lunes, 25 de agosto de 2025

Händel, Bach y el matasanos que dejó ciego el Barroco

 

En el mismo año, 1685, y con tan solo doscientos kilómetros de separación, nacieron en Alemania dos de los más grandes compositores de la historia: Johann Sebastian Bach y Georg Friedrich Händel. Aunque no llegaron a conocerse, compartieron muchas cosas: un talento inusual para la música, su virtuosismo con el teclado y el órgano, su obra religiosa repleta de obras maestras absolutas y para su desgracia, ambos cayeron en manos del oculista más siniestro de la historia.

Tanto Händel como Bach se habían dejado las pestañas sobre el papel pautado para componer, una tras otra, grandes obras musicales. Ya mayores ambos estuvieron aquejados de cataratas y víctimas de la desesperación tuvieron la mala suerte de recurrir a un supuesto oculista, John Taylor, que en realidad no pasaba de charlatán de feria. Viajaba de ciudad en ciudad, autodenominándose "Oculista del Rey" y se desplazaba con gran parafernalia en carrozas que iban adornadas con ojos pintados, anunciando con gran fanfarria sus milagrosas curaciones. A las habituales sangrías y laxantes sumaba, según se decía, el uso de unos colirios milagrosos para los ojos realizados a partir de sangre de palomas, azúcar pulverizada o sal horneada. Sobran más comentarios.

Bach a sus 65 años tenía muy deteriorada la visión y, aunque todavía podía moverse por sí mismo, ya no alcanzaba a leer ni escribir, así, en 1750 fue operado en dos ocasiones por Taylor en tan solo unos días. El resultado de la operación fue un desastre y Bach quedó irremediablemente ciego. Parece que las complicaciones posteriores y los ungüentos utilizados en sus cuidados aceleraron su muerte unas semanas después.

Händel tenía un poco más de vista previamente a la operación, pero igualmente quedó ciego tras la intervención de Taylor en 1752. Su biógrafo John Mainwaring lo explicaba así: “Su vista se fue debilitando poco a poco hasta quedar completamente extinguida; y este triste desenlace fue apresurado por el tratamiento inapropiado del oculista Taylor”. Sobrevivió siete años componiendo y dirigiendo algunas piezas gracias a su extraordinaria memoria. 

El caso es que John Taylor, que antes de cada intervención pronunciaba un largo y rimbombante discurso de autopromoción, siempre alardeó de haber operado a los dos músicos: “He tenido el honor de realizar operaciones en los ojos de los grandes músicos Händel y Bach”. Por supuesto, del resultado ya hablaba menos. 

Estoy seguro que de haber tenido éxito, ambos compositores le habrían dedicado a Taylor un maravilloso "Aleluya" en su honor. Vistos los resultados más le cuadraba un "Dies irae" y que Dios descargara sobre él toda su ira.

Imagen: Händel retratado por Thomas Hudson - Fuente Wikimedia Commons - CC0

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