"El silencio
de los corderos" (1991) es una de las grandes películas que hemos
podido disfrutar en las últimas décadas, y fue precisamente este trabajo de
Jonathan Demme el que logró romper el tabú latente alrededor de las películas
de terror en los Oscar, ya que nunca antes había sido premiada ninguna con el
Oscar a la mejor película. La Academia se rindió completamente a este estupendo
trabajo y no sólo se llevo el Oscar a la mejor película sino que además logró
uno de los más difíciles plenos que se pueden dar en tal cita, el de llevarse
los cinco principales premios: Mejor Actor (Anthony Hopkins), Mejor Actriz
(Jodie Foster), Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion, algo que solo han
logrado otros dos films en la historia de estos premios: "Sucedió una
noche" (1934 -Frank Capra) y "Alguien voló sobre el nido del
cuco" (1975 - Milos Forman)
Todos hemos disfrutado infinidad de veces con los sensacionales diálogos de la
película, hemos imitado los gestos de Hannibal Lecter y más de uno ha discutido
alguna que otra vez si ciertamente existen polillas como la que aparece en la película y en el cartel sobre el rostro de Clarice Starling (Jodie Foster). Y a eso vamos…
La
polilla en cuestión es conocida como "esfinge de la muerte", aunque
su verdadero nombre, el científico, es "Acherontia atropos" que, por
supuesto, hace referencia a la imagen de su espalda, ya que "Átropos"
era el nombre de una de las tres Moiras de la mitología griega, la cual, según
ésta, terminaba con la vida de cada mortal cortando con sus tijeras la
"hebra" que los ataba a la vida.
Pero en la polilla verdadera solo hay un eco, más o menos cercano a la imagen de una calavera, el resto lo hace nuestra imaginación, así que en el cartel lo que vemos es un montaje fotográfico y la calavera que se ve en la polilla pertenece a una obra de Dalí llamada "In voluptas mors" que data de 1951. En ella la poderosa imaginación de Dalí utiliza los cuerpos de siete mujeres desnudas para crear la ficción de una calavera. No sería este ni el primero ni el último de los juegos visuales de este genial creador. De la efímera escultura dejó constancia el gran fotógrafo Philippe Halsman.
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