"La característica más saliente de la cara de Sinatra son sus ojos azules claro, vivos, unos ojos que en el espacio de un segundo pueden volverse fríos de rabia, o brillar de afecto, o, como ahora, reflejar un vago recogimiento que mantiene a sus amigos callados y a distancia."
Eso decía el gran literato y periodista Gay Talese en el maravilloso perfil que hizo de Frank Sinatra titulado "Frank Sinatra está resfriado", algo que no era cosa menor, como decía el propio Talese: "Sinatra con un gripe es Picasso sin pintura, Ferrari sin combustible..., sólo que peor. Porque el catarro común le roba a Sinatra esa joya que no se puede asegurar, la voz, socavando hasta el corazón de su confianza."
En la época dorada de las Big Bands, el papel de los cantantes no era relevante, eran una pieza más del conjunto, una voz a la que se le dedicaba, si acaso participaba, un lucimiento menor en las partes centrales de los temas, en los que el protagonista absoluto era la propia orquesta y sobre todo el líder que le daba nombre. Sinatra, tras pasar por la Orquesta de Harry James, estaba al inicio de los años cuarenta, en la Orquesta de Tommy Dorsey, una de las grandes y como era normal empezó siendo uno más.
Pero Sinatra siempre se negó a ser simplemente uno más. Pronto, el magnetismo personal y la increíble voz de Sinatra dieron una proyección brutal a todas las grabaciones de la orquesta de Tommy Dorsey. Llegó un momento en el que resultaba evidente que la gente, entre la que destacaba una multitud de chicas enfervorecidas, que gritaban, se desmayaban y se tiraban de los pelos, iban más a ver a Frank Sinatra que a la propia banda. Había nacido lo que se dio en llamar "Sinatramanía". Con este incontrolable e inesperado boom, Sinatra amenazaba con cambiar el statu quo y el equilibrio de poder entre los músicos, el director y el cantante, de hecho, la big band misma, una de las mejores del país, corría el riesgo de convertirse en una mera acompañante de las actuaciones del cantante.
La cosa fue a más cuando, cada vez más rodeado de fans, Sinatra tomó conciencia de su relevancia. Pronto se mostró ansioso de hacer una carrera en solitario en la que no estuviera encorsetado por los dictados de una banda que se resistía a aumentar sus momentos de lucimiento y por supuesto sus beneficios.
En 1941, decidido a volar en solitario, le trasladó sus intenciones a Tommy Dorsey, que no se amilanó y sin mayores rodeos, y sabedor del gancho del cantante y repercusión para los contratos que recibía la banda, le puso por delante a Sinatra aquel contrato que este firmó en sus inicios, con bastantes prisas e ignorancia, y donde se estipulaba que tras dejar la banda (posibilidad que se le abriría en 1942) un tercio de sus futuras ganancias serían para Tommy Dorsey (más o menos como derechos de lanzamiento) y además un 10% adicional para el agente de Dorsey. No se sabe cómo, pero finalmente, con un juicio en ciernes sobre el asunto, Dorsey aceptó sorpresivamente romper el contrato, lo que provocó gran curiosidad sobre cómo llegó a aceptar la renuncia a tanto dinero.
"Hubo rumores de que Sinatra había utilizado contactos de los bajos fondos para convencer a Dorsey de que le librara del contrato. Más en concreto, se dijo que el gángster de Nueva Jersey Willie Moretti había intervenido a instancias de Sinatra, poniéndole a Dorsey una pistola en la cabeza para que renunciara al contrato que le unía a Frank. Hasta su asesinato al más puro estilo del hampa en 1951, Moretti se jactó una y otra vez de haber hecho ese favor a Sinatra. Por su parte, Frank siempre negó la veracidad de esa historia, asegurando que se libró del contrato que le unía Dorsey por medios estrictamente legales"
Puede que no sea del todo verdad, pero "si non è vero è ben trovato”, y pega bien con toda la mitología que se creó alrededor del cantante, que por cierto tenía muy malas pulgas. Ya Gay Talese, en el perfil antes citado decía: "La mayoría de los hombres que trabajan junto a Sinatra son grandes. Pero esto nunca parece intimidarlo ni sofrenar su impetuoso comportamiento con ellos cuando se enfurece. Jamás le devolverían el golpe. Él es Il Padrone."
Su voz podía ser de terciopelo, pero su carácter era ciertamente afilado, algo sin duda necesario en el entorno que le tocó vivir. Como apuntaba, de nuevo Talese: "Frank Sinatra es il padrone. O, mejor todavía, es un ejemplar de lo que tradicionalmente llaman en Sicilia uomini rispettati, hombres respetados: hombres majestuosos y humildes a la vez, hombres queridos por todos y generosos por naturaleza, hombres a quienes les besan las manos cuando pasan por los pueblos, hombres dispuestos a tomarse molestias para enderezar un entuerto."
Visto lo visto, seguro que Dorsey pensó: ¡Que caray, un dólar es un dólar!
Imágenes: De Wikimedia Commons - Dominio Público CC0 - Fuente Original
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