viernes, 23 de octubre de 2020

Friné Vs Afrodita: El juicio a la belleza


La hetairas eran en la antigua Grecia lo que en tiempos más modernos fueron las geishas en Japón, bellas damas de compañía que, amén de otras habilidades, eran diestras en el arte de la danza, la música y la conversación. Fueron hetairas famosas: Aspasia de Mileto, Lais de Corinto, Thais, Targelia o Campaspe, pero de entre todas estas sofisticadas cortesanas de la antigüedad, Friné destacó con luz propia, dada su proverbial belleza y por haber sido el modelo elegido por Praxíteles para sus inmortales Afroditas. 

Fue tal el éxito que Friné tuvo en su oficio que se cuenta que con sus ganancias mandó reconstruir las murallas de Tebas destruidas por Alejandro Magno, y que encargó una Afrodita de oro y la regaló al Templo de Delfos. El siempre agudo Diógenes, no pudo reprimirse y escribió en su base la leyenda: "Se hizo de la incontinencia de los griegos".

Como decíamos, Friné fue la musa de Praxíteles y sirvió de modelo para muchas de sus esculturas, algunas tan famosas como la "Afrodita de Cnido" (a la derecha la copia romana conocida como Afrodita Ludovisi o Altemps), la primera escultura que se hace de una diosa completamente desnuda e inspiración para las muchas que vinieron después. Praxíteles esculpió su obra en mármol de Paros y quiso despojarla de todo erotismo intencionado, de modo que intentó que la sensualidad de la obra surgiera de la naturalidad, del momento en que la diosa se prepara para tomar un baño y se deshace de su ropas sobre una ánfora, razón que justifica su desnudez. Toma su nombre de Cnido por ser esta la ciudad que finalmente adquirió la obra, después de que los responsables de la Isla de Cos la rechazaran por considerarla demasiado voluptuosa y compraran a Práxiteles una diosa vestida de forma "más púdica y severa". Algo así como las majas de Goya, pero en piedra.

Además de musa y modelo, Friné era también la amante habitual de Praxíteles quien cierto día, después de quedar extasiado por los mimos que le dispensaba la cortesana, le dijo que como obsequio podía escoger la mejor de las esculturas que guardaba en su famoso taller. Friné sabía todas las respuestas sobre los secretos del amor pero no de las virtudes que realmente hacían meritoria una escultura por lo que demoró su elección e ideó una estratagema para poder saber cuál era la más valiosa. Acordó con una sirvienta que cuando ella estuviera comiendo con Praxíteles durante un banquete entrara en el mismo y a plena voz gritara que el estudio del escultor estaba ardiendo. 

La reacción del artista  a los gritos de la sirvienta fue inmediata y este empezó a gritar desencajado: "¡Salvad mi Eros, salvad mi Eros!". Ni que decir tiene que fue esta la obra que eligió la astuta Friné, una obra que después regalaría a su ciudad natal, Tespies, y que por tal razón es conocido como el Eros de Tespies. La copia que se puede ver a la izquierda tiene por nombre "Eros Farnesio" y se encuentra en el Museo Arqueológico de NápolesAteneo de Naucratis, un cronista de la antigüedad, dice que en la base del Eros original se colocó esta inscripción:

“Praxíteles ha  dedicado su mayor cuidado a esculpir el Amor que sentía, extrayendo el modelo de su propio corazón, dándome a Frine como mi propio pago. Y lanzo filtros de amor, ya no disparando flechas, sino mirando fijamente”.

En cierta ocasión, Friné cometió un acto de soberbia, sabedora de la rotunda belleza de su cuerpo, y en una celebración de las fiestas Eleusinias se desnudó por completo y bajo hasta la playa andando entre la admiración de todos los presentes que le abrían un pasillo por el que ella avanzaba como una verdadera diosa. Tal y como se puede ver en el grabado de más abajo a la derecha, obra de Louis Chalón (1901). El ya citado Ateneo de Naucratis recogió unas palabras sobre este suceso:

"Pero Friné era realmente más hermosa en las partes que no se le veían (…) En las fiestas de las Eleusinias y en la de Poseidón, tras quitarse el manto y dejar sueltos sus cabellos se metió en el mar, a la vista de todos los griegos. A partir de ella pintó Apeles su Afrodita Anadiomene. Y Praxiteles, el escultor, su amante, modeló su Afrodita Cnidia según su imagen". 

No perdonaron los griegos estos desplantes y terminaron por acusarla del grave delito de impiedad, por considerar que se había atrevido a compararse con la propia diosa Afrodita y de vanagloriarse de que su imagen estaba en los templos junto a los Dioses, como así era. Para otros la acusación provenía de un tal Eutias, un galán desdeñado por ella, y que la acusaba de haber hecho una sacrílega parodia de los misterios de la diosa Deméter

Praxíteles, asustado por los cargos que hacían sobre su musa y amante, encargó su defensa al hábil Hipérides. El delito de impiedad era en la antigua Grecia un delito de suma gravedad y fue el mismo por el que fue acusado Sócrates y que le costó finalmente la vida. Hipérides hizo todo lo que pudo pero no era capaz de convencer totalmente a los jueces de la inocencia de Friné. Desesperado Hipérides pasó de las palabras a los hechos o a las pruebas que se diría hoy en día y de un tirón arrebato la túnica que cubría el cuerpo de la acusada, dejándola totalmente desnuda ante los jueces a quienes les dijo: "¿Como puede ser impía una mujer que tiene formas de diosa? Piedad para la belleza!". Con estos contundentes argumentos Friné consiguió la absolución unánime del tribunal. Resultaba evidente que era una diosa de carne y hueso. El cuadro de Jean-León Gérôme que abre la entrada, "Friné ante el Aerópago" (1861), ilustra a la perfección este momento. 

Finalmente cerramos con un cuadro de Henryk Siemiradzki en la que se ve a Friné en el momento previo a bajar las escaleras hacía la playa en las Fiestas Eleusinias.



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