatamente queda bajo el influjo de ese opio y pierde la cabeza. Desde hace mucho me sentía yo desasosegado cuando veía una señora bien aderezada, en traje de baile, pero ahora esa vista me causa pura y simplemente terror. Veo algo peligroso para los hombres, algo contrario a las leyes, y me dan tentaciones de llamar a un guardia, de pedir protección contra el peligro, de reclamar que se quite de en medio aquel objeto peligroso. Usted se ríe —me gritó—, pero el asunto no tiene nada de gracioso. Estoy seguro que ha de venir un día —y quizá no esté lejos— en que se asombrará la gente de que haya podido existir una sociedad donde se permitan hechos tan atentatorios contra la tranquilidad pública como el de adornarse el cuerpo de la manera que se les permite a las mujeres para provocar la sensualidad de los hombres. Es lo mismo que poner trampas a lo largo de las vías públicas o en los paseos. ¡No!, es peor. ¿Por qué se prohíben los juegos de azar y no se prohíben las mujeres especialmente ataviadas para excitar a los hombres? Son mil veces más peligrosas."

Soy consciente de que el texto puede molestar al algunas personas, pero no deja de ser muy interesante y puede dar lugar a muchas reflexiones. El fragmento pertenece a "La sonata de Kreutzer" obra de León Tolstói publicada en 1889. Tómenlo como una reflexión sobre una determinada época y forma de pensar con la que como defensor de la más rotunda igualdad entre sexos tengo mis discrepancias. La foto es de Joan Crawford en la película Letty Lynton (1932 - Clarence Brown)

Imagen: Cortesía de Doctor Macro - Fuente Original

sábado, 20 de marzo de 2021

Fragmento de "Rayuela" (1963 - Julio Cortázar)



"Pero el amor, esa palabra… Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los corpiños. Tan triste oyendo al cínico Horacio que quiere un amor pasaporte, amor pasamontañas, amor llave, amor revólver, amor que le dé los mil ojos de Argos, la ubicuidad, el silencio desde donde la música es posible, la raíz desde donde se podría empezar a tejer una lengua. Y es tonto porque todo eso duerme un poco en vos, no habría más que sumergirte en un vaso de agua como una flor japonesa y poco a poco empezarían a brotar los pétalos coloreados, se hincharían las formas combadas, crecería la hermosura. Dadora de infinito, yo no sé tomar, perdóname. Me estás alcanzando una manzana y yo he dejado los dientes en la mesa de luz. Stop, ya está bien así."

El fragmento pertenece a la novela "Rayuela", obra de Julio Cortázar publicada en 1963.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original 

viernes, 19 de marzo de 2021

El jazz según Chet Baker

 

"Es estúpido decir que los negros crearon el jazz. Cualquier blanco puede tocar jazz. El jazz ha sido el resultado de una aportación típicamente americana. Cada uno improvisaba, con una flauta de pastor o en una iglesia. Nada en el mundo es tan tajante. Desde el momento en el que el jazz se implantó en Nueva Orleáns, había músicos por todos lados, que tocaban igual que los negros. Estos últimos alcanzaron la fama a pesar de ellos. Todo el problema viene de la palabra “jazz”. No me gusta esta palabra. Es demasiado restrictiva. La música es la música. Chopin también improvisaba..."

"Hay gente que se pasa la vida distinguiendo lo que es jazz y lo que no lo es. Como si la belleza necesitara etiquetas. Se puede tocar admirablemente bien por detrás del tempo. Y puede ser bello. La música clásica y el jazz no coinciden en los medios pero si en los fines: crear una música que sea bella. El primer trompeta de la orquesta filarmónica de Nueva York que tocará a Stravinski, tocará lo mismo durante seis meses y, sin embargo, siempre será diferente. Nosotros, no tocamos nunca lo mismo pero explotamos la misma idea hasta agotarla."

