Sin embargo, no lo tuvo nada fácil. Gary Leonard Oldman nació
en un barrio muy humilde de Londres y su infancia no fue todo lo cómoda que
hubiera deseado. Su padre, víctima del alcoholismo, abandonó la familia cuando
el actor tenía solo siete años y a los dieciséis ya se había visto abocado a
dejar los estudios para trabajar en una tienda como dependiente, pero también
en cadenas de montaje, como celador de quirófano y hay quien incluso incluye
que trabajó decapitando cerdos en un matadero.
Muy joven sintió la pasión por la interpretación, sobre todo
tras ver actuar a Malcolm McDowell en “The Raging Moon”, un momento sobre el
que recordaba: "Algo en Malcolm me cautivó, conecté con él y dije: Quiero
hacer eso".
El camino no sería ni corto ni fácil. El propio actor contaba
que una de sus primeras actuaciones fue en la iglesia de un pueblecito a la que
solo asistieron cuatro personas: el sacerdote, su mujer, un alcohólico que
estaba dormido en uno de los bancos y un cuarto personaje que se salió a la
mitad de la obra. Quedaba mucho hasta conseguir el Oscar en 2018 por su
interpretación de Churchill en “El instante más oscuro”. De hecho, durante años
fue considerado como uno de los grandes actores en activo a los que la Academia
parecía haber olvidado.
Su estrella empezó a cambiar cuando pudo interpretar a Sid Vicious en "Sid & Nancy" en 1986. Se preparó de forma tan concienzuda para el papel y llegó a perder tanto peso para meterse en el personaje del controvertido roquero. que incluso llegó a ser hospitalizado por malnutrición. El reto le mereció la pena y consiguió una interpretación que aún hoy está considerada como una de las mejores de la historia del cine. Los noventa llegaron cargados de éxitos, pero también de las sombras del alcoholismo, una adicción con la que luchó hasta convertirse en un abstemio convencido. Desde entonces presume de haber dado un acento distinto a casi todos los personajes que ha interpretado y curiosamente cuando hubo de dar vida a Churchill casi había perdido su acento inglés y tuvo que tomar clases para refrescarlo.
Anthony Hopkins declaró su admiración por él en una entrevista y comentó que cuando Francis Ford Coppola le daba indicaciones sobre cómo hacer su papel, Oldman le contestaba en tono bromista: "¿Quién es Drácula? ¿Usted o yo?". Denzel Washington, que actuó con Oldman en “El libro de Eli”, dijo en una entrevista: "Actuar con Gary Oldman es como el buen sexo". No es de extrañar que actores como Brad Pitt o Tom Hardy hablen de él como su actor preferido.
Ver su nombre en el reparto de una película es casi garantía
de calidad, casi como una denominación de origen, así, cuando me dispongo a ver una
nueva película suya en casa o en el cine no puedo evitar recordarle como
Drácula y digo para mis adentros: "Bienvenido a mi morada. Entre
libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae".

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