En la historia del cine hay un ramillete de películas que, si se tiene en cuenta el destino posterior que sufrieron algunos de sus protagonistas, bien podría decirse que están malditas. Este podría ser el caso de “Rebelde sin causa” o de “Vidas Rebeldes”, películas de las que ya hablaremos en otra ocasión; hoy nos centraremos en una película no muy conocida pero cuyo rodaje fue determinante en la vida y muerte de un buen puñado de grandes profesionales del cine, nos referimos a “El conquistador de Mongolia” (The Conqueror - Dick Powell - 1956), un film sobre la vida de Ghengis Khan, que curiosamente fue encarnado por John Wayne, tal y como podemos verlo en la foto de la derecha junto a Susan Hayward.
Más allá del bigotillo y ese casco que luce John Wayne, la película se considera maldita por el hecho de que de las 220 personas que trabajaron directamente en la misma, murieron de cáncer nada más y nada menos que 91 de ellos. La razón es mucho más sencilla que una posible maldición de Gengis Khan por ver a John Wayne de tal guisa. El encargado de buscar localizaciones para la película, que se ambientaba en el desierto de Utah, no tuvo mejor idea que ubicar el rodaje a muy poca distancia de la llanura de Yucca donde un año antes se habían realizado varias pruebas nucleares. En la época incluso los actores bromeaban con el asunto y existen fotos de John Wayne posando con un contador Geiger, aunque evidentemente todavía los conocimientos sobre los efectos a largo plazo de la exposición a la radiación eran escasos y no muy fiables, por lo que no daban la importancia debida a aquella anomalía.
El caso es que, del reparto de esta superproducción de la RKO, su proyecto más caro hasta la fecha (y un absoluto fracaso comercial) fallecieron de cáncer entre otros, John Wayne, Susan Hayward, Agnes Moorehead, Pedro Armendariz (este se suicidó tras serle diagnosticado el cáncer) y el director Dick Powell, amén de otros 86 profesionales de menos renombre. Y el caso es que no solo afectó a los actores y miembros del equipo de rodaje, sino que de forma colateral la radiación también dejó su semilla en los familiares que pasaban de visita y a curiosear por el lugar de filmación, como es el caso de Michael, hijo John Wayne o del hermano de este, Patrick, o del hijo de Susan Hayward que desarrollaron también diversos tipos de cáncer.
Una de las actrices, Jeanne Gerson, llegó a denunciar al Gobierno de Estados Unidos por no señalizar los peligros que presentaba la zona, afirmando en su denuncia que los terrenos en los que se filmó la película estaban contaminados por los vientos que llevaron hasta el lugar partículas atómicas procedentes de las explosiones nucleares. Para colmo de males, el productor del filme, Howard Hughes, el famoso “aviador”, multimillonario y productor, cuando llegó la hora de rodar en estudio se llevó 60 toneladas de arena contaminada para recrear el ambiente de la película con toda exactitud.
La película, finalmente resultó todo un fiasco. A John Wayne por ejemplo le otorgaron el premio “Golden Turkey Award” a la peor actuación del año (no iban descaminados, no). Por otra parte, el descalabro económico fue tan desorbitado que motivó la retirada del mundo del cine del todopoderoso Howard Hugues quien llegó incluso a vender su productora, la prestigiosa RKO. Un año después volvió a hacerse con los derechos de la película, pero con la exclusiva intención de prohibir su visionado, algo que consiguió mientras que vivió, de modo que no volvimos a ver el ridículo bigotillo que le pusieron a Wayne, hasta 17 años después de la muerte de Hughes, cuando la Universal se hizo con los derechos del film para su exhibición en la televisión.
Imágenes: De Wikimedia Commons (CC0) Imagen 1 - Cortesía de Doctor Macro Imagen 2 e Imagen 3
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