"Me da la sensación de que la mayoría de la gente se deja impresionar sólo con tres cosas: la rapidez con la que toques, los agudos que consigas y la fuerza y el volumen que le saques al instrumento. A mí eso me resulta un tanto exasperante, pero ahora tengo mucha más experiencia y he llegado a entender que seguramente ni siquiera el dos por ciento del público sabe oír como es debido. Cuando digo oír me refiero a la capacidad de seguir a un trompetista y discernir sus ideas, así como entender esas ideas en relación con los cambios, si es que los cambios son modernos de verdad"

“Creo que los músicos de hoy llevan cien años de ventaja sobre la gente que escucha música. Espero que ese foso que les separa no se agrande más. Es cuestión de oído y de capacidad para comprender lo que es la música. Me parece que la mayoría de las personas no quieren tomarse el tiempo necesario para informarse: quiere ser golpeada en la cabeza por los baterías de rock y no le interesa tanto pensar en la música. Posiblemente por esta razón el jazz puede ser pronto un arte perdido” 

Son palabras del admirado trompetista y cantante Chet Baker, un jazzista cool que una vez tuvo una imagen parecida a la de James Dean, una personalidad y talento a la trompeta comparable al de Bix Beiderbecke y una voz aterciopelada y suave como la de Frank Sinatra, aunque evidentemente más ambigua y con otros matices. Era una combinación perfecta que una vez más fue destrozada por el demonio de las drogas, una plaga que hizo verdaderos estragos en toda una generación de grandiosos músicos de jazz. 

"But not for me".... Una de sus maravillas


Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 3.0) - Fuente Original

jueves, 18 de marzo de 2021

Wilhelm Furtwängler y el nazismo

“El arte no tiene nada que ver con  mercados de consumo, doctrinas, democracia, comunismo, etc. No tiene nada que ver con el odio entre los pueblos, sea cual sea la razón, el lugar y el modo en que aparezca”. 

Son palabras de uno los más grandes directores de orquesta de la historia, el berlinés Wilhelm Furtwängler (1886-1954). Su visión de la música de Beethoven parece no haber sido alcanzada posteriormente por ningún otro director y a pesar de ello, su figura todavía está marcada por la controversia que causó el que permaneciera en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y se convirtiera en el mayor activo cultural del nazismo. En el proceso de desnazificación que hubo de superar después de la guerra dijo las siguientes palabras:

"Yo sabía que Alemania se encontraba en una terrible crisis; me sentía responsable por la música alemana, y que era mi misión el sobrevivir a esta crisis, del modo que se pudiera. La preocupación de que mi arte fuera mal usado como propaganda ha de ceder a la gran preocupación de que la música alemana debía ser preservada, que la música debía ser ofrecida al pueblo alemán por sus propios músicos. Este público, compatriota de Bach y Beethoven, de Mozart y Schubert, aun teniendo que vivir bajo el control de un régimen obsesionado con la guerra total. Nadie que no haya vivido aquí en aquellos días posiblemente pueda juzgar cómo eran las cosas. ¿Acaso Thomas Mann [quien fue crítico de las acciones de Furtwängler] realmente cree que en la Alemania de Himmler a uno no le debería ser permitido tocar a Beethoven? Quizás no lo haya notado, pues la gente lo necesitaba más que nunca, nunca antes anhelaba tanto oír a Beethoven y a su mensaje de libertad y amor humano, que precisamente estos alemanes, que vivieron bajo el terror de Himmler. No me pesa haberme quedado con ellos"

Ciertamente Furtwängler siempre rechazó dar el saludo nazi, e incluso hay grabaciones en las que se le observa limpiando su mano después de dársela a Goebbels, y que su rechazo al Partido Nacionalsocialista prevaleció hasta su muerte. El director defendió a muerte a algunos componentes judíos de su orquesta impidiendo que marcharan a campos de concentración, manteniéndolos a salvo en el seno de la Filarmónica de Berlín. A pesar de ello y tras la guerra, algunas figuras judías de la música como Arthur Rubinstein o Vladimir Horowitz se negaron a tocar con él. Otros como Bruno Walter, Nathan Milstein, Sergiu Celibidache, Ernest Ansermet, o su secretaria judía Berta Geissmar lo defendieron siempre. Curioso es el caso de Yehudi Menuhin que en un principio se negó a tocar con él pero que después de realizar una investigación personal sobre Furtwängler se convirtió en un abierto defensor de la figura del director alemán.

