Aunque hubo algunos intentos previos, es Prometeo, un Titán, hijo de Japeto y Clímene, el que en la mitología griega crea a los hombres moldeándolos con arcilla. Es conocida como la Raza de Bronce, de la que Prometeo se convierte en amigo y protector. Su conflicto inicial con Zeus nace de la ofrenda que los hombres realizaron a los dioses de un buey. Por mediación de Prometeo y sus artimañas los hombres se quedaron con la carne y los dioses finalmente solo recibieron grasa y huesos, lo que provocó el enfado de Zeus que como castigo negó el fuego a la humanidad.
Prometeo buscó la manera de robar el fuego del Olimpo y entregarlo definitivamente a los hombres en el tallo de una cañaheja. La reacción de Zeus no se dejó esperar. Lo primero que hizo fue ordenarle a Hefesto crear la primera mujer, la bella Pandora, moldeándola igualmente con arcilla y tras insuflarle vida la mandó a la casa de Epimeteo, hermano de Prometeo, donde se guardaba la jarra (o la caja) que contenía ocultas en su interior todas las desgracias que Zeus quería que se derramaran entre los desconsiderados hombres. Los sucesos desencadenados por Pandora y su curiosidad los reservamos para otra publicación.
El castigo de Zeus a Prometeo fue ejemplar. Fue llevado al Cáucaso donde Hefesto lo encadenó a una roca, lugar al que Zeus envió un águila que eternamente se comería su hígado durante el día, para recobrarlo gracias a su inmortalidad durante la noche. Un suplicio que se repetía cada día y cada noche hasta el fin de los tiempos. Sólo Hércules, hijo de Zeus se apiadó de él y tras disparar contra el águila lo liberó de sus ataduras. Zeus, con amor de padre, se sintió orgulloso de la acción de su hijo y no tomó represalias contra él ni actuó nuevamente contra Prometeo, al que eso si, obligo a llevar para siempre y en recuerdo simbólico de su castigo un anillo forjado con el hierro de las cadenas que lo sujetaban al Cáucaso adornado con un trozo de roca de la montaña.
Para seros sinceros todo el relato no es sino una excusa para poder traer al blog esa maravillosa escultura con la que abrimos la entrada, "Prometeo encadenado", obra del francés Nicolas-Sébastien Adam en 1762 y que se expone en el parisino Museo del Louvre, todo un milagro en piedra. Más adelante se encuentra la delicada escultura de "Pandora" (1819), obra del belga Henri-Joseph Ruxthiel expuesta en el Museo Granet (Aix-en-Provence). Finalmente aparece "Hércules liberando a Prometeo", con el águila ya muerta a sus pies. Obra realizada por Josef Lax en 1893 que forma parte del conjunto de esculturas que recuerdan las proezas de Hércules en el Palacio Imperial de Hofburg en Viena.
Imágenes: De Wikimedia Commons. Imagen 1 (CC0) - Imagen 2 - Imagen 3 (CC BY-SA 4.0)
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