viernes, 11 de julio de 2025

Ray Bradbury, Fahrenheit 451 y el valor de 10 centavos

 

“No tienes que quemar libros para destruir una cultura. Solo tienes que conseguir que la gente deje de leerlos.” (Ray Bradbury)

Ray Bradbury, el autor de "Crónicas Marcianas" y "Fahrenheit 451", es uno de los escritores esenciales de la novela fantástica y de ciencia ficción, además de un ejemplo de determinación a la hora de cumplir el sueño de convertirse en escritor.

Bradbury, que desde los nueve años demostró una pasión irrefrenable por los libros y el saber, no pudo asistir a la Universidad por la falta de recursos de su familia. No le quedó otra opción que ponerse a vender periódicos para salir adelante, pero esto no frenó en absoluto su ansia por aprender e hizo de la biblioteca municipal su propia universidad, dedicándole horas y horas, durante al menos diez años, para completar su formación. Como el propio escritor decía:

“Fui a buscarme a mí mismo a la biblioteca. Antes de enamorarme de las bibliotecas, era solo un niño de seis años. La biblioteca alimentó todas mis curiosidades, desde los dinosaurios hasta el antiguo Egipto. Cuando me gradué de la preparatoria en 1938, comencé a ir a la biblioteca tres noches a la semana. Lo hice todas las semanas durante casi diez años y finalmente, en 1947, cuando me casé, pensé que ya no podía más. Así que me gradué de la biblioteca a los veintisiete años. Descubrí que la biblioteca es la verdadera escuela.”

“Pero con la biblioteca, supongo que es como la hierba gatera: empiezas a dar vueltas porque hay tanto que mirar y leer. Y es mucho más divertido que ir a la escuela, simplemente porque haces tu propia lista y no tienes que escuchar a nadie. Cuando veía algunos de los libros que mis hijos tenían que llevar a casa y leer, y los profesores los obligaban a leer, y los calificaban... bueno, ¿y si no te gustan esos libros?”

A los treinta años el éxito estaba aún por llegar. Aunque ya había escrito decenas de cuentos y algunos habían sido publicados, la economía familiar no daba para muchas alegrías y tenían que hacer auténticos malabares para cubrir las necesidades básicas con lo poco que él obtenía por sus cuentos y el pobre sueldo de su esposa, que todo hay que decirlo, apoyaba a su marido ciegamente en su proyecto de convertirse en escritor. Ya lo decía Bradbury: “Mi esposa Maggie me mantuvo y nunca se quejó. Sin ella, no habría Fahrenheit 451.”

En 1950 Ray Bradbury ya era padre de una hija pequeña y otra venía en camino.  Le resultaba imposible escribir en su casa. La pequeña rompía su concentración continuamente y le demandaba su atención para jugar, algo a lo que Bradbury no podía negarse. Pero la familia necesitaba los ingresos de sus cuentos. Tenía que encontrar una solución y pronto.

La solución llegó mientras paseaba por el Campus de la Universidad de Los Ángeles. Descubrió que en un sótano existía una sala de mecanografía en la que se alquilaban máquinas de escribir por 10 centavos cada media hora de uso. Bradbury vio el cielo abierto y con las ideas claras de lo que quería contar, empleó tan sólo 9'8 dólares o lo que es lo mismo 49 horas en escribir en una de aquellas máquinas de alquiler las aproximadamente 25.000 palabras del cuento "The Fireman" que sería el que, posteriormente ampliado, se convertiría en su exitosa novela "Fahrenheit 451". El propio Ray Bradbury contaba:

“No puedo explicarles qué excitante aventura fue, un día tras otro, atacar la máquina de alquiler, meterle monedas de diez centavos, aporrearla como un loco, correr escaleras arriba para ir a buscar más monedas (...). No podía detenerme. Yo no escribí Fahrenheit 451, él me escribió a mí. Había una circulación continua de energía que salía de la página y me entraba por los ojos y recorría mi sistema nervioso antes de salirme por las manos. La máquina de escribir y yo éramos hermanos siameses, unidos por las puntas de los dedos”

Ya saben que el título, Fahrenheit 451, alude a la temperatura a la que empieza a arder el papel, muy apropiado para esta novela de bomberos que queman libros en una sociedad en la que están prohibidos y eres denunciado como un criminal si tienes uno en casa. La esperanza se refugió en las mentes de los llamados “hombres libro” que los memorizaban palabra por palabra para que su sabiduría no se perdiera. 

Es curioso que, en contra de lo que generalmente se piensa, Bradbury escribió esta novela no solo como una denuncia acerca de la censura o el control en sociedades totalitarias. El escritor declaró en repetidas ocasiones que el verdadero trasfondo de “Fahrenheit 451” era denunciar la anulación del pensamiento crítico y la pasividad intelectual que se estaba produciendo en las masas a causa de la por entonces emergente televisión. Su fácil e inmediato consumo había convertido el hecho de leer en algo fastidioso y minoritario. No sé qué pensaría ahora Bradbury del efecto hipnotizante que sobre todos nosotros provocan los móviles. ¿Por cierto, a qué temperatura empezará a arder un móvil?

Imagen: De Wikimedia Commons(CC BY 2.0) Fuente original

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