Hay quien achaca la permanencia de Furtwängler en Alemania a la extremada dificultad para expresarse del director y a su carácter retraído. En los años previos a la guerra estuvo a punto de marchar a la Filarmónica de Nueva York, pero tras meditarlo mucho, optó por no seguir los pasos de otros grandes directores como Bruno Walter, Otto Klemperer, Erich Kleiber que abandonaron Alemania y decidió quedarse. Como hemos dicho era una persona de carácter apocado y pacífico, que vivía por y para la música, sin grandes habilidades sociales, tan necesarias para emprender una aventura como la de marchar lejos de su entorno de siempre. Era un artista a la antigua, se limitaba a hacer su trabajo y estaba muy alejado del papel de "divo" que atesora una opinión válida sobre todo, de hecho consideraba que sus opiniones personales o políticas no eran de interés para nadie. Pensaba que su única misión era regalar la más bella de las músicas a todos aquellos que quisieran escucharle. Puede que eso explique un poco su actitud pasiva ante el nazismo. Parafraseando a Ortega, Furtwängler también era él y sus circunstancias.

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miércoles, 17 de marzo de 2021

La Venus de Frejus: La Miss camiseta mojada de los griegos

 

Muchísimo tiempo antes de que Bo Derek se pusiera de cuclillas en la playa con su traje mojado, ciñendo y transparentando sus exuberantes redondeces o de que se pusieran de moda los concursos de miss camiseta mojada, los griegos ya sabían de las calenturientas consecuencias de mostrar el cuerpo de una mujer con sus ropas empapadas, un efecto que lograron trasladar de manera muy realista a la escultura, un arte en el que eran capaces de lograr lo aparentemente imposible. El primero en esculpir una maravilla de este tipo fue Fidias con su novedosa técnica de "paño mojado", con un éxito tal que después fueron legión los que le imitaron en aquella sugerente forma de tratar las ropas. 

La Venus Genetrix que encabeza el artículo lleva el sobrenombre de Frejus por ser ésta la localidad del sur francés en la que apareció en el año 1650. Tiene una altura de 1'65 metros y es una copia romana del siglo I a.C tallada en mármol y basada en una escultura griega de bronce del siglo V a.C. obra de Alcamenes y según otros de Calímacos. Hay que tener en cuenta que en la correspondencia entre dioses romanos y griegos, a Venus le corresponde Afrodita, por lo que también esta escultura puede ser conocida por tal nombre. 

Las reproducciones posteriores adoptaron el nombre de "Venus de los jardines" por la gran cantidad de copias que se realizaron en época romana y lo habitual que era encontrar alguna de ellas en los jardines de las lujosas villas y palacios de las familias bien acomodadas. La manzana que lleva en su mano derecha es la famosa "manzana de la discordia" que Venus ganó como la más bella de las mujeres en dura competencia con Hera y Atenea tras "el juicio de Paris" en el que bien pudiera ser este el primer concurso de mises de la historia.  Pero esa es una jugosa historia que contaremos en otra ocasión. Actualmente la Venus de Frejus se exhibe en el Museo del Louvre de Paris.

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martes, 16 de marzo de 2021

Psicosis y los temores de Janet Leigh a pasar por la ducha

 

Janet Leigh se ganó el rol de Marion en "Psicosis" (1960 - Alfred Hitchcock) a fuerza de ser la mejor dando gritos de todas las aspirantes. Lo que no sabía es que la escena en la que tendría que ponerlos en juego, la de su muerte acuchillada en la ducha, le dejaría secuelas de por vida. No fue algo que ocurriera inmediatamente, el rodaje en si no tuvo nada que ver, si no que tuvo como detonante el posterior visionado de la escena completa, tras el cual Janet Leigh desarrolló un agudo temor a ducharse al interiorizar, de forma traumática, la vulnerabilidad en la que se encuentra una persona cuando se encuentra duchándose, de hecho, ella misma reconoció que no volvió a ducharse jamás si podía evitarlo  y se pasó a usar la bañera, pero eso sí, sin correr las cortinas ni cerrar los ojos, no fuera a tener alguna visita inesperada. Lo cuenta ella misma:

"Dejé de ducharme y solo me baño. Y cuando estoy en un lugar donde solo me puedo duchar, me aseguro de que las puertas y ventanas de la casa estén cerradas. También dejo la puerta del baño y la cortina abiertas. Siempre estoy mirando hacia la puerta, observando, sin importar dónde esté la ducha"

