Aunque hay versiones dispares sobre el origen de la expresión,
según una de ellas —la más atractiva a mi entender— podría tener su origen en
un restaurante cubano de Miami. Fue allí cuando tras saborear Celia Cruz una
suculenta comida pidió al camarero un buen café cubano. El camarero le preguntó
que cómo quería el café y Celia le dijo:
—Óyeme mi «amol», pero tú eres cubano como yo y sabes que el
café cubano es muy amargo... Cómo va a ser... Con Azúcar chico! Azúcarrr!
El caso es que la conversación fue presenciada por otras
personas del entorno de Celia Cruz que de tanto en tanto le pedían que contara
la anécdota. Siempre que lo hacía, reparaba en cómo les gustaba a los que la
oían el tono con el que gritaba aquello de «¡Azúcarrr!» No tardó mucho en
introducirlo en sus actuaciones, dando un punto más de «sabrosura» a su
salsita. Además resultaba una proclama identitaria que remitía a su Cuba natal,
de la que se encontraba exiliada. Como ella decía: «Azúcar es la alegría de mi
tierra, es la caña, es Cuba».
Si Celia Cruz gritaba ¡Azúcarrr! simplemente te estaba
invitando a olvidar la amargura, te pedía a gritos que olvidaras las rigideces
del día a día y te lanzaras a bailar, gozar y vivir al ritmo de su son cubano. Al
fin y al cabo para ella la vida es un carnaval que hay que disfrutar.
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público CC0

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