“No tienes que quemar libros para destruir una cultura. Solo tienes que conseguir que la gente deje de leerlos.” (Ray Bradbury)
Ray Bradbury, el autor de
"Crónicas Marcianas" y "Fahrenheit 451", es uno de los
escritores esenciales de la novela fantástica y de ciencia ficción, además de
un ejemplo de determinación a la hora de cumplir el sueño de convertirse en
escritor.
Bradbury, que desde los nueve años
demostró una pasión irrefrenable por los libros y el saber, no pudo asistir a
la Universidad por la falta de recursos de su familia. No le quedó otra opción
que ponerse a vender periódicos para salir adelante, pero esto no frenó en
absoluto su ansia por aprender e hizo de la biblioteca municipal su propia
universidad, dedicándole horas y horas, durante al menos diez años, para
completar su formación. Como el propio escritor decía:
“Fui a buscarme a mí mismo a la
biblioteca. Antes de enamorarme de las bibliotecas, era solo un niño de seis
años. La biblioteca alimentó todas mis curiosidades, desde los dinosaurios
hasta el antiguo Egipto. Cuando me gradué de la preparatoria en 1938, comencé a
ir a la biblioteca tres noches a la semana. Lo hice todas las semanas durante
casi diez años y finalmente, en 1947, cuando me casé, pensé que ya no podía
más. Así que me gradué de la biblioteca a los veintisiete años. Descubrí que la
biblioteca es la verdadera escuela.”
“Pero con la biblioteca, supongo
que es como la hierba gatera: empiezas a dar vueltas porque hay tanto que mirar
y leer. Y es mucho más divertido que ir a la escuela, simplemente porque haces
tu propia lista y no tienes que escuchar a nadie. Cuando veía algunos de los
libros que mis hijos tenían que llevar a casa y leer, y los profesores los
obligaban a leer, y los calificaban... bueno, ¿y si no te gustan esos libros?”
A los treinta años el éxito estaba aún por llegar. Aunque ya había escrito decenas de cuentos y algunos
habían sido publicados, la economía familiar no daba para muchas alegrías y
tenían que hacer auténticos malabares para cubrir las necesidades básicas con
lo poco que él obtenía por sus cuentos y el pobre sueldo de su esposa, que todo
hay que decirlo, apoyaba a su marido ciegamente en su proyecto de convertirse
en escritor. Ya lo decía Bradbury: “Mi esposa Maggie me mantuvo y nunca se
quejó. Sin ella, no habría Fahrenheit 451.”
En 1950 Ray Bradbury ya era padre
de una hija pequeña y otra venía en camino. Le resultaba imposible escribir en su casa. La
pequeña rompía su concentración continuamente y le demandaba su atención para
jugar, algo a lo que Bradbury no podía negarse. Pero la familia necesitaba los
ingresos de sus cuentos. Tenía que encontrar una solución y pronto.
La solución llegó mientras
paseaba por el Campus de la Universidad de Los Ángeles. Descubrió que en un sótano
existía una sala de mecanografía en la que se alquilaban máquinas de escribir
por 10 centavos cada media hora de uso. Bradbury vio el cielo abierto y con las
ideas claras de lo que quería contar, empleó tan sólo 9'8 dólares o lo que es lo mismo
49 horas en escribir en una de aquellas máquinas de alquiler las aproximadamente
25.000 palabras del cuento "The Fireman" que sería el que,
posteriormente ampliado, se convertiría en su exitosa novela "Fahrenheit
451". El propio Ray Bradbury contaba:
“No puedo explicarles qué
excitante aventura fue, un día tras otro, atacar la máquina de alquiler,
meterle monedas de diez centavos, aporrearla como un loco, correr escaleras
arriba para ir a buscar más monedas (...). No podía detenerme. Yo no escribí
Fahrenheit 451, él me escribió a mí. Había una circulación continua de energía
que salía de la página y me entraba por los ojos y recorría mi sistema nervioso
antes de salirme por las manos. La máquina de escribir y yo éramos hermanos
siameses, unidos por las puntas de los dedos”
Ya saben que el título, Fahrenheit
451, alude a la temperatura a la que empieza a arder el papel, muy apropiado
para esta novela de bomberos que queman libros en una sociedad en la que están
prohibidos y eres denunciado como un criminal si tienes uno en casa. La esperanza
se refugió en las mentes de los llamados “hombres libro” que los memorizaban
palabra por palabra para que su sabiduría no se perdiera.
Es curioso que, en contra de lo
que generalmente se piensa, Bradbury escribió esta novela no solo como una
denuncia acerca de la censura o el control en sociedades totalitarias. El
escritor declaró en repetidas ocasiones que el verdadero trasfondo de “Fahrenheit
451” era denunciar la anulación del pensamiento crítico y la pasividad
intelectual que se estaba produciendo en las masas a causa de la por entonces
emergente televisión. Su fácil e inmediato consumo había convertido el hecho de
leer en algo fastidioso y minoritario. No sé qué pensaría ahora Bradbury del
efecto hipnotizante que sobre todos nosotros provocan los móviles. ¿Por cierto,
a qué temperatura empezará a arder un móvil?
Imagen: De Wikimedia Commons - (CC BY 2.0) Fuente original
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