"He recibido muchas cartas donde me decían que me iban a hacer lo mismo que Norman Bates le hizo a Marion Crane. Ahora no me llegan tantas como al principio, pero debo decir que fue bastante grave. Hasta el FBI tuvo que intervenir. Afortunadamente, nunca sucedió nada"

Por cierto, la última imagen de Marion ya muerta es al aparecer una imagen congelada, ya que la esposa de Hitchcock, Alma, apreció claramente en la prueba de cámara el pulso en el cuello de Janet, detalle que era inadmisible para el meticuloso director inglés y que fue eliminado con esa pequeña argucia. La escena es tan perfecta que ha sido estudiada desde todos los ángulos y claro, siempre hay quien encuentra alguna pega, así varios oftalmólogos comentaron a Hitchcock que las pupilas de Janet Leigh aparecían contraídas en los planos siguientes a su muerte, cuando realmente debían de aparecer dilatadas, al no tener ya control sobre ellas el sistema nervioso central. Para evitarlo le aconsejaron hacer uso de unas gotas de belladona. Hitchcock parece que no echó el consejo en saco roto y lo tuvo muy presente en películas posteriores. 



Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Fuente Original

lunes, 15 de marzo de 2021

Clarice Lispector: "Pertenecer"

 

"Un amigo mío, médico, me aseguró que desde la cuna el niño siente el ambiente, el niño quiere: en él el ser humano desde la cuna ya comenzó. Estoy segura de que en la cuna mi primer deseo fue el de pertenecer. Por motivos que ahora no importan, debía de estar siendo que no pertenecía a nada ni a nadie. Nací por nacer.

Ya en la cuna sentí esta hambre humana y ha seguido acompañándome toda la vida, como si fuese un destino. Hasta el punto de que mi corazón se contrae de envidia y de deseo cuando veo a una monja: ella pertenece a Dios.

Precisamente porque es tan fuerte en mí el hambre de entregarme a algo o a alguien me volví bastante arisca: tengo miedo de revelar cuánto lo necesito y lo pobre que soy. Sí, lo soy, muy pobre. Solo tengo un cuerpo y un alma. Y necesito más que eso. Quién sabe si empecé a escribir tan pronto porque, al escribir, por lo menos me pertenecía un poco a mí misma, aunque eso sea solo un triste facsímil.

Con el tiempo, sobre todo en los últimos años, he perdido la capacidad de ser persona. Ya no sé cómo se hace. Y una forma nueva de la “soledad de no pertenecer” ha empezado a invadirme como la hiedra de un muro.

Si mi deseo más antiguo es el de pertenecer, ¿por qué entonces nunca he formado parte de clubes o de asociaciones? Porque no es eso a lo que yo llamo pertenecer. Lo que yo quisiera, y no consigo, es por ejemplo que todo lo que de bueno surgiese en mi interior pudiese entregarlo a aquello a lo que perteneciese. Incluso mis alegrías, qué solitarias son a veces. Y una alegría solitaria puede volverse patética. Es como quedarse con un regalo envuelto en papel bonito en las manos y no tener a quién decirle: toma, es tuyo, ¡ábrelo! Como no quiero verme en situaciones patéticas y, por una especie de contención, evito el tono de tragedia, raramente envuelvo con papel de regalo mis sentimientos.

Pertenecer no resulta solo de ser débil y de necesitar unirse a algo o a alguien más fuerte. Muchas veces mi intenso deseo de pertenecer surge de mi propia fuerza, quiero pertenecer para que mi fuerza no sea inútil y haga más fuerte a una persona o a una cosa.

Aunque tengo una alegría: pertenezco, por ejemplo, a mi país, y como millones de otras personas pertenezco tanto a él que soy brasileña. Y yo que, muy sinceramente, nunca he deseado o desearé la popularidad -soy demasiado individualista para poder soportar la invasión de la que es víctima una persona popular-, me siento sin embargo feliz de pertenecer a la literatura brasileña por motivos que no tienen nada que ver con la literatura, porque ni siquiera soy una literata o una intelectual. Soy feliz solo por ‘formar parte’.

