Claudia siempre fue lo que se dice "Un bocatto di Cardinale". En 1957, cuando todavía quería ser maestra, acompañó a su hermana a un concurso de belleza en Túnez y terminó ganándolo ella. Desde entonces sería “La ragazza più bella d’Italia in Tunisia”. El premio fue un viaje al Festival de Venecia en el que llamó tanto la atención de los productores italianos que, sin proponérselo, se encontró de pronto delante de las cámaras.
Con "Rufufú" (1958) comenzó "La
Historia" (1986) de esta hermosa y talentosa actriz, que siempre se negó a
ser una nueva Sophia Loren como querían en Hollywood. Puede que por ello
mirara sobre todo al cine hecho en Europa. Ella prefería ser como Mara,
"La chica de Bube" (1963), de la que llegó a decir: «Mara es la
mujer que más se parece a mí en la pantalla: fuerte y frágil al mismo
tiempo».
La fama la metió en "Un maldito embrollo" (1959),
el de ocultar su maternidad durante años, haciendo pasar a su hijo por su
hermano. «Viví años con un doble secreto: delante de las cámaras era una actriz
joven; en casa, era ya una madre» recordaba. Son los peajes que a veces una
mujer joven tiene que pagar, "La fuerza del silencio" (1977) impuesta
para triunfar.
“Los profesionales” (1966) del mundo del cine no podían
hacerse "Los indiferentes" (1964) ante aquella mujer "Guapa,
ardiente y peligrosa" (1968) de andares tan elegantes como los de "La pantera rosa" (1963). La hicieron acompañar a "El bello
Antonio" (1960), y a “Rocco y sus hermanos” (1960) pero también ponerse en
"La piel" (1981) de la musa del bloqueado Guido Anselmi en
"Fellini 8½" (1963).
«La belleza no está en la perfección de un cuerpo, sino en
la libertad con que se vive» decía, siendo siempre ella misma, bella, pero
también genuina y talentosa, provocando lo que se dice: “Celos a la italiana”
(1964) de los hombres que estaban a su lado.
«El cine me dio la libertad que
no me daban los hombres», "La libertad, amor mío" (1975) podría
haber añadido enfáticamente. Y los éxitos no paraban de llegar en un baile de
películas tan inolvidable como el que compartió con Alain Delon en "El
gatopardo" (1963). Una película sobre la que comentaba: «Visconti
quería que yo fuese siempre perfecta, me controlaba hasta el modo de respirar»
y añadía «Sin Visconti no habría sido Claudia Cardinale».
Acompañó a Belmondo en “Cartouche” (1962) y a Kinski en
"Fitzcarraldo" (1982). Y cuando le ofrecieron ser una chica Bond
demostró tener claro su camino: «No me interesaba ser la chica de alguien;
quería ser protagonista de mi propia historia». Lo demostró con creces, pero
como a todos, cuando llega “El día de la lechuza”(1968), incluso las diosas del
cine tienen una cita "Al final del camino" (1976).
Fue la suya, una vida apasionante, "Hasta que llegó su
hora" (1968). A los 87 años, cuando ya acechaba la inoportuna “Senilidad”
(1962), "Un viento del sur" (1959) se llevó ayer "A la chica con
la maleta" (1961) a un viaje sin retorno.
Ahora su nueva dirección es "Calle Paraíso 588"
(1992), justo al lado de casa de "Jesús de Nazaret" (1977).
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público - CC0
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