"Hace falta mucho valor para dejarse amar sin reservas. Un valor que es casi heroísmo. La mayoría de la gente no puede dar ni recibir amor porque es cobarde y orgullosa, porque tiene miedo al fracaso. Le da vergüenza entregarse a otra persona y más aún rendirse a ella porque teme que descubra su secreto… el más triste secreto de cada ser humano: que necesita mucha ternura, que no puede vivir sin amor. Creo que ésa es la verdad. O al menos eso he creído durante mucho tiempo, aunque ya no lo afirmo tan categóricamente porque estoy envejeciendo y me siento fracasado. ¿Qué en qué he fracasado? Te lo estoy diciendo, en eso, precisamente en eso. No fui lo bastante valiente para la mujer que me amaba, no supe aceptar su cariño, me daba vergüenza, incluso la despreciaba un poco por ser diferente de mí, una burguesita de gustos y ritmos vitales distintos de los míos; y además temía por mí, por mi orgullo, temía entregarme al noble y complejo chantaje con el que se me exigía el don del amor. En aquellos tiempos no sabía lo que sé hoy… que no hay nada de lo que avergonzarse en la vida excepto de la cobardía, que hace que uno no sea capaz de dar sentimientos o no se atreva a aceptarlos."
"Me di cuenta de que las personas no aguantan para siempre las situaciones en que las pone la vida... ni los individuos ni las naciones... Llega un momento en que alguien empieza a gritar que ya basta, que hace falta un cambio. Y es cuando la gente se echa a la calle y empieza a destrozarlo todo... Pero eso ya sólo es un circo. La revolución, la verdadera, ya ha ocurrido antes, en silencio, en el interior de las personas"
"Nosotros no vivimos en una auténtica cultura, lo nuestro es una civilización de masas, anodina, mecanizada y enigmática. Todos se llevan su parte, pero a ninguno le proporciona verdadera felicidad"
"Sólo obtienes algo de los libros si eres capaz de poner algo tuyo en lo que estás leyendo. Quiero decir que sólo si te aproximas al libro con el ánimo dispuesto a herir y ser herido en el duelo de la lectura, a polemizar, a convencer y ser convencido, y luego una vez enriquecido con lo que has aprendido, a emplearlo en construir algo en la vida o en el trabajo..."
"El artista no tenía miedo. Decía que si Dios existiera no podría ser tan cruel como para conceder la vida eterna a los hombres... Pero los burgueses sí que tenían miedo a morir, igual que a vivir. Por eso eran religiosos, parcos y virtuosos. Porque tenían miedo"
Los fragmentos pertenecen a "La mujer justa" un libro del escritor húngaro como Sándor Márai (1900 -1989). Su forma de escribir se ha comparado con la de Thomas Mann o Stephen Zweig por su prosa realista. Fue el primer crítico de la obra de Kafka. Nació en una familia acomodada, posición desde la que con acierto supo retratar en sus libros la decadencia de la clase burguesa. Fue una persona clarividente, que supo analizar con agudeza el tiempo que le tocó vivir, de hecho fue de los primeros en criticar a Hitler y su política y a la vez vislumbrar el fantasma que se cernía sobre su país con la llegada de los rusos; de hecho escribió en su diario: "Los alemanes son magos. Han acertado a realizar el milagro de que cualquier ser humano decente espere honestamente y lleno de anhelo a los rusos, a los bolcheviques que llegan como libertadores". Los libertadores como él los llamaba no fueron muy generosos con su persona. Cuando llegó el comunismo no pudo quitarse la etiqueta de la clase a la que pertenecía y hubo de marchar en 1948 y después de pasar por Suiza e Italia llegó a Estados Unidos, país del que adoptó la nacionalidad. A pesar de estos avatares nunca dejó de escribir en húngaro y su amor por su país era incondicional encontrándose altamente decepcionado con las potencias occidentales por el poco apoyo que prestaron a la Revolución Húngara de 1956. Sus obras, como no podía ser de otra manera, estuvieron largo tiempo prohibidas en su país de origen. Cuatro años después de la muerte de su esposa y enfermo de cáncer se suicidaría pegándose un tiro en la cabeza. Quedaban pocos meses para la caída del muro de Berlín. Entre sus obras publicadas en España se encuentran: "El último encuentro", "La herencia de Eszter", "Divorcio en Buda", "El amante de Bolzano", su autobiografía "Confesiones de un burgués" y la famosa "La mujer justa" a la que dedicamos esta entrada.
En la fotografía de cabecera aparece "Lady Agnew de Lochnaw" (1892) en un retrato de John Singer Sargent que se expone en la Galería Nacional de Escocia
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