Se encontraba Ravel en la cima de su fama cuando recibió el
encargo de la bailarina Ida Rubinstein para crear una nueva pieza de aire
español para su compañía de ballet. Ravel, que tenía sangre española en sus
venas por parte de su madre vasca, quiso basarse en alguna de las piezas de la «Suite
Iberia» de Albéniz, pero al estar ya los derechos comprometidos hubo de crear
una pieza totalmente nueva. Ese es el origen del celebérrimo Bolero.
Ravel se tomó el encargo como «un ejercicio de
orquestación», en el que tomó un tema inspirado en el bolero como danza, una forma
musical de moda en aquel tiempo. Según sus palabras pensaba utilizar dicho tema
con insistencia, repitiéndolo «una buena cantidad de veces, sin desarrollo
alguno, graduando bien la orquestación» y elaborando, a través de la suma progresiva de instrumentos, «un tejido
orquestal sin música, un largo y progresivo crescendo» que terminaría de forma
abrupta. Esa progresión rítmica, unida a la creciente intensidad de la composición
y a su apoteósico final dotaba al Bolero —que Ravel definía como «vacío de
música»— de lo que algunos han querido calificar como una cierta significación sexual. Puede
que esa pretendida sensualidad que la obra puede llegar a inspirar en el oyente
sea parte de su enorme éxito.
Ida Rubinstein se encontró con una pieza de 17 minutos que
estrenó en la Ópera Garnier de París en 1928. Acompañando los ritmos
repetitivos de la orquesta se contoneó sobre la mesa de una taberna recreada en
el escenario, rodeada de hombres que juegan a las cartas y terminan peleándose
entre ellos navaja en mano —todo muy acorde con los tópicos que sobre España se
tenían en la época—. Al acabar la pieza una espectadora gritó: «¡Al loco! ¡Al
loco!» —«Au fou! Au fou!»—, reacción ante la cual Ravel le dijo a su hermano:
«Esa, esa lo ha entendido». Ese era el valor que Ravel le daba a su obra. Un
mero ejercicio de orquestación sin apenas pies ni cabeza. Y sin embargo resultó
un grandioso éxito.
Y más curioso aún, esta obra que él compuso como ejercicio preparatorio
de empresas mayores, se convirtió en inseparable de su nombre. Si más allá de
los grandes amantes de la música, las masas le recuerdan, es por su Bolero, el Bolero
de Ravel.

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