lunes, 28 de julio de 2025

Valle-Inclán: entre el hambre y la generosidad



Se cuenta que en cierta ocasión el singular Ramón del Valle-Inclán, cuando ya era un personaje conocido, fue citado ante el juez a raíz de un alboroto que había causado. Cuando el juez le hizo las preguntas iniciales de rigor, conocidas como "las generales de la ley", declaró su nombre y remarcó su oficio como escritor. El juez continuó:
— ¿Sabe leer y escribir?
— No — respondió con seguridad Valle-Inclán.
— Me extraña la respuesta — añadió el juez.
— Más me extraña a mí la pregunta — sentenció el creador de "Luces de bohemia".

Pero la historia que quería contar de Valle-Inclán es otra que habla de su generosidad. El escritor siempre vivió con estrecheces económicas y aún así no era amigo de renunciar a sus principios como literato serio: "Yo soy un escritor, no un comerciante de letras. Y cuando el hambre aprieta, me resigno antes a pedir limosna que a escribir contra mi conciencia" le escribió en cierta ocasión a su editor según contaba Ramón Gómez de la Serna. La moda de los folletines le era igualmente repelente y rehuía de ellos como de la peste: "¡Yo me moriré de hambre, pero no escribiré un folletín para los tenderos!".  

Ante aquellas premisas, para él resultaban vitales los quince duros que le enviaban mensualmente desde Galicia, con los que lograba mantener medianamente a flote su pobre economía. Se cuenta que paseando por las afueras de Madrid, justo después de recoger aquellas 75 pesetas, vio cómo un grupo de personas se arremolinaba en torno a una camilla en la que reposaba un albañil que acababa de caerse de un andamio. Dolorido se lamentaba de haberse roto una pierna en el accidente y de que ya no podría alimentar a su familia. Alguien de entre el público dijo que podría ayudarse de un aparato ortopédico para remediar en cierta medida el tiempo de convalecencia y añadía que costaba precisamente quince duros. Tan pronto escuchó la cantidad, un conmovido Valle-Inclán tanteó en su bolsillo el dinero que acababa de recibir y sin dudar un instante se abrió paso entre la gente y dijo: "Pues si necesitan quince duros, aquí están..." Igual se acordó de la generosidad de Raskolnikov, el famoso personaje creado por Dostoievski en "Crimen y Castigo", o del protagonista sin nombre de "Hambre" de Knut Hamsun, que también eran propensos a dar todo lo que tenían al necesitado a pesar de su extrema situación de precariedad. Sin duda los modelos del pasado no son los de ahora. No todos los héroes llevan capa y ropas ajustadas: algunos solo tienen quince duros.

Solo le quedaba a Valle-Inclán un largo mes por delante. No es extraño que el autor de Tirano Banderas dijera: "En España el hambre es una tradición". Él al menos podía acompañar esta inveterada tradición con el orgullo intacto de haber hecho lo que creía correcto.

Fuente: "Anécdotas de la Historia" - Pancracio Celdrán Gomariz.
Imagen: De Wikimedia Commons - Dominio Público CC0 - Fuente original

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