martes, 19 de agosto de 2025

¿Se inspira el frasco de Chanel nº 5 en las petacas de vodka de los oficiales rusos?


 

Ya hablamos en una entrada anterior sobre las motivaciones de Coco Chanel para elegir el nombre de su perfume “Chanel nº 5”. El diseño del frasco y su caja fueron igualmente rompedores y modernos para su época.

Chanel no quería un frasco predecible, al estilo de los que había en el mercado. Tenía fijación con que tuviera ecos de los frascos de laboratorio, mostrando una imagen sobria, minimalista y a la vez cargada de fuerza y personalidad. Eran años de la revolución cubista, de los cuadros angulosos de Braque y Picasso, de los cuadrados de color de Mondrian, una revolución estética ante la cual no resultaría extraño que Chanel, siempre atenta a la modernidad y a la funcionalidad, se hubiera inclinado por el diseño de un frasco sin atisbos de preciosismo.

Esa podría ser la verdadera explicación, pero hay otra más romántica que cuenta que, al inicio de los locos años veinte —el perfume se creó en 1921— eran legión las personas de la aristocracia rusa, que huyendo de la revolución, se encontraban en París otorgándole a la ciudad un ambiente muy singular y cosmopolita. El conde Félix Yusupov, aquel que con tantas dificultades mató a Rasputín, también formaba parte de aquel círculo en el que Chanel se movía entre bailarines, artistas y personalidades exiliadas, sobresaliendo el gran duque Dmitri Pavlovich, primo del zar, que en cierta manera influyó en su forma de ver la moda, especialmente en lo referente a bordados y telas. Y por supuesto no podemos olvidar al propio Ernest Beaux, con quien se asoció la modista para crear el perfume, y que había sido antes perfumista de los zares.

Puede que, por todo ese entorno e influencias indirectas, algunos estudiosos y críticos de moda, entre ellos el historiador Jean Leymarie, han señalado que el frasco recuerda mucho a las plateadas petacas planas de vodka de los oficiales rusos, objetos que fueron muy populares en aquel París, que en ciertos ambientes hablaba con un marcado acento de la estepa.

Esta historia no deja de ser una teoría no probada, pero está tan bien traída que es difícil resistirse a contarla. Y puestos a imaginar, quién sabe si en Rusia, sus “Marilynes” de aquel entonces, antes de la llegada del nº 5, ya usaban coquetamente dos gotas de vodka de las petacas de los soldados como único pijama. Hasta puede que las flappers, como la de la foto de cabecera, las copiaran pícaramente. En plena ley seca, ellos estarían encantados.

Ya saben que en este mundo de las anécdotas es obligado a veces recurrir al consabido: “Si non è vero. è ben trovato”.

Imagen: Tomada de New York Times

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