“La simplicidad es el logro final. Tras haber tocado una
gran cantidad de notas y más notas, emerge la simplicidad como la recompensa
suprema del arte.” (Frédéric Chopin)
El talento musical de Chopin a los siete años era prodigioso, tanto que no pocos lo comparaban con Mozart. A esa corta edad ya componía polonesas, era capaz de improvisar al piano fluidamente y por supuesto era un hábil pianista. Antes de cumplir ocho años, el 24 de febrero de 1818, Chopin, al que su familia llamaba Frycek, dio su primer concierto público en Varsovia durante una gala benéfica celebrada en el palacio de la familia Radziwill. Ejecutó un concierto para piano del ya hoy casi olvidado Adalbert Gyrowetz, pero que en aquel entonces era tan popular como Haydn o Mozart.
Cuenta la leyenda, repetida en algunos textos románticos, que su madre lo vistió para ocasión tan especial con un trajecito que iba adornado con una elegante chorrera de encaje alrededor de su cuello. Antes de tocar todos le alabaron su elegante presencia, incluso el joven Chopin se sentía esplendoroso con aquellas ropas.
Cuando terminó el concierto el éxito fue inmenso y la gente aplaudía de forma entusiasta al joven genio del piano que se mostraba por primera vez ante sus ojos.
Ulrich Rühle en su libro "Locos por la música - La juventud de los grandes compositores" lo cuenta así:
-¡Bravo al nuevo Mozart! -se oía gritar al público.
Todo el mundo quería estrechar la mano del joven pianista, y Nicolas tuvo que proteger a su hijo de las damas embelesadas.
De vuelta a casa contó cómo había sido el concierto.
-Ven Frycek, siéntate aquí, a mi lado -dijo la madre-, y cuenta lo que ha pasado. ¿Qué es lo que más ha gustado al público?
-Mi cuello blanco, máma, mi cuello blanco nuevo, exclamo contentísimo Frédéric.
Justyna tuvo que sonreír.
-Y, fíjate, mamá, siete personas muy distinguidas me han invitado a tocar en su casa. Todos quieren verme y oírme otra vez. ¿Me dejarás llevar el traje nuevo?”
Las damas de la alta sociedad le llamarían cariñosamente "Chopinek" y no hubo salón o palacio de cierto rango en Varsovia en el que no fuera invitado en su calidad de nueva sensación musical. Chopin acudía seguro de su éxito, puede que no tanto por sus probadas habilidades musicales, sino por poder vestir de nuevo su cuello blanco, al que el siempre humilde Chopin, arriba retratado por María Wodzynska, atribuía la razón de su éxito.
Imagen: Tomada de Wikimedia Commons - Dominio Público CC0 - Fuente Original
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