"Caballero andante soy, y no de aquellos de cuyos nombres jamás la fama se
acordó, para eternizarlos en su memoria, sino de aquellos que a despecho y
pesar de la mesma envidia ha de poner su nombre en el templo de la
inmortalidad, para que sirva de ejemplo y dechado en los venideros siglos,
donde los caballeros andantes vean los pasos que han de seguir si quisieren
llegar a la cumbre y alteza honorosa de las armas"
Eso mantenía el ingenioso hidalgo
Don Quijote de la Mancha en la obra con la que Cervantes da carta de
naturaleza a la novela moderna. Un fragmento que muy bien podría servir para
tratar cómo se comportó la fama con el propio Cervantes, que con dicho título
alcanzó la inmortalidad. De hecho, bien puede decirse que su Don Quijote, en
vida del escritor, le dio nombre y poco más. Y es que, si bien la obra resultó
un tremendo éxito ya en vida del escritor, esta no le reportó muchos
beneficios, pues Cervantes pronto vendió los derechos sobre la misma y no
disfrutó de los rendimientos de las posteriores y continuas reimpresiones.
Cervantes y Lope de Vega vivían
muy cerca el uno del otro, a poco más de doscientos metros de distancia en el
madrileño Barrio de las Letras, en el que también tenían su casa los mal
avenidos Góngora y Quevedo. Sin duda ese barrio, durante aquellos años de
nuestro Siglo de Oro, es lo más parecido que tenemos en España a la Florencia renacentista
en cuanto a concentración de talento en un espacio tan reducido, no en vano por
allí también tenían su casa escritores de la talla de Tirso de Molina, Juan
Ruiz de Alarcón o Calderón de la Barca.
A pesar de su vecindad, no consta
que Lope de Vega y Cervantes tuvieran mucho contacto, aunque cosas en común no
le faltaban, por ejemplo en hechos de armas. Si Cervantes participó como
vencedor en la batalla de Lepanto (la más alta ocasión que vieron los siglos) dejándole un
brazo inutilizado, Lope de Vega participó en uno de
nuestros mayores desastres bélicos, la conocida como "La armada
invencible".
Cervantes, quince años mayor que
Lope de Vega, no alcanzó la fama tan pronto como este, pero tuvo palabras
honorables para el Fénix de los ingenios, como apodaban a Lope, añadiéndole el
calificativo de "Monstruo de la Naturaleza", en palabras recogidas en
"Ocho comedias y ocho entremeses nuevos, nunca representados", obra
fechada en 1615, por tanto diez años después de la primera edición de las
aventuras de Don Quijote, años en los que ya Cervantes gozaba de cierto nombre,
aunque como ya comentábamos, andaba ligero de caudales. El fragmento decía así:
"Y en fin, tú, insigne Lope,
a quien pueden dar la mano cuantos tienen nombre de buenos, y a quien solo la
envidia niega el laurel de tu ingenio, monstruo de naturaleza, a ti digo que te
estés con tu gloria, y no te incomodes en vituperar las mías, que, en mi
parecer, no te hacen sombra en lo que toca al saber, aunque sí en la fama"
Sin embargo, Lope de Vega no fue,
al menos en vida de Cervantes, tan generoso con este. En 1605, el año de
publicación de El Quijote, ante aquel nuevo formato de escritura y su
arrebatador éxito, Lope no pudo contener su contrariedad y en una carta a su
médico escribió:
"De poeta buen siglo es
este; muchos de ellos están aún en ciernes, pero ninguno hay tan malo como
Cervantes, ni tan necio que alabe a su Don Quijote"
Podría decirse que Lope de Vega
triunfó en vida, no una sino más de mil veces, pero Miguel de Cervantes, con apenas
una grandiosa obra, se llevó la inmortalidad de la que hablaba Don Quijote
durante sus aventuras en algún lugar de la Mancha.
Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Público CC0 - 1 - 2
No hay comentarios:
Publicar un comentario