Casi consigo visualizarme en la cuna, casi consigo reproducir en mí la vaga y sin embargo permanente sensación de necesitar pertenecer. Por motivos que ni siquiera mi madre o mi padre pudieron controlar, nací y me quedé así: nacida.

Sin embargo fui planeada para nacer de una manera tan bonita. Mi madre ya estaba enferma, y, según una superstición bastante extendida, se creía que tener un hijo curaba a las mujeres de una enfermedad. Entonces fui deliberadamente creada: con amor y con esperanza. Pero no curé a mi madre. Y hasta hoy siento la carga de esta culpa: me hicieron para una misión determinada y fallé. Como si contasen conmigo en las trincheras de una guerra y hubiese desertado. Sé que mis padres me perdonaron haber nacido en vano y haber traicionado su gran esperanza. Pero yo, yo no me lo perdono. Desearía que simplemente se hubiese producido un milagro: nacer yo y curar a mi madre. Entonces sí: habría pertenecido a mi padre y a mi madre. No podía confiar a nadie esa especie de soledad de no pertenecer porque, como un desertor, mantenía el secreto de una huida que por vergüenza no podía ser conocido.

La vida me ha hecho de vez en cuando pertenecer, como si lo hiciese para darme la medida de lo que pierdo cuando no pertenezco. Y entonces lo supe: pertenecer es vivir. Lo sentí con la sed de quien está en el desierto y bebe con ansia los últimos tragos de agua de una cantimplora. Y después la sed vuelve y camino realmente por el desierto."

Este ensayo, titulado "Pertenecer", es obra de Clarice Lispector una escritora, novelista y periodista brasileña de origen ucraniano (se llamaba en realidad Chaya Pinjasovna Lispector). Llegó a Brasil con tan solo 2 meses y de este país tomó la nacionalidad y la lengua para sus obras. El texto se publicó en el Jornal do Brasil el 15 de junio de 1968 y ha sido recogido por ejemplo en el libro "Aprendiendo a vivir" que no es sino una selección de sus crónicas publicadas en ese periódico entre septiembre de 1967 y diciembre de 1973. Clarice Lispector, arriba retratada por Maureen Bisilliat en 1969, parecía tener un "no-estilo" que la hacía incalificable, algo que no le impidió convertirse en una de las escritoras más influyentes del pasado siglo XX. Murió en 1977 con tan solo 56 años.

Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY-SA 4.0) - Fuente Original

domingo, 14 de marzo de 2021

De cuando Orson Welles "dividía" en dos a Rita Hayworth

 


Más allá del cine, la gran pasión de Orson Welles era la magia. Desde pequeño fue un gran aficionado que no dejó nunca de perfeccionarse en el arte del ilusionismo, no solo con trucos de cartas o monedas, sino que incluso llegó a atreverse con desapariciones de personas o a dividirlas por la mitad. Pertenecía a la Hermandad Internacional de Magos y a la Sociedad de Magos Americanos y siempre estaba a la búsqueda de nuevos trucos que desplegaba en sus frecuentes actuaciones como ilusionista. Estas habilidades las usó por ejemplo durante la Segunda Guerra Mundial en las que entretenía a las tropas junto con otras estrellas de Hollywood, encargándose de poner el puntito de ilusión y magia al glamour que otras figuras. Fue una etapa de la que hay fotos de Marlene Dietrich, decidida animadora de los soldados americanos, ayudándole en sus actuaciones.

Su truco preferido era el de dividir una persona por la mitad y cuando se casó con Rita Hayworth encontró a la partenaire perfecta para que el público tuviera los ojos bien atentos a sus trucos. Orson Welles era consciente de que la publicidad había bombardeado a todos con un slogan que posiblemente sea totalmente cierto: "Nunca habrá una mujer como Gilda", pero el mago se empeñó en demostrar que, de alguna manera, él podía conseguir que hubieran dos dividiendo a Rita Hayworth por la mitad. La actuación era todo un éxito, pero la Columbia, estudios para los que trabajaba la actriz, no entendían la seguridad y sencillez del truco realizado por Welles con su esposa, e intentando proteger la integridad de la estrella que tanto dinero les había reportado con Gilda, le prohibieron taxativamente que volviera a someterse a tan arriesgada práctica de magia. 

