"Al parecer, huir es poco glorioso. Lástima, porque es muy agradable. La huida proporciona la más formidable sensación de libertad que se pueda experimentar. Te sientes más libre huyendo que si no tienes nada de lo que huir. El fugitivo tiene los músculos de las piernas en trance, la piel temblorosa, las fosas nasales palpitantes, los ojos abiertos. El concepto de libertad es un tema tan manido que las primeras palabras me hacen bostezar. La experiencia de la libertad es otra cosa. Uno debería tener siempre algo de lo que huir, para cultivar esa maravillosa posibilidad. De hecho, siempre hay algo de lo que huir, aunque sólo sea de uno mismo."
El fragmento pertenece a la obra "Ni de Eva ni de Adán", una novela de la escritora belga Amélie Nothomb (1967) y que narra el romance que la escritora tuvo con un joven acomodado al que daba clases de francés. La escritora, nacida en Kobe e hija de un embajador belga vivió durante años en Japón y China y conoce perfectamente la cultura de la que habla en este libro. Para ilustrar la entrada hemos escogido una escultura del esforzado Atlas, uno de esos que no pueden huir del deber ni soltar lastre aun queriendo. La estatua de la imagen corona el Palacio de Linderhof en Baviera.
Imagen: Tomada de Pixabay (uso libre) - Fuente Original
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