lunes, 7 de julio de 2025

El día que Billy Wilder convirtió a Jack Lemmon en "Daphne"

"La felicidad es trabajar con Jack Lemmon"

Eso decía Billy Wilder y debía ser verdad, no en vano lo tuvo junto a él en nada menos que siete películas, entre ellas, maravillas como: “El apartamento”, “Irma la dulce”, “Primera plana” y cómo no, la divertidísima “Con faldas y a lo loco” que fue su primer título juntos.

Ed Sikov, en su biografía de Billy Wilder, relata el primer contacto de el director con Jack Lemmon para aquella película:

“En la primavera de 1958, Billy se topó con Jack Lemmón en Dominick’s, un restaurante de Hollywood. “Tengo una idea para una película en la que me gustaría que intervinieras”, dijo Billy. “Siéntate”, le invitó Lemmon. “Ahora no tengo tiempo”, respondió Billy, “Pero te diré de qué trata. Se trata de dos hombres que huyen de unos gángsteres, huyen porque corre peligro su vida, se disfrazan con ropa de mujer y se unen a una orquesta femenina”. “Si cualquier otro me hubiera dicho eso”, comentó Lemmon “habría salido corriendo como una liebre. ¿Vestirme de mujer? Pero, como era Billy Wilder, dije: “Muy bien, lo haré si estoy disponible y, si no lo estoy, me encargaré de estarlo”

Y así, con un encuentro que no llegó a los dos minutos, sin leer el guion y con una explicación ridícula, Lemmon dio en la diana y aceptó uno de los mejores papeles de su carrera, la alocada Daphne. Tal era la confianza que tenía en el talento como director de Wilder. Fue el inicio de una gran amistad.

Su compañero de aventura sería Tony Curtis en el papel de Josephine y como parte del triangulo protagonista se contrató a Marilyn Monroe como Sugar. Se cuenta que resultando necesario que tanto Curtis como Lemmon aprendieran a moverse y hablar como mujeres Wilder contrató a una famosa drag queen conocida como Barbette para que les enseñara sus secretos femeninos. Una semana después, el intuitivo Lemmon rechazó la ayuda, alegando que no deseaba andar con soltura como una mujer, sino como un hombre que intenta caminar como una mujer. Textualmente decía: “El mentecato que interpretaba no podía mostrar mucha pericia andando con tacones. Yo tenía que hacerlo sólo lo bastante bien para parecer una mujer torpe”. Y lo bordó, esa impericia fue algo a lo que le sacó mucho rendimiento cómico en sus escenas. Si algo nos enseñó Lemmon en esta película es que “Nadie es perfecto”, y menos un hombre con peluca y tacones, aunque su encantadora Daphne resultó tener los suficientes encantos para enamorar al multimillonario Osgood, una historia que ya se contó en este blog.

Pronto empezaron Curtis y Lemmon a captar las emociones y necesidades que debían tener como mujeres y cuando les enseñaron el vestuario que tendrían que utilizar, ropa del montón, se quejaron a Wilder y le exigieron que si debían usar vestidos tenían que lucir tan glamurosos como Marilyn. Wilder aceptó de inmediato. Ya tenía suficientes problemas con Marilyn como para discutir con dos mujeres más sobre vestidos.

Tony Curtis estaba muy nervioso y dudaba sobre la froma en que iba a abordar su papel de Josephine, así que en la primera prueba, intentó por todos los medios que fuera Jack Lemmon el que saliera a presentar su personaje. Lo contaba así en un documental sobre el rodaje:

"No quería salir primero. Quería que saliera él primero, para ver cómo sería Jack... entonces vi a Jack salir bailando de su camerino, y parecía una mujerzuela de tres dólares. Ya sabes, saltando, hablando en voz alta. Dije: '¡Mierda, no puedo hacer eso!". Consciente de que su recreación de Josephine debía ser complementaria de la creada por Lemmon para Daphne adoptó un lenguaje corporal más tenso y conservador que se podía interpretar como una mujer recatada y algo tímida.

Durante el rodaje abundaron las situaciones cómicas, como aquella de las medidas de Marilyn comparadas con las de Tony Curtis que ya contamos aquí, pero también estaba el fastidio de los tacones. Ya sabemos las demoras de Marilyn y la extenuante repetición de algunas de sus escenas y de cómo Billy Wilder bromeaba en entrevistas posteriores con que “mientras con todo el equipo esperábamos a Marilyn Monroe, no perdimos totalmente el tiempo… Yo, sin ir más lejos, tuve la oportunidad de leer Guerra y Paz de Tolstoi y Los Miserables de Víctor Hugo”. Curtis y Lemmon, por su parte, lo tenían claro y cuando se provocaba una nueva pausa por aquellas cuestiones, se quitaban rápidamente los zapatos y metían sus sufridos y desacostumbrados pies en remojo.

Una comedia con hombres travestidos era un gran riesgo en aquellos tiempos y más con la historia tan rocambolesca que pretendía contar el director. David Selznick le dijo a Billy Wilder que sería imposible desde el principio: “¿Quieres metralletas, cadáveres y gags en la misma película? Olvídalo, Billy. No conseguirás que funcione”. Con advertencias de este tipo, no es extraño que Wilder, antes de comenzar a rodar, intentando que todas sus ideas encajaran en su cabeza a la perfección dijera: “Será como hacer malabarismos con once pasteles de merengue a la vez”. Y milagrosamente, no se le cayó ninguno, el resultado fue extraordinario, de hecho “Con faldas y a lo loco” está considerada como una de las mejores comedias de la historia del cine. Por esta y por muchas otras películas suyas, Trueba más que creer en Dios solo creía en Billy Wilder.

Imágenes: Cortesía de la estupenda página Doctor Macro: Img 1

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