jueves, 7 de enero de 2021

El día que Goya pudo matar al Duque de Wellington

"El sueño de la razón produce monstruos"

Así titulaba Don Francisco de Goya y Lucientes uno de sus más famosos grabados, pero incluso él, todo un humanista, era propenso a poner su razón a dormir en determinadas situaciones. Al igual que Beethoven, sordo como Goya, este tenía un malhumor de perros y era fácilmente irritable, momentos en los que podía llegar a mostrar una ira incontenible. Sir Arthur Wellesley, el famoso Duque de Wellington, vencedor de Napoleón en Waterloo, pudo dar buena cuenta de ello tras un memorable encontronazo con el pintor aragonés.

Según contaba en sus memorias Ramón de Mesonero Romanos, famoso escritor y cronista de la época, Wellington, tras vencer en la Batalla de Arapiles en 1812, fue convencido por el General Álava, para que posara ante Goya y así tuviera el honor de tener un retrato firmado por el mejor de nuestros artistas. Wellington, que despreciaba todo lo español, aceptó sin demasiada ilusión. Por su parte, Goya, siempre temperamental, aceptó igualmente, pero a regañadientes; no le quedaba otra al pintor que fijar su posición tras un pasado en el que había sido seducido por los ideales revolucionarios franceses, pero no por ello podía olvidar los desmanes que los ingleses, poco amigos de lo español, estaban provocando en nuestro país, para ellos un mero tablero de batalla en el que, sí, los británico luchaban junto a los españoles por librarnos de los franceses, pero sobre todo, y esa era su principal motivación, contra Napoleón y sus ideas. 

Así, un desganado Wellington, fue recibido por un Goya malencarado al que además se le exigía realizar un retrato del inglés en tan solo una hora y media y que, por supuesto, fuera ejemplo del talento del artista y por extensión de toda España. El encuentro del atildado Wellington, ejemplo de frialdad y de la flema más inglesa, con el malhumorado y totalmente sordo Goya, tuvo que ser épico. Cuando el pintor tuvo ya la obra presentable, a falta de simples retoques finales, se la mostró al militar al que no le gustó ni una pizca. “No me gusta este retrato que Goya me ha hecho” parece que dijo al General Álava, a través del cual pidió una serie de correcciones al pintor, posiblemente hacer desaparecer la ligera sombra azulada del mentón que le mostraba sin estar escrupulosamente afeitado como corresponde a un perfecto caballero inglés. Pero Goya, al que todo esto tenían que comunicárselo por el lenguaje de signos, se negó en redondo a modificar la obra. Ante la evidente desaprobación de la obra por parte del distante y altivo Wellington, sus ademanes  y una confusión creciente, el pintor empezó a lanzar improperios hacia el inglés, que si bien no podía entenderlos, si que veía claramente el significado de las expresiones y aspavientos del iracundo pintor.

No tardó Wellington en coger su sombrero para marcharse, momento en el que Goya, no pudiendo soportar aquel desaire hacía su obra, cogió una de las pistolas que siempre tenía cargadas sobre la mesa y apuntó a la cabeza del militar inglés mientras este ya desenfundaba su espada para defenderse. Pronto se abalanzaron sobre Goya su hijo y el General Álava que a duras penas pudieron contenerle y hacerle bajar el arma. A Wellington, para que se le pasara el berrinche tuvieron que convencerle de que el pintor, a pesar de su inigualable talento, no estaba bien de la cabeza. Así de cerquita estuvo Goya de quitarle un dolor de cabeza a Napoleón en Waterloo tres años después y quién sabe si de cambiar el rumbo de la historia. En cualquier caso el cuadro (arriba), a pesar del desagrado inicial mostrado por Wellington y como muestra de que los ingleses, en el fondo, no tienen nada de tontos, terminó en la National Gallery of Art londinense. Para haber sido hecho en poco más de una hora no sé qué quería “Lord Velintón”, como le decían en España al famoso militar.

Como curiosidad decir, que el retrato fue robado en 1961, por Kempton Burton, un anciano (seguramente fue en realidad su hijo) que colándose por la ventana de los aseos del museo logró llevarse el cuadro, en la misma fecha que muchos años atrás se robó la Gioconda en el Louvre. Pronto comunicó que lo tenía en su poder y que lo devolvería sin daño alguno si el gobierno inglés retiraba a las maltrechas economías de los pensionistas ingleses el impuesto para ver la televisión y se cuidaba más de ellos. La condena fue de 3 meses de prisión y una gran trascendencia mediática, tanta que la historia ha sido recientemente llevada al cine en la película "The Duke" (2020), dirigida por Roger Michell y protagonizada por Jim Broadbent y Helen Mirren. El film se estrenó el pasado septiembre en el Festival de Venecia y está a la espera de llegar a los cines. 

A ver si los españoles hacemos otra del encontronazo entre “Lord Velintón” y nuestro ingobernable Don Francisco de Goya y Lucientes; me da que podría estar de rechupete. Y ahora observen el rostro de Goya e imagínenselo enfadado. A mi ya me entran temblores.


El retrato de Goya es obra de Vicente López Portaña, fechado en 1826. Se expone en el Museo del Prado (Madrid).

Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0) - Imagen 1 - Imagen 2.

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