sábado, 30 de enero de 2021

Espartaco: "No sé nada. Nada. Y quiero saber"



Varinia: ¿En qué estás pensando?
Espartaco: Soy libre. ¿Y qué es lo que sé? Ni siquiera sé leer.
Varinia: Sabes cosas que no se pueden enseñar.
Espartaco: No sé nada. Nada. Y quiero saber. Eso quiero. Quiero saber
Varinia: ¿Qué quieres saber?
Espartaco: Todo. Por qué las estrellas se caen y los pájaros no? ¿Dónde se va el sol por la noche? ¿Por qué cambia de forma la luna? Quiero saber de dónde viene el viento.
Varinia: El viento de una cueva en el lejano norte. Un joven dios vive en esa cueva. Sueña con una joven y suspira, y el viento de la noche nace de su aliento.
Espartaco: Quiero saber todo sobre ti..."

"Espartaco" (1960), la película que Stanley Kubrick le dedicó al gladiador rebelde a Roma, con ese maravilloso guion firmado por el hasta entonces prohibido Dalton Trumbo, no deja de ser en el fondo una soberbia historia de amor con algunos lances de espada para el entretenimiento de los menos románticos. Sirva como prueba el maravilloso encuentro arriba transcrito entre la preciosa Varinia (Jean Simmons - en la foto) y el enamorado Espartaco (Kirk Douglas), puede que la mejor escena de la película después de la mítica declaración del todos a una: "Yo soy Espartaco". Y no es que sus bondades sean pocas, Lawrence Olivier como Craso, Charles Laughton como Graco o Peter Ustinov como Batiato bordan sus papeles, hacen que sus escenas sean sólidas y sus romanos creíbles. Pero es que las batallitas aquí son lo menos importante. Ya solo el bellísimo tema musical (compuesto por Alex North) con el que Stanley Kubrick  acompaña las escenas en las que se encuentran la bella Varinia y el enamorado Espartaco vale todo un Potosí.  




Imagen: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro. Fuente Original

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