sábado, 8 de noviembre de 2025

James Cagney y Mae Clarke, la chica del pomelo

 

James Cagney encarnó como ningún otro ese tipo de gánster arrollador y explosivo que primero pega y después habla. Sus personajes eran violentos e incontenibles y esa pátina se convirtió en seña de identidad del actor durante el cine pre-Code (1929-1934). No solo sufrían sus arrebatos los matones o los policías que pudieran hacerle frente, también quedaban a merced de sus bruscos modales las mujeres.

En “El enemigo público” (1931 – William A. Wellman) la actriz Mae Clarke, en su papel de Kitty, hubo de sufrir como James Cagney en su rol de Tom Powers le restregaba medio pomelo sobre el rostro. La escena, que se hizo muy famosa, no figuraba en el guion ni en los ensayos previos. Según contaba William Wellman, la idea surgió de la impasividad y frialdad con la que actuaba su esposa durante las discusiones conyugales. Esta, durante los arrebatos de él, no le hacía el más mínimo caso mientras comía impertérrita su pomelo diario. El director fantaseaba con lograr alguna reacción en su rostro restregándole el pomelo y decidió llevar la idea a la película que estaba rodando. Lo habló con Cagney y como cuadraba con el carácter del personaje decidieron hacer la toma.

Mae Clarke no pudo reprimir un gesto de verdadera sorpresa cuando su rostro sirvió de exprimidor para el pomelo. Parece que ella pudo haber sido avisada por Cagney en cierto modo, como si de una broma de rodaje se tratara, pero no de la forma en que iba a realizarse, ni que la escena fuera a quedar en el montaje final. Su reacción fue tan genuina y fresca que se convirtió en la escena más recordada de la película. 

Se cuenta que los fans le mandaban pomelos por correo o que Lew Brice, su exmarido, disfrutaba viendo la escena una vez tras otra para disfrutar de ella cuando, tras su estreno, repitieron la película durante 24 horas en un local de Times Square. El eco de la escena tuvo largo recorrido y cuando murió la actriz, en sus obituarios nunca olvidaron citar aquel suceso como uno de los más reseñables de su carrera. No suena muy edificante en verdad.

En 1933, Mae Clarke volvió a rodar con Cagney la película “El guapo” (Lady Killer) en la que volvió a sufrir los desmanes del matón encarnado por el actor, que esta vez la sacaba de una habitación arrastrándola por el pelo —en realidad ella se aferraba a su muñeca para evitar ser lesionada—. Podría decirse que su vida cinematográfica iba de susto en susto. Ya en 1931, cuando participó en la película “Frankenstein” (James Whale), se cuenta que sufría tal terror cuando había de compartir escena con el monstruo que Boris Karloff acordó con ella que, de vez en cuando movería mínimamente su meñique, para recordarle que el monstruo solo era una ficción, que “solo era Boris bajo el maquillaje”.

Ojalá Wellman y Cagney hubieran sido igual de considerados con ella y no hubiera tenido que cargar durante toda la vida con la etiqueta de “La chica del pomelo”. Al menos, su agresor, Tom Powers, recibió su merecido castigo en la película, en un final ejemplarizante.




Imágenes: Tomadas de Doctor Macro: Img 1 - Img 2

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