Honoré de Balzac (1799-1850) fue un escritor portentoso. Su
capacidad de trabajo resultó abrumadora, y gracias a su dedicación y al
estímulo que le proporcionaban las grandes cantidades de café que consumía, logró
edificar la mayor parte de ese colosal proyecto que resultó ser "La comedia
humana", una serie de novelas que habían de sumar 137 volúmenes y de las
que llegó a finalizar noventa y una antes de morir a los cincuenta y un años.
Una obra en la que intentaba representar de forma detallada la sociedad
francesa en su conjunto, tanto que Balzac apuntaba que su pretensión era
hacerle la competencia al Registro Civil.
Si bien Balzac fue metódico y brillante cuando escribía, en
sus inicios fue un tanto imprudente a la hora de embarcarse en negocios que
finalmente resultaron ruinosos. Sus sucesivos fracasos como editor, impresor o
fundidor de tipos lo dejaron muy endeudado y lo obligaron a buscarse la vida
como buenamente podía.
Existe una anécdota apócrifa según la cual, encontrándose
Balzac en esta difícil situación y cuando todavía no se había labrado un nombre
como escritor, llevó a un editor una de sus novelas. El editor, después de
leerla, se mostró entusiasmado y, sin esperar a que Balzac volviera para
recibir respuesta, se lanzó a buscarlo para conseguir los derechos de la obra
pensando que al menos debería ofrecerle tres mil francos. Una vez supo que el escritor
vivía en un barrio humilde del extrarradio, pensó que quizás la cifra que tenía
en mente era excesiva y decidió ofrecerle tan solo dos mil francos. Ya en el
inmueble, al saber que vivía en una sexta planta, e intuyendo las dificultades
del escritor, redujo mentalmente su oferta a mil francos.
En un ejemplo magnifico de ese refrán que reza “Tanto tienes,
tanto vales”, cuando el editor entró en el modesto apartamento y encontró al
escritor remojando un mendrugo de pan en un vaso de agua, supo que cualquier
cantidad de dinero que le ofreciera sería bien recibida y, como buen cicatero
que era, le dijo: "Aquí tiene trescientos francos por los derechos de su
novela."
Balzac, cómo no, aceptó de buen grado aquel dinero que le
llegaba. Puede que con él comprara más papel, más tinta y, por supuesto, más
café.
Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - CC BY-SA 3.0
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