jueves, 18 de septiembre de 2025

Nina Simone: Del fracaso a la gloria

 

“El jazz es una palabra blanca para definir a la gente negra. Mi música es música clásica negra” (Nina Simone)

Y es que Nina Simone, además de una gran cantante - sin duda, una de las intérpretes con más personalidad de la historia del jazz-, había recibido en su juventud una sólida formación pianística fundamentalmente clásica, que hicieron de ella una portentosa intérprete del instrumento. Con cuatro añitos ya tocaba el piano en la iglesia donde su madre predicaba y fue allí donde una profesora de piano llamada Muriel Mazzanovich la vio tocar y se le ocurrió la idea de convertirla en una verdadera pianista clásica, olvidando que aquella chiquita era mujer y a la vez negra, lo que en aquella época y aquel país lo convertía en un reto casi imposible.

En cualquier caso aquella profesora hizo que Nina se ejercitara lo indecible con interminables horas de práctica al teclado, metiendo en su cabeza las intrincadas partituras de J.S. Bach o los dificilísimos ejercicios de Czerny

En 1951 llegó el momento de la verdad. Nina fue una de las primeras jóvenes afroamericanas en enfrentarse a las exigentes pruebas de acceso del afamado Conservatorio Instituto Curtis de Filadelfia.

Según algunas fuentes, sus padres acudieron a verla en tan importante ocasión y se sentaron cerca del escenario. No tardaron en ser desplazados a la última fila. Mujer temperamental desde muy joven, Nina se negó a tocar hasta que sus padres pudieron volver a la primera fila. No le importaban las posibles consecuencias en un momento delicado como en el que se encontraba y eso demostraba la pasta de la que estaba hecha aquella joven.

Interpretó obras de gran calado de Rachmaninov, Liszt, Czerny y por supuesto Bach, pero no fue suficiente y puede que, por fortuna para la historia de música, le dijeron que no era admitida. Sin duda perdimos una gran pianista clásica, pero ganamos una diosa del jazz y el soul, con lo que creo que salimos ganando.

Hay que decir que, por el reducido número de plazas que ofertan, es el centro de estudios de más difícil acceso del mundo junto con la Escuela Juilliard de Nueva York, donde curiosamente sí pudo estudiar previamente Nina Simone, formación que hubo de interrumpir por trasladarse su familia a Filadelfia. Por el Conservatorio de Filadelfia pasaron artistas de la talla de Leonard Bernstein, Samuel Barber, Jorge Bolet, Lang Lang, Hilary Hahn, Nino Rota.... Ahora supongo que se sentirán un tanto contrariados de no poder poner el nombre de Nina Simone, tan grande como el de aquellos, en la lustrosa lista de antiguos alumnos.

El caso es que había que ganarse el sustento y aquello de tocar una polonesa de Chopin estaba muy bien, pero siendo negra daba poco para llenar la despensa familiar. Ella se llamaba en realidad Eunice Kathleen Waymon y decidió tomar como nombre artístico el de Nina Simone. Nina por Niña y Simone por la admiración que sintió por Simone Signoret en “París, bajos fondos”.

Ya con el nombre que la haría famosa, empezó a tocar el piano en un club de Atlantic City noche tras noche. No era el escenario ideal para una chica de su formación, pero daba de comer y fue el lugar en el que empezó a forjarse ese estilo suyo tan característico y combativo que la convertiría en leyenda.

Pero no crean que olvidó del todo aquellas influencias clásicas; si escuchan su gran tema "Love me or leave me" (abajo) notarán en su parte central un maravilloso solo de piano, en el que es perfectamente reconocible el estilo barroco de las obras para teclado del gran Johann Sebastian Bach; es verdadera música clásica pasada ligeramente por el tamiz del jazz.

La fusión, a veces, nos regala maravillas como esta. Con razón esa forma suya de cantar y tocar el piano hizo que la prensa alguna vez se refiriera a ella como "High Priestess of Soul", o lo que es lo mismo la "Alta Sacerdotisa del soul". Ahora es tiempo de quererla, pero nunca de dejarla. Oigámosla:

Love me or leave me:




Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público - CC0 - Fuente Original

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