domingo, 10 de agosto de 2025

Gary Cooper y las mujeres

 

"Todas las mujeres que le conocieron se enamoraron de él". Solo con esta frase de Ingrid Bergman se podría definir el magnetismo de Gary Cooper. Ambos habían tenido un intenso romance tras rodar "Por quién doblan las campanas" (1943) y "La exótica" (Saratoga Trunk - 1945). Los dos estaban casados y la Warner Bros, temiendo un doble divorcio por un escándalo que ya tenía eco en los medios, decidió retrasar el estreno de la película. No hubiese sido algo extraño. Ya la pudorosa Helen Hayes, con la que el actor compartió cartel en "Adiós a las armas", parece que estuvo dispuesta a dejar a su marido si Cooper se lo hubiera pedido.  Y a pesar de ello, el actor aún se definía así:

 "Siempre me he sentido torpe con las mujeres. Nunca sé qué decir. Supongo que por eso me va mejor actuando que hablando."

Y cierto es que, sin tener que comprometerse tanto como Clark Gable, que se casaba con cada mujer que impulsaba su trayectoria, las mujeres jugaron un papel crucial en la carrera cinematográfica de Gary Cooper. Por supuesto unas más que otras, pero paso a paso, algunas de sus parejas, con leves empujoncitos hacia adelante, ayudaron significativamente a visualizar el talento natural del actor. 

Su representante Nan Collins le insufló suficiente confianza como para invertir el poco dinero del que disponía en filmar una prueba con la que promocionarse ante los estudios y con buen tino le cambió el nombre de Frank James, que sonaba a atracador de bancos, por el de Gary -el nombre de la ciudad natal de Nan Collins- que sonaba mucho mejor al unirlo al apellido del actor. Nacía Gary Cooper. No tardaría en superar sus participaciones como especialista gracias a su destreza como jinete y empezar a trabajar como actor. No eran épocas para hacer de galán: 

"En las películas del Oeste te permitían besar a tu caballo, pero nunca a tu chica" — decía el actor— Eso tardaría en llegar.

Parece que Cooper sabía escoger sus compañías. Su primer papel destacado llegaría con la película "Flor del desierto", un hito al que llegó gracias a la intermediación de una de sus novias, nada menos que la secretaria del todopoderoso Samuel Goldwyn. 

Con un contrato de 50 dólares a la semana en el bolsillo, llegó Clara Bow, la "It Girl" del momento, que en su desenfreno se encaprichó locamente del actor, al que tildaba de incansable en cuestiones amatorias y un verdadero talento entre las sábanas, declaraciones con las que reforzó su imagen de galán. Curiosamente el actor se mantenía humilde: “No soy un gran amante. En realidad, no soy ni siquiera un buen bailarín”. Tal vez fuera la colonia… o quién sabe si sus misteriosos silencios. Como decía Marlene Dietrich

“Tenía  dulzura detrás de esa dureza del Oeste. Y unos silencios que te hablaban más que cualquier conversación.”

Fue tal la fijación de Clara Bow con Cooper que insistió lo indecible ante los responsables de "Alas" hasta que le consiguió un papel muy atractivo para el actor que llamaría la atención de todos en Hollywood. Fue el empujón definitivo para consolidar su carrera cinematográfica.  Los buenos papeles empezaban a llegar y su rol como "El Virginiano" le supuso todo un éxito que además le dio solidez y confianza en sí mismo y sus posibilidades. De hecho, era tal su proyección que hasta se permitió mostrar una posición fuerte ante Samuel Goldwyn, al firmar la ampliación de su contrato para no depender en exceso de su estudio. 

La prensa lo tenía por un personaje que buscaba eco en los medios gracias a sus romances, entre los que destacó la mexicana Lupe Vélez -apodada "la gata salvaje"-. Y parece que realmente arañaba. A la actriz, temperamental como ella sola, le sacaba de quicio la sangre fría del actor y se cuenta que más allá de las magulladuras que en más de una ocasión le causó al actor y que este hubo de disimular en los rodajes recurriendo al maquillaje, en un arranque de celos le disparó a Cooper cuando se marchaba en tren para alejarse de ella. Lupe, la mexicana explosiva, era mucha Lupe. Una mujer de armas tomar. Baste decir que no era extraño que saliera a la calle con una navaja escondida. Según la actriz: 

"Era tan guapo que dolía mirarlo. Y tan frío que una quería romperle un jarrón en la cabeza."

La lista de mujeres que fueron importantes en su vida es larga, en ella se incluyen grandes actrices como: Grace Kelly, Carole Lombard, Merle Oberón, Marlene Dietrich o la ambigua Tallulah Bankhead (la película "Eva al desnudo" se basa en ella) que recordando el momento en que dejó el teatro por el cine dijo: "Me ofrecieron todo ese dinero y yo pensé, `me voy a Hollywood para acostarme con ese divino Gary Cooper"

Otra figura esencial en el devenir de Cooper fue la Condesa de Frasso, de la que se cuenta que aportó a Cooper un valioso punto de sofisticación. Se podría decir que la relación de la condesa con el actor empezó con un vaquero y terminó con un caballero. Hay mujeres que te cambian la vida y en la de Cooper no fueron pocas las que lo cincelaron y realzaron sus virtudes. 

A pesar de toda la pléyade de "affaires" que se podrían sumar a la lista, Cooper se casó una sola vez. Verónica Balfe, hija de un multimillonario, fue la elegida. Su matrimonio era sólido como una roca, no en vano a ella la llamaban "Rocky". De Verónica decía Cooper: "Ella me ha dado una vida más tranquila. Me ha ayudado a ser un hombre mejor." 

Sólo Patricia Neal puso en riesgo su matrimonio. Su romance durante el rodaje de "El manantial" fue de tal intensidad que hizo tambalear el mundo del actor. Sobre aquellos años decía: "Amé a Gary Cooper durante años y años… y aún lo amo. Por supuesto, Becky (su esposa)... no estaba muy contenta conmigo. Y no la culpo". Pero la relación no logró consolidarse y cuando Patricia Neal quedó embarazada y fue consciente de las reticencias de Cooper decidió abortar. Acerca de aquel momento decía la actriz: 

Llevó 30 años llorando por aquel niño. Si pudiera rehacer una sola cosa de mi vida, habría tenido aquel bebé”

Y poco a poco, afianzando su carrera con cada nuevo trabajo, Gary Cooper llegó a convertirse en uno de los actores más famosos y populares de Hollywood. Su gesto sereno, duro cuando era preciso, su mirada franca y su aparente inocencia encarnaban como pocos los valores del héroe americano. No importaba que fuera de sus películas fuera un poco díscolo con las mujeres, en la pantalla, con películas como "Sargento York", "Juan Nadie" o "Solo ante el peligro" era perfecto, todo aquello que los hombres admiraban y las mujeres deseaban. O como decía Cooper:

"Siempre lo vi así: para que al público le gustaras, como actor quiero decir, tenías que ser algo así como su ideal. No un apuesto caballero sobre un caballo blanco, sino un tipo que encajara con la idea de un buen hombre."

Lo que no sabía Ingrid Bergman es que no era necesario conocerlo para enamorarse de Gary Cooper: bastaba con verlo sonreír en la pantalla. 

Imagen: Cortesía de Doctor Macro - Fuente Original


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