sábado, 26 de julio de 2025

"Hombre mirando al sudeste": Sobre la locura y la estupidez humana

 

- Rantés: Usted también es un buen tipo pero no es feliz. Y lo que más me preocupa es que creo que lo sabe y no le importa. ¿Por qué los seres humanos parecen resignarse a tantas cosas que los están destruyendo? ¿Y por qué hacen tan poco por modificar esas cosas? ¿Se están suicidando por estúpidos o están pagando culpas? (...) ¿Por qué quiere curarme? ¿Me puede dar un motivo serio que podamos discutir ahora los dos? 

- Dr. Denís:  Rantés, si usted no es un chiflado yo tendría que admitir que realmente es un extraterrestre. ¿Sabe lo que eso significaría? Que el chiflado soy yo.

- Rantés: La naturaleza sólo permite un desarrollo muy lento. Favorece más fácilmente un cambio de especie que un cambio de conciencia. Yo soy más racional que ustedes, respondo racionalmente a los estímulos. Si alguien sufre lo consuelo. Si alguien me pide ayuda se la doy. ¿Por qué, entonces, usted cree que estoy loco? Si alguien me mira lo miro. Si alguien me habla lo escucho. Ustedes se han ido volviendo locos de a poco por no reconocer esos estímulos, simplemente por haber ido ignorándolos. Alguien se muere y ustedes lo dejan morir. Alguien pide ayuda y ustedes miran para otro lado. Alguien tiene hambre y ustedes dilapidan lo que tienen. Alguien se muere de tristeza y ustedes lo encierran para no verlo. Alguien que sistemáticamente adopta esas conductas, que camina entre las víctimas como si no estuvieran, podrá vestirse bien, podrá pagar sus impuestos, ir a misa, pero no me va a negar que está enfermo. Su realidad es espantosa, doctor. ¿Por qué no dejan de una buena vez la hipocresía y buscan la locura de este lado? Y se dejan de perseguir a los tristes, a los pobres de espíritu, a los que no compran porque no quieren, o porque no pueden, toda esa mierda que usted me vendería de muy buena gana; si pudiera, claro.

Para muestra un botón.... ese es uno de los sensacionales diálogos de "Hombre mirando al sudeste", una película argentina dirigida por Eliseo Subiela en 1986 que me resultó un verdadero descubrimiento cuando pude verla. Subiela contaba en una entrevista televisiva:

Hombre mirando al sudeste es, en cierto modo, mi versión de El Principito. Rantés viene de otro planeta, como el principito, y su misión es observarnos. Pero ya no desde la ternura infantil, sino desde la angustia del que no entiende cómo el ser humano puede volverse tan cruel.”

Y sí que hay ecos de la novela de Saint Exupéry en la película, aunque en esta ya no hay zorros ni baobabs, la atención se centra aquí en los injustamente marginados, en los supuestamente locos, en aquellos que hacemos invisibles a nuestros ojos porque molestan a nuestra conciencia.

En “Hombre mirando al sudeste” se cuenta la historia de Rantés, al que da vida el actor Hugo Soto, un joven que llega a un psiquiátrico manifestando que es la proyección holográfica mejorada de una inteligencia extraterrestre con la que se pone regularmente en contacto orientando su ser hacia el sudeste. Su misión en la Tierra no es otra que estudiar el arma más terrible y devastadora del ser humano: la estupidez, pero no la que emana de la falta de ilustración, sino aquella que se define por la pasividad ante el mal y la degeneración de los valores.

Hugo Soto, según comentaba Subiela en una entrevista dada a la revista “El amante”, se sumergió completamente en el misticismo de Rantés:

“Hugo hizo un trabajo casi místico. Pasaba horas solo en su casa, sin hablar. Me decía que quería sentir lo que sentiría alguien que no entiende este mundo. No quería actuar, quería ser alguien que observa desde afuera.”

El personaje tenía tal carisma y un mensaje tan potente que parece que el actor quedó en cierta manera atrapado. Lorenzo Quinteros decía al respecto en una biografía de Subiela:

“Hugo no salía del personaje ni cuando terminaba el rodaje. Era como si Rantés se lo hubiera comido por dentro.”

Algunas escenas de la película se rodaron dentro del Hospital Borda, un hospital neuropsiquiátrico en funcionamiento de Buenos Aires. El director del film tomó la, cuando menos, singular decisión de trabajar con pacientes auténticos allí internados, apareciendo en algunas escenas como extras, lo que sin duda dio un toque de autenticidad a la película. Subiela contó en una entrevista televisiva que el contacto con los internos fue emocionalmente muy intenso y que la conexión de estos con Rantés era realmente significativa.

“Algunos pacientes lloraban cuando veían a Rantés tocar el órgano o hablar del dolor humano. Creo que entendían lo que estaba diciendo más que muchos críticos de cine.”

Y no estaría nada mal que gran parte del pensamiento de Rantés nos calara tan hondo. Seríamos sin duda un poco mejores personas. “Hombre mirando al sudeste” es una película que nos invita a pensar sobre nuestros comportamientos diarios y la forma en la que enfocamos la realidad. Por cierto, en Hollywood, esa insaciable máquina devoradora de ideas, intentaron hacer su versión made in USA con Kevin Spacey y dieron a luz a una película titulada "K-pax" que, en mi opinión, no tiene ni un asomo de la magia de la original.

“Hombre mirando al sudeste” es una verdadera joya del cine argentino. Aunque no deja de abogar por una utopía, debería de ser de obligado visionado para todos. Búsquenla y véanla si todavía no lo han hecho. Entréguense a la locura racional de Rantés sin reparos. Les vendrá bien.

Imagen: Tomada de IMDb - Fuente


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