Verónica Lake era una actriz muy menudita, de corta estatura - tan solo 151 cmts- y dueña de unos esplendorosos ojos azules -de ahí viene el Lake de su nombre artístico- que llegó a convertirse en una de las grandes damas del cine negro. A pesar de la poca rotundidad de sus formas fue elegida como la actriz más popular entre los soldados en una votación de 1943 e incluso pusieron su nombre a una isla volcánica del Océano Pacífico.
Supongo que para ser etiquetada de pin-up solo necesitaba su precioso rostro y aquel revolucionario peinado lleno de ondas y que misteriosamente le tapaba un ojo. Con esa -media mirada- suya le bastaba y sobraba para despertar las fantasías de la soldadesca y convertirse en una de las primeras "femmes fatales" del cine.
El nombre de su icónico peinado era ciertamente un poco difícil de pedir en la peluquería -peek-a boo-bang le decían- y se puso tan de moda que llegó a ser además de la seña de identidad de la actriz, un verdadero problema de seguridad nacional. Y es que al ponerse de moda en una época de guerra en la que las mujeres tuvieron que sumar su esfuerzo y trabajar en fábricas de armamento, el dichoso peinado quedaba precioso pero les hacía llevar un ojo tapado por ese bucle imposible, provocando numerosos accidentes con las máquinas y errores en la colocación de la munición en las cintas, con los riesgos que eso provocaba a posteriori en el frente de batalla, situación esta que provocó que el Departamento de Guerra estadounidense pidiera a su Estudio, la Paramount, que la actriz abandonara ese peinado que causaba furor entre las jovencitas.
Encontró su partenaire ideal en Alan Ladd (165 cmts) con el que protagonizó algunos grandes éxitos como: "La llave de cristal", "El cuervo" o "La Dalia Azul", sin olvidar la que para mí es su mejor película: "Los viajes de Sullivan", esta vez junto a Joel McCrea.
Parece que Lady Verónica tenía un carácter difícil y no era del agrado de muchos de sus compañeros y directores. Por ejemplo, Frederic March jugaba con el título de la película "Me case con una bruja" que rodaron juntos para decir "Me casé con una zorra" o el escritor Raymond Chandler que durante el rodaje de "La dalia azul" se refería a ella como "Moronica Lake" (Moronic es algo así como "idiota" en inglés). No extrañó a nadie que a las primeras de cambio, cuando las críticas fueron desfavorables, se le cerraran casi de golpe las puertas del mundo del cine.
Matrimonios fallidos, abortos, hijos no deseados y una desmedida afición al alcohol destrozaron su vida. Su alto tren de vida la llevó a perderlo todo en más de una ocasión. Hubo de trabajar de dependienta anónimamente y de camarera y para colmo sufría problemas psiquiátricos que la llevaron a estar ingresada en una residencia -en su neurosis creía que era seguida noche y día por el FBI-. Murió en 1973, con solo 50 años, por problemas hepáticos derivados del alcohol, totalmente sola, tanto que ni su madre ni sus hijos quisieron acudir a su entierro. Otro juguete roto más en la cuenta de Hollywood
«He llegado a un punto en mi vida en que son las pequeñas cosas las que importan. Siempre fui rebelde y, probablemente, podría haber llegado mucho más lejos si hubiera cambiado de actitud. Pero cuando lo piensas bien, has llegado lo suficientemente lejos sin el cambio de actitud. Estoy feliz con eso.»
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