viernes, 31 de julio de 2020

Cinema Paradiso: "Hagas lo que hagas ¡ámalo!"


Alfredo - Cada uno de nosotros tiene una estrella que ha de seguir. Márchate, esta tierra está maldita. Mientras permaneces en ella te sientes en el centro del mundo. Te parece que nunca cambia nada. Luego te vas un año, dos, y cuando vuelves todo ha cambiado, se rompe el hilo conductor. No encuentras a quién querías encontrar. Tus cosas ya no están. Has de ausentarte mucho tiempo, muchos años, para encontrar a tu vuelta a tu gente, la tierra donde naciste. Pero ahora no es posible creo que estas más ciego que yo.
Totó - ¿Quién dijo eso Gary Cooper, James Stewart, Henry Fonda eh?
Alfredo - No Totó eso no lo dijo nadie, esto lo digo yo. La vida no es como la has visto en el cine, la vida es más difícil. ¡Márchate! ¡Regresa a Roma! Eres joven, el mundo es tuyo, yo ya soy viejo, no quiero oírte más, sólo quiero oír hablar de ti.

Alfredo - No regreses. No pienses en nosotros. No telefonees, no escribas. No te dejes engañar por la nostalgia. Olvídate de todos. Si no resistes y vuelves, no quiero que me veas. No te dejaré entrar en mi casa ¿entendido?
Totó - Gracias por todo lo que has hecho por mi
Alfredo - Hagas lo que hagas ¡ámalo! Como amabas la cabina del Paradiso cuando eras niño.

Ese par de escenas en las que el ciego Alfredo invita a volar al joven Totó son bellísimas y cargadas de una significación muy actual ahora que muchos jóvenes han de marchar lejos para poder encauzar sus vidas. "El mundo está lleno de Totós" decía su director, Giuseppe Tornatore, por eso será que esta película nos gusta tanto a todos. Ayer volví a ver Cinema Paradiso (la versión del director) y queda claro que según cambiamos con la edad cambia la forma en la que vemos unas películas que se supone siguen siendo las mismas. Se llega a etapas en las que los mensajes que pasaban desapercibidos florecen de forma rotunda ante nosotros como ecos de nuestra propia experiencia. Si antes uno solo tenía ojos para el pequeño Totó (Salvatore Cascio de niño y Marco Leonardi de adolescente), ahora el Alfredo que nos regala Philippe Noiret me parece inmenso, al igual que el Totó adulto de Jacques Perrin; la escena en la que habla con su madre ya mayor encierra muchas verdades. Lo que me gustaba de anteriores visionados me sigue gustando, pero ahora se añaden más cosas. Tan solo una cosa no cambia, el embrujo de la maravillosa música que Morricone compuso para esta película. 

Giancaldo, el pueblecito siciliano, del que marchará Totó para hacerse un gran director de cine, no existe en realidad, es un trasunto del pueblo también siciliano de Bagheria, muy cercano a Palermo, donde nació el director de la película, Giuseppe Tornatore, que desde muy niño era un gran aficionado a la fotografía y al cine. Me gustaría saber cuántas semejanzas hay entre Tornatore y el pequeño Totó que seguro son muchas ¿Conocería Tornatore al loco que decía ser dueño de la plaza donde estaba el Cinema Paradiso? El director se reservó un cameo muy especial en la película, casi poético, pues es el propio Tornatore el que en la película recoge la cinta con los fragmentos de los besos censurados que Alfredo guardó durante años y hace de operador de cámara ante el emocionado Totó que rompe a llorar ante tan delicado regalo. Un final para quitarse el sombrero. La realidad es que, con esta película, Tornatore consiguió la que posiblemente sea la mejor declaración de amor al cine que se haya filmado nunca. Los italianos a veces se pasan de azúcar en sus películas, pero cuando dan con el punto justo son imbatibles.


Imagen: Desde Wikimedia Commons - Dominio Público (CC0). Enlazamos la fuente original
https://it.wikipedia.org/wiki/File:Nuovo_Cinema_Paradiso_(film).jpg

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