En cierta ocasión le preguntaron al sensacional escritor Pedro Muñoz Seca, uno de los pilares del humor en nuestro teatro, qué cinco escritores eran a su juicio los más importantes de la literatura española. El autor de obras tan hilarantes como "La venganza de Don Mendo" y creador de las denominadas "astracanadas", esos juegos de palabras, despropósitos, equívocos y ripios, que buscan hacer reír al espectador por encima de cualquier otro considerando, no podía evitar la tentación de dar una contestación, que aunque evidentemente muy discutible, estuviera llena de ese ingenio y humor que siempre le caracterizaron. Su particular ranking fue el siguiente:
Don Miguel de Unam-Uno
Benito Pérez Gal-Dos
Miguel de Cervan-Tres
Luca de Tena, Don Tor-Cuatro
Benavente, Don Ja-Cinco.
A muchos de vosotros, como a mí, supongo que le asaltará la idea de intentar seguir la lista y algunos pensaran en Juan Mar-seis, Ortega y Ga-Siete, Miguel Hernán-Diez. Yo no encontré solución para los puestos octavo y noveno.... quizás vosotros deis con la tecla, si es así no olvidéis dejar un mensaje.
Para Sáinz de Robles, Pedro Muñoz Seca era "El fénix de los ingenios", para José María Pemán: "un hombre bueno, un corazón limpio, una gracia fresca, una modestia clara" y Valle-Inclán, que quedó injustamente fuera de la lista por motivos puramente fonéticos mantenía: "Quítenle al teatro de Muñoz Seca el humor; desnúdenle de caricatura, arrebátenle su ingenio satírico y facilidad para la parodia, y seguirán ante un monumental autor de teatro"
Pedro Muñoz Seca, nacido en el Puerto de Santa María y uno de los destacados miembros de la Generación del 14, se consideraba a si mismo como todo un espectáculo y por ello respondía a quien le preguntaba que había nacido a las 22 horas y 15 minutos, que era la hora a la que empezaban las funciones teatrales y por supuesto cambió su año de nacimiento de 1879 a 1881, como buen amante de los números capicúa que era, para que la suerte le acompañara.
Y si el escritor había decidido acomodar su nacimiento para que su "puesta en escena" fuera venturosa, su muerte no podía ser menos. Muñoz Seca murió ante un pelotón de fusilamiento en Paracuellos del Jarama en noviembre de 1936 y allí demostró que se puede afrontar cualquier situación con una pizca de sentido del humor. Se cuenta que cuando se encontraba frente a los soldados que iban a darle muerte les dijo:
"Podréis quitarme las monedas que llevo encima, podréis quitarme el reloj de mi muñeca y las llaves que llevo en el bolsillo, podéis quitarme, como vais a hacer, hasta la vida; sólo hay una cosa que no podréis quitarme, por mucho empeño que pongáis: el miedo, este horrible miedo que tengo."
Se cuenta que los soldados, antes de disparar, le pidieron perdón por lo que estaban obligados a hacer y que casi fue el propio Muñoz Seca el que tuvo que animarlos diciéndoles que estaban ya perdonados y que no se afligieran, completando con un humorístico "Aunque me temo que ustedes no tienen intención de incluirme entre su círculo de amistades".
En otra ocasión, debido a la muerte con pocos días de diferencia en entre ellos, de un matrimonio que se encargaba de la portería del edificio donde vivía Muñoz Seca en Madrid desde sus tiempos de estudiante, les dedicó este epitafió dado el gran afecto que les profesaba:
Fue tan grande su bondad,
Tal su laboriosidad
Y la virtud de los dos,
Qué están con seguridad
En el Cielo, junto a Dios.
Bonito y sencillo. Pero el Obispo que era quien tenía que validar el epitafio salió con el peregrino argumento de que Muñoz Seca no era nadie para asegurar que los porteros estaban en el Cielo y junto a Dios. El escritor no tuvo más remedio que rehacerlo:
Fueron muy juntos los dos,
El uno del otro en pos
Donde va siempre el que muere...
Pero no están junto a Dios,
Porque el Obispo no quiere.
No le hizo mucha gracia al Obispo el segundo epitafio y le mandó una carta al escritor en la que decía:
"Ni yo, ni ningún otro representante de la Santa Iglesia, intervenimos para nada en el destino de los difuntos, por tratarse de un misterio inescrutable que ni usted, a pesar de su buena voluntad, ni nosotros estamos capacitados para aclarar".
Muñoz Seca después de sopesar la carta escrita por el Obispo decidió elaborar un tercer y último epitafio:
"Flotando sus almas van
Por el éter, débilmente,
Sin saber qué es lo que harán,
Porque desgraciadamente
Ni Dios sabe dónde están"
El Obispado no contestó, como era preceptivo, al tercer epitafio que nunca llegó a colocarse.
En una de sus obras puso en boca de uno de los personajes estas palabras:
«Lo único que hay en el mundo digno de estimación después de una buena mujer, es una buena carcajada. Y quienes la produzcan con su arte, su ingenio o su gracia merecen la gratitud de las gentes»
Os dejo un trocito de su maravillosa obra "La venganza de Don Mendo" con Fernando Fernán Gómez entonando aquello de: "Siempre fuisteis enigmático y epigramático y ático y dramático y simbólico, y aunque os escucho flemático sabed que a mí lo hiperbólico no me resulta simpático.."
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