El último truco que Welles logró con Rita Hayworth, ahora si con la aquiescencia de la Columbia, fue cortarle el pelo y teñirla de rubio, para que nos siguiera deslumbrando en esa maravilla que es "La dama de Shanghai" (1947) en la que Orson era el director y uno de los actores principales (fotos de inicio y final), al fin y al cabo, el cine también es magia.


Un pequeño truco de Orson Welles:


Imágenes: Imagen 1 e Imagen 3 son Cortesía de Doctor Macro - Imagen 2: De Flickr (John Irving) - (CC BY-NC-SA 2.0)

sábado, 13 de marzo de 2021

Erich Fromm Vs Pink Floyd: "Another brick in the wall"

 

"Si soy como todos los demás, si no tengo sentimientos o pensamientos que me hagan diferente, si me adapto en las costumbres, las ropas, las ideas, al patrón del grupo, estoy salvado; salvado de la temible experiencia de la soledad. Los sistemas dictatoriales utilizan amenazas y el terror para inducir esta conformidad; los países democráticos, la sugestión y la propaganda."

La frase es de Erich Fromm. Leyéndola se viene a la mente los andares acompasados de los alumnos de "The Wall" (1979 - Pink Floyd), todos a la vez sin que desentonara uno de ellos, igual que andaban los trabajadores de Metrópolis. Supongo que es buen complemento a la frasecita de Fromm aquella canción precisamente de "The Wall":  "Another brick in the wall", porque como dice su letra, a pesar de las supuestas diferencias: "A fin de cuentas, solo eres otro ladrillo en la pared"



Imagen: De Flickr - Valgall - (CC BY-SA 2.0) - Fuente Original

viernes, 12 de marzo de 2021

Trópico de Capricornio (fragmento) - Henry Miller


 

"Sentía lástima de la raza humana, de la estupidez del hombre y de su falta de imaginación (…) Todas aquellas malditas casas, una tras otra, todas, y todas tan vacías y tan tristes. Magníficos adoquines bajo los pies y asfalto en la calzada y escaleras de una elegancia bella y horrenda para subir a las casas, y sin embargo, un tipo podía caminar de un lado para otro todo el día y toda la noche sobre esos costosos materiales y estar buscando un mendrugo de pan. Eso era lo que me mataba. Su incongruencia. Si por lo menos pudiera uno salir con una campanilla y gritar: Escuchen, escuchen, señores, soy un tipo hambriento. ¿Quién quiere que le lustren los zapatos? ¿Quién quiere que le saquen la basura? ¿Quién quiere que le limpien las tuberías? Si por los menos pudieses salir a la calle y expresárselos así de claro. Pero no, no te atreves a abrir el pico. Si le dices a un tipo en la calle que estás hambriento, le das un susto de muerte y corre como alma que lleva el diablo. Eso es algo que nunca he entendido. Y sigo sin entenderlo. Todo es tan sencillo: basta con que digas Sí, cuando alguien se te acerque. Y si no puedes decir Sí, cógelo del brazo y pide a algún otro tipo que te ayude. La razón por la que tienes que ponerte un uniforme y matar a un hombre que no conoces, simplemente para conseguir un mendrugo de pan, es un misterio para mí. En eso es en lo que pienso, más que en la boca que se lo traga o en lo que cuesta. ¿Por qué cojones ha de importarme lo que cuesta una cosa? Estoy aquí para vivir, no para calcular…"

El fragmento pertenece a "Trópico de Capricornio" novela del escritor estadounidense Henry Miller publicada en 1938.

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

jueves, 11 de marzo de 2021

"No volveré a ser joven" - Jaime Gil de Biedma



Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.


El poema "No volveré a ser joven" es obra del poeta español Jaime Gil de Biedma y aparece en la obra "Poemas póstumos" (1968). Para ilustrar el poema hemos escogido la obra "El viejo guitarrista ciego", pintado por Picasso entre 1903 1904, durante su Periodo azul. Actualmente se expone en Art Institute de Chicago.

De propina añado algunas frases del autor del poema:

"Yo creía que quería ser poeta, pero en el fondo quería ser poema..."

"Para saber de amor, para aprenderle, haber estado solo es necesario."

"Los misterios del amor son del alma, pero un cuerpo es el libro en que se leen".

