"Él es técnicamente perfecto. Cuando tocas la música de Bach, debes comprender que él es un matemático y que todas las notas que tocas se suman a algo: tienen sentido. Siempre se suman al clímax, como las olas del océano se hacen cada vez más grandes hasta que, después de un tiempo, cuando tantas olas se han reunido, hay una gran tormenta. Cada nota que tocas está conectada a la siguiente, y cada nota debe ejecutarse a la perfección o se pierde todo el efecto. Una vez que entendí la música de Bach, nunca quise ser otra cosa que pianista de concierto. Bach me hizo dedicar mi vida a la música."
Eso decía Nina Simone "La alta sacerdotisa del Soul" (High Priestess of Soul). Antes de convertirse en un pilar fundamental de la música norteamericana, Nina Simone estuvo a punto de ser la primera gran pianista negra de los pacatos Estados Unidos. La falta de recursos le impidieron continuar sus estudios cuando al trasladarse a Filadelfia, el prestigioso Instituto Curtis le denegó una beca, truncando así su carrera clásica, según la cantante, por simple motivo del color de su piel. Sin duda perdimos a una gran pianista clásica, pero lo que es evidente e irrefutable es que ganamos una cantante de una personalidad abrumadora que desencadenaba un verdadero huracán de sentimientos en cada una de sus actuaciones y que de paso nunca se olvidó de su admirado Bach, de lo que resulta un ejemplo evidentísimo la parte solista de piano presente en la mitad de su famoso "Love me or Leave me":
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Fuente Original
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