"A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer. Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo. Imagínate una tormenta como ésta.
Me imagino una tormenta como ésa. Un blanco remolino que apunta al cielo, irguiéndose vertical como una gruesa maroma. Mantengo los ojos y las orejas fuertemente tapados con ambas manos. Para que la fina arena no se meta en el cuerpo. La tormenta se acerca deprisa. Desde lejos puedo sentir la fuerza del viento en la piel. Va a engullirme de un momento a otro. El chico llamado Cuervo posa con suavidad una mano sobre mi hombro. La tormenta se desvanece. Pero yo continúo con los ojos cerrados (...)
Y tú en verdad la atravesarás, claro está. La violenta tormenta de arena. La tormenta de arena metafísica y simbólica que sea, te rasgará cruelmente la carne como si de mil cuchillas se tratase. Muchas personas han derramado allí su sangre y tú, asimismo, derramarás allí la tuya. Sangre caliente y roja. Y esa sangre se verterá en tus manos. Tu sangre y, también, la sangre de los demás.
Y cuando la tormenta de arena haya pasado, tú no comprenderás cómo has logrado cruzarla con vida. ¡No! Ni siquiera estarás seguro de que la tormenta haya cesado de verdad. Pero una cosa sí quedará clara. Y es que la persona que surja de la tormenta no será la misma persona que penetró en ella. Y ahí estriba el significado de la tormenta de arena."
El fragmento pertenece a la obra "Kafka en la orilla" (2002) de Haruki Murakami y releyéndolo me pareció encontrarle algún eco con este presente nuestro en el que el coronavirus nos mantiene encerrados en casa como una tormenta, amenaza nuestra forma de vida y a nosotros mismos, y seguramente cuando termine seremos algo distintos. De la imagen no tengo referencias de autor o título.
Imagen: La fotografía, recortada en tamaño, esta tomada de los fondos de Piqsels, donde figura como Dominio Publico. Se enlaza la fuente original. https://www.piqsels.com/es/public-domain-photo-jferj
Muy sostenible está metáfora,para muchos una verdadera tormenta el Covid19.
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