"Morir en paz, los dos, como dicen que mueren los que han amado mucho".

Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0)

miércoles, 10 de marzo de 2021

Ingmar Bergman y los Premios

 

En las dos cartas que presentamos a continuación, el director sueco Ingmar Bergman muestra su disgusto e incomodidad ante los premios, sean del tipo que sean; la primera está dirigida en 1960 Lotte Eisner, fundadora de la Cinémathèque francesa, en relación al Festival de Cannes; la segunda, bastante más dura, y en el mismo año, a la Academia de Hollywood, cuando "Fresas salvajes" fue nominada a Mejor película de lengua no inglesa, en vez de Mejor película.

Carta 1.- A Lotte Eisner - Cinémathèque francaise

"Estimada Señora Eisner,
Siempre me alegra tener noticias de usted.
Por otro lado, nunca me gusta cuando alguien me habla sobre festivales y lamento especialmente que "El manantial de la doncella" vaya a proyectarse en el Festival de Cannes. Mucho me temo que, junto a Juegos de verano, es una de mis películas que más aprecio.
Me habría encantado hablar de la relación con el señor Sjöström, si no hubiera sido en Cannes. Pero odio ese mercado de carne y humillación mental."
En un festival uno pierde las esperanzas de ver el cine como arte.
Espero volver a tener noticias suyas pronto.
Con afectuosos saludos para el señor Langlois y usted."

Carta nº 2.- A la Academia de Hollywood

"Estimados señores, 
Como Fresas salvajes no compite en los Oscar, creo que es un error nominar la película y por lo tanto deseo devolver el certificado de nominación.
He descubierto que la de los Oscar es una de las instituciones más humillantes del arte del cine, por lo que les pido quedar libre del interés de su jurado en el futuro.
Atentamente"

Esta entrada fue publicada originalmente por la amiga Celia Valdelomar en 2012 en nuestro anterior blog.  

Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original

martes, 9 de marzo de 2021

"El toque Lubitsch": El sello de un maestro

 

"A veces he hecho películas que no alcanzaban el nivel que me exijo, pero es que lo único que se puede decir de un mediocre es que toda su obra alcanza el nivel que se exige"

Son palabras de Ernst Lubitsch, uno de los grandes directores de Hollywood, de esos genios que siempre buscaba -y lograba- dejar un sello propio de calidad en sus películas. Samson Raphelson, uno de los guionistas que solía trabajar con él, recuerda como a la hora de enfrentarse a un problema de guion, era muy habitual escuchar al director frases como: 

“- ¿Qué hacemos aquí? ¿Cómo solucionamos esto? ¿Cómo podríamos decirlo con estilo? ¿Cómo podríamos decirlo de una manera diferente?”

Y es que lo importante para Lubitsch era sobre todo eso, que se hiciera con estilo, de forma elegante y que además fuera “diferente", una fórmula secreta con la que pretendía sugerir más que mostrar y que con el tiempo sería conocida como "El toque Lubitsch", algo sobre lo que el genial Billy Wilder, que empezó a trabajar con él, lanza una sombra algo escatológica (por decirlo de alguna manera) cuando recordaba que Lubitsch solía tener sus mejores ideas en el cuarto de baño:

“Si nuestro trabajo no avanzaba, se iba al cuarto de baño. Si se quedaba allí más de cinco minutos, podíamos estar seguros que volvería con una idea salvadora. A menudo hacíamos chistes sobre esto diciendo que probablemente tenía allí escondido a un “escritor fantasma” para sorprendernos.” 

Billy Wilder, que participó en los guiones de éxitos de Lubitsch como "La octava mujer de Barba Azul" o "Ninotchka" (a la derecha aparece Greta Garbo, Melvyn Douglas y Lubitsch retocando el guion), admiraba profundamente a este director berlinés y siempre contaba cosas buenas de él: 

(…) “Lubitsch dirigía sin esfuerzo. También en su caso, solo se percibía la facilidad, la ligereza, una vez terminada la película. Durante el rodaje, se trabajaba más bien en silencio, de un modo poco llamativo y discreto. Esto se debía también a que Lubitsch solo empezaba a rodar cuando habían terminado del todo los trabajos anteriores: el rodaje se llevaba a cabo siguiendo estrictamente el guion y no dejaba nunca que los actores se desviaran del diálogo escrito. Todas las reflexiones y discusiones acerca de las posibles variantes y dificultades se llevaban a cabo antes, mientras se escribía el guion. El rodaje era simplemente la conversión del guion en película.”

