viernes, 27 de junio de 2025

Josef von Sternberg y la luz

 

"La cámara cinematográfica no es un ojo; es una máquina que puede usarse como un pincel o un bisturí." (Josef von Sternberg)

Sternberg fue uno de los grandes directores llegados a Estados Unidos desde Europa. Se llevó en el viaje a su gran creación: Marlene Dietrich, a la que esculpió milímetro a milímetro. Y ella lo sabía: “Josef me enseñó a actuar sin actuar. Me convertí en una marioneta... pero era su marioneta favorita.” Ella voló muy alto después de él, mientras que el director quedó atrapado en su perfeccionismo y su ideal del arte fílmico. El crítico Herman G. Weinberg lo describió como alguien que “actuaba de director como si fuera una especie de sumo sacerdote”. Y eso llegó un momento que no fue del agrado de los Estudios.

Su cine siempre fue parco en palabras, se notaba en su forma de hacer la impronta del cine mudo y podría decirse que los diálogos, que intentaba fueran lo más breves posible, podían llegar incluso a molestarle. Así decía “El sonido es una distracción. El ojo debe recibir el pensamiento antes que la lengua lo explique”, es más, los defensores del cine mudo lo defienden con la frase: “una imagen vale más que mil palabras” y en esta línea Sternberg defendía: “La explicación es enemiga del arte. No quiero saber por qué alguien ama: sólo quiero ver cómo ese amor destruye o redime.”

Y sus aliados, en su forma de hacer, eran la luz y la atmósfera que creaba alrededor de cada escena. En la película "El expreso de Shanghái" uno de los técnicos comentó: “No sé si está dirigiendo una película o pintando un cuadro con luz”. Y sin embargo, como personaje un tanto excéntrico que era, usaba gafas oscuras incluso en interiores, como si la luz le molestase.

Josef von Sternberg se creía un genio -seguramente lo era- y sus películas eran obras de arte: “La imagen correcta no comunica un pensamiento, sino una inquietud. Si un plano no crea una tensión entre el ojo y el alma, no es arte.” Marlene Dietrich que sin duda llegó a conocerle bastante bien, decía de él: “Josef rodaba para su propia mente, no para el público.” y para lograr sus propósitos estéticos recurría a cualquier herramienta que tamizara la luz, ya fuera humo, telas, sombras, rejillas o un simple velo: “Todo lo que separa al espectador del personaje es parte de su psicología. El velo revela más que lo que cubre.” decía el director.

Para Sternberg, el actor era un mero material sobre el que trabajar, un ser necesario que sólo debía obedecer y estar a sus órdenes: “No busco interpretación, busco presencia. El actor ideal no actúa: existe.” Es más, es su búsqueda de trascender lo corpóreo aseveraba: “No fotografío rostros. Fotografío el alma envuelta en sombras.” o “Un rostro no necesita expresión si la luz sabe hablar por él.”

Marlene Dietrich sabía que si Sternberg le colocaba un cigarro en los labios no era tanto porque lo exigiera el personaje sino porque creaba un punto luz en su rostro. “La belleza no está en el rostro, sino en cómo la luz y la sombra juegan sobre él. Por eso la fotografía es el arte del misterio.”

Con todas sus obsesiones estéticas, el set de rodaje se convertía en un espacio mágico y casi divino, digno del mayor de los respetos, un lugar en el que todos debían ser conscientes de la atmosfera creada, caminar con cuidado y mantenerse en silencio absoluto durante las grabaciones, eliminando cualquier elemento o luz superflua que pudiera enturbiar la escena y por tanto su visión. “Mi cámara no captura la realidad, sino la atmósfera que la envuelve. La luz no sólo ilumina, sino que crea poesía visual.”. Y no hacía concesiones a como entendía que debían de hacerse las cosas: "La única manera de tener éxito es hacer que la gente te odie. Así te recuerdan". Para él el papel del director era crucial en la creación cinematográfica y de este modo sostenía: "No hay malos actores. Sólo hay malos directores". 

Gracias a su singular forma de entender el cine nos quedaron joyas como: "El ángel azul", "La última orden", "Fatalidad", "Capricho imperial", "Los muelles de Nueva York", "Crimen y castigo", "El expreso de Shanghái", "Marruecos" o "La ley del hampa".


Imágenes: Imagen 1 de Doctor Macro - Imagen 2 de Wikimedia Commons (CC0)

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