viernes, 15 de agosto de 2025

Toshirō Mifune: ¿Un actor sin talento?

 

"Un actor no es una marioneta a la que el director mueve como quiere. Es un ser humano con semillas de todas las emociones, deseos y necesidades dentro de sí. Intento encontrar el centro mismo de esa humanidad y explorar y experimentar." (Toshirō Mifune)

Entre los actores japoneses destaca con luz propia el singular Toshirō Mifune, un actor de rasgos duros y de una fuerza, carácter y capacidades actorales realmente sobresalientes. Y, sin embargo, nunca estudió interpretación, o mejor dicho, no se lo permitieron. Cuando tuvo la intención de emprender su formación como actor suspendió los exámenes de acceso a la Escuela Dramática y como consecuencia le comunicaron que no tenía talento para prosperar en la profesión. De sus inicios en el cine decía: "Como ingresé a la industria muy inexperto, no tengo ninguna teoría sobre la actuación. Simplemente tuve que interpretar mis papeles a mi manera."

Por suerte un director se fijó en él y lo recomendó para sus primeros papeles y pronto entabló una duradera colaboración con el director Akira Kurosawa. Cuando se hizo famoso le preguntaron sobre sus estudios y este respondió que sus estudios de interpretación no eran otros que "Akira Kurosawa". La compenetración fue absoluta y juntos rodaron 16 películas en 17 años. Hisao, el hijo del director decía: "Su relación no era la de un director con un actor, sino la de dos almas gemelas. Eran como un coche y su motor".

Entre aquellas películas destacan obras tan apreciadas como "Rashomon", "Los siete samuráis" (el cartel abre esta entrada), "La fortaleza escondida", "El idiota", "Yojimbo" o "Barbarroja", algunas de las cuales le reportaron importantes premios en festivales cinematográficos por toda Europa.

Kurosawa recordaba en su autobiografía, su primer trabajo junto al actor:

"Mifune poseía una clase de talento que no había encontrado anteriormente en el mundo del cine japonés. Consistía, sobre todo, de la velocidad con la que se expresaba a sí mismo; era sorprendente. El actor japonés promedio hubiera necesitado diez pies de película para lograr mostrar una impresión, un sentimiento; Mifune solo necesitaba tres. La rapidez de sus movimientos era tal que en una sola acción expresaba lo que le tomaba a los actores ordinarios tres movimientos para expresar. Él proyectaba todo hacia delante de una forma directa y con gran determinación, poseía el más agudo sentido del timing que haya visto jamás en un actor japonés. Y, además de su rapidez, poseía una sorprendentemente fina sensibilidad".

En el rodaje de “Trono de Sangre” hay una escena en la que su personaje se ve rodeado de flechas acorralándolo con las mismas. Kurosawa no quiso recurrir a trucos ni dobles. Mifune aceptó el reto y aguantó inalterable la lluvia de flechas reales que un grupo de arqueros profesionales contratados para la ocasión lanzaban extremadamente cerca de su cuerpo.

La relación entre el director y el actor fue deteriorándose poco a poco, sobre todo a raíz de un incidente durante la filmación de la película "Yojimbo". Se cuenta que Kurosawa se quejó al actor de que algunos actores estaban llegando tarde al set de rodaje a lo que Mifune contestó: "¿qué estás diciendo? ¿qué actores? Yo soy el actor". Desde ese momento, Mifune se presentó todos los días a las 6 de la mañana en el set, totalmente preparado y maquillado. Esta postura que mantuvo tercamente hasta el final del rodaje llevó a otros desencuentros que tuvieron como colofón la ruptura total entre ambos durante el rodaje de la esplendorosa "Barbarroja" (1965).

Tras décadas de alejamiento, en las que Mifune exploró otras experiencias actorales, él y Kurosawa no se reconciliaron hasta 1993. Ocurrió durante el funeral del actor Ishirō Honda. Según algunos testimonios, tras cruzarse sus miradas ambos se abrazaron y derramaron alguna que otra lágrima, aunque no hubo tiempo de retomar la relación profesional.  

Pero como apuntábamos antes, Mifune no solo tuvo éxito al lado de Kurosawa sino también con otros grandes directores como Masaki Kobayashi o el gran Hiroshi Inagaki con quien rodó la valorada trilogía "Samurái", en la que dio vida a Musashi Miyamoto. La obra fue merecedora del primer Oscar a la mejor película extranjera en 1955. Entre sus últimas obras cabe recordar su papel como Toranaga-San en la exitosa serie estadounidense "Shogun" (1980) en la que daba réplica a Richard Chamberlain.

En 1997, a la edad de 77 años, falleció aquel actor sin formación académica, supuestamente sin talento, pero con las semillas necesarias en su interior para germinar con fuerza y convertirse en uno de los intérpretes más memorables del cine japonés.


Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Público - CC0 - Fuente Original

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