"La cámara cinematográfica no es un ojo; es una
máquina que puede usarse como un pincel o un bisturí." (Josef von
Sternberg)
Sternberg fue uno de los grandes directores llegados
a Estados Unidos desde Europa. Se llevó en el viaje a su gran creación: Marlene
Dietrich, a la que esculpió milímetro a milímetro. Y ella lo sabía: “Josef me
enseñó a actuar sin actuar. Me convertí en una marioneta... pero era su
marioneta favorita.” Ella voló muy alto después de él, mientras que el director
quedó atrapado en su perfeccionismo y su ideal del arte fílmico. El crítico
Herman G. Weinberg lo describió como alguien que “actuaba de director como si
fuera una especie de sumo sacerdote”. Y eso llegó un momento que no fue del
agrado de los Estudios.
Su cine siempre fue parco en palabras, se notaba en
su forma de hacer la impronta del cine mudo y podría decirse que los diálogos,
que intentaba fueran lo más breves posible, podían llegar incluso a molestarle.
Así decía “El sonido es una distracción. El ojo debe recibir el pensamiento
antes que la lengua lo explique”, es más, los defensores del cine mudo lo
defienden con la frase: “una imagen vale más que mil palabras” y en esta línea Sternberg
defendía: “La explicación es enemiga del arte. No quiero saber por qué alguien
ama: sólo quiero ver cómo ese amor destruye o redime.”
Y sus aliados, en su forma de hacer, eran la luz y
la atmósfera que creaba alrededor de cada escena. En la película "El expreso de Shanghái" uno de los técnicos comentó: “No sé si está dirigiendo una
película o pintando un cuadro con luz”. Y sin embargo, como personaje un tanto
excéntrico que era, usaba gafas oscuras incluso en interiores, como si la luz le
molestase.
Josef von Sternberg se creía un genio -seguramente lo era- y sus películas eran obras de arte: “La imagen correcta no comunica un pensamiento, sino una inquietud. Si un plano no crea una tensión entre el ojo y el alma, no es arte.” Marlene Dietrich que sin duda llegó a conocerle bastante bien, decía de él: “Josef rodaba para su propia mente, no para el público.” y para lograr sus propósitos estéticos recurría a cualquier herramienta que tamizara la luz, ya fuera humo, telas, sombras, rejillas o un simple velo: “Todo lo que separa al espectador del personaje es parte de su psicología. El velo revela más que lo que cubre.” decía el director.
Para Sternberg, el actor era un mero material sobre
el que trabajar, un ser necesario que sólo debía obedecer y estar a sus órdenes:
“No busco interpretación, busco presencia. El actor ideal no actúa: existe.” Es
más, es su búsqueda de trascender lo corpóreo aseveraba: “No fotografío
rostros. Fotografío el alma envuelta en sombras.” o “Un rostro no necesita
expresión si la luz sabe hablar por él.”
Marlene Dietrich sabía que si Sternberg le colocaba un cigarro
en los labios no era tanto porque lo exigiera el personaje sino porque creaba
un punto luz en su rostro. “La belleza no está en el rostro, sino en cómo la
luz y la sombra juegan sobre él. Por eso la fotografía es el arte del
misterio.”
Con todas sus obsesiones estéticas, el set de rodaje
se convertía en un espacio mágico y casi divino, digno del mayor de los
respetos, un lugar en el que todos debían ser conscientes de la atmosfera
creada, caminar con cuidado y mantenerse en silencio absoluto durante las
grabaciones, eliminando cualquier elemento o luz superflua que pudiera enturbiar la escena y por
tanto su visión. “Mi cámara no captura la realidad, sino la atmósfera que la
envuelve. La luz no sólo ilumina, sino que crea poesía visual.”. Y no hacía
concesiones a como entendía que debían de hacerse las cosas: "La única
manera de tener éxito es hacer que la gente te odie. Así te recuerdan".
Para él el papel del director era crucial en la creación cinematográfica y de
este modo sostenía: "No hay malos actores. Sólo hay malos directores".
Gracias a su singular forma de entender el cine nos quedaron joyas como: "El ángel azul", "La última orden", "Fatalidad", "Capricho imperial", "Los muelles de Nueva York", "Crimen y castigo", "El expreso de Shanghái", "Marruecos" o "La ley del hampa".
Imágenes: Imagen 1 de Doctor Macro - Imagen 2 de Wikimedia Commons (CC0)
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