"La commedia all'italiana terminó cuando los
directores dejaron de tomar el autobús" (Mario Monicelli)
No sé durante cuánto tiempo utilizaría Don Mario el
transporte urbano, pero no debió ser poco. Y es que, nombrar a Mario
Monicelli es lo mismo que decir "Commedia
all'italiana", por supuesto con mayúsculas. Suyas son algunas de las
más geniales creaciones dentro de este género del gran cine italiano de los
años 50 y 60, en el que fue punta de lanza junto a Dino Risi, Luigi Comencini, Steno,
Pietro Germi o Ettore Scola. Era aquel un cine para el que resultaba esencial
estar con la gente, en la calle, en el mercado, en las plazas o en los bares.
Era crucial empaparse de todo para después poder reírse con propiedad de
aquella caótica realidad italiana. Como decía el director:
"No éramos conscientes de la importancia de lo que
estábamos haciendo. Era una vida dura. Los horarios no son como los de ahora.
Te levantabas al alba y trabajabas de siete a siete. Llevábamos pan con salami
y eso comíamos. Durante 15 años fuimos el centro de la creatividad, duró un par
de generaciones"
Monicelli, rebosante de ideas, empezó en el mundo del cine
como guionista, llegando a estar nominado al Premio Óscar en dos ocasiones en esa
categoría, pero lo que de verdad lo elevó al altar cinematográfico fueron sus
películas. El intentaba restarle importancia a los logros alcanzados por
aquel cine:
"No teníamos pretensiones, aunque es cierto que sin
quererlo, hacíamos política. Pero luego llegaron los críticos y organizaron
teorías, buscaron significados, intelectualizaron la comedia, lo que en sí
mismo es una contradicción".
Monicelli encontraba en la comedia la esencia de la
realidad, de la propia vida diaria y era un gran admirador de Buster
Keaton y de Charles Chaplin, cómicos a los que
consideraba: "la voz de los perdedores que se eleva contra las
normas sociales". Con estas premisas, Monicelli necesitaba
para sus películas su propio personaje cómico, y así surge Totó, un inmenso actor
de teatro y cine, muy querido en Italia y con el que Monicelli hizo ocho
películas. Totó, tan poquita cosa físicamente y con ese nombre tan escueto ya
llamaba a la risa, sobre todo cuando su nombre real era kilométrico: Antonio
Focas Flavio Ángelo Ducas Comneno di Bisanzio De Curtis Gagliardi. De
este cómico decía Monicelli: "Era muy particular. Un gran mimo, movía
todo el cuerpo además de la cara. Los grandes actores recitan con el cuerpo,
trabajan la entonación y el cuerpo...".
Monicelli empieza a dar muestras de su talento con obras
como "Vida de perros" (Vita da cani – 1950) o "Guardias
y ladrones" (Guardie e ladri – 1951), con ese policía gordinflón,
el sargento Bottoni (Aldo Fabrizi), que persigue incansablemente al
pobre y delgado Totó en una película que sería justamente premiada
en Cannes. Eran como el gordo y el flaco pero a la italiana.
Pero el verdadero boom para Monicelli llega en 1958 con "Rufufú"
(I soliti ignoti), una verdadera delicia de película donde, con un humor e
imaginación increíbles, parodia casi paso por paso la película de Jules
Dassin titulada "Rififi" (1955) una de las
cumbres del cine negro. En esta se planea y lleva a cabo un robo calculado
hasta en sus más ínfimos detalles, pero que en Rufufú, se desarrolla con las
connotaciones propias de los italianos: falta de medios, muchas pretensiones,
improvisación y ese estilo chapuza puro y duro que a veces gastamos los
latinos. La referencia española podría ser "Atraco a las tres"
de José María Forqué, esa maravilla en la que pudimos disfrutar con José Luis
López Vázquez dejándonos para la historia su presentación: "Fernando
Galindo, un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo" o la sin par Gracita
Morales haciendo de "femme fatale"...
El resultado de “Rufufú” es una película esplendorosa y tan
buena como aquella sobre la que sirve de parodia. Si uno ha visto previamente
Rififi, aún disfruta más de Rufufú. Es comparar a las claras cómo es la
idiosincrasia de los franceses, ingleses o alemanes con la de los italianos y
españoles, porque, para qué negarlo, tenemos mucho en común, por eso nos
reconocemos tan fácilmente en sus comedias.
Monicelli siempre se rodeó de buenos actores y en esta
película por ejemplo se ayudó de talentos como: Vittorio Gassman, al
que con esta película invitó a mostrar su insospechada vis cómica, el
omnipresente Marcello Mastroianni, Totò o la
espectacular Claudia Cardinale.
Sobre la película recordaba Monicelli: "Nuestra
mirada era así. Sarcasmo, ironía. El humor es la forma más penetrante de mirar.
Un bisturí que va al fondo de las cosas. La comedia a la italiana surgió al
contar argumentos muy dramáticos con humor".
Después vendría la que para muchos es su obra maestra "La
gran guerra" (La grande guerra, 1959) donde muestra bien a
las claras lo absurdo de la guerra, lo cobardicas que algunas veces pueden
llegar a ser los italianos cuando no entienden el porqué de una guerra, pero
también su capacidad para un último gesto honorable. Monicelli decía del film: "Pusimos
un espejo delante de los italianos para reflejar su lado más innoble".
Y es que los inmensos Alberto Sordi y Vittorio Gassman buscaban
cualquier excusa para justificar su miedo:
-Esta no es mi guerra- dice Busacca (Gassman)- Mi guerra
es contra los aprovechadores, los embaucadores, las malas bestias. Y a esos se
les puede encontrar tanto en Alemania como en Austria, en todos sitios.
-Es cierto, la patria necesita obreros, y no muertos. Y
yo tengo grandes intenciones de hacer grandes cosas por la patria - afirma
Jacovacci (Sordi).
-¿Qué oficio tienes? - pregunta Busacca.
-Soy peluquero.
A continuación, llegaría la que para mí es una de sus
mejores películas "I compagni" (Los camaradas - 1963) que
para nada es una comedia. Retrata los inicios de los movimientos obreros de
huelga y en ella se puede disfrutar de una de las actuaciones más
espectaculares de Marcello Mastroianni. Peliculón del quince
este (quien no la haya visto está perdiendo el tiempo). La seguirían "La
armada Brancalone" (1966) o "La chica con la
pistola" (1968), donde Monica Vitti se despoja
de toda aquella carga dramática de Antonioni y empieza a mostrarse como una
gran actriz de comedia. Se podrían citar un buen puñado más de grandes películas,
pero mejor parar.
La visión que Monicelli tenía del cine, de su cine, puede
resumirse en sus propias palabras:
"La comedia fue para nosotros la mirada natural.
Sarcasmo, ironía. El humor es la forma más penetrante de mirar. Pero para
bromear sobre algo hay que conocerlo muy bien. Y hay que meditar mucho para
llegar al humor. La condición humana es de los que sufren, los que pierden, los
que son explotados y tratan de liberarse de su amo. No hace falta adoptar un
tono serio o grave para hablar de ello: a mí me gusta la gente que batalla con
alegría, con ironía, en compañía"
Monicelli dio por terminada su vida a los 95 años. En 2010 se tiró de la quinta planta de un hospital en el que había sido ingresado por un cáncer de próstata en fase terminal para el que en realidad no había salida posible. No es precisamente un buen final para una comedia. Y es que la vida más que una comedia, las más de las veces es todo un drama.
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