Cuando con tan solo 55 años, falleció Lubitsch, el mismo Billy Wilder y Charles Brackett le escribieron una necrológica que decía:

“Era elegante sin Frou-Frou ni Chi-Chi. Tenía más estilo que Schiaparelli, chispeaba con más fuerza que Lanson, tenía más bouquet que un mercado de flores en Grasse. Fundó su propia escuela. Mucha gente buena estudió con él; han intentado imitarlo, pero siempre ha permanecido inalcanzable. Lo que queremos decir con esto es que sus discípulos, enfrentados a la tarea de tener que filmar una noche de bodas, habrían apostado por los violines. Habrían escrito alusiones y pensado picardías. Lo habrían teñido todo de la luz azulada de la luna y lo habrían rematado con una luz crepuscular. Lo habrían cubierto todo con un fino velo. Pero el maestro, no; Lubitsch, no. A él le importaba un bledo la noche de bodas. La pasó completamente por alto. En lugar de esto, filmó el desayuno de la pareja al día siguiente. Y puso más esmero en la sensualidad con la que la novia abre un huevo pasado por agua, más sensualidad de la que habría provocado el encuentro de dos pares de labios, todavía húmedos, en un beso muy sospechoso para la censura. Comparados con él, nosotros somos de lo más burdo. A él le bastaba con filmar una puerta cerrada, para que nosotros nos partiéramos de risa imaginando a Chevalier haciendo, detrás de la puerta, las cosas más disparatadas. Él era la mano que movía cuidadosamente una pluma recorriéndonos el espinazo.”

Sobre el día de su entierro, Wilder recordaba la siguiente anécdota:

“Lubitsch murió en 1947. Al salir del cementerio, Brackett me dijo, sombrío:
-Se acabó Lubitsch.
-Todavía peor –le contesté-, se acabaron las películas de Lubitsch.”

Lo bueno es que, las que hizo, las podemos ver una y otra vez, maravillas como: "Una hora contigo", "Remordimiento", "Un ladrón en la alcoba", "Una mujer para dos", "La viuda alegre", "Ángel", "La octava mujer de Barba Azul", "Ninotchka", "El bazar de las sorpresas", "Lo que piensan las mujeres", "Ser o no ser", "El diablo dijo no" o "El pecado de Cluny Brown"

El toque Lubitsch, en "Días de Cine"


Imágenes: Imagen 1 - De Wikimedia Commons (CC0) - Imagen 2: De Flickr (CC0)

lunes, 8 de marzo de 2021

Antonio Machado por él mismo


"En España, de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa."

"¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad."

“Aprende a dudar y acabarás dudando de tu propia duda; de este modo premia Dios al escéptico y al creyente”

“Despacito y buena letra, que el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas”

“Converso con el hombre que siempre va conmigo. Quien habla solo, espera hablar con Dios un día”

"Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza."

"Hay dos clases de hombres: los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas."

"La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos"

“Cuatro principios a tener en cuenta: Lo contrario es también frecuente. No basta mover para renovar. No basta renovar para mejorar. No hay nada que sea absolutamente empeorable”

"Benevolencia no quiere decir tolerancia de lo ruin, o conformidad con lo inepto, sino voluntad de bien."

“Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer”

“Hay dos clases de hombres: los que viven hablando de las virtudes y los que se limitan a tenerlas”

“Hoy es siempre todavía”

“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”

“Para dialogar, preguntad primero; después... escuchad”

“Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”

“Tengo a mis amigos, en mi soledad, cuando estoy con ellos, qué lejos están”

“Todo necio confunde valor y precio”

“Descubrí el secreto del mar meditando sobre una gota de rocío”

“Algunos desesperados sólo se curan con una soga; otros, con siete palabras: la fe se ha puesto de moda”

Todas las frases son del poeta sevillano Antonio Machado (1875-1939) retratado arriba por Joaquín Sorolla en 1917.

